Este miércoles 24 de enero, el presidente Rajoy hablaba en un acto en Madrid de
que “tenemos la obligación de custodiar y
legar el español”, anunciando un Plan para promocionarlo por el mundo.
Una hora antes, el Rey Felipe VI
intervenía por primera vez en la Cumbre de Davos y lo hacía… en inglés. Ese mismo día,
intervenían también en Davos el presidente Macron
(la mitad en inglés y la otra mitad en francés, bien sûr) y la canciller Merkel (en alemán, natürlich).
Todo un ejemplo para el Rey y para tantos dirigentes políticos y empresariales
que se pasean por el mundo presumiendo de su inglés y no dándose cuenta que el
español se defiende… hablándolo, no con Planes y campañas de promoción.
Y hay que saber que el español, la segunda lengua del mundo, es también un gran valor económico, que se
resiente con tantos anglicismos como usamos cada día. Hablen en español, por favor.
Hace menos de dos años publiqué un blog titulado “No apreciamos el valor del español”.
Y ahí señalaba que nuestro idioma no es sólo el segúndo más hablado del mundo (570 millones de personas y podría llegarse a 700 millones en 30 años), tras el inglés, sino que tiene también un
gran valor económico: aporta un 15% del PIB por las actividades
educativas, audiovisuales o de edición y su ayuda en el comercio y las
inversiones internacionales. Pero se trata de un idioma que no apoyamos, ni
dentro ni fuera de España. Y ponía como ejemplo el auge de los anglicismos en la publicidad y en los medios, así como el
contrasentido de que nos presentáramos a Eurovisión
2016 con una canción en inglés (“Say Yay), que además quedó en el puesto 22 de 26 países... Y la consecuencia es que el español es una lengua minoritaria en
las instituciones internacionales, desde la Unión Europea (el español es un idioma marginal en las reuniones y documentos oficiales) a la UEFA (somos una "potencia futbolística", pero los tres idiomas oficiales son el inglés, el francés y el alemán, no el español).
Y en este contexto, el
rey Felipe VI se descuelga en Davos,
un “escaparate mundial", hablando en inglés, curiosamente para promocionar “la
marca España”. Vale, tenemos un rey “preparado”, con un inglés de Georgetown (donde se graduó en 1995), pero así no se promociona
el español. Sería impensable un discurso importante de un presidente francés en inglés,
como demostró Emmanuel Macron en
Davos (aunque intervino la mitad en inglés). Y lo mismo hizo Ángela
Merkel, pronunciando su discurso en alemán. Defienden su lengua, más minoritaria que el español.
De poco vale que una hora después, en Madrid, el presidente Rajoy presentara un “ambicioso Plan” para promover el español por todo el mundo,
anunciando la creación de un Erasmus latinoamericano y desgravaciones fiscales
para empresas y multinacionales que se impliquen en fomentar el español por el
mundo. “El español es un patrimonio que
tenemos obligación de custodiar y legar”, dijo muy solemnemente. Dígaselo
al Rey. Den ejemplo. Cuiden el español.
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