Ahora, cuando vamos de
viaje hay que llevar en la guantera un cuadro con los impuestos que cargan las autonomías a los carburantes, el céntimo sanitario, que hace que la gasolina o el gasóleo cuesten hasta cinco céntimos más en unas que en otras.
Ya son once autonomías las que aplican el recargo y cuatro al máximo (7,20 céntimos): Comunidad Valenciana, Cantabria, Cataluña y
Castilla y León, estas tres a partir
de este 1 de marzo. Un impuesto que da
la puntilla a los transportistas
y que distorsiona el mercado, para
conseguir unos ingresos extras que son el
chocolate del loro y no resuelven la
financiación de la sanidad. Eso sí, con la esperada subida de los impuestos especiales y los efectos de la crisis de Irán, los carburantes costarán pronto 1,5 euros, agravando la caída del
consumo.
El céntimo sanitario
es un impuesto de nombre irrecordable
(Impuesto de Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos, IVMDH)
que se inventó en diciembre de 2001 el Gobierno
Aznar para ayudar a las autonomías a financiar la sanidad. Tiene una parte
fija (tramo estatal), de 2,4 céntimos por litro, que se cobra en
todas las autonomías (salvo Canarias) y un tramo
autonómico, un recargo de 2,40 a
4,80 céntimos que fijan las autonomías. Y esto sobre el gasóleo y la gasolina, pero también se aplica sobre el consumo de gasóleo de calefacción (6
céntimos tramo estatal y 12 céntimos el autonómico) y de fuel (1 céntimo tramo estatal y 2 céntimos el recargo
autonómico). Luego no sólo pagamos el
céntimo sanitario al repostar carburante, sino en la calefacción y en las industrias. Sin enterarnos.
La primera autonomía que aplicó el recargo adicional, desde
2002, fue Madrid (Gallardón fue su
defensor), 1,70 céntimos (en total, 4,10 de céntimo sanitario) y le siguieron Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana,
Cataluña, Asturias y Galicia (todas,
4,80 céntimos entre los dos tramos). En enero de 2011 se sumaron Andalucía, Murcia y Extremadura (todas,
4,80 céntimos en total). El 10 de enero de 2012, la Comunidad Valenciana subió su parte del recargo a 4,80 (7,20
céntimos de céntimo sanitario total) y lo mismo van a hacer el 1 de marzo Cantabria, Cataluña y Castilla León. En
total 11 de las 17 autonomías, aunque se lo están pensando el País Vasco y Aragón.
La mitad de la
recaudación (58%) del céntimo sanitario (tramo estatal) va a las autonomías
y los recargos son para ellas. El ingreso estatal supone unos 1.100 millones año (8.500 millones
entre 2002 y 2009) y los recargos otros 700
millones adicionales (2011). El chocolate
del loro para financiar una sanidad
que cuesta 52.000
millones al año. De hecho, con los 120 millones extras que va a recaudar
Castilla y León con esta subida,
paga 22 días de sanidad. Y los 22 millones extras de Cantabria le dan para pagar 11 días. Algo, pero poco.
A cambio, el céntimo
sanitario tiene muchos efectos
perversos. Primero para los transportistas,
aunque algunas autonomías les devuelven la mitad o todo ( y según a quienes). Pero estiman que el
céntimo sanitario les encarece
costes en 5.000 euros al año por camión. Luego están los efectos negativos sobre las estaciones
de servicio, por el efecto frontera,
que arruina a las gasolineras que están en autonomías caras y cerca de otras
más baratas (las de Comunidad Valenciana limítrofes a Murcia o las de Castilla
y León o Cataluña próximas a Aragón o Galicia. Y crean problemas
de distribución a Repsol, Cepsa o BP. Además, perjudica a los conductores que viven en las autonomías más caras
o que viajan habitualmente por ellas.
Al final, el céntimo
sanitario está desde noviembre de 2011 en
el Tribunal
de Justicia de la UE, en Luxemburgo, enviado por el Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña, a raíz de una de las muchas demandas en contra presentadas por los transportistas. La Comisión
Europea ya emitió en mayo de 2008 un
Dictamen motivado contra el céntimo sanitario, por considerar que no es
conforme a la normativa comunitaria (ya hay un impuesto armonizado sobre
hidrocarburos) y porque no hay constancia
de que los fondos recaudados vayan de verdad a la sanidad. Ahora se espera que el Tribunal europeo falle en
contra, aunque puede tardar dos años y mientras las autonomías tapan sus agujeros. Eso sí, luego
tendrán que devolver
lo cobrado a los conductores en los últimos cuatro años, unos 4.000 millones de euros.
Hasta entonces, el
céntimo sanitario seguirá ahí (y creciendo). Y es posible que esta primavera
se le sume una subida de los impuestos
especiales a los carburantes, con el nuevo Presupuesto 2012 (la última subida, 2,9 euros por litro, la
hizo ZP en julio de 2009). Sobre todo, porque el Gobierno Rajoy tiene margen para hacerlo ya que España tiene los
carburantes más baratos de Europa,
tras Eslovenia, Chipre y Luxemburgo. Y luego está lo peor: la crisis de Irán, que ya ha hecho subir el petróleo por encima
de los 124 dólares barril, el precio máximo desde mayo de 2011 (y más si
hay que pagarlo con un euro a la baja).
Y podría subir más, a medida que Irán corte el suministro (un 14% de las importaciones
de España) y Europa ponga en marcha su embargo
el 1 de julio.
Todo ello apunta a que esta
primavera tendremos los carburantes por
encima de 1,50 euros y subiendo. Una factura dura de pagar, como
país y como consumidores,
pero que no se puede mezclar con el
problema de financiar la sanidad. Primero, el céntimo sanitario es doblemente injusto: un conductor que viaja
por una autonomía no tiene por qué pagar una sanidad que no usa. Y esos
céntimos de recargo los paga igual un
parado que un directivo. Y segundo, es el chocolate del loro, que no resuelve un problema, financiar la
sanidad, que pasa por ajustar
gastos, implantar un copago
por receta farmacéutica y conseguir más ingresos estables vía impuestos
directos, para que ayude más quien más tiene. No todos los conductores.
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