Se está creando empleo
sí, pero no para los jóvenes. Sólo 3,8
de cada 100 empleos creados en
2014 fueron para menores de 20 años.
Y los jóvenes de 20 a 34 años
volvieron a perder empleos. Con
ello, más de la mitad de los menores
de 25 años están en paro y somos el
país europeo con más jóvenes parados (más que Grecia). Los jóvenes sin trabajo
tienen dos problemas serios. Uno, que la
mitad llevan más de 1 año parado (y una cuarta parte, más de 2). Y el otro,
que las dos terceras partes tiene poca
formación, y así no hay forma de que encuentren empleo. En el futuro, aún lo tendrán peor,
porque el 98% de empleos de la próxima
década serán para los que tengan estudios superiores o medios, no para
ellos. Así que urge volcarse mucho más en
la formación de los jóvenes,
incluyendo idiomas, informática y prácticas laborales. Porque si no, se quedarán fuera. Más de lo que ya lo están ahora.
enrique ortega |
Los datos oficiales
(EPA 2014) son bastante explícitos, aunque casi nadie hable de ello: de los 433.900 empleos netos creados en 2014, sólo 16.700 (3,8%) fueron para jóvenes menores de 20 años, que
han perdido 314.400 puestos de trabajo en esta crisis. Y los jóvenes entre 20 y 35 años siguieron
perdiendo empleos en 2014: -92.800 más, con lo que han perdido ya más de 3 millones de empleos desde 2007.
Al final, dos de cada tres nuevos empleos creados en 2014 fueron para
mayores de 50 años (280.300 empleos), la mayoría mujeres con contratos a tiempo parcial y muy precarios.
El poco empleo que
consiguen los jóvenes es en las grandes ciudades y la mitad en restaurantes
y turismo, como vendedores y en servicios personales, según un estudio
de Asempleo. Y son trabajos mucho
más precarios que los de sus padres. Así, casi el 70% de los jóvenes que
trabajan (693.300 a finales de 2014) lo hacen con un contrato temporal, según la EPA,
muchos con contratos de un mes y menos. Y casi la mitad tienen contratos a tiempo parcial, por horas (58% de los menores de 20 años
y 40% con 20 a 24 años), no porque los busquen así para poder estudiar o hacer
otras cosas: el 69% dice que es porque no
encuentran otra cosa. Y en consecuencia, tienen sueldos
muy bajos, menos que mileuristas. Así, los jóvenes que
han sustituidos a los padres de otros (despedidos durante la crisis) están
cobrando 1.100 euros de media a tiempo completo y 600 euros a tiempo
parcial, un 18% menos que en 2008,
según los datos de Fedea publicados en el blog
Nada es gratis.
En cuanto al paro
juvenil, se redujo en 2014 pero menos que el paro general: sólo 1 de
cada 5 parados que salieron del desempleo eran menores de 25 años, según la EPA. Y
así, a finales de 2014, teníamos a 813.700 jóvenes menores de 25 años sin
trabajo, un 51,8 % del total,
el triple que antes de la crisis (17,9%), según un estudio
de Asempleo. Un porcentaje que nos sitúa como el
país europeo con más jóvenes en paro, incluso por delante de Grecia
(51,2%) y muy lejos de la media europea (25% de jóvenes en paro) o de Alemania
(7,5%). Y hay regiones
donde es especialmente grave, como Castilla la Mancha (62,3% de jóvenes menores de 25 años en paro), Andalucía y Canarias (59% paro juvenil).
Lo grave no es sólo que más de la mitad de los jóvenes estén
sin trabajo. Hay dos datos aún más preocupantes. Uno, que casi la mitad de ellos (47,6%) llevan más de un año buscando trabajo y
la cuarta parte (26,6%) llevan más de dos años sin trabajar, según la EPA. Y ya se sabe
que cuanto más tiempo desocupado, menos posibilidades de trabajar. El otro dato
explica en buena parte esta dificultad para emplearse: dos de cada tres jóvenes parados (63,2%) sólo tienen los estudios obligatorios (hasta la ESO) y carecen de
bachillerato, FP superior o estudios universitarios, según los datos de la EPA. Y así, no
tienen forma de colocarse, sobre todo cuando hay sólo una
vacante por cada 102 parados. Y menos si el 80 % de los jóvenes parados carecen de experiencia, porque buscan su primer empleo.
La formación es clave para los jóvenes a la
hora de trabajar o estar parado. Así, la tasa
de paro entre los jóvenes sin
estudios roza el 100%, baja al 67% entre los que tienen sólo
primaria y al 38,1% entre los
jóvenes con estudios superiores, siendo el paro “sólo” del 23% entre los jóvenes universitarios. Y la formación
va a ser incluso más fundamental en el futuro. Así, en la próxima década (2013-2025) va a haber más empleo para los jóvenes que ahora, porque se van a jubilar muchas más personas
(7,2 millones de jubilaciones) y habrá nuevos
empleos (1,3 millones). En total, entre
8,8 y 10 millones de nuevos empleos
disponibles para los jóvenes hasta 2025, según un estudio
de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser
solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior
(estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios
medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que sólo tengan la formación
básica obligatoria (ESO), según dicho estudio.
El problema es que los
jóvenes españoles no
tienen esa formación que va a exigirse. Por un lado, tenemos más jóvenes universitarios que
la mayoría de Europa: un 30% de los
jóvenes entre 15 y 34 años, frente al 24,2% en la UE-27, el 32,6% en Reino
Unido, 29,8% en Francia, el 19,3% en Alemania y el 14,1% en Italia. Pero por
otro, tenemos más
jóvenes con poca formación, sólo con los estudios obligatorios (hasta
ESO): un 42% de los jóvenes en 2013,
frente al 29,4% en la UE-27, el 18,7% en Reino Unido, el 26,3% en Alemania, el
27,6% en Francia y el 38.7% en Italia. Y en medio, con formación media, también tenemos menos que la mayoría de países europeos: un 28% de jóvenes frente al 46,4% en la
UE-27 y el 54,4% en Alemania.
Estos datos explican
claramente por qué tenemos más
jóvenes parados que nadie en Europa. Pero lo peor es que incapacitan a nuestros jóvenes para
aprovechar las mayores oportunidades de empleo de la próxima década, esos 10 millones de empleos que se avecinan
y que sólo se llevarán los que estén mejor formados. No sólo los que tengan
mejores títulos sino los que tengan más “habilidades”,
según
el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Porque encontrar un trabajo no va a depender sólo de la titulación, sino
de que los jóvenes tengan competencias en idiomas, informática, prácticas
laborales y liderazgo. Y los jóvenes
españoles están a la cola
de la OCDE en estas competencias, según los últimos estudios. No sólo están poco formados sino que los que
lo están, tienen títulos pero pocas competencias de las que les piden las
empresas para trabajar.
Este informe
debería ser el libro de cabecera del Gobierno y los partidos para pactar un cambio en la enseñanza en España,
con dos
objetivos: aumentar el
porcentaje de jóvenes con estudios medios y superiores (el 42% no los
tienen) y conseguir que los que estudien no sólo saquen un título sino que estén mejor preparados en idiomas,
informática y experiencia laboral, para que no tengan que trabajar de cajeras
de supermercado o tele operadores al acabar la Universidad: hoy, 1 de cada 2 universitarios hacen trabajos
poco cualificados porque tienen un nivel bajo o medio bajo de las
competencias que exigen otros trabajos. Un
reto que requiere tiempo, al menos una década, para que nuestros hijos y nietos tengan más
oportunidades de trabajar.
Pero, por desgracia, casi
nadie habla de esto y sólo se
ofrecen “soluciones mágicas” frente al paro juvenil, “atajos” interesados. Como la
receta del FMI, que propuso en
2014 a Europa bajar el salario mínimo
(que en España es de 648,60
euros, una miseria) para incentivar que las empresas contraten a los
jóvenes. Y la patronal CEOE ya ha
pedido varias veces al Gobierno aprobar un contrato
de formación para menores (… ¡de
35 años¡) que tenga un salario
inferior al mínimo (los famosos “mini-jobs”
de 400 euros que tanto se dan en
Alemania). En definitiva, que en lugar de preocuparse de tener unos jóvenes
mejor formados, se busca ofrecerles contratos
basura para aprovecharse de que la mitad están en paro.
Los líderes europeos,
preocupados por el impacto del paro juvenil en Europa (5,6 millones, una cuarta
parte de los menores de 25 años) aprobaron
en abril de 2013 un Plan, la
Garantía Juvenil, que consiste en ofrecer a todos los jóvenes europeos
(de 16 a 25 años) que no trabajan ni estudian una de estas tres alternativas en el plazo de 4 meses: un
curso de formación, unas prácticas o un empleo. Una buena solución, que
tiene dos problemas: cuenta con pocos recursos (sólo 6.000 millones en
los dos primeros años, 1.800 para España) y se
ha retrasado mucho, porque no se puso en vigor hasta mediados de 2014. En España, la
web para que los jóvenes se apuntaran a la Garantía Juvenil no se abrió
hasta el 7 de julio de 2014. Y su
aplicación va muy lenta
y no hay datos: en septiembre de
2014, sólo se habían apuntado 30.000 jóvenes, según
Empleo, un 3,6% de los parados menores de 25 años. El problema es triple: el
programa se ha divulgado poco, su
aplicación está en manos de las autonomías
(cada una va a su aire) y no cuenta
apenas con la ayuda de las empresas, para ofrecer cursos de formación y
contratos en prácticas.
O sea que mucho Plan europeo, mucha Garantía Juvenil, pero poco empleo o formación de verdad para los
jóvenes españoles. Y eso cuando hay 700.000
jóvenes menores de 25 años que ni
estudian ni trabajan, son ni-nis (un 17,2%, 1 de cada 6
jóvenes), según el último informe
de Asempleo-AFI. Y la quinta parte de ellos (un 21%) son “ni-ni-nis”:
ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo. Son 147.000 jóvenes menores de 25 años que están
en casa “a verlas venir”. Sin formación y sin perspectivas, excluidos.
Ahora y más para el futuro, en la próxima década, cuando los empleos van a
exigir más formación. Y si ampliamos la
edad, hay 1.956.000 jóvenes españoles menores de 30 años que
son ni-nis: ni estudian ni trabajan. Son uno de cada cuatro jóvenes (25,79%), según
la OCDE, el mayor porcentaje de
ni-nis de Europa (13%) y el segundo mayor de toda la OCDE, tras Turquía
(29,19%).
Una generación que está condenada al paro
si no se hace algo de verdad con urgencia. Y eso pasa por una política
activa de formación a los jóvenes parados (el 37% no hace ningún
curso), con cursos eficaces y un
asesoramiento personalizado del SEPE,
dedicando más dinero (sólo 4.746
millones de euros para 5,7 millones de parados) y más personal (cada funcionario atiende
a 440 parados, frente a 50 técnicos por parado en Alemania). También hay
que fomentar la formación
dual en todos los niveles de la enseñanza, mezclando estudios y
prácticas, con especial atención a los idiomas y la informática. Y aplicar
agresivos incentivos fiscales y en
las cotizaciones para que las empresas
den una oportunidad a los jóvenes que lleven más tiempo parados, para que
salgan de la apatía y cojan experiencia.
Dejen de hacer demagogia
con que la economía y el empleo van bien: la
cuarta parte de nuestros hijos y nietos ni
trabajan ni estudian. No tienen
perspectivas ni aunque se cree más empleo en la próxima década: no será para ellos. Y así no puede
construirse el futuro ni asegurar las pensiones o el Estado del Bienestar. Y
así, nos estamos cargando a toda una generación de jóvenes españoles. Encima quieren que participen
y voten.
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