Otro año más, la noticia ha pasado desapercibida: España se aleja del nivel de renta de Europa. Somos el país grande que más crece, pero aún así, nuestra riqueza por habitante es el 91% de la media europea, más lejos que en 2017 (92%) y mucho más que antes de la crisis (103%, más que la renta europea, en 2007). Crecemos más, pero somos más pobres porque producimos peor, somos menos eficientes, menos productivos. Un problema que arrastramos desde hace décadas y que tiene que ver con nuestro modelo de crecimiento: muchos hoteles, bares, tiendas y grúas y pocas industrias, poca innovación y tecnología, demasiada precariedad laboral, poca formación de los trabajadores, demasiadas pymes y una organización del trabajo poco participativa y flexible. Son problemas “de fondo”, que exigen un gran Pacto por la mejora de la productividad, para acercarnos al nivel de vida de Europa. Crecer sí, pero con más eficacia. Otra asignatura pendiente para España de la que no se habla.
enrique ortega |
La riqueza de un país se mide por el valor de lo que produce en bienes y servicios, el PIB (producto interior bruto). En 2018, España volvió a ser el 5º país de Europa que más produce: 1.208.248 millones de euros de PIB, sólo por detrás de Alemania (3.386.000 millones), Francia (2.353.167 millones), Reino Unido (2.117.724 millones) e Italia (1.756.981 millones de euros), según Eurostat. Pero este es “un dato engañoso”, porque somos uno de los paises más poblados y eso hace que tengamos un PIB más alto. Si lo “corregimos” con la población y comparamos el PIB por habitante, lo que produce cada español y los demás europeos, salimos mucho peor parados: pasamos del 5º país con más PIB al 14º con más PIB por habitante, el verdadero indicador de la riqueza de un país. Y estamos en ese lugar, el 14º de 28 paises, desde 2007, sin mejorar en el ranking, según Eurostat.
Así que España es la
5ª potencia económica de Europa, pero en realidad somos el 14º país que más produce por habitante,
por detrás de paises pequeños mucho más productivos y, por tanto, más
ricos. El ranking europeo de riqueza
(PIB/habitante) lo encabezan Luxemburgo,
con 78.500 euros producidos por habitante en 2018 (el 254% del PIB por
habitante de la UE-28:30.900 euros), Irlanda
(187% PIB/habitante UE-28), Holanda
(129%), Austria (127%), Dinamarca (126%), Alemania (38.100 euros, el 123% de la renta europea), Suecia (121%), Bélgica (115%), Finlandia
(110%), Francia (32.100 euros, el
104% de la media UE-28), Reino Unido
(104%), Malta (98%), Italia (95%) y España (28.300 euros por habitante, el 91% de la media europea),
seguida muy de cerca por Chequia (28.000 euros), que puede
darnos el “sorpasso” en cualquier momento.
El problema no es sólo que
seamos menos productivos y más pobres
que media Europa. Es que, además, estamos más lejos de la mediaeuropea que antes de
la crisis, tras el gran acercamiento que hicimos el siglo pasado. España entró en la Unión Europea en 1986 y entonces teníamos el 76% de la renta europea (PIB/habitante).
Con el fuerte crecimiento que supuso la adhesión y el boom de la construcción,
nos equiparamos al nivel de vida europeo en
2002 (100% del PIB/habitante UE). E incluso lo mejoramos después hasta
superar la renta media europea en 2007:
conseguimos el 103% del PIB/habitante UE.
Pero a partir de ahí, nuestra producción por habitante cayó año tras año,
hasta perder el nivel europeo en 2010
(96% del PIB/habitante) y llegar a un mínimo del 90% en 2014. Y aunque se recuperó hasta el 92% en 2017, ha vuelto a
bajar al 91% de la renta europea en 2018, según los datos de Eurostat publicados en junio. Eso quiere decir que si en 2007 producíamos 800 euros por habitante más que Europa (26.900 frente a
26.100), en 2018 producimos 2.600 euros menos por habitante (28.300 frente a 30.900). Estamos más lejos
de Europa.
Todos nuestros políticos, desde Rajoy a Sánchez, reiteran
una y otra vez que España crece más que Europa. Y es verdad: en 2018, la economía española creció
un +2,6%, mucho más que la UE-28 y
los paises euro (+1,9%) y que los grandes paises europeos, Alemania o Francia (+1,5%
cada uno), Reino Unido (+1,4%) o Italia (+1,4%) y más también que Portugal
(+2,1%) o Grecia (+2%). Pero lo que no dicen ni explican es que, a pesar de que crecemos más, estamos más lejos de la riqueza media europea. ¿Por qué? Porque crecemos gracias
a que trabaja más gente (+556.200 personas en 2018), pero esa nueva gente que
trabaja lo hace en los servicios (turismo, hostelería, comercio) y la
construcción, sectores que aportan menos valor que otros sectores en los que más crecen los paises europeos más
ricos (industria, exportaciones, tecnología). Y el resultado es que producimos menos por cada trabajador, somos
menos eficientes. Y por eso, tenemos menos renta: 2.600 euros menos por habitante que la media UE (el 91% de su PIB/habitante).
La clave para que un
país produzca más o menos y sea más
o menos rico es la productividad,
un indicador que mide la eficiencia con que se utilizan los factores de
producción, básicamente el trabajo y el capital (maquinaria, equipos,
infraestructuras). Y España tiene un problema “estructural” de baja productividad, que
arrastramos desde hace décadas, desde mucho antes de la crisis. Si ponemos
el marcador a 100 en 1995, la productividad total de los factores
(PTF) en España había caído a 96,74 en el año 2000, a 92,02 en 2007, a un
mínimo del 87,13 en 2014 y a sólo 84,49
en 2017 (como en 2009). O sea, que la productividad
total cayó en España un -10,5% entre 1995 y 2017, mientras la de Europa mejoró un +4,5%, la de la
eurozona un +1,4%, la de Alemania +8,5%
y la de Francia +2,2%, en tanto sólo
en Italia caía un -9,7%, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie, que explica por qué somos ahora más
pobres que media Europa.
Dentro de la productividad
total, un componente básico es la
productividad del trabajo, lo que se produce por hora trabajada. Este
componente de la productividad ha mejorado en España por algo muy simple: hoy se produce más con 1 millón de
españoles menos trabajando que en 2007 (se perdieron 3,8 millones de
empleos y se han recuperado 2,8). Eso permite que la productividad por hora trabajada
haya mejorado en España un +17,5% entre 1995 y 2018, según este estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero en Europa, la productividad laboral ha mejorado mucho más estos
años: un +37,1% en la UE-28 y un
+30,7% en la eurozona, con lo que nos hemos vuelto a quedar rezagados (y por
eso, producimos menos).
Lo más preocupante es que la productividad del trabajo no mejora y se ha estancado: no creció nada en 2018, por primera
vez en 20 años, según el INE. Y lleva cuatro trimestres seguidos cayendo,
el último, el primer trimestre de 2019 (-0,4%). Los expertos lo atribuyen a que se están incorporando
al empleo trabajadores con poca formación, que trabajan en sectores poco
productivos, como el turismo, la hostelería, el comercio y la Administración
pública, mientras apenas crece el empleo en la industria y los sectores más
productivos. Y todo apunta a que esta
tendencia va a seguir, porque las empresas apuestan por actividades con
mucho empleo (barato y precario) más que por invertir en personal más formado,
equipamiento, innovación y tecnología, que
permitirían mejorar la productividad.
¿Por qué España produce menos (por persona) que Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y otros 10 paises europeos
más pequeños? Una parte de la culpa la tiene nuestro “modelo económico”, donde
tienen más peso los servicios
(turismo, hostelería y comercio) o la construcción y menos la industria (aporta el 16,06% del PIB frente al 25% en
Alemania), el sector más productivo y eficiente. Pero esta no es la razón clave,
según demuestra el estudio de la Fundación BBVA e Ivie.
Somos menos productivos (y menos ricos) que la mitad de Europa por otras 3 causas fundamentales: porque
invertimos menos en tecnología,
porque tenemos una mano de obra peor
formada y porque hay menos inversión.
Veámoslas.
El esfuerzo de un país en tecnología e innovación es clave para producir más con la misma
gente, para mejorar la productividad y el nivel de vida, según todos los
expertos. Y en Ciencia, España invierte la mitad que Europa: el 1,2%
del PIB en I+D+i en 2017 frente al 2,07%
de media en la UE-28. Y muy por debajo del gasto público en tecnología de los
paises más productivos y ricos: Suecia (gasta el 3,30% del PIB en Ciencia),
Finlandia (3,17%), Dinamarca (3,05%), Austria (2,9%), Alemania (2,5%), Francia
(2,22%) y Reino Unido (1,66%). Y España ha
recortado un -5,8% la inversión pública en I+D+i entre 2009 y 2017,
mientras la UE la aumentaba un +22%
estos años. Y además, también las
empresas españolas gastan menos que las europeas en tecnología e
innovación y tenemos menos investigadores (el 2,8% de los
activos frente al 3,9% de media en Europa).
Otro factor clave para producir con más eficacia es la formación de los trabajadores. Y aquí, España tiene un tremendo hándicap: tenemos muchos adultos con poca formación (el 40,9% no tiene acabada la ESO
frente al 21,8% en la OCDE y el 19,8% en la UE-22) y muchos adultos universitarios (36,4% en España frente al 37,7% en
la OCDE y el 34,4% en la UE-22), pero muy
pocos adultos con formación intermedia (Bachillerato o FP de grado medio),
un 22,7% en España, un 43,8% en la OCDE y un 45,9% en Europa (UE-22), según el Panorama de la Educación 2018 de la OCDE. Y por eso, las empresas se quejan de que no encuentran personal formado y, como
hay mucho paro, abusan de contratar
universitarios para puestos que no exigen esa formación, lo que resulta una
frustración y un despilfarro.
Este preocupante panorama formativo
tiene mucho que ver con que España gasta menos en educación que el resto de Europa: un 4,1% del PIB en 2018 frente al 4,7% de media en la UE y mucho menos
que el 6,9% que gasta Dinamarca, el 6,6% de Suecia, el 6,1% de Finlandia, el
5,4% de Francia, el 4,7% de de Reino Unido o el 4,2% de Alemania. Y además de
gastar menos en educación (y en formación de adultos y parados), gastamos peor, como indican el alto nivel de alumnos repetidores (1 de cada 3 menores de 15 años, el triple que en la OCDE) y de abandono escolar (18,3%
de jóvenes de 20 a 24 años, frente al 10,6% en Europa). Y como resultado, somos el 6º país UE con más jóvenes de 20 a 34 años que ni estudian ni trabajan ("ni-nis"): el 19,6%, frente al 16,5% en la UE-28, el 11,7% en Alemania y el 17,7% en Francia, según Eurostat (2018).
La tercera causa
que explica nuestra menor productividad es que
España invierte menos, tanto en inversión pública como privada, dos factores
que contribuyen a ser más eficientes. Por un lado, la inversión pública se ha recortado drásticamente y supone la mitad que en 2008, lo
que no favorece la productividad al haberse reducido inversiones en
infraestructuras, obras hidráulicas, transportes o equipamientos que son claves
para que un país mejore su productividad. Y en paralelo, las empresas no relanzan sus inversiones en equipamiento, tecnología, digitalización y formación,
destinando sus mayores beneficios a reducir deuda, aumentar dividendos y capitalizarse,
no a “apuntalar” su futuro con nuevas inversiones.
Además, hay otras
causas que también nos restan productividad
y riqueza. Una importante, que reiteran la Comisión Europea, el FMI y la
OCDE, es la elevada precariedad del
empleo en España. Tenemos un 26,9 %
de asalariados con contrato temporal,
el porcentaje más alto de Europa (media: 14,1%), según Eurostat, muy lejos de la tasa de Reino Unido (5,4%), Alemania (12,6%),
Francia (16,7%) o Italia (17,1%). Y está demostrado que los trabajadores con contrato temporal tienen menos incentivos para
esforzarse en el trabajo y las empresas
dedican menos recursos a formarles,
lo que reduce su eficacia laboral y la
productividad global del país.
Otra causa clave de la menor productividad, también ligada
con las empresas, es la organización del
trabajo en España: hay poca participación de los trabajadores en la gestión
de las empresas, según revela el estudio de CaixaBank Research. Así, los “jefes” en España ejercen más control sobre sus
subordinados (un 41% frente al 24% en Alemania), sólo un 26% de las empresas
encuestan las opiniones de sus empleados (un 51% en Alemania) y sólo el 17%
toman las decisiones “en equipo” (el 35% en Alemania). La gestión del “ordeno y mando”,
muy afincada en la mayoría de empresas españolas, no
ayuda a mejorar la productividad.
Otro factor que nos
resta productividad (y riqueza) es que en España hay demasiadas pymes y pocas grandes empresas: el 99% de las empresas
censadas (ver datos enero 2019) tienen menos de
50 trabajadores y sólo hay un 0,16% de
empresas grandes (4.700 empresas con más de 250 empleados), frente al 0,5% en Alemania (más de 9.000 grandes
empresas), el 0,4% en Reino Unido o el 0,2% en Francia. Y está demostrado que las grandes empresas son más productivas porque son más
longevas (sobreviven más años), exportan más (un factor clave: los paises más exportadores son más productivos
y más ricos), se financian mejor y son más innovadoras, según detalla este estudio de CaixaBank Research sobre la productividad.
Y todavía hay otros factores que restan eficacia y productividad a España,
como la excesiva regulación y burocracia
(España está entre los 10 paises europeos con más restricciones al
establecimiento de locales comerciales, según la ComisiónEuropea), la dispersión de normas
(17 autonomías), la falta de competencia en muchos sectores
(oligopolios), la lentitud de la Justicia,
las dificultades de financiación,
los elevados costes energéticos, la
falta de estabilidad normativa y laboral o el retraso en la digitalización de la economía.
Ya sabemos mejor por
qué somos menos productivos y menos ricos. Las empresas, sobre todo las que
exportan, han tratado de paliarlo con una
receta drástica: despedir gente
primero (menos a producir aumenta la productividad), entre 2009 y 2013, y pagar peor a los que trabajan (bajando
sueldos a los nuevos y congelando los antiguos), lo que les ha permitido seguir
compitiendo por el mundo, a costa de una
devaluación de los salarios: el
coste por hora trabajada en España era de 16
euros en 2018, frente a 20,90 euros en Europa (+ 30,6%), 26,90 euros por hora en Alemania (+68%) o 24,1 euros en
Francia (+50,6 %), según los datos de Eurostat. O sea, ante el hecho de ser menos productivos,
España ha buscado “tirar salarios”, ser “la China de Europa”.
No se
puede seguir por este camino, de cargar sobre los trabajadores y sus
salarios la responsabilidad de competir y producir más (y ser más ricos). Habría
que hacer un gran Pacto nacional por la productividad, con múltiples medidas
para mejorarla y acercarla a Europa, como propone la Comisión Europea en su informe 2019: gastar el doble en Ciencia, aumentar
el gasto en educación, reformar la enseñanza universitaria y apostar por la FP,
mejorar la formación de parados y trabajadores, aumentar las inversiones
públicas (sobre todo en infraestructuras de transporte), apostar por la
digitalización de la economía, facilitar las fusiones de empresas (para
aumentar su tamaño), mejorar la calidad del empleo, volcarse en las
exportaciones y la internacionalización de las empresas, reducir burocracia y
normativas, agilizar la Justicia, fomentar la competencia y aumentar la
participación de los trabajadores en la gestión de las empresas. Medidas que
deberían apoyar todos los partidos, empresas y sindicatos, porque buscan
mejorar la productividad y el nivel de vida.
Pero casi nadie habla de este problema ni preocupa saber por qué somos más pobres que la mayoría de Europa y cómo resolverlo.
Y ahí seguimos: arrastrando los problemas
de hace décadas sin buscar soluciones. Tenemos que conseguir un país más eficiente,
con un modelo económico que nos acerque a la Europa rica del norte, no alejarnos año tras año como ahora. Es
otra de las grandes asignaturas
pendientes de nuestra democracia. Hagan algo.
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