Alquilar una
vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, es difícil y muy caro: los alquileres han subido una media del 18,4% en 2017, la mayor subida en once
años. Y un alquiler medio en Madrid o Barcelona cuesta ya de 900 a 1.500 euros al mes. Un dinero que no puede pagar mucha
gente, sobre todo los jóvenes, que en un 80% siguen viviendo con sus padres. Y por
eso, se han disparado también los
desahucios por impago de alquiler:
se hacen 147 al día, la cuarta parte en Cataluña. Ahora, una moción en el Congreso pretende limitar
los alquileres, como se hace en Berlín o Paris o como pretende hacer Cataluña. Pero la mejor solución sería
crear un parque de viviendas públicas
para alquilar, con autonomías y Ayuntamientos, como tienen otros países,
hasta 500.000 en cinco años. Y aumentar las ayudas públicas al alquiler,
recortadas por Rajoy. Con más oferta
pública de alquileres baratos, bajarían
los precios del alquiler privado. Seguro.
España es un país de extremos y también en el alquiler. Si en 1970 vivían en alquiler más de un tercio de los españoles (el 36,6%), con la democracia y los años del ladrillo, a los españoles nos dio por ser propietarios, por comprar y no alquilar. Y en 2001 sólo vivían de alquiler el 11,3% de españoles, según el Censo. Pero luego, a partir de la crisis y el paro, muchos no podían pagar una hipoteca y volvieron a alquilar, hasta alcanzar hoy un 22.2% de españoles en alquiler, según el último dato de Eurostat (2016). Así que el alquiler ha vuelto y crece año tras año, aunque todavía somos el país de Europa con más propietarios, sólo por detrás de varios países de Europa del Este: hay un 77,8% de viviendas en propiedad, frente al 69,2% de media en Europa (UE-28), el 75,2% de Portugal, el 74% de Italia, el 64,9% de Francia, el 63,4% de Gran Bretaña o el 51,7% de casas en propiedad en Alemania, según Eurostat.
enrique ortega |
España es un país de extremos y también en el alquiler. Si en 1970 vivían en alquiler más de un tercio de los españoles (el 36,6%), con la democracia y los años del ladrillo, a los españoles nos dio por ser propietarios, por comprar y no alquilar. Y en 2001 sólo vivían de alquiler el 11,3% de españoles, según el Censo. Pero luego, a partir de la crisis y el paro, muchos no podían pagar una hipoteca y volvieron a alquilar, hasta alcanzar hoy un 22.2% de españoles en alquiler, según el último dato de Eurostat (2016). Así que el alquiler ha vuelto y crece año tras año, aunque todavía somos el país de Europa con más propietarios, sólo por detrás de varios países de Europa del Este: hay un 77,8% de viviendas en propiedad, frente al 69,2% de media en Europa (UE-28), el 75,2% de Portugal, el 74% de Italia, el 64,9% de Francia, el 63,4% de Gran Bretaña o el 51,7% de casas en propiedad en Alemania, según Eurostat.
Tenemos todavía más
viviendas en propiedad que Europa, pero
el alquiler ha dado un gran salto en esta
década. Baste decir que Madrid, con
375.000 familias en alquiler, es la
tercera ciudad europea con más alquileres, tras Londres y Varsovia, y que Barcelona (con 200.000 alquileres) es la sexta. Y que los alquileres llevan
tres años subiendo (2014 a 2017), más
de un 30%, con lo que las grandes capitales tienen ya precios “europeos”.
La fuerte demanda ha provocado una subida media de los alquileres del +18,4% en 2017, según el portal Idealista, subida que pisos.com
rebaja al +13,8% y Fotocasa
al +8,9%. Pero todos coinciden en que la subida de alquileres de 2017 es la mayor de los últimos 11 años. Y que
aunque la subida se ha frenado algo en
Madrid (+7,9% y Barcelona (+4%), hay 20 provincias donde el alquiler subió
más del 10%, destacando Canarias (+27,8%), Girona (+20,5%), Tarragona
(+17,6%), Palma (+16,2%), Málaga (+15,4%) y Sevilla (+15,4%).
Los alquileres están más
caros en toda España, donde el precio medio es de 9,7 euros por metro cuadrado, según Idealista: 873 euros de alquiler por una casa de 90 m2. Pero hay 10 ciudades donde alquilar es mucho más
caro, sobre todo Barcelona (17,5
euros/m2), Madrid (15,5 €/m2), San Sebastián (14,1 €/m2), Palma de
Mallorca (12,2 €/m2), Bilbao (11,4 €/m2),
las Palmas (10,6), Málaga (10), Álava (9,7), Girona (9,5) y Sevilla (9,2),
según este mapa de precios de Idealista. Y eso son medias, porque en el centro y zonas
turísticas de algunas capitales, el precio de los alquileres (si se encuentran)
es aún mayor. Con ello, alquilar en una gran ciudad un piso de
60 metros cuadrados cuesta ahora entre 800 y 1.050 euros al mes. Y si tiene 90 metros, entre 1.080 y 1.575 euros al mes. Una barbaridad.
Los alquileres se han disparado no sólo por el aumento de la demanda, al mejorar el empleo y los ingresos de
algunos españoles, sino también porque en 2016 y 2017 se han renovado contratos hechos durante la crisis (entre 2012 y
2014), con alquileres bajos, y ahora los propietarios han aprovechado para
subirlos. Pero la razón principal de
la subida de alquileres es que la vivienda se ha convertido en una inversión para muchos, particulares y
empresas, que buscan rentabilizar su compra con un alquiler alto, ahora que
pueden porque hay zonas donde faltan viviendas. Una buena parte de los
propietarios son ahorradores que han
dejado la Bolsa o los depósitos bancarios y han comprado uno o varios pisos
para alquilarlos. De hecho, en 2017, la rentabilidad bruta de una vivienda para alquilar ha sido del 7,3%, similar a la de la Bolsa (7,4% de beneficio anual) y el
triple que la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años. Y antes, entre 2014 y 2016, la rentabilidad del
alquiler ya había superado a la Bolsa. Así que muchos alquilan como inversión, sobre todo bancos, inmobiliarias, fondos y
sociedades de inversión inmobiliaria (las SOCIMIs), que se han convertido ya en
“los grandes caseros de España”, con más de 100.000 viviendas en alquiler
como negocio boyante.
Y luego, el empujón
final al alquiler se lo ha dado el
turismo, con el auge de las plataformas que alquilan pisos turísticos por noches en las grandes ciudades, como Airbnb,
HomeAway, Windu, House Trip, Only Apartments, Room4Exchange, BeMate o Niumba.
Esto ha
forzado la subida de todos los alquileres en ciudades como Barcelona, San Sebastián, Palma de Mallorca, Madrid o Málaga,
además de expulsar a vecinos e inquilinos a la periferia. No es casual que
entre las 10 ciudades con los alquileres más caros, 8 sean ciudades turísticas.
Al final, entre la fuerte demanda, la revisión de
alquileres, el negocio de particulares y empresas más el tirón de los
apartamentos turísticos han disparado los alquileres, sobre todo en las zonas donde hay menos
viviendas disponibles. Y también porque ahora hay más demanda, debido a
que hay 2 millones de españoles más
trabajando que en 2014. Y muchos de ellos, con sueldos bajos y empleos
precarios, sólo pueden pensar en
alquilar, no en comprar. El inquilino
medio español es un hombre, treintañero, soltero (aunque mayoritariamente comparte
piso, para poder pagarlo), con contrato indefinido, que trabaja en los
servicios y gana unos 1.100 euros al mes, según el perfil de Alquiler seguro.
Aunque crecen los inquilinos, como también se ha encarecido
el alquiler, crecen también los que no
pueden pagarlo. Y por eso, todavía hay un 80% de jóvenes
menores de 30 años que viven con sus padres, según el Instituto de la Juventud, frente a un 70% en Europa. Pero lo más preocupantes es que se han disparado los desahucios por alquiler, que son el 60% del total de
desahucios (tercer trimestre 2017) y superan desde 2012 a los desahucios por
impago de hipotecas: fueron 26.467 desahucios
por impago de alquiler entre enero y septiembre de 2017, un 3% más que el año
anterior, según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial. Son una media de 147 desahucios por alquiler cada día
laborable. El problema se concentra sobre todo en Cataluña (el 23% del
total), Andalucía (el 14%), Madrid (13,5%) y Comunidad Valenciana (11,5%). Y el
problema se va a agravar todavía en 2018, porque este año llegarán los
desahucios de los que no pudieron pagar el alquiler en 2017, porque hay un retraso medio de 347 días entre que
un inquilino deja de pagar y un juez ordena el desalojo, según un estudio de Pluslegal Abogados.
Este año 2018 se
espera que sigan subiendo los alquileres,
otro 10%, por la fuerte demanda, que
aumentará una vez que suban los tipos y las hipotecas, encareciendo la compra
de pisos. Y el alquiler seguirá siendo una buena inversión, aunque los
expertos creen que se producirá un trasvase de alquileres turísticos a alquileres “normales”, porque Hacienda y
los Ayuntamientos están controlando más los alquileres turísticos y, dados los
crecientes gastos de gestión que tienen sus propietarios, cada vez les rentan
menos. De hecho, un propietario sólo ingresa más neto (descontando impuestos y
gastos) por su piso si lo alquila a turistas cuando lo alquila más de 21 noches al mes (que son muchas), según Alquiler Seguro.
Aunque la demanda suba, cuanto más caros sean los alquileres
habrá menos españoles que puedan pagarlos. Por un lado, los 3 millones de
personas en pobreza extrema (Caritas) y los 3,6 millones de españoles en paro
(EPA), dado que la mitad no cobran subsidio. Y luego, muchos de los que tienen
trabajo, tampoco pueden pagar alquileres
de 800 a 1.200 euros, porque el sueldo
bruto medio en España es de 1.809 euros (1.450 euros netos), según el INE. Y menos los jóvenes, cuyo sueldo neto medio es de 690 euros. Así que la subida de alquileres agrava el problema
de la vivienda para millones de españoles.
Podemos ha sido
el grupo político que más se ha ocupado de este problema, apoyando el
nacimiento de sindicatos de inquilinos (ya existen en Barcelona, Madrid y Gran Canaria) y presentando una proposición no de Ley para “regular los alquileres abusivos”, proposición que el
Congreso aprobó mayoritariamente (166
votos a favor, 155 en contra y 7 abstenciones) el 19 de septiembre de 2017. Luego,
en enero de 2018, ha presentado una proposición de Ley
similar, a la que el PSOE y los nacionalistas han prometido su apoyo. Pretende fijar
por Ley un precio máximo a los alquileres, como ya se hace en Berlín y
París, y ampliar la duración mínima del alquiler (de 3 a 5 años y 10 para
sociedades) y obligar a bancos y Fondos de inversión a ceder sus pisos vacíos
para ponerlos en alquiler, además de destinar más recursos públicos y créditos
del ICO a crear un parque público de viviendas en alquiler.
La fijación de precios
máximos para alquileres ya se hace en Berlín y París, aunque estos precios son indicativos, no obligatorios.
En ambas capitales, se ha establecido un índice de alquileres, según zonas,
tamaño y tipo de piso, que sirven como referencia a los jueces en caso de que
un inquilino reclame. En París, el
propietario no debe superar en un 20% ese índice de precios, porque entonces el
inquilino puede reclamar. Y en Alemania,
en 2015 se aprobó una Ley federal que
prohíbe subir la renta un 10% por encima de los índices de alquileres que
tienen vigentes más de 200 ciudades alemanas. Con esta filosofía, la Generalitat de Cataluña aprobó en junio de 2017
su Índice de referencia de precios de
alquiler, que se aplica en 27
municipios catalanes y que cualquiera puede consultar online.
El índice de alquiler no es de aplicación obligatoria,
pero los propietarios que lo apliquen tendrán ventajas fiscales y ayudas. Mientras,
el Ayuntamiento de Barcelona prepara su propio índice de
alquileres, que tendrá en marcha antes del verano.
La idea puede ayudar a frenar las subidas más abusivas,
pero el índice de alquileres sólo será algo orientativo, no se puede imponer a los propietarios, salvo que queramos cargarnos el mercado de alquileres. Por
eso, hay que pensar, además, en otras medidas más eficaces. Por un lado, aumentar y mejorar las ayudas al alquiler para los que no
pueden pagarlo. Y por otro, crear un
gran parque de viviendas públicas para alquilar (como existen en toda
Europa), a precios asequibles, que forzará a la baja, a medio plazo, a los
alquileres privados.
El Gobierno Rajoy está retrasando la aprobación del nuevo Plan de vivienda 2018-2021, que
debe contemplar ayudas al alquiler de viviendas. Mientras, en la prórroga del Plan actual (2013-2016), se contempla una ayuda del 40% del precio del alquiler, para 200.000 familias. Una ayuda muy poco
útil, ya que sólo se contempla para
alquileres de menos de 600 euros (en las grandes ciudades no hay) y se
concede sólo a los más pobres de entre los pobres, a las familias que ingresan menos de 1.129 euros al mes (matrimonio y dos
hijos). Son ayudas que se han revelado insuficientes y que dejan
fuera a mucha gente, además de que se están pagando con mucho retraso (en enero de 2018, los primeros meses de 2017). Haría
falta duplicar los beneficiarios (al menos 400.000 familias) y ayudar a alquileres más
altos (Fomento dice que está pensando, para el nuevo Plan, en alquileres de 900 euros).
Pero siempre habrá familias
y jóvenes que se queden fuera, porque ni con el 40% de ayuda pueden
alquilar o porque no encuentran alquileres de menos de 900 euros. Para ellos
hay que crear un parque de viviendas públicas en alquiler, promovidas por el Estado,
las autonomías, los Ayuntamientos, Fundaciones, ONG y promotores que quieran
entrar en este mercado (por las ayudas y créditos que reciben). Hoy por hoy,
las ayudas del Plan de Vivienda 2013-2016 no han funcionado y apenas hay
viviendas públicas para alquilar: no llegan al 2% del parque en España, frente a una media del 15% en Europa (y más del 20% en
Francia, Reino Unido o Alemania). Baste decir que la ciudad de Berlín tiene un
parque de 300.000 viviendas públicas para alquilar mientras Barcelona tiene
10.000 y Madrid 5.800.
El objetivo
debería ser alcanzar un parque público de 500.000 viviendas para alquilar en 5 años (100.000 al año) y ofrecer dos tipos de alquileres públicos: un alquiler social de 150 a 250 euros al
mes para los más pobres y otro alquiler
subvencionado de 250 a 450 euros para las personas con bajos ingresos que
no pueden pagar un alquiler de mercado. Este parque público de 500.000
viviendas para alquilar se puede conseguir incorporando las
15.000 viviendas protegidas (VPO) vacías, añadiendo las 76.000 viviendas del banco malo (SAREB),
promoviendo 20.000 viviendas anuales desde autonomías y Ayuntamientos
(costarían 1.000 millones extras al año) y comprando a precio razonable parte de
las viviendas sin vender que tienen particulares y bancos (en España hay 485.502 viviendas en stock).
Aumentar las ayudas a los compradores y crear un gran parque
público de viviendas en alquiler no sólo son medidas necesarias y eficaces,
sino de
justicia, porque España gasta mucho menos en vivienda (un 0,23% del PIB) que el resto de Europa (0,6% del PIB la UE-28 y el 1,6% Reino
Unido). Así que debemos gastar más y se puede siempre que España recaude como el resto de Europa, reduciendo el fraude fiscal y haciendo que paguen
más las grandes empresas, multinacionales y los más ricos, lo que permitiría recaudar 72.000 millones más al año. Y una parte de esos mayores ingresos
deberían ir, además de al empleo, las pensiones, la educación, la sanidad o el
gasto social, a la vivienda, una de las grandes preocupaciones de los españoles. Porque sin ayudas y sin viviendas públicas, muchos españoles y la mayoría de los jóvenes no podrán tener una
vivienda, ni en propiedad ni en alquiler. Y menos con las fuertes subidas
de los últimos años. Ahí están, esperando
soluciones.
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