Si miran el último recibo
de la luz, verán que ha vuelto a subir,
a la chita callando: un 6,75% en septiembre, cuando pagamos el precio más alto de los últimos cinco años.
Y también subió el resto del verano: un 11,5%
en el tercer trimestre, tras bajar en
la primera mitad de 2014. Ahora se espera que baje algo en el cuarto trimestre, pero podría subir en 2015. El nuevo
sistema de tarifas es muy volátil y el precio depende mucho del viento y la
lluvia (luz más barata) y de cómo produzcan luz las eléctricas. Además,
en el recibo seguimos pagando de más por
un montón de extracostes que el
Gobierno no quita: ayudas al transporte, comercialización, parón nuclear, a
renovables y eléctricas tradicionales, a
las islas, a grandes empresas consumidoras y al pago de la deuda eléctrica.
Hace falta una auditoría de costes, para que de una vez paguemos la luz por lo que de verdad cuesta. Basta de sablazos.
enrique ortega |
Los precios de la luz
en el mercado eléctrico suben
desde mayo, porque ha habido
menos viento y lluvia, lo que ha reducido la producción de las renovables (luz más barata). Además, hay sospechas de que las propias eléctricas
manipulan al alza los precios (el anterior Gobierno ya abrió en 2011 un
expediente
a Iberdrola, Gas Natural y EON, que acaba de cerrar el Gobierno actual “por falta de pruebas”), enchufando
centrales más caras (fuel y gas). Y los recortes
del Gobierno a las renovables han
subido el coste de producir luz con energía eólica y solar,
encareciendo el recibo. Además, el
impuesto del 7% a la producción de electricidad que impuso el Gobierno a las
eléctricas (2013) para ayudar a tapar el agujero eléctrico (déficit de tarifa),
nos lo han acabado cargando
en el precio. Por todo ello, el precio
de la electricidad en el mercado mayorista
(pool eléctrico) ha
subido el 30 de septiembre a 66,98 euros Mwh,
por encima del precio de diciembre 2013 (63,64 euros) que hizo intervenir al
Gobierno y cambiar el sistema de subasta. Y el
precio más alto desde 2008.
En definitiva, el Gobierno
Rajoy cambió
el sistema de subasta trimestral por un sistema que toma el precio
diario del mercado eléctrico mayorista, para
evitar sobresaltos como el de diciembre, y ese precio sigue subiendo. Y además, fluctúa
mucho, por la meteorología y
las propias eléctricas: en febrero era de 17,12 euros Mwh, en mayo 42,41
y en septiembre 66,98 euros Mwh. Con
ello, el precio de producir la electricidad ha subido un 31% en el tercer trimestre. Y como ese coste de
producir la luz supone un 37,48% del recibo
(otro 21,38% son impuestos y el 41,14% restante costes regulados por el
Gobierno), al final nos ha supuesto una subida
del recibo de la luz de un
11,5% este verano (+6,75% sólo en
septiembre). En el primer semestre,
como producir la luz costó menos del precio que había fijado el Gobierno (48,48
euros Mwh), las eléctricas nos tuvieron
que devolver
dinero (463 millones, entre junio y agosto), una media de 32
euros por familia.
Ahora, la previsión
del mercado eléctrico es que los
precios bajen sobre los máximos de septiembre y alcancen en el cuarto
trimestre unos 50 euros Mwh, lo que se traduciría en una bajada del recibo para este otoño del 1,5%.
Y en todo el año 2014, con la bajada del primer semestre y la subida del
tercero, el balance podría ser de una bajada
de la luz del 4%, según el Gobierno y las eléctricas. Pero eso
sería la tarifa, no lo que de verdad pagan los usuarios, porque la mayoría pagarán más por la luz que en
2013. Primero, porque este año cambió el recibo (en febrero) y subió
la parte fija de la factura, lo que se paga por la potencia instalada
(ahora supone un 60% del recibo, cuando antes era el 35%). Eso significa que todos pagamos más por tener un contrato de
la luz, consumamos o no, suba o baje la luz. Y además, los 2,5 millones de
familias que tienen el bono
social están pagando más, al margen de que suba o
baje la luz: ahora pagan una cuota fija y
se les reducen los descuentos. Por si fuera poco, 200.000 familias se han quedado sin esta ayuda, sin el bono social, desde que gobierna Rajoy, según datos oficiales.
Para 2015, lo
normal es que suba la luz en el
mercado eléctrico a partir de la
primavera (menos lluvia y viento) y además el Gobierno tiene que actualizar en enero los precios regulados (41,14% del recibo). Siendo
un año
electoral, se espera que el
Gobierno no suba “su parte” del recibo, pero hay dos costes extras que acabaremos pagando de una forma u otra. Uno, el “regalo” que le van a hacer a
las grandes empresas vascas
(y no vascas, las que consumen más de 30 kWh), que van a pagar la mitad en los peajes de acceso al suministro
eléctrico, como contrapartida al apoyo
del PNV a la Ley del Sector Eléctrico aprobada en 2013. El otro, que las eléctricas dejan de pagar el coste del
bono social (221 millones anuales), tras haber ganado un
recurso en el Supremo, con lo que ahora
lo pagaremos
todos en el recibo. Como hay elecciones, el Gobierno buscará un sistema para que el pago de estos nuevos
extracostes no se note. Una vía es que
suba
el término de energía en los costes regulados, por un aumento del coste
del transporte y la distribución en
horas punta, algo que se hace con el nuevo sistema, sin que el consumidor se entere.
Al final, el recibo
de la luz sigue siendo un desmadre,
que sube y baja sin
enterarnos, dado que ahora no hay una subasta trimestral que se publicita sino que los precios cambian cada día (y cada
hora, según una estimación de REE,
hasta que en 2018 tengamos todos contadores
inteligentes). Con ello, el
Gobierno Rajoy se libra de los titulares de antes: “La luz sube un x% desde mañana”. Cada mes es una sorpresa y cada usuario un mundo, según su
potencia, consumo o ayudas (bono social). Y el mercado eléctrico sigue estando descontrolado:
las empresas imponen su mix de producción
y sus precios, como un verdadero oligopolio,
sin transparencia.
De hecho, pagamos la
luz más cara porque el mercado
no funciona bien (las eléctricas
cobran más de lo que deben por los kilovatios
que producen sus centrales hidráulicas y nucleares, un sobreprecio que les
garantizó Aznar
en 1997) y porque además pagamos en el
recibo muchos otros
costes extras, que debían suprimirse o cargarse al Presupuesto: subvenciones al transporte y a la
distribución, compensaciones a las grandes industrias consumidoras de
electricidad, el parón nuclear, las primas a las renovables (y a las energías
tradicionales), las ayudas a la producción de luz en las islas, el bono social
y el pago de la deuda
eléctrica (23.000 millones que “debemos”
a las eléctricas, una hipoteca a 15 años que nos supone una media de 3
euros extras en cada recibo). Y también porque estamos pagando el doble de centrales de las que necesitamos, ya que
la potencia instalada duplica con creces el consumo (hay una “burbuja
eléctrica”). Y así pagamos en el recibo por mantener abiertas centrales
de gas que apenas funcionan.
Un desmadre
al que el Gobierno Rajoy no quiere poner
coto (ni antes Zapatero), porque sería
recortar ingresos a las poderosas
empresas eléctricas, las
más rentables de Europa, que incluso aumentaron
un 32,6% sus beneficios en 2013 (ganaron
4.187 millones), gracias a un regalo
fiscal (devolución en sociedades por actualización de balances). Y mientras,
los usuarios seguimos pagando
de más en el recibo, sea con el sistema que sea. Y también las empresas:
se ahorran en salarios pero pagan un
20% más que las europeas por la electricidad, en perjuicio de su competitividad y el empleo.
Al final, sólo hay una
solución: hacer una auditoría
de costes transparente, para
que paguemos por la luz lo
que efectivamente cuesta, quitando
ayudas y subvenciones
injustificadas (a las centrales nucleares y termoeléctricas, al
transporte y la distribución, a los grandes consumidores) y pasando otras al Presupuesto (islas, bono social, renovables). Y cerrando las centrales que no hagan falta,
además de fomentar
las renovables (eólica, solar e hidroeléctrica), una energía que a la larga
es más barata (y sostenible). Si no,
seguiremos pagando
de más, aunque unos meses suba la luz y otros baje. Un abuso.
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