Los parados no
salen a la calle a protestar, como los pensionistas, pero motivos les
sobran: la mitad de los parados no cobran ningún subsidio y entre la
mitad que si cobra, el 60% recibe una ayuda asistencial de 426 euros, sólo por 6
meses. Por ello, la mitad de los parados españoles son pobres. Y además, la
mitad de los parados (1.902.000) llevan
más de un año sin trabajar y tienen pocas posibilidades de hacerlo, por su elevada edad y baja formación. En consecuencia, muchos ni se apuntan a las oficinas de empleo, por ineficaces: no
les asesoran, no les dan formación (sólo hacen
cursos el 4,12% de parados) y no les encuentran trabajo (sólo al
2%). El Gobierno Rajoy se ha desentendido de los parados y los ha utilizado para
reducir el déficit público, gastando en
ellos la mitad que en 2009, con un paro casi similar. Urge dar ayudas a 1 millón de parados más y
aprobar Planes de choque para formarles
y recolocarlos. No les abandonen a su suerte.
El paro en España se ha reducido bastante con la recuperación, pasando de los 6 millones de parados EPA a finales de 2012 a 3.766.700 a finales de 2017. Pero ojo, las cifras no permiten hacer triunfalismo, como hacen repetidamente Rajoy y su Gobierno. Primero, porque todavía tenemos más del doble de paro que Europa (16,55%, 1 de cada 6 españoles en edad de trabajar, frente al 8,1% de la UE-28) y cuatro veces más paro que Alemania (3,8%). Y, sobre todo, porque todavía tenemos hoy una tasa de paro (16,55%) doble que antes de la crisis (8,60% en diciembre 2007), cuando Europa está casi igual (7.7% frente a 7,2% en 2007) y muchos países europeos tienen ya menos paro que en 2007: Alemania (3,8% frente a 8,5%), Reino Unido (4,4% frente a 5,8%), Portugal (8,6 frente a 9,1%) o Polonia (4,9% frente a 9,6%), así como EEUU (4,4% frente a 4,6%) o Japón (2,8% frente a 3,8%), con la excepción de Francia, Italia e Irlanda, que también tienen más paro que en 2007.
enrique ortega |
El paro en España se ha reducido bastante con la recuperación, pasando de los 6 millones de parados EPA a finales de 2012 a 3.766.700 a finales de 2017. Pero ojo, las cifras no permiten hacer triunfalismo, como hacen repetidamente Rajoy y su Gobierno. Primero, porque todavía tenemos más del doble de paro que Europa (16,55%, 1 de cada 6 españoles en edad de trabajar, frente al 8,1% de la UE-28) y cuatro veces más paro que Alemania (3,8%). Y, sobre todo, porque todavía tenemos hoy una tasa de paro (16,55%) doble que antes de la crisis (8,60% en diciembre 2007), cuando Europa está casi igual (7.7% frente a 7,2% en 2007) y muchos países europeos tienen ya menos paro que en 2007: Alemania (3,8% frente a 8,5%), Reino Unido (4,4% frente a 5,8%), Portugal (8,6 frente a 9,1%) o Polonia (4,9% frente a 9,6%), así como EEUU (4,4% frente a 4,6%) o Japón (2,8% frente a 3,8%), con la excepción de Francia, Italia e Irlanda, que también tienen más paro que en 2007.
Pero, por encima de las cifras, lo más preocupante es la situación de los parados españoles.
Sí, 2,3 millones de personas han salido
de las listas del paro en los últimos 5 años, pero los que han quedado lo ven cada vez más negro, porque
pasan los meses y no encuentran posibilidades de trabajar. De hecho, el
paro se ha enquistado y la mitad
de los parados estimados por la EPA (el 50,5%, a finales de 2017), 1.902.183 parados, llevan más de 1 año sin trabajar (y de
ellos, 1.365.500 llevan más de dos años
parados). Eso reduce mucho sus posibilidades de encontrar trabajo, según los
expertos, y más si tenemos en cuenta que la mayoría de parados de larga duración
tienen más de 45 años y poca formación.
La consecuencia inmediata de que la mitad de los parados
lleven más de un año sin trabajar (y la tercera parte, más de 2 años) es que muchos ya no cobran el subsidio de paro,
un drama para ellos y sus familias. A finales de 2017, sólo cobraban alguna ayuda 1.894.209
parados, según los datos oficiales del SEPE (oficinas
de empleo). Si lo comparamos con el número de parados estimados, el paro EPA (la
estadística más real y homologada en Europa), que era de 3.766.700 parados, resulta que sólo cobraban un subsidio la
mitad de los parados españoles, el
50,28% para ser exactos. Y la otra mitad, 1.872.491 parados (y sus familias) no cobran nada. Incluso si lo
comparamos con los parados registrados, apuntados en el SEPE (3.412.781 parados en
diciembre 2017), la cobertura es preocupante: un 55,5%.
Pero este es el dato global, de toda España. Hay 9 autonomías, más de la mitad del país,
donde la cobertura baja y hay más
parados que no cobran que los que cobran: es el caso de Madrid (cobran sólo el 36,74% de los parados EPA), Melilla (cobran el 30,43%), Castilla la Mancha (42,93%), Canarias
(42,08%), País Vasco (43,29%), Comunidad Valenciana (45,85%), Murcia (46,03%),
Ceuta (47%), Aragón (48,19%), Asturias (48,87%) y Castilla y León (48,94%
parados EPA cobran), según los datos del SEPE. En las 8 autonomías restantes hay más parados que
cobran de los que no, encabezadas por Extremadura (65,11% parados EPA cobran),
Baleares (60%), Andalucía (56,8%) y Navarra (54,18%).
Esta cobertura de
parados que cobran se ha desplomado
en los últimos años, con la crisis, pero sobre todo desde que Rajoy llegó
al Gobierno. Así, en 2008, con 3.206.800 parados ya (560.000 menos que hoy), cobraban algún
subsidio el 72,3% de los parados
EPA, casi tres de cada cuatro. El paro se disparó y a finales de 2011, cuando Rajoy llegó a la Moncloa, había ya 5.287.300
parados, pero todavía cobraban más de la
mitad, el 55,36%. A partir de ahí, el paro llegó al máximo de 6 millones en
diciembre de 2012 y luego bajó hasta hoy, pero el porcentaje de parados que cobran ayudas
ha estado cinco años por debajo del 50%
(sobre el 44% en 2014 y 2015), quedando en ese 50,28% a finales de 2017.
No es sólo que con el
Gobierno Rajoy cobren subsidio la mitad de los parados. Es que, además, de esa mitad que cobra, la mayoría no recibe un subsidio contributivo, en función del sueldo
por el que ha cotizado (un subsidio de 828 euros al mes de media), sino que ese
subsidio lo agotó y ahora recibe un
subsidio asistencial, de 426 euros. Si en 2011, sólo el
53,5% de los parados cobraban este subsidio asistencial, con Rajoy lo han
cobrado en torno al 60% de los parados que cobran algo (el 59,41% en 2017). Y
el problema de este subsidio “asistencial” no es sólo que sea más bajo, es que se paga sólo durante 6 meses.
Otro problema de los subsidios de paro, en este caso los
contributivos, es que cada año
son más bajos, por el deterioro de
los salarios sobre los que se cotiza al desempleo: la cuantía media de la
prestación contributiva ha caído un
4,2%, de los 864,70 euros por parado
que se pagaban en 2011 a 828,10 euros en diciembre de 2017, 36.60 euros menos al mes. Y si tenemos en
cuenta la subida de la inflación en estos años (+8,1% la inflación media, según el INE), la pérdida de poder
adquisitivo de los parados es del -12,3% desde que llegó Rajoy al Gobierno. Y
además, no es sólo que los parados cobren
menos, es que cobran también
durante menos tiempo: la duración media de la prestación contributiva era
de 15,8 meses en 2009, subió a 17,9 meses en 2013 y ahora, a finales de 2017,
se ha quedado en 15,1 meses, casi tres
meses menos cobrando que hace cuatro años.
Con todos estos datos, no sorprende que la mitad de los parados españoles estén en situación de pobreza, porque ingresan menos del 60% de la renta
media española, según los datos publicados por Eurostat hace dos semanas: son pobres el 49,4% de los parados españoles, frente al 48,7% de los parados
europeos. Con ello, somos el 9º país europeo
con más porcentaje de parados pobres, por detrás de Alemania (el 70,8% de
sus parados son “pobres”), Suecia (el 50,3%) y 6 países del Este, pero por delante de Francia (38,4% parados
son pobres), Reino Unido (45,9%), Italia (46%), Grecia (46,9%) o Portugal
(41,6%).
Todo esto, que la mitad de los parados no cobren nada y que
los que reciben subsidios cobren cada año menos y la mitad estén en la pobreza,
no
es casualidad. Por un lado, lógicamente, es culpa de la subida del paro
con la crisis. Pero otra razón
básica es que el Gobierno Rajoy ha
utilizado a los parados para recortar el déficit público, aprobando en julio de 2012 un amplio paquete de recortes a los parados:
redujo la prestación a partir del 6º mes (del 60% del último salario al 50%),
eliminó el subsidio para mayores de 45 años, elevó de 52 a 55 años la edad del
subsidio asistencial previo a la jubilación, recortó los subsidios a partir de
los 61 años (para forzar las jubilaciones anticipadas),endureció los criterios
para conceder subsidios asistenciales y redujo la cotización a la SS de los
parados con cargo al Estado.
El resultado de estas
medidas es lo que hemos visto: menos
parados que cobran y menos subsidio. Y estos recortes se han reflejado en la factura del paro: si en 2012 se
gastó un máximo de 31.730 millones
de euros en los parados, en el Presupuesto de 2017 se destinaron casi la mitad,
17.474 millones (como este año 2018). Y si el Gobierno gasta casi la mitad en
paro no es porque haya la mitad de parados. Baste ver este dato: en 2016 teníamos casi la misma tasa de
paro (18,63%) que en 2009 (18,66%) y sin embargo, el Gobierno Rajoy gastó en los parados 18.640
millones frente a los 31.462 millones gastados por ZP en 2009. No se gasta
casi la mitad en paro porque haya menos parados, sino porque la mitad no cobran
nada y la mayor parte de los que cobran reciben 426 euros y sólo por 6 meses.
Pero el problema de los parados no es sólo de pobreza, de que no tienen ingresos.
Es que, además, no tienen esperanza en el futuro, porque llevan muchos meses o años en paro y nadie les ayuda, sobre todo las oficinas de empleo (SEPE). Los datos son demoledores. Uno, los
parados tardan 9 meses y medio (de
media) en recibir la primera atención
personalizada en la oficina del SEPE y un tercio de ellos la reciben cuando
llevan ya más de un año parados, según un detallado estudio de Fedea. Dos, el 91,3% de
los parados registrados no recibe ninguna orientación personalizada
para encontrar trabajo. Y el 8,7% que sí reciben orientación son precisamente
los que menos la necesitan: los parados que tienen más formación, los que
cobran el subsidio y los más jóvenes, no los parados mayores y menos formados.
Y tres, sólo el 2% de los parados encuentran trabajo gracias a las oficinas
de empleo, frente al 10% de media en Europa y en Alemania. El resto lo
encuentra gracias a las ETTs privadas (el 17%) y sobre todo por su cuenta
(81%), a través de amigos y familiares y sembrando
currículos.
Las oficinas de
empleo no ayudan a colocarse, pero tampoco
forman a los parados. El dinero
de la formación (que sale de las
cuotas de empresas y trabajadores) se dedica casi en su totalidad a formar a los que están trabajando (3.766.997 en 2016) y poco va a formar a los parados, mientras la patronal CEOE quiere
que aún sea menos: en 2016, sólo 152.544
parados recibieron cursos de formación, un 4,12% de los parados
registrados, según las últimas estadísticas del SEPE. Y encima, la mayoría de los parados que hacen cursos
son los jóvenes con más formación, mientras sólo van a cursos menos del 1% de
los parados que llevan más de un año en paro y el 0,29% de los parados de larga
duración sin estudios, según el estudio de Fedea. Además, los cursos disponibles son demasiado largos (el 35% tienen más de 300
horas), muy “clásicos” y sin ligazón con lo que buscan las empresas.
La consecuencia de esta inoperancia de las oficinas de empleo
es que los parados sólo las utilizan para solicitar el cobro del paro y “sellar”
periódicamente su demanda (online), pero no para buscar trabajo: sólo el 27,5%
de los parados españoles buscan empleo en el SEPE, frente al 48,5% de media que
lo hacen en Europa y el 80% en Alemania, según datos de la Comisión Europea. Y así pasa, que cuando los parados ya no cobran subsidio, se borran de las oficinas de empleo, porque no
les aporta nada (y el Gobierno Rajoy dice
que “baja el paro”). Las empresas también “pasan” de las
oficinas de empleo y buscan trabajadores por su cuenta, a través de ETTs,
mientras en Alemania, por ejemplo, las empresas están obligadas legalmente a registrar
sus vacantes en las oficinas de empleo y toda esa información está en Internet.
En España, el registro de las ofertas es voluntario y la web oficial del SEPE (¡creada
en 2014¡) sólo tiene 20.175 empresas registradas y 46.740 ofertas de empleo (6
marzo).
¿Por qué funcionan tan mal las oficinas de empleo en España? La
primera razón es que se han visto muy afectadas por los recortes (Rajoy rescindió en
2012 la contratación de 1.200 orientadores laborales que iban a ir a las
autonomías) y la falta de medios. Actualmente, cada empleado del SEPE tiene a su cargo 450 parados mientras
en Alemania, cada funcionario atiende a 47 parados y en Reino Unido a 22. Pero
no sólo falta personal. Lo fundamental es que falta presupuesto para hacer
políticas activas de empleo, dado
que también aquí Rajoy hizo drásticos recortes mientras se duplicaban los
parados. Así, si España gastaba 7.400
millones de euros en políticas
activas de empleo en 2011 (5,28 millones de parados) y se rebajó a 4.300 millones en 2013 (5,93 millones
de parados), el mayor recorte en toda Europa, según datos de la Comisión Europea. Y aunque ha subido en los dos últimos años,
hasta los 5.575 millones en políticas de empleo en 2017, todavía el gasto es
ridículo: supone el 0,48% del PIB frente
al 0,90% del PIB que gasta Francia o el 0,64% que gasta Alemania (con la cuarta
parte de paro que España), según datos de la OCDE.
Y ya no es sólo que
gastemos menos, es que además gastamos
mal, según puso de manifiesto, por segunda vez, el último informe del Consejo de Europa,
presentado en enero de 2017: calificó de “ineficientes” los servicios de empleo
españoles y reprochó al Gobierno Rajoy que no publique indicadores de
rendimiento de la gestión del desempleo. En paralelo, los organismos internacionales (FMI, OCDE, Comisión Europea) llevan años pidiendo al Gobierno español “que se vuelque en políticas activas de empleo”, sin
conseguirlo. Y encima, hay un problema
añadido a la falta de medios y políticas activas de empleo: que la gestión se reparte entre el Gobierno central y las autonomías,
responsables de las 711 oficinas del SEPE. Y como pasa en sanidad o educación,
cada autonomía tiene su gestión y su presupuesto adicional para políticas de
empleo, así que mucho depende de dónde esté uno parado. Y en los últimos años,
las autonomías se han enfrentado al Gobierno Rajoy por retrasos en las transferencias para
políticas de empleo o los criterios para aplicar el Sistema de garantía juvenil europeo.
España es el segundo país con más paro de Occidente
y el paro es el problema que más preocupa
a los españoles, según los Barómetros del CIS. Pero el paro no es la prioridad del Gobierno ni de la oposición,
mientras a los parados se les acaba el desempleo y se quedan sin ayudas y
abocados a la pobreza. No es de recibo que 1.902.000 españoles estén parados y
no cobren nada, como tampoco que haya 3.766.700 españoles sin trabajo a los que
no se les forme ni se les asesore para encontrar trabajo. Urge tomar medidas antes que la situación explote, como la de los jubilados o las mujeres.
Por un lado, hay que aprobar un Plan de choque para que al menos 1 millón de parados que no cobran nada reciban alguna ayuda, lo que costaría 4.800 millones al año. Y por otro, hay que aprobar una reforma a fondo de las oficinas de empleo (SEPE), con más personal y más medios, dentro de una política activa de empleo, que cuente con más recursos (al menos 2.000 millones más) para fomentar la formación y la contratación de los parados con más dificultades, en especial mujeres, mayores de 45 años y jóvenes con menos formación. En total, serían unos 6.800 millones extras para luchar contra el paro y reducir la pobreza de los desempleados. No es tanto (nacionalizar las autopistas costará la tercera parte y la Comisión Europea acaba de decir a Rajoy que podría recaudar 5.000 millones de euros equiparando los impuestos al gasóleo).Y su efecto puede ser rápido y eficaz sobre los parados.
Por un lado, hay que aprobar un Plan de choque para que al menos 1 millón de parados que no cobran nada reciban alguna ayuda, lo que costaría 4.800 millones al año. Y por otro, hay que aprobar una reforma a fondo de las oficinas de empleo (SEPE), con más personal y más medios, dentro de una política activa de empleo, que cuente con más recursos (al menos 2.000 millones más) para fomentar la formación y la contratación de los parados con más dificultades, en especial mujeres, mayores de 45 años y jóvenes con menos formación. En total, serían unos 6.800 millones extras para luchar contra el paro y reducir la pobreza de los desempleados. No es tanto (nacionalizar las autopistas costará la tercera parte y la Comisión Europea acaba de decir a Rajoy que podría recaudar 5.000 millones de euros equiparando los impuestos al gasóleo).Y su efecto puede ser rápido y eficaz sobre los parados.
Los parados son los grandes olvidados, del Gobierno,
de los políticos de todo signo y hasta de los sindicatos. Y muchos se han quedado al margen
de la sociedad, tras perder el tren de la recuperación. Pero son demasiados (1 de cada 6 españoles en edad de trabajar) como para olvidarles y
dejarles a su suerte, como “los grandes perdedores de la crisis” y “carne de
cañón” de los peligrosos populismos. Hay que recuperarles como sea.
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