Jarro de agua fría a la euforia del Gobierno: se ha parado la creación de empleo iniciada
en abril de 2014. En el primer trimestre
de 2015 se volvió a destruir empleo
(-144.300), tras los 433.900 empleos netos creados en 2014. Y la tasa de paro subió al 23,78%, aunque hay
13.100 parados menos: esto se explica porque hay menos españoles buscando trabajo, más “desanimados”. Casi dos
de cada tres parados (61,17%) llevan más de un año en el desempleo. Y
cuatro de cada diez llevan más de dos años sin trabajar. Si añadimos que más
de la mitad de los parados no tienen formación, llegamos al verdadero punto
negro: de los 5,44 millones de españoles sin trabajo, hay 3 millones de parados con pocas
posibilidades de encontrar empleo. Y la mayoría ni cobra ya el
desempleo. Un drama que exige volcarse en su formación, en políticas
activas para colocarlos y en otra
política económica, que cree más empleo, no unos trimestres sí (en Navidad
o verano) y otros no. Es urgente.
enrique ortega |
El primer trimestre
suele ser malo para el empleo, porque
se
pierde el tirón de contratos
(temporales) de las Navidades. Y
así ha sido entre enero y marzo de 2015: se
han perdido 114.300 empleos, según la EPA,
lo que rompe la tendencia de los tres trimestres anteriores: desde abril a
diciembre de 2014 se crearon 618.500 empleos, que teniendo en cuenta la caída
de empleo en el primer trimestre de 2014 (-184.600), nos da una creación neta de 433.900
empleos en 2014, por primera vez desde 2007.
Se ha roto la racha y se pierde empleo sobre
todo en los servicios (comercio,
turismo, hostelería), en casi todas las
edades (salvo entre 40 y 44 años y entre los mayores de 55 años, que fueron
también los que consiguieron dos de cada tres empleos en 2014), sobre todo las mujeres (dos tercios de los empleos
perdidos). Sólo se ha creado empleo en el
sector público (+29.200), en vísperas de las elecciones, en la construcción
y la industria, en Canarias y Andalucía y entre
los autónomos sin trabajadores (autoempleo). Ha aumentado algo el empleo
fijo y todos los empleos perdidos son
temporales y a tiempo completo, mientras curiosamente han aumentado los
contratados a tiempo parcial (empleo más precario).
Al caer el empleo, debería
haber aumentado el paro, pero no
ha sido así porque se ha reducido el
número de españoles que buscan trabajo: hay 127.400 españoles que han
dejado de ser “activos”, que ahora son “desanimados”. Por ello, el paro se ha reducido
en 13.100 personas en el primer trimestre, alcanzando la cifra de 5.444.600
parados. Eso supone una tasa de paro del 23,78%, superior a la de
finales de 2014 (23,70%), porque son menos parados sobre menos activos. Una
tasa que duplica el paro de la zona
euro (11,3%).
Sobre el paro español, hay tres datos
especialmente preocupantes. Uno, que hay 5 autonomías (media España) con más del 30% de paro: Melilla
(35,40%), Andalucía (33,62%), Ceuta (31,76%), Canarias (31,81%) y Extremadura
(30,24%), autonomías que, junto a Castilla
la Mancha (28,69%) encabezan el ranking de las autonomías
europeas con más paro. El segundo, que hay 1.793.600 hogares con todos sus miembros en paro (1 de cada 10
hogares), 27.300 más que a finales de año. Y el tercer dato preocupante, que más de la mitad de los parados no cobran ya
el desempleo: en febrero, sólo cobraban algún subsidio público 2.372.615
parados, según
Empleo, un 43,5% de los parados EPA (y sólo 919.142 cobraban un subsidio
contributivo de 810 euros mensuales: el resto, una ayuda de 426 euros). Eso
significa que hay más de 3 millones de parados EPA que no cobran nada (el 56,5%).
Tremendo.
Con todo, lo peor de
las cifras del paro es que la
mayoría de los parados llevan ya mucho tiempo sin trabajar. De hecho, con
la EPA de hoy, el 61,7% de todos los parados llevan más de un año sin trabajar:
3.330.800, casi dos de cada tres parados. Y de ellos, 2.379.500 parados llevan
incluso más de dos años sin trabajo (más de 4 de cada 10 parados). Con ello, el
paro
de larga duración se ha multiplicado
por más de 6 en esta crisis (eran 532.033 en 2007) y España se coloca como el octavo
país europeo con más paro de larga duración, con un porcentaje (61,17%) muy
superior a la media
de la UE-28 (49,3%
de parados con más de un año). La consecuencia es que estos “parados con antigüedad” tienen menos
posibilidades de encontrar trabajo: un
6,7% frente al 26,5% del resto, según un estudio de
Asempleo. En su mayoría, estos parados de larga duración son padres de
familia entre 30 y 44 años (40% del total), mayores de 45 años (35%), jóvenes e
inmigrantes.
Otro gran problema de
los parados (además de que llevan mucho tiempo en paro y por eso la mayoría
ya no cobran el subsidio) es que tienen
poca formación y así tienen casi imposible acceder a uno de los pocos
empleos que se ofrecen (sólo hay una
oferta por cada 110 parados). El dato es escalofriante: de los 5.444.600
españoles que se consideran parados,
casi 3 millones (2.980.200) tienen poca formación y no han acabado la
educación secundaria (no tienen ni Bachiller ni FP Básica), según la EPA. Por eso, la
mayoría de los parados lo tienen muy negro: mucho tiempo en el paro, poca formación, ninguna experiencia (jóvenes)
o demasiada edad (más de 45 años). De ahí que algunos expertos, como el presidente
de Manpower Group, hablan de un paro sin salida, estructural, de 3 millones de parados
que tienen muy difícil volver a trabajar alguna vez. Son más de la mitad de los parados EPA.
Poco empleo (incluso
cae), muchos parados y con poca
salida para la mayoría. Son datos
tremendos, que deberían llevar al Gobierno y a todos los partidos a poner
el paro y el empleo como su verdadera prioridad, siendo además el primer
problema de los españoles (Barómetro
CIS). Pero se enzarzan en las cifras y son incapaces de pactar medidas
eficaces. La primera debería ser un cambio de política económica,
para crecer más y crear más empleo. Y después, intentar que esos 3 millones de
parados sin salida tengan alguna oportunidad.
España ha vuelto a
crecer, incluso por encima del 2% este año, pero se crea poco empleo e
incluso se pierde en algunas épocas, porque la mayoría del empleo es temporal, precario,
y lo mismo que se hace el contrato se pierde. Hace falta crear más empleo estable
y eso obliga a hacer
otra política, en Europa y en España, que reanime el consumo (con
subidas de sueldos y bajadas de impuestos) y la inversión, tirando de la
actividad la inversión pública, en actividades productivas, tecnología y
formación. Gastar e invertir más, aunque para ello haya que ingresar más,
aumentando la recaudación a las empresas con beneficios y a los más ricos. Y
eso no sólo en España, sino también
en Europa, con un Plan de inversiones más ambicioso que el Plan
Juncker, al que los países sólo han comprometido 21.000 millones de los
315.000 previstos (el resto “esperan” que sean inversiones privadas). En
definitiva, hace falta pensar menos en
el déficit público y la austeridad y más
en el paro y el empleo, que se están “comiendo”
a una generación de españoles condenada a no trabajar más.
Y aquí viene la
segunda prioridad. Hay que conseguir que
una parte de esos empleos que se creen vayan a esos 3 millones de parados sin
salida. Y para eso hace falta volcarse en su formación,
en reciclarles, con cursos de interés, que ofrezcan salidas, porque los cursos
actuales no atraen: sólo los hacen un 16,7% de los parados y sólo los han hecho
el 5,5% de esos parados menos formados (los 3 millones). En paralelo, hay que reformar
de verdad el antiguo INEM (SEPE),
porque sólo encuentra trabajo al 2% de los parados. No tienen medios, ni
utilizan la tecnología (seguimiento online de los expedientes) ni tienen personal: en España hay un funcionario del SEPE por cada 269 parados,
frente a 1 por 47 parados en Alemania, 1 por 36 en Dinamarca o 1 por 22 en Reino
Unido. Y hay que volcarse en las políticas
activas de empleo, en apoyar
y seguir a cada parado, en bonificar que les contraten las empresas. Y
para eso hacen falta medios. Y el Gobierno
Rajoy ha
recortado un tercio el presupuesto de las políticas activas de
empleo, de 7.714 millones (2011) a 4.746 (2015). Y también ha reducido
drásticamente el dinero para los parados: de 32.555 millones (2011) a 25.300
(2015), con la cobertura
más baja desde 2001.
Así que ni se gastan
dinero en formar y ayudar a los parados a encontrar trabajo ni en subsidios
para que sobrevivan (recordemos: el
56,5% de los parados EPA no cobran nada). Y luego dicen que el empleo es su prioridad. Y más en vísperas de
elecciones. Hay que poner todas las promesas en su sitio y exigir a todos los partidos que
se mojen, en la creación de empleo y en las políticas para colocar a los
parados. Hacen falta propuestas realistas, para conseguir que se cree más
empleo y se reparta mejor, que llegue a más parados. Y eso al margen de que un
mes o un trimestre aumente el empleo o caiga. Tenemos un problema de gran envergadura, un
paro insoportable, el doble que cualquier país civilizado, mejore o
empeore cada mes. Y eso nos debería obligar a tomar medidas eficaces, que
pasan por cambiar el modelo productivo, dejar de ser una economía basada en el
ladrillo, el turismo y el comercio y avanzar hacia una economía con más
industria, más tecnología, más formación y más exportación, más competitiva.
Algo que no se hace de un día para otro, que exige varias décadas, para
asegurar más crecimiento y más empleo en el futuro. Pero hay que empezar ya y
dejarse de tantas mandangas: lo que debe preocupar es el enorme paro y crear empleo de verdad. Urge.
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