jueves, 15 de marzo de 2018

Los parados, abandonados a su suerte


Los parados no salen a la calle a protestar, como los pensionistas, pero motivos les sobran: la mitad de los parados no cobran ningún subsidio y entre la mitad que si cobra, el 60% recibe una ayuda asistencial de 426 euros, sólo por 6 meses. Por ello, la mitad de los parados españoles son pobres. Y además, la mitad de los parados (1.902.000) llevan más de un año sin trabajar y tienen pocas posibilidades de hacerlo, por su elevada edad y baja formación. En consecuencia, muchos ni se apuntan a las oficinas de empleo, por ineficaces: no les asesoran, no les dan formación (sólo hacen cursos el 4,12% de parados) y no les encuentran trabajo (sólo al 2%). El Gobierno Rajoy se ha desentendido de los parados y los ha utilizado para reducir el déficit público, gastando en ellos la mitad que en 2009, con un paro casi similar. Urge dar ayudas a 1 millón de parados más y aprobar Planes de choque para formarles y recolocarlos. No les abandonen a su suerte.


enrique ortega

El paro en España se ha reducido bastante con la recuperación, pasando de los 6 millones de parados EPA a finales de 2012 a 3.766.700 a finales de 2017. Pero ojo, las cifras no permiten hacer triunfalismo, como hacen repetidamente Rajoy y su Gobierno. Primero, porque todavía tenemos más del doble de paro que Europa (16,55%, 1 de cada 6 españoles en edad de trabajar, frente al 8,1% de la UE-28) y cuatro veces más paro que Alemania (3,8%). Y, sobre todo, porque todavía tenemos hoy una tasa de paro (16,55%) doble que antes de la crisis (8,60% en diciembre 2007), cuando Europa está casi igual (7.7% frente a 7,2% en 2007) y muchos países europeos tienen ya menos paro que en 2007: Alemania (3,8% frente a 8,5%), Reino Unido (4,4% frente a 5,8%), Portugal (8,6 frente a 9,1%) o Polonia (4,9% frente a 9,6%), así como EEUU (4,4% frente a 4,6%) o Japón (2,8% frente a 3,8%), con la excepción de Francia, Italia e Irlanda, que también tienen más paro que en 2007.

Pero, por encima de las cifras, lo más preocupante es la situación de los parados españoles. Sí, 2,3 millones de personas han salido de las listas del paro en los últimos 5 años, pero los que han quedado lo ven cada vez más negro, porque pasan los meses y no encuentran posibilidades de trabajar. De hecho, el paro se ha enquistado y la mitad de los parados estimados por la EPA (el 50,5%, a finales de 2017), 1.902.183 parados, llevan más de 1 año sin trabajar (y de ellos, 1.365.500 llevan más de dos años parados). Eso reduce mucho sus posibilidades de encontrar trabajo, según los expertos, y más si tenemos en cuenta que la mayoría de parados de larga duración tienen más de 45 años y poca formación.

La consecuencia inmediata de que la mitad de los parados lleven más de un año sin trabajar (y la tercera parte, más de 2 años) es que muchos ya no cobran el subsidio de paro, un drama para ellos y sus familias. A finales de 2017, sólo cobraban alguna ayuda 1.894.209 parados, según los datos oficiales del SEPE (oficinas de empleo). Si lo comparamos con el número de parados estimados, el paro EPA (la estadística más real y homologada en Europa), que era de 3.766.700 parados, resulta que sólo cobraban un subsidio la mitad de los parados españoles, el 50,28% para ser exactos. Y la otra mitad, 1.872.491 parados (y sus familias) no cobran nada. Incluso si lo comparamos con  los parados registrados, apuntados en el SEPE (3.412.781 parados en diciembre 2017), la cobertura es preocupante: un 55,5%.

Pero este es el dato global, de toda España. Hay 9 autonomías, más de la mitad del país, donde la cobertura baja y hay más parados que no cobran que los que cobran: es el caso de Madrid (cobran sólo el 36,74% de los parados EPA), Melilla (cobran el 30,43%), Castilla la Mancha (42,93%), Canarias (42,08%), País Vasco (43,29%), Comunidad Valenciana (45,85%), Murcia (46,03%), Ceuta (47%), Aragón (48,19%), Asturias (48,87%) y Castilla y León (48,94% parados EPA cobran), según los datos del SEPE. En las 8 autonomías restantes hay más parados que cobran de los que no, encabezadas por Extremadura (65,11% parados EPA cobran), Baleares (60%), Andalucía (56,8%) y Navarra (54,18%).

Esta cobertura de parados que cobran se ha desplomado en los últimos años, con la crisis, pero sobre todo desde que Rajoy llegó al Gobierno. Así, en 2008, con 3.206.800 parados ya (560.000 menos que hoy), cobraban algún subsidio el 72,3% de los parados EPA, casi tres de cada cuatro. El paro se disparó y a finales de 2011, cuando Rajoy llegó a la Moncloa, había ya 5.287.300 parados, pero todavía cobraban más de la mitad, el 55,36%. A partir de ahí, el paro llegó al máximo de 6 millones en diciembre de 2012 y luego bajó hasta hoy, pero el porcentaje de parados que cobran ayudas ha estado cinco años por debajo del 50% (sobre el 44% en 2014 y 2015), quedando en ese 50,28% a finales de 2017.

No es sólo que con el Gobierno Rajoy cobren subsidio la mitad de los parados. Es que, además, de esa mitad que cobra, la mayoría no recibe un subsidio contributivo, en función del sueldo por el que ha cotizado (un subsidio de 828 euros al mes de media), sino que ese subsidio lo agotó y ahora recibe un subsidio asistencial, de 426 euros. Si en 2011, sólo el 53,5% de los parados cobraban este subsidio asistencial, con Rajoy lo han cobrado en torno al 60% de los parados que cobran algo (el 59,41% en 2017). Y el problema de este subsidio “asistencial” no es sólo que sea más bajo, es que se paga sólo durante 6 meses.

Otro problema de los subsidios de paro, en este caso los contributivos, es que cada año son más bajos, por el deterioro de los salarios sobre los que se cotiza al desempleo: la cuantía media de la prestación contributiva ha caído un 4,2%, de los 864,70 euros por parado que se pagaban en 2011 a 828,10 euros en diciembre de 2017, 36.60 euros menos al mes. Y si tenemos en cuenta la subida de la inflación en estos años (+8,1% la inflación media, según el INE), la pérdida de poder adquisitivo de los parados es del -12,3% desde que llegó Rajoy al Gobierno. Y además, no es sólo que los parados cobren  menos, es que cobran también durante menos tiempo: la duración media de la prestación contributiva era de 15,8 meses en 2009, subió a 17,9 meses en 2013 y ahora, a finales de 2017, se ha quedado en 15,1 meses, casi tres meses menos cobrando que hace cuatro años.

Con todos estos datos, no sorprende que la mitad de los parados españoles estén en situación de pobreza, porque ingresan menos del 60% de la renta media española, según los datos publicados por Eurostat hace dos semanas: son pobres el 49,4% de los parados españoles, frente al 48,7% de los parados europeos. Con ello, somos el 9º país europeo con más porcentaje de parados pobres, por detrás de Alemania (el 70,8% de sus parados son “pobres”), Suecia (el 50,3%) y 6 países del Este,  pero por delante de Francia (38,4% parados son pobres), Reino Unido (45,9%), Italia (46%), Grecia (46,9%) o Portugal (41,6%).

Todo esto, que la mitad de los parados no cobren nada y que los que reciben subsidios cobren cada año menos y la mitad estén en la pobreza, no es casualidad. Por un lado, lógicamente, es culpa de la subida del paro con la crisis. Pero otra razón básica es que el Gobierno Rajoy ha utilizado a los parados para recortar el déficit público, aprobando en julio de 2012 un amplio paquete de recortes a los parados: redujo la prestación a partir del 6º mes (del 60% del último salario al 50%), eliminó el subsidio para mayores de 45 años, elevó de 52 a 55 años la edad del subsidio asistencial previo a la jubilación, recortó los subsidios a partir de los 61 años (para forzar las jubilaciones anticipadas),endureció los criterios para conceder subsidios asistenciales y redujo la cotización a la SS de los parados con cargo al Estado.

El resultado de estas medidas es lo que hemos visto: menos parados que cobran y menos subsidio. Y estos recortes se han reflejado en la factura del paro: si en 2012 se gastó un máximo de 31.730 millones de euros en los parados, en el Presupuesto de 2017 se destinaron casi la mitad, 17.474 millones (como este año 2018). Y si el Gobierno gasta casi la mitad en paro no es porque haya la mitad de parados. Baste ver este dato: en 2016 teníamos casi la misma tasa de paro (18,63%) que en 2009 (18,66%) y sin embargo, el Gobierno Rajoy gastó en los parados 18.640 millones frente a los 31.462 millones gastados por ZP en 2009. No se gasta casi la mitad en paro porque haya menos parados, sino porque la mitad no cobran nada y la mayor parte de los que cobran reciben 426 euros y sólo por 6 meses.

Pero el problema de los parados no es sólo de pobreza, de que no tienen ingresos. Es que, además, no tienen esperanza en el futuro, porque llevan muchos meses o años en paro y nadie les ayuda, sobre todo las oficinas de empleo (SEPE). Los datos son demoledores. Uno, los parados tardan 9 meses y medio (de media) en recibir la primera atención personalizada en la oficina del SEPE y un tercio de ellos la reciben cuando llevan ya más de un año parados, según un detallado estudio de Fedea. Dos, el 91,3% de los parados registrados no recibe ninguna orientación personalizada para encontrar trabajo. Y el 8,7% que sí reciben orientación son precisamente los que menos la necesitan: los parados que tienen más formación, los que cobran el subsidio y los más jóvenes, no los parados mayores y menos formados. Y tres, sólo el 2% de los parados encuentran trabajo gracias a las oficinas de empleo, frente al 10% de media en Europa y en Alemania. El resto lo encuentra gracias a las ETTs privadas (el 17%) y sobre todo por su cuenta (81%), a través de amigos y familiares y sembrando currículos.

Las oficinas de empleo no ayudan a colocarse, pero tampoco forman a los parados. El dinero de la formación (que sale de las cuotas de empresas y trabajadores) se dedica casi en su totalidad a formar a los que están trabajando (3.766.997 en 2016) y poco va a formar a los parados, mientras la patronal CEOE quiere que aún sea menos: en 2016, sólo 152.544 parados recibieron cursos de formación, un 4,12% de los parados registrados, según las últimas estadísticas del SEPE. Y encima, la mayoría de los parados que hacen cursos son los jóvenes con más formación, mientras sólo van a cursos menos del 1% de los parados que llevan más de un año en paro y el 0,29% de los parados de larga duración sin estudios, según el estudio de Fedea. Además, los cursos disponibles son demasiado largos (el 35% tienen más de 300 horas), muy “clásicos” y sin ligazón con lo que buscan las empresas.

La consecuencia de esta inoperancia de las oficinas de empleo es que los parados sólo las utilizan para solicitar el cobro del paro y “sellar” periódicamente su demanda (online), pero no para buscar trabajo: sólo el 27,5% de los parados españoles buscan empleo en el SEPE, frente al 48,5% de media que lo hacen en Europa y el 80% en Alemania, según datos de la Comisión Europea. Y así pasa, que cuando los parados ya no cobran subsidio, se borran de las oficinas de empleo, porque no les aporta nada (y el Gobierno Rajoy dice que “baja el paro”). Las empresas también “pasan” de las oficinas de empleo y buscan trabajadores por su cuenta, a través de ETTs, mientras en Alemania, por ejemplo, las empresas están obligadas legalmente a registrar sus vacantes en las oficinas de empleo y toda esa información está en Internet. En España, el registro de las ofertas es voluntario y la web oficial del SEPE (¡creada en 2014¡) sólo tiene 20.175 empresas registradas y 46.740 ofertas de empleo (6 marzo).

¿Por qué funcionan tan mal las oficinas de empleo en España? La primera razón es que se han visto muy afectadas por los recortes (Rajoy rescindió en 2012 la contratación de 1.200 orientadores laborales que iban a ir a las autonomías) y la falta de medios. Actualmente, cada empleado del SEPE tiene a su cargo 450 parados mientras en Alemania, cada funcionario atiende a 47 parados y en Reino Unido a 22. Pero no sólo falta personal. Lo fundamental es que falta presupuesto para hacer políticas activas de empleo, dado que también aquí Rajoy hizo drásticos recortes mientras se duplicaban los parados. Así, si España gastaba 7.400 millones de euros en políticas activas de empleo en 2011 (5,28 millones de parados) y se rebajó a 4.300 millones en 2013 (5,93 millones de parados), el mayor recorte en toda Europa, según datos de la Comisión Europea. Y aunque ha subido en los dos últimos años, hasta los 5.575 millones en políticas de empleo en 2017, todavía el gasto es ridículo: supone el 0,48% del PIB frente al 0,90% del PIB que gasta Francia o el 0,64% que gasta Alemania (con la cuarta parte de paro que España), según datos de la OCDE.

Y ya no es sólo que gastemos menos, es que además gastamos mal, según puso de manifiesto, por segunda vez, el último informe del Consejo de Europa, presentado en enero de 2017: calificó de “ineficientes” los servicios de empleo españoles y reprochó al Gobierno Rajoy que no publique indicadores de rendimiento de la gestión del desempleo. En paralelo, los organismos internacionales (FMI, OCDE, Comisión Europea) llevan años pidiendo al Gobierno español “que se vuelque en políticas activas de empleo”, sin conseguirlo. Y encima, hay un problema añadido a la falta de medios y políticas activas de empleo: que la gestión se reparte entre el Gobierno central y las autonomías, responsables de las 711 oficinas del SEPE. Y como pasa en sanidad o educación, cada autonomía tiene su gestión y su presupuesto adicional para políticas de empleo, así que mucho depende de dónde esté uno parado. Y en los últimos años, las autonomías se han enfrentado al Gobierno Rajoy por retrasos en las transferencias para políticas de empleo o los criterios para aplicar el Sistema de garantía juvenil europeo.

España es el segundo país con más paro de Occidente y el paro es el problema que más preocupa a los españoles, según los Barómetros del CIS. Pero el paro no es la prioridad del Gobierno ni de la oposición, mientras a los parados se les acaba el desempleo y se quedan sin ayudas y abocados a la pobreza. No es de recibo que 1.902.000 españoles estén parados y no cobren nada, como tampoco que haya 3.766.700 españoles sin trabajo a los que no se les forme ni se les asesore para encontrar trabajo. Urge tomar medidas antes que la situación explote, como la de los jubilados o las mujeres.

Por un lado, hay que aprobar un Plan de choque para que al menos 1 millón de parados que no cobran nada reciban alguna ayuda, lo que costaría 4.800 millones al año. Y por otro, hay que aprobar una reforma a fondo de las oficinas de empleo (SEPE), con más personal y más medios, dentro de una política activa de empleo, que cuente con más recursos (al menos 2.000 millones más) para fomentar la formación y la contratación de los parados con más dificultades, en especial mujeres, mayores de 45 años y jóvenes con menos formación. En total, serían unos 6.800 millones extras para luchar contra el paro y reducir la pobreza de los desempleados. No es tanto (nacionalizar las autopistas costará la tercera parte y la Comisión Europea acaba de decir a Rajoy que podría recaudar 5.000 millones de euros equiparando los impuestos al gasóleo).Y su efecto puede ser rápido y eficaz sobre los parados.

Los parados son los grandes olvidados, del Gobierno, de los políticos de todo signo y hasta de los sindicatos. Y muchos se han quedado al margen de la sociedad, tras perder el tren de la recuperación. Pero son demasiados (1 de cada 6 españoles en edad de trabajar) como para olvidarles y dejarles a su suerte, como “los grandes perdedores de la crisis” y “carne de cañón” de los peligrosos populismos. Hay que recuperarles como sea.

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