Parece un acertijo,
pero es lo que está pasando con la luz
en 2015: el recibo ha bajado un 0,95% en el primer trimestre pero la luz nos cuesta un 10% más que hace
un año. Y aunque bajó el coste de producir electricidad (por la
climatología), el recibo nos sube porque
pagamos más por la potencia instalada que
por el consumo, tras la reforma de 2014. Ahora, se espera que la luz baje en primavera, suba en verano y
baje en otoño, para acabar con una subida
del 4,3% en el recibo de todo 2015. Pero la mayor subida vendrá en 2016,
pasadas las elecciones, cuando el
próximo Gobierno tenga que subir la parte regulada de la luz. Al margen de lo
que baje o suba un mes, los españoles pagamos
la luz más cara de Europa, salvo Irlanda y Chipre. Y encima, en 2016, la Comisión Europea quiere liberalizar el precio de la luz, como están
los carburantes o el teléfono. Lo que puede traducirse en más subidas. Nos funden.
enrique ortega |
Recordemos que el
recibo de la luz tiene tres
partes: los costes de
producirla (que suponen el 37,48% del recibo), los impuestos (21,38%) y la
parte regulada por el Gobierno (41,14% del recibo), que este
año no se ha tocado, porque el Gobierno Rajoy no quería un aumento extra de la luz en año electoral y para
ello ha
“cuadrado” a la fuerza las cuentas del sector eléctrico para que no haya
déficit, algo que no se confirmará hasta diciembre : se teme que lo haya y el
próximo Gobierno tenga que hacer una subida extra de la luz en
enero de 2016.
Así que este año,
lo único que subirá la luz es lo
que suba el coste de producirla, un precio muy
oscilante y que depende de la
climatología (de que haya agua, viento o sol), del tipo de centrales que utilicen las eléctricas (la luz producida
con carbón y fuel es más cara y la producida por energía renovables e
hidráulica es más barata), así como de la
demanda (si hay más consumo de electricidad, suben los precios).
En enero de 2015,
los costes de producir electricidad subieron (+5,3%),
pero bajaron
en febrero (-7,6%) y marzo (-1,6%), con lo que la
parte del coste de la electricidad del recibo habrá bajado un 3,9% en el primer trimestre. Traducido a un recibo medio (familia con dos hijos), la electricidad ha
bajado un 0,95% en el primer trimestre, según el simulador de la CNMC. Pagamos algo menos (-0,68 euros al mes) que a
finales de 2014, pero un
10% más que hace un año, porque los precios
de la electricidad son ahora un 22% más altos que en el primer trimestre de
2014, cuando hubo una climatología muy favorable (con mucha lluvia y viento).
Además, en el recibo pagamos una
parte por el coste de la electricidad
que consumimos (más barata este año) y
otra por la potencia contratada. Y
desde la reforma
de febrero de 2014, pagamos más por
la potencia contratada (60% del recibo, cuando antes era el 35%) que por el consumo (40%), para
compensar a las eléctricas de la caída del consumo. Así que la electricidad cuesta algo menos, pero en
realidad pagamos más por ella. El recibo medio de los usuarios ha subido un 12,7% en el primer trimestre de 2015 sobre un año antes, según cálculos de Facua.
Ahora, el mercado de futuros anticipa que el coste de la electricidad bajará
en
primavera, subirá en verano y bajará en otoño, para cerrar el año con una
subida anual del 11,5% (repercutiría un +4,3% en la subida del
recibo de 2015). Y es que este año, las eléctricas tienen que repercutir en sus costes una serie de gastos que antes
pagábamos en la parte regulada del recibo: los 500 millones que se pagan a
las grandes empresas (cementeras, aluminio, siderurgia…) por compensarles
de posibles cortes de luz (que nunca han tenido desde 2009), el “regalo” de la
mitad de los peajes que pagan las grandes
empresas vascas (en contrapartida a que el
PNV apoyara al PP en la Ley del
Sector Eléctrico de 2013), o los 200 millones del “bono
social” que pagan eléctricas y distribuidores. Y además, este año, la energía eólica será más cara, porque
le han quitado ayudas y deja de aportar energía a coste cero.
Entre tanto, se ha vuelto a retrasar la tarifa eléctrica por horas, que
el Gobierno había prometido introducir el 1 de abril y que no estará hasta julio. Y solamente para los usuarios que tengan
instalado un contador inteligente, que pueda informar de su consumo
horario. A finales de 2014, de los 27,8 millones de usuarios con contrato de
luz, sólo
14 millones tenían instalados contadores inteligentes. Y de ellos, sólo 10 millones permitían la lectura a
distancia. Estos serán los primeros a los que se aplique la tarifa horaria,
a partir de julio, y el resto tendrá que esperar a que estén instalados todos
los contadores inteligentes, para lo que las eléctricas tienen de plazo hasta 2018. Mientras, el Gobierno aplica
un sistema provisional, un “apaño”: cruza el precio medio
diario de la luz en el mercado eléctrico con tres
perfiles de consumidores (normales, con tarifa nocturna y con coche
eléctrico) para “estimar” su consumo por horas y facturar en consecuencia (ver
los precios en esta calculadora de REE).Pero es una
estimación, que no coincide con el consumo horario real de cada uno de
nosotros.
Mientras llegan estos cambios, los usuarios ven cómo les sube cada recibo, un
13,7% entre febrero de 2015 y febrero de 2014, según la asociación de consumidores
Facua. Y un 4,4% de subida de la luz
en 2014, según
el INE, aunque el Gobierno dice que bajó un 4,5%. Con todo, a finales de
2014, los españoles pagábamos la luz un
28% más cara que la media de Europa, según
Eurostat: 0,177 euros por KWh frente a 0,138 de media en la UE-28. Y éramos
el
tercer país con la electricidad más cara de Europa, tras Irlanda
(0,200 euros/KWh) y Chipre (0,186 euros/KWh), dos islas (lo que encarece
producir electricidad). Y las empresas españolas se quejan de que
no pueden competir con una electricidad que les cuesta un 20% más que a las
alemanas, un 30% más que a las francesas o un 50% más que a las chinas.
Y si pagamos más cara
la luz es porque pagamos unos extracostes que el Gobierno
mantiene (hoy Rajoy y antes ZP) desde la época de Aznar, en
las tres partes del recibo. En la parte que paga la producción de electricidad (37,48%
del recibo), pagamos de más los kilovatios que producen las centrales
hidráulicas y nucleares (un sobreprecio
que les garantizó Aznar
en 1997), así como el exceso
de centrales (pagamos ayudas a las centrales de gas y carbón, sólo porque
estén disponibles), porque la potencia instalada duplica con creces al consumo. En la
parte de los impuestos (21,38% del
recibo), también pagamos
más que otros países. Y en la parte de los precios regulados (41,14% del recibo) estamos pagando una serie de
“extras”
injustificables, que debían pagarse en el Presupuesto o suprimirse: ayudas
a las renovables
(7.100 millones), ayudas al transporte (1.689 millones) y la distribución de
luz (5.000 millones), ayudas a la producción en las islas (887 millones), el
parón nuclear y la hipoteca de la deuda eléctrica (40.000
millones más intereses).
Al final, habría que hacer
una auditoría de costes,
para que pagáramos por la luz en el recibo lo
que realmente cuesta producirla, transportarla y distribuirla,
no extracostes que engordan los beneficios
y dividendos de las eléctricas desde hace décadas, a costa de pagar una electricidad que ha subido un 72,3% entre
2004 y 2014, según
Facua. Es un reto que no
ha querido afrontar ningún Gobierno y una asignatura pendiente para el que
salga de las elecciones de diciembre de 2015, que se va a encontrar además con
la necesidad de subir los costes
regulados en enero de 2016 (41,14 % del recibo), para
compensar las subidas no hechas en 2015.
Pero el mayor problema
que vamos a tener en 2016 es que Bruselas
quiere “liberalizar” los precios de la luz y el gas, lo que significa dejar
que las eléctricas fijen libremente los precios, como hacen ahora las
petroleras con los carburantes o las telecos con el teléfono. Todo hace pensar
que eso provocaría mayores subidas de la
luz, porque el mercado es un “oligopolio”:
las tres grandes eléctricas (Endesa, Iberdrola y Gas Natural-Fenosa) acaparan
un 92% de los consumidores domésticos y un 72% del mercado empresarial e
industrial. Un poder que les lleva a pactar repartos de zonas y precios, aunque
no siempre pueda demostrarlo
la CNMC, como sí ha conseguido con las petroleras
y los carburantes. Dejar en sus manos
los precios, sin que intervenga el Gobierno, es apostar por fuertes subidas de
la luz en el futuro.
Así que el futuro del
recibo de la luz es preocupante, al margen de que nos digan que un mes u
otro sube o baja la luz, por el clima, el consumo o el tipo de centrales que
“enchufan” las eléctricas. El problema
es de fondo, de que pagamos
de más por la luz y ningún Gobierno se atreve a hacer una auditoría
de costes y poner el cascabel al gato
eléctrico, que tiene un gran poder económico, político y mediático. Un gran tema económico pendiente (otro)
para las próximas elecciones. Piense también en su recibo de la luz al
votar.
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