La OCDE y la Comisión Europea acaban de examinar la sanidad española y le han dado una nota alta: gasta menos que otros paises y es más eficaz, consiguiendo que tengamos la esperanza de vida más alta de Europa. Pero nuestra sanidad pública afronta graves problemas que han provocado protestas de médicos en Andalucía, Cataluña y Galicia, por el colapso en las consultas y las abultadas listas de espera para especialistas y operaciones. El origen de estos problemas son los recortes de gastos y personal entre 2010 y 2014, que provocan ahora falta de profesionales y servicios. Urge un Pacto sanitario, para gastar como Europa (12.000 millones más al año), y ampliar plantillas y servicios, homogeneizando una sanidad muy dispar entre autonomías. Hay que hacerlo ya, porque un nuevo médico cuesta hasta 11 años (con el MIR). Y porque en una década se jubilan el 40% de los médicos y habrá muchos más viejos que atender. SOS sanidad pública.
enrique ortega |
España es el país europeo con la esperanza de vida más elevada de Europa: 83 años de media en 2015, frente a 80,6 de media en la UE-28, 82,7 años en Italia, 82,4 en Francia, 81,3 en Portugal, 81 en Reino Unido y 80,7 años en Alemania, según el reciente estudio “Panorama de la Salud en Europa 2018”, elaborado por la OCDE y la Comisión Europea. Y en una generación más, para 2040, España será el país del mundo con más esperanza de vida: 85,8 años frente a 85,7 años de Japón, según la revista The Lancet.
Además de tener una mayor esperanza de vida, los españoles tenemos mejor salud que la
mayoría de los europeos, según el estudio de la OCDE-CE: el 72% de
españoles asegura tener buena salud,
por encima de la media europea (68%
con buena salud), sólo peor que 6 paises UE (82% Irlanda, 81% Chipre, 80%
Suecia, 77% Holanda, 74% Bélgica y 73% Grecia) y mucho mejor que los
porcentajes de salud de Portugal (sólo 47% población con buena salud), Alemania
(64%), Italia (65%), Francia (68%) y Reino Unido (69%).
La mejor salud y la elevada esperanza de vida de los
españoles tienen que ver con el estilo de
vida, el clima, la alimentación, los factores
de riesgo y la sanidad. El informe sobre la salud en España 2017,
un “chequeo” publicado el 22 de noviembre por la OCDE y la Comisión Europea,
analiza los 3 grandes factores de riesgo que causan el 25% de las
enfermedades: el mayor tabaquismo de los
españoles (con una tasa de fumadores, el 23% en 2014, superior al 21% de la
UE-28 y que ha subido al 34% en 2017, como antes de la Ley
antitabaco, según el reciente dato del Ministerio de Sanidad), un menor
consumo de alcohol (9% frente al 20% de media en la UE-28, aunque señalan
que crece en adolescentes) y la mayor
obesidad (16,2% frente al 15% en la UE, aunque lo que más preocupa es la
obesidad de adolescentes: 20% ya obesos en España frente al 18% en la UE-28).
Si aunque fumamos
demasiado, bebemos mucho y comemos cada vez peor, tenemos mejor salud y más
esperanza de vida que los europeos, es porque tenemos una sanidad “muy eficaz”, según el detallado informe de la OCDE-CE. Y lo apoyan en que consigue tener una “mortalidad tratable” de las más bajas
de Europa, debido a que el sistema
sanitario es eficiente en el tratamiento de personas con enfermedades
potencialmente mortales: tenemos 89 muertes tratables por 100.000 habitantes
(en 2005 eran 124) frente a 126 muertes de media en la UE-28 (eran 175 en
2005). Y dos notas buenas más de este
“chequeo”. Una, que la sanidad española
es la quinta de Europa que más personas
atiende, al 99,9% de la población, frente a la media europea, que deja
fuera al 5,8% de las personas, sobre todo de bajos ingresos. Y la otra, que la sanidad española es de las más baratas:
el gasto total en sanidad (pública y privada) fue de 2.374 euros por español,
frente a 2.797 euros de media en la UE. Eso sí, los pagos privados de los pacientes
han aumentado con la crisis y son ya el
24% del gasto sanitario total en España (seguros, dentistas, copago
medicamentos…), mientras sólo suponen el
15% del gasto sanitario en la UE-28,
según el informe de la OCDE-CE.
En definitiva, que tenemos una sanidad eficaz, universal y barata, aunque no exenta de problemas,
como también señala el informe de la OCDE y la Comisión Europea. El principal, las listas de
espera y el deterioro de la calidad de muchos servicios, junto a la diferente
atención sanitaria por autonomías. Es el fruto de los drásticos recortes aplicados a la sanidad pública durante la crisis y
sobre todo en 2012. El gasto
sanitario se redujo en 9.787 millones entre 2009 y 2014 (se perdieron 1 de cada 7 euros), según datos de Hacienda. Y entre 2010 y 2014 se perdieron 41.000 empleos sanitarios (11.000 médicos y 30.000
enfermeras). A partir de 2015, con
la llegada de nuevos gobiernos autonómicos de izquierdas, el gasto y las
plantillas aumentaron algo, pero ha sido insuficiente: todavía hay 35.000 empleos menos y el gasto sanitario público en 2018 (70.804
millones) es todavía inferior al de 2009
(72.239 millones). Y como la economía ha crecido mucho más estos años, el
peso del gasto sanitario público se ha reducido y es inferior al europeo:
si en 2009, España gastaba un 6,2% del PIB, en 2018 gasta el 5,8%, muy por debajo del gasto
sanitario público de la media UE-28, Alemania o Italia (gastan el 7,2% del PIB)
y de Francia (8,2% del PIB).
Estos recortes
afectaron a toda la sanidad pública,
desde paralización de nuevos hospitales a compra de tecnología, pero sobre todo a sus plantillas: los médicos y enfermeras vieron recortados sus ingresos (vía pluses y horas), sus mínimos aumentos salariales se los
comió la inflación, aumentó su jornada laboral (de 35 a 37,5 horas) y muchos
con contratos temporales fueron despedidos mientras sólo se cubrían el 10% de
las jubilaciones. Con todo ello, se alcanzó un
nivel insostenible de precariedad
en los 485.000 empleados de la sanidad pública. Entre los médicos (116.711 trabajan en la sanidad pública), el 48,8% son interinos y muchos (el
39%) llevan así más de 10 años, según un estudio encargado por los médicos (la OMC y el sindicato CESM). Y de estos interinos sin plaza, el 24% tienen contratos temporales por
menos de 6 meses (algunos por semanas y días: por guardia). Y la precariedad es aún mayor entre las enfermeras/os: más de un
tercio tienen contratos temporales.
Además de tener médicos
y enfermeras con contratos precarios,
están mal pagados: el personal
sanitario ha perdido un 25% de poder adquisitivo, según los sindicatos (CESM) Y el sueldo
medio bruto de los médicos, sobre
40.000 euros anuales (41.000-54.000 los especialistas) está muy por debajo del sueldo medio de los médicos en Reino Unido (129.000 euros
brutos), Alemania (125.000 euros), Francia (96.000) o Italia (80.000 euros). Y
además, hay enormes diferencias salariales por autonomías. Así, un médico especialista gana 54.148
euros brutos en el País Vasco frente a 40.908 en Murcia (y 37.631 euros frente
a 30.000 los médicos no especialistas), según un estudio de Adecco en 2017. Y
lo mismo las enfermeras especialistas: 29.219 euros en Euskadi frente a 22.094
en Murcia (y 25.087 frente a 20.087 el resto de enfermeras/os). Y encima, las mujeres
sanitarias (74,2% de las plantillas) ganan un 27,23% menos que los
hombres.
Este penoso panorama laboral en la
sanidad pública española se ha traducido en una falta de médicos, sobre todo médicos especialistas: hay muchos Centros de Salud sin pediatras, faltan médicos de familia y médicos rurales,
dermatólogos, cardiólogos, traumatólogos, radiólogos, internistas y urólogos y
hay hospitales donde se han anulado operaciones por falta de anestesistas. Y
esto sucede a pesar de que España tiene
más médicos por habitante que la mayoría de Europa: hay unos 212.000 médicos colegiados en
activo (sólo el 1,6% en paro), una media de 3,9 por 1.000 habitantes, frente a 3,4 médicos/1.000 en la OCDE, 4,1 en
Alemania, 3,8 en Italia, 3,3 en Francia y 2,8 en Reino Unido. El problema es que
la
gestión de personal del SNS
es pésima, con muchos “cuellos de botella”. El primero, que de
los 6.000 médicos que se licencian cada año, un tercio emigran, se van fuera de España a la vista de los
contratos y sueldos de aquí. Y muchos se van a la sanidad privada o se jubilan (sólo se sustituía al 10%).
Y los que quieren trabajar, se encuentran que tienen que hacer un MIR (4 ó 5 años) y no hay plazas suficientes (las autonomías los redujeron porque los
recortes les impedían contratar nuevos médicos).
Así que no hay
médicos suficientes, no porque no salgan de las Facultades, sino porque se
van (al extranjero, a la sanidad privada o a la jubilación) y los que se quedan
no encuentran plazas de MIR para prepararles. Y los que se forman, están
mal repartidos, porque buscan plazas en grandes ciudades y hospitales: no hay incentivos para dirigirles
donde hacen más falta. El problema se agravará, porque en la próxima década se van a jubilar un 40% de los
médicos especialistas actuales, con lo que perderemos otros 40.000 médicos para
2018. Y será peor en algunas autonomías, como Cataluña o Asturias. También se
jubilarán en la próxima década un 27% de las enfermeras/enfermeros actuales (hay 169.233 trabajando en el SNS), agravando el déficit que ya tenemos:
España tiene 5,3 enfermeras/os por 1.000 habitantes, frente a 8,5 en Europa, 9 en la OCDE, 9,9 en Francia o 13,3 por 1.000 habitantes en Alemania. Eso
significa que para tener tantos enfermeros/as como Europa, habría que contratar a 150.000 más, sin contar los necesarios para compensar las jubilaciones.
Los pacientes ya notamos
esta falta de médicos y enfermeras, en los centros de salud, en los hospitales
y al pedir cita para el especialista. Hasta ahora, los médicos y enfermeras tan tratado de “paliar la escasez”,
cubriendo bajas y turnos, pero el sistema “está al límite”. Y por
eso, muchos médicos y enfermeras han salido a la calle, en Andalucía,
en Cataluña
y en Galicia.
Y antes, en Madrid o Murcia. La crisis ha estallado por los médicos de familia y la atención primaria, “la primera línea de la sanidad pública”,
donde más se nota la falta de profesionales y el colapso en las consultas: cada
médico de familia ha de atender una media de 44 pacientes al día (menos de 10 minutos cada uno), más las tareas administrativas y las
urgencias y visitas a domicilio. Y al
fallar la atención primaria, “los cimientos de la sanidad”, se
colapsan las urgencias, las visitas a los especialistas y los hospitales.
Los pacientes no sólo notamos que los Centros de salud están
colapsados sino que sufrimos largas esperas cuando necesitamos ir al especialista o operarnos, otra
consecuencia de los recortes y la falta de profesionales y medios. Las listas
de espera han mejorado en
2017 y 2018, pero son superiores a las de
muchos paises europeos, según el informe de la OCDE-CE. En junio 2018, había 584.018 españoles esperando una
operación (sobre todo de cataratas, artroscopia, cadera, hernia o
cirugía vascular), con una espera media
de 93 días (en Canarias eran 147 días, en Castilla la Mancha 137 y en Cataluña
132 días, mientras sólo esperan 47 días en Madrid y 48 en el País Vasco), según el Ministerio de Sanidad. Y la lista
de espera para el especialista afecta a 43 de cada 1.000 habitantes, más en
Cantabria (74/1.000 habitantes), Ceuta (66), Canarias (62,3) y Galicia (61,39)
y menos en el País Vasco (13,93 por cada 1000 habitantes), Melilla (18,49),
Castilla la Mancha (24,22) y Madrid (26,51), con una espera media de 57 días (en Canarias, 105 días).
Otro problema muy
serio de la sanidad española es la desigual atención por autonomías, fruto de los
distintos recortes (hay 8 autonomías que todavía hoy gastan menos en sanidad que en 2009: Cataluña,
Andalucía, Extremadura, Canarias, Galicia, Castilla la Mancha, Murcia y La
Rioja) y de que gastan más o menos en
sanidad: este año 2018, el País Vasco (1.695 euros/habitante) gastará en sanidad un 46% más que Andalucía
(1.158 euros/habitante). Y junto a los vascos (1.670 euros en 2017), los
que más gastan en sanidad son Navarra (1.635 euros en 2017), Asturias (1.586
euros), Extremadura (1.453) y Aragón (1.441). Y los que menos gastan, Andalucía
(1.108 euros/habitante en 2017), Madrid (1.179), Cataluña (1.192), la Rioja (1.199) y
Murcia (1.206).
Este gasto desigual, a lo largo de los años, se traduce en más o menos médicos
(2,39 especialistas/1.000 habitantes en Euskadi frente a 1,53 en Andalucía), enfermeras (4,42 especialistas/1.000
habitantes en el País Vasco frente a 2,67 en Andalucía), camas hospitalarias (4,66/1.000
habitantes en Cataluña frente a 2,49 en Andalucía), intervenciones en quirófano
(1.365 en Euskadi frente a 986 en Murcia) o el uso de las urgencias (mayor en las autonomías con menos gasto:
669/1.000 habitantes en Andalucía frente a 519 en Euskadi).Al final, evaluando distintos
parámetros, los médicos de la Federación en Defensa de la Sanidad pública
configuran un ranking de “4 Españas” sanitarias. Una sanidad “buena” en el
País Vasco (94 puntos sobre 118), Navarra (83), Aragón (80) y Castilla y León
(83 puntos). Una sanidad “regular” en Asturias (78), Castilla
la Mancha y Extremadura (77), La Rioja (76) y Madrid (73). Una sanidad “deficiente” en Baleares (72
puntos), Galicia (71), Andalucía (68), Cantabria y Murcia (66). Y una sanidad “mala” en Cataluña (65 puntos),
Valencia (63) y Canarias (53), estas dos últimas
las autonomías con peor sanidad desde 2010. Así que ojo a donde nos ponemos enfermos…
En definitiva, que tenemos una sanidad pública que es de las mejores del mundo, pero que
sufre problemas muy serios que la pueden hacer estallar en cualquier momento. Y las tensiones se van a agravar
en las próximas décadas, por dos razones de peso. Una, el envejecimiento de la población: si
ahora tenemos un 18% de mayores de 65 años, en 2029 serán el 25% y en 2050 el 36,3%, muy por encima de los demás paises (28% de media la OCDE, 30,7%
Alemania, 26,7% Francia y 25,4% Reino Unido). Y tener más mayores supone un
mayor gasto sanitario. Además, aumentarán los enfermos crónicos (hoy ya son 4 de cada 10 españoles y las
enfermedades complejas (ELA), más costosas de tratar. Además, aumentará el gasto farmacéutico, con nuevos tratamientos más costosos. Y se avanzará en la
tecnología sanitaria, más compleja y cara. Por todo ello, el gasto sanitario español podría duplicarse para 2025, según
algunas estimaciones como Esade y Antares. Y si hoy la sanidad se lleva un tercio del Presupuesto de las autonomías, en 2040 podría llevarse ya todo su presupuesto si no se toman
medidas, según ha advertido la OCDE.
Visto el panorama,
urge un gran Pacto sanitario para
resolver los problemas actuales de la
sanidad pública y asegurar su futuro.
Haría falta un gran acuerdo político y
social para actuar en 6 frentes.
El primero, asegurar una financiación suficiente para la sanidad: debería acordarse un gasto
sanitario del 7% del PIB (la media
europea), lo que supondría gastar
en sanidad 12.000 millones más cada año (algo que requiere una
reforma fiscal). Con más dinero, podría
actuarse en el frente laboral: garantizar unas plantillas mínimas a medio plazo, con contratos y salarios dignos,
sabiendo que en conseguir más médicos se tarda 10 ó 11 años (6 de Universidad
más 4 ó 5 de MIR). Tercer frente: homogeneizar
la sanidad, con un Fondo de compensación interterritorial, para que
tengamos la misma atención en toda España. Cuarto, configurar un sistema de atención sanitaria a los mayores (en
geriátricos, residencias y centros de día),
para descongestionar hospitales y
centros de salud. Quinto, dedicar más dinero y medios a la prevención, para reducir
enfermedades y hospitalizaciones. Y sexto frente, preparar un Plan sanitario para 2050, para hacer
frente al envejecimiento, las enfermedades crónicas, los nuevos
tratamientos y la renovación
tecnológica.
Tenemos muchos problemas
que atender, pero la salud es una
prioridad y no podemos dejar que empeore más. Hay que ponerse a ello, al
margen de las ideologías: reforzar los
cimientos de una sanidad pública envidiada
que está al límite y puede estallar.
Nos jugamos mucho.
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