Hay poco empleo y
el que hay es para los más formados. Y aún será peor en el futuro: en 2020, sólo un 15% del empleo será para los poco
formados. El problema de España es
que un 45% de la población tiene poca
formación, el doble que Europa. Y
lo mismo pasa con la mitad de los
parados. Un grave problema que no se ataja: sólo el 11% de los que trabajan y un 16,7% de los parados hacen
cursillos de formación. Y una quinta
parte de los jóvenes ni estudian ni trabajan. Así, con tan poca disposición a formarse, será
difícil que muchos conserven su empleo o que la mitad de los parados encuentre
trabajo. Hay que apostar por la formación, desde la educación general a la
formación a ocupados y parados, preocupándose no sólo en dar títulos sino en enseñar
habilidades (idiomas, informática, hablar en público, iniciativa,
análisis…). No basta con crear empleos: hay que estar formado para ellos.
enrique ortega |
La formación es
la principal
asignatura pendiente de España. Lo era ya antes de la crisis y lo es
mucho más ahora, cuando tenemos más del doble de paro que Europa. Y los
datos son escalofriantes: casi la mitad de los españoles (45%) adultos (25-64 años) tiene un nivel de educación bajo, sólo con la ESO acabada o menos, frente al 21% de adultos
poco formados en Europa (UE-21) y un 24% en la OCDE, según el estudio “Panorama de la Educación 2014” (OCDE). Incluso tenemos más porcentaje de adultos
poco formados que Grecia (32%) y sólo nos supera Portugal (62%), acercándose
Italia (43%), mientras estamos muy lejos de Suecia (12% adultos poco formados),
Alemania (14%), Finlandia (15%), Reino Unido (22%), Francia (27%) o Irlanda (25%).
En medio, tenemos también muchos menos
adultos con bachillerato y FP básica: un 22% frente a 48% en Europa y 44%
en la OCDE. Y sin embargo, estamos en
cabeza de universitarios: 32% frente a 29% en Europa y 33% en la OCDE.
O sea, que tenemos
una pirámide educativa "de locos" : hay más españoles universitarios pero menos que sólo tienen el
bachillerato y muchos más sin formación. La consecuencia es doble.
Por un lado, al estar peor formados, tenemos menos personas trabajando, sobre todo entre los que tienen menos
estudios: en España sólo trabajan un 49% entre los peor formados (frente al 51%
en Europa), un 66% de los medio formados (frente al 73% en Europa) y un 77%
entre los universitarios (frente al 83% en la UE-21), según el estudio de la OCDE. Y por otro, tenemos
el doble de paro porque el desempleo ataca más a los que tienen menos estudios:
un 31% de paro entre los peor formados (17% en Europa), 22% entre los de
formación media (9% en Europa) y sólo el
14% entre los de estudios superiores (6% en Europa). Y además, a menos
formación, menos salario: los que sólo tienen la ESO o menos ganan en España un 21%
menos que los que tienen bachiller y los universitarios un 59% más.
Esto es lo que pasa ahora. Pero en el futuro, no tener
formación será aún peor. Para 2020,
el 50% de los empleos en Europa serán para trabajadores con formación media, el
35% para niveles altos y sólo quedará el 15% para niveles bajos de formación
(los que tienen el 45% de españoles), según un estudio de CEDECOP.
Y centrados en España, de los nuevos
empleos disponibles aquí dentro de
una década (entre 8,8 y 10 millones), sólo
el 2,3% serán para los que tienen baja formación (ESO o menos), un 39,3% para los que tengan estudios medios
(bachillerato o FP) y más de la mitad (58,4% para los que tengan educación
superior (estudios universitarios o FP Superior), según un reciente estudio de la Fundación BBVA e Ivie.
Así que España tiene
que “ponerse las pilas” con la formación, algo que no se hace de un día
para otro, que exige medidas y tiempo, varias décadas. Pero hay
que empezar ya. Primero, en la enseñanza general, para conseguir que ese enorme porcentaje de
españoles que sólo tienen la ESO o ni siquiera (45% adultos) se reduzca y una parte consiga hacer el bachillerato o la
FP básica. Urge un Plan de choque, para recuperar a los que abandonaron sus estudios con el boom de la
construcción y el turismo y ahora están parados y no estudian nada. Son los ni-nis (ni estudian ni trabajan), un 20,7% de los jóvenes españoles de 15 a 29 años (2014), el doble que la
media europea (11,1% ninis en UE-28), según el último informe de la OCDE. Son 934.667 jóvenes que ni trabajan ni estudian
y que si no se recuperan con urgencia, con Planes
de “repesca” y formación, serán de verdad “una generación perdida”.
Pero no sólo hay que pensar en ellos. Hay que reflexionar
sobre toda la educación, incluida la Universidad, para que no suceda que tenemos muchos universitarios que sólo encuentran trabajo de teleoperador o de
cajera de supermercado. Y es que España no sólo está retrasada en educación,
por tener menos bachilleres y sobre
todo menos personas con Formación Profesional (8,6% de los adultos, frente al 33% en la OCDE y el 55% en Alemania).
Es que además, los españoles (16 a
65 años) están por debajo de la mayoría
de países occidentales en comprensión
lectora, matemáticas y capacidad para resolver problemas, según los últimos datos de la OCDE. Y también en
informática y en idiomas. Y esto es tan grave o más que no tener
bachillerato o FP, porque las empresas
valoran cada vez más estas “habilidades”a la hora de dar trabajo. Y los estudios revelan que los jóvenes españoles, incluso los universitarios, tienen problemas
para hablar en público, escribir, hacer presentaciones, analizar información, saber
interpretar datos y estadísticas, ser creativos, tener nociones económicas,
manejar ordenadores o saber idiomas (sólo un 9% de españoles afirma tener un nivel avanzado de inglés, según el INE).
O sea que además de darles un título, hay que enseñarles de otra manera, a memorizar menos
y pensar más, a prepararse para lo
que necesitan las empresas. Y
orientarles mejor, dirigiéndoles a estudios con salida. Así, ahora, las carreras que tienen más salidas,
más empleo y menos paro, son las que tienen menos estudiantes: matemáticos
y estadísticos (5,7% de paro), servicios de seguridad (7,45%), Derecho (10,63%
paro), veterinarios (10,65%) y Salud (12,8%), según el INE. Y más de la mitad
de las ofertas de empleo en 2014 fueron, según Infojobs, a comerciales e informáticos, seguidos de telecos, atención al
cliente, administración de empresas y finanzas.
El segundo frente de
actuación, tras la enseñanza general, son los parados: el problema no es sólo que 5.444.600 españoles
estén sin trabajo (un 23,78%), sino que más
de la mitad de estos parados (el 54,7%, casi 3 millones) tienen poca formación, la ESO o menos, según el INE. Y casi otra
cuarta parte (el 23,2%, 1,2 millones más) sólo tiene bachillerato o FP. Así resulta muy difícil que salgan del paro,
porque como hay poco empleo las empresas tratan de escoger candidatos, entre
los más formados y con más experiencia. Y aquí, los parados jóvenes sin formación tienen todas
las de perder: 789.700 jóvenes parados de 16 a 29 años, el 54% de todos los
desempleados jóvenes, no tienen bachiller ni FP.
Se impone pues volcarse
en mejorar la formación de los parados, sobre todo los más jóvenes. Y más
cuando sólo un 16,7% aprovecha que
está sin trabajo para formarse, según un informe de Asempleo. Eso se debe no sólo al “abandono” de los parados sino a que con los recortes se han quitado cursos
y los que hay son bastante obsoletos,
casi en exclusiva presenciales (no online) y demasiado largos (dos tercios,
de más de 200 horas). Y además, los están haciendo más los parados más formados,
no los que más los necesitan. Y no hay un
seguimiento personalizado de cada
parado ni se atiende a lo que necesitan las empresas.
El tercer frente de
actuación, tras la enseñanza general y la formación a los parados, es el reciclaje de los que están trabajando, para que no pierdan su empleo en el futuro y se adapten
a las nuevas necesidades de sus empresas. Aquí los datos son también muy
negativos: sólo el 11,1% de los ocupados
realizó cursos de formación en 2014, según datos de Asempleo.
Y lo peor es que los que hacen la mayoría de los cursos (financiados por las cuotas de empresas y trabajadores) son los
empleados de las grandes empresas y sobre
todo directivos, técnicos y mandos intermedios, no los que más los necesitan.
Y además, muchos de estos cursos están
obsoletos y son presenciales (sólo un 18,2% a distancia), además de que las
empresas no facilitan que sus empleados “pierdan horas” para formarse, según denuncian los sindicatos.
Así que estamos
metidos en un callejón sin salida: tenemos un país con adultos
la mitad de formados que en Europa y con
una educación poco práctica, con la mayoría de parados y de ocupados sin
formarse ni reciclarse. Y para colmo, el Gobierno Rajoy ha recortado drásticamente el gasto en educación (-7.300 millones de euros entre 2010 y 2014) y
el gasto en formación a parados y empleados (1.815 millones en 2014, un 25% menos que en 2009). Encima, una parte de este escaso dinero para cursos
de formación se ha gastado mal, con mucho fraude, detectado sobre todo en Madrid y Andalucía. Ahora, desde el
24 de marzo de 2015, el Gobierno ha cambiado el sistema de formación, sacando a concurso los cursos que antes monopolizaban
sindicatos y patronal. Pero aun así, los recursos son escasos y los cursos no
tienen mucha relación con las demandas de las empresas. Y apenas se hacen.
El propio Banco de
España acaba de pedir al Gobierno que actúe sobre
el desajuste educativo de España (reduciendo el “abandono escolar”, ampliando
la FP y mejorando la calidad de la enseñanza universitaria), que mejore la formación
de parados y ocupados y modernice el Servicio Público de Empleo (SEPE), que no
ayuda a los desempleados a reciclarse. Y sobre esta brecha formativa de España insiste año tras año la OCDE. Pero el Gobierno
y las fuerzas políticas no están en esta onda, en la que nos jugamos el
futuro. Haría falta un gran Pacto nacional, a diez años vista, para aprobar esta asignatura clave de la formación. Es la única
manera de salvar a los jóvenes de hoy y a la próxima generación. Y hay que
empezar ya. Si no, aunque se consigan más empleos, muchos no los verán.
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