Hay noticias claves que pasan desapercibidas. La penúltima:
España tiene la natalidad más baja de
Europa, 1,33 hijos por mujer, la mitad que en 1976 (2,76 hijos). Y lo
peor es que la tendencia seguirá y en 2050 nacerán menos de 1.000 niños diarios. Como además somos el país más envejecido de Europa y un
tercio largo de españoles tendrán más de 65 años a mediados de siglo, resulta
que nos
estamos “suicidando” como país: perdemos población y cada vez habrá menos jóvenes para trabajar, mantener
la economía y pagar los impuestos y las pensiones. Y nadie hace nada. Porque mientras a muchos políticos se les llena la boca con “ayudar a las
familias”, España es el segundo país de
Europa que menos gasta en ayudas a las familias. Y la consecuencia es una natalidad por los suelos. Habría que
tomar ejemplo de Francia, líder en
nacimientos, que lleva medio siglo
apoyando la natalidad como política de Estado, gobierne quien gobierne. Pero
aquí estamos a otras cosas.
enrique ortega |
Cada vez nacen menos
niños en España. En 2017 habrá
habido menos de 400.000 nacimientos,
algo que no sucedía desde el quinquenio 1995-2000 (363.469-397.000 nacimientos) y que no se ha visto después ni antes (ver gráfico
histórico de la natalidad), con más de 400.000 nacimientos en los duros
años 40 de la post-guerra civil , cerca de 500.000 anuales en los años 50 y
entre 600.000 y 700.000 niños nacidos durante los años del llamado “baby
boom”, de 1960 a 1976. A falta de los datos del INE de todo el año, en
la primera mitad de 2017 nacieron 187.703 niños en España, una media de 1.025
diarios, casi la mitad de los nacidos en
1964, el año récord (697.697 nacimientos, 1.911 diarios). Y menos de la mitad de los 2.200 niños que nacen cada día en Francia (con 65,20 millones de
habitantes).
Los nacimientos se
han desplomado en España, sobre todo con la crisis (518.503 nacimientos en
2008), por una combinación de dos causas. La primera, que hay menos
mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años), por la caída de la natalidad
en los años 80 y 90: si en 2009 había 11,61 millones de mujeres que podían ser
madres, en 2016 había un millón menos (10,61 millones). La
segunda razón es que las mujeres españolas esperan
cada vez más para ser madres, ocupadas en estudiar o hacerse una carrera
profesional: si en 1976, las mujeres eran madres a los 28,5 años de media, en 1996 lo eran ya a los 30,2 años y en
2016 lo eran a los 32 años de media. Y claro, cuanto más tarde,
más riesgo de que no tengan hijos. Un dato llamativo: 1 de cada 4 españolas
nacidas en 1975 no van a tener hijos nunca, según un estudio del Centre D’Estudis
Demografics.
Al final, el resultado es la caída drástica de la tasa de natalidad en España: 1,33 niños por mujer en 2016, según el INE, una tasa que cae desde 2008 (1,44 niños por mujer) y desde principios del siglo (1,21 en 2000), tras haberse superado los 2 niños por mujer en 1.981 (2,03), 2,76 niños/mujer en 1.975 y haberse llegado a un récord de 2,90 niños por mujer en 1970 (y los 3,15 niños por mujer en 1900).
Al final, el resultado es la caída drástica de la tasa de natalidad en España: 1,33 niños por mujer en 2016, según el INE, una tasa que cae desde 2008 (1,44 niños por mujer) y desde principios del siglo (1,21 en 2000), tras haberse superado los 2 niños por mujer en 1.981 (2,03), 2,76 niños/mujer en 1.975 y haberse llegado a un récord de 2,90 niños por mujer en 1970 (y los 3,15 niños por mujer en 1900).
Con estos datos, España se coloca como el país con la tasa de natalidad más baja de Europa (2016), según
los datos que acaba de publicar Eurostat (13 marzo):
1,33 niños por mujer, frente a 1,60
niños por mujer de media en la UE-28.
Nos colocamos así en el pelotón de cola
de la natalidad europea, junto a los países del sur, Italia (1,34
niños/mujer), Portugal (1,36), Chipre (1,39), Malta (1,37), Grecia (1,38) y
Polonia (1,39). El ranking de natalidad europeo lo encabeza Francia (1,92 niños/mujer), Suecia (1,85), Irlanda (1,81), Reino Unido y
Dinamarca (1,79). Y somos también el país
donde las mujeres son madres más tarde (32 años, tras los 31 años de Italia) y el país donde nacen menos terceros hijos (sólo el 8,7% de los
nacidos en 2016, frente al 12,2% en la UE) y
menos cuartos (el 2,8% de los
nacidos en 2016, mientras en Europa eran el 5,9% de los nacidos).
Si estos datos son preocupantes, lo es más que la natalidad en España va a seguir cayendo
en el futuro, según las proyecciones de población hechas por el INE hasta 2065. La
principal causa es que se agrava la
caída del número de mujeres en edad fértil (15-49 años): habrá 1,8 millones
menos en 2031 y 3,5 millones menos
(-32,7%) en 2065. Y también subirá la edad a la que las mujeres españolas
tienen hijos: de los 31,9 años actuales (2016) se mantendrá en 31,40 para 3031
y subirá a 33 años para 2065. El resultado
es que la tasa de natalidad se mantendrá casi igual: 1,36 niños por mujer en
2031 y 1,38 niños en 2065, según el INE. Pero como habrá menos mujeres fértiles, los nacimientos caerán bruscamente: de menos de 400.000 nacimientos
en 2017 a 366.402 nacimientos en 2020, 353.595 en 2030, 322.799 en 2050 y 294.003 nacimientos en 2065, menos de la
mitad que un siglo antes.
Esto ya sería preocupante de por sí, pero se agrava porque
España tiene otro récord demográfico:
es el país con menos niños pero también el país con más viejos. España tenía en 2015 un 17,8% de población mayor de 65
años, la tasa de mayores más alta de Europa (9,8% de población mayor de 65 años) y la segunda más alta del mundo
tras Corea del Sur (22,5% de mayores 65 años). Y si esto es ya un problema, lo
será aún más en el futuro, porque España es uno de los países con mayor esperanza de vida (83,4 años en 2017, 3 años más que la media OCDE), que
además crecerá año tras año (llegará a 88 años en 2065). Con ello, España será un país aún más envejecido en
2050: un 36,3% de españoles tendrán más de 65 años a mediados de siglo,
frente al 28% de media en la OCDE (34 países desarrollados), el 30,7% en
Alemania, el 26,7% en Francia o el 25,4% en Reino Unido, según la OCDE.
No hace falta ser economista para intuir que con este problema demográfico tenemos un grave problema económico: si
hoy ya nos faltan jóvenes para trabajar, pagar impuestos y cotizar para pagar
las pensiones, en 2050, con muchos menos
niños y el doble de viejos (las
pensiones pasarán de 9 a 15 millones), el problema será mucho
más grave. Porque si en 2013 había 2
activos por 1 inactivo, en 2050 habrá un activo por cada inactivo: la
mitad de la población trabajará, pagará impuestos y cotizará para sostener a la
otra mitad, según
acaba de advertir el FMI, que alerta de que la tasa de actividad de España caerá al 50% en 2050 si no se toman medidas de choque para que nazca y trabaje
más gente en España y vengan 5 millones de inmigrantes.
Bueno, aquí estamos, en un
país que lleva varias décadas de “suicidio demográfico”, viendo caer sus nacimientos y envejecer su población,
y que va a perder 5,4 millones de habitantes para 2066 (seremos 41,068 millones), según las
proyecciones del INE. Todos los políticos se llenan la boca de promesas en favor de la familia, las últimas
con los Presupuestos 2018, que incluyen ayudas fiscales a las guarderías y la
quinta semana de permiso de paternidad. Pero la realidad es que España está a la cola de Europa en ayudas
públicas a la familia: somos el 2º
país que menos gasta, un 0,7% del PIB (unos 7.800 millones), sólo por
detrás de Grecia (0,6% del PIB) y menos
de la mitad de gasto que la media europea (1,7% del PIB la UE-28), según Eurostat (2016). Y por supuesto,
gastamos mucho menos en familia y natalidad que Dinamarca (4,5% del PIB),
Finlandia (3,2%), Chipre (3,1%), Polonia (2,5%), Francia (2,4%), Alemania (1,7%),
Italia (1,5%) y Reino Unido (1,4% del PIB).
Así que no nos extrañe: décadas sin ayudar a la familia y poco apoyo a las mujeres para que sean madres y trabajen a la vez nos ha dejado este “desastre
demográfico”, que es una de las mayores hipotecas de nuestro futuro,
junto a la baja educación y la poca tecnología. Urge tomar conciencia del problema y conseguir un Pacto por la natalidad, para tratar de revertir la situación en
unas décadas. Ahí está el ejemplo de Francia, que ha tardado más de medio siglo en revertir el grave
problema demográfico que heredó tras las II Guerra Mundial. Pero lo ha
conseguido y es el país líder en
natalidad, gracias a que es “una cuestión de Estado”, independiente del
partido que Gobierne en cada legislatura.
Las medidas a tomar
para impedir el “suicidio demográfico” son
variadas y nos las han mostrado otros países, en especial Francia. La primera, crear un Ministerio de la Familia, como existe en Francia, Alemania,
Austria, Bélgica, Luxemburgo o Rumanía, mientras en España es competencia de
una subdirección general dentro de la Secretaría de Estado de Servicios
Sociales e Igualdad. A partir de esta apuesta
política, hay que empezar por subir las ayudas por hijo, que en España son más bajas que en la mayoría de
Europa: 24,25 euros mes por cada uno de los cuatro primeros, frente a
133/357/542 euros en Francia, 184/184/190/215 en Alemania, 107/71/71/71 en
Reino Unido o 22/34/50/65 euros en Italia. Tanto el Instituto de Política Familiar como Save the Children proponen pagar 100
euros mensuales por hijo y 150 euros para familias monoparentales y pobres.
Otra medida sería mejorar la oferta de guarderías subvencionadas (escasas y caras) y rebajar el IVA de los pañales y productos infantiles que tienen el 21% (se baja el IVA al cine y no a los pañales, que deberían pagar un IVA del 4%). Además, habría que aumentar los permisos de maternidad y sobre todo de paternidad, mejorar las ayudas al alquiler para las familias con hijos, mejorar las becas y fomentar unos horarios laborales que faciliten la natalidad. Y un trato fiscal más favorable a las familias con hijos.
Otra medida sería mejorar la oferta de guarderías subvencionadas (escasas y caras) y rebajar el IVA de los pañales y productos infantiles que tienen el 21% (se baja el IVA al cine y no a los pañales, que deberían pagar un IVA del 4%). Además, habría que aumentar los permisos de maternidad y sobre todo de paternidad, mejorar las ayudas al alquiler para las familias con hijos, mejorar las becas y fomentar unos horarios laborales que faciliten la natalidad. Y un trato fiscal más favorable a las familias con hijos.
Un elemento clave para fomentar la natalidad es facilitar el trabajo de las mujeres que son madres, para que tengan hijos antes y
tengan más que esos 1,33 de media. Este objetivo exige profundos cambios en las empresas y en los convenios, así como en la mentalidad de los hombres, que
deben aumentar su ayuda (escasa) en el cuidado de los niños. En Francia, se rebajan las
cotizaciones a las madres trabajadoras y además el fomento de la natalidad
está presente en todas las políticas
públicas, desde los descuentos en servicios públicos a las ayudas al
alquiler para parejas jóvenes con hijos. Y claro, nacen más niños.
Tenemos un grave problema de población y en vez de pensar en resolverlo con ayudas
eficaces, dejamos que se agrave. Y en unas décadas,
estaremos ante un auténtico “suicidio demográfico”: no tendremos niños y
jóvenes para sostener la economía ni las pensiones. Y sólo quedarán los
recortes y dejar entrar a 5 millones de inmigrantes (como augura el FMI), para compensar la caída de población. Todavía estamos a
tiempo de tomar medidas, que son eficaces en varias décadas, como ha demostrado
Francia. Pero hay que tomar conciencia de
la gravedad del problema y poner medios suficientes. Y volcarse en ello
todos, al margen de la política, porque la natalidad debería ser un problema de Estado. Pero me temo que estamos en otras cosas. Sigan con Cataluña y el máster de Cifuentes. No se preocupen por el futuro hasta que se nos
caiga encima.
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