Google, la puerta de Internet para el 98% de internautas
españoles, ha dado un gran salto, con la mejora
y lanzamiento de nuevos servicios:
redes sociales, mensajería y
videoconferencia, fotos, móviles, juegos, mapas, pagos, música y vídeos de pago.
Busca competir mejor con Apple, Facebook,
Twitter, Skype, Spotify, PayPal y
cientos de empresas que no tienen su potencial, asentado en el buscador y unos servicios abiertos y gratuitos. Google busca más usuarios y más tráfico, para ampliar su negocio
básico: vender publicidad. Su acción ha multiplicado por diez su valor, aunque apenas paga impuestos, ni en España ni en Europa. Está siendo investigada por la Comisión Europea,
por discriminar a sus competidores. Y está abierta otra investigación, en España (APD) y en toda Europa, por el uso que hace de nuestros datos. No se entiende Internet sin
Google, pero su poder, sus métodos y su opacidad dan miedo. Ojo al “mundipolio”.
enrique ortega |
En septiembre pasado se cumplieron 15 años desde que dos estudiantes de Stanford (USA) pusieran en
marcha Google, el buscador que es la puerta de entrada a la Red del 83% de internautas del mundo (65% en EEUU, 95% en Europa y 98% en
España). En estos años, Google se ha dedicado a ofrecer servicios abiertos y gratuitos a estos usuarios, con un claro objetivo: vender publicidad. Y venderla
como nadie, porque Google conoce todo de los internautas y puede
ofrecer a las empresas una publicidad
segmentada y eficaz, tanto en su buscador (Adwords) como canalizada a través de millones de webs (AdSense).Google controla el 44%
de la publicidad online (el
50% en España).
Google se ha
convertido en el paladín de un Internet abierto y de contenidos libres porque
cuanto más tráfico haya y más usuarios,
más publicidad vende. Por eso, defiende
“la libertad en Internet”, apoyando a los activistas anti-copyright, para
no limitar tráfico y accesos ya que un
tercio de los contenidos de Internet son “piratas”,
según revela el excelente libro “Parasitos”,
de Robert Levine: Google sabe que su motor de búsqueda funciona mejor cuando
el contenido es gratuito y sin restricciones. Y así vende más publicidad.
También en webs que enlazan vídeos, música, películas, libros o partidos piratas,
aunque esto hunda a los creadores.
Google dio un gran salto en 2007, con el
lanzamiento de Android,
un sistema operativo libre para móviles y
TV en Internet, que han incorporado ya la mayoría de smartphones (73%) y que funciona como “un caballo
de Troya”: Google no gana dinero
con Android pero los móviles ofrecen servicios que dan dinero a Google:
búsquedas, You Tube, mapas, servicios proximidad… Ahora, en mayo, Google ha presentado en San Francisco
un amplio catálogo de servicios
gratuitos, nuevos y mejorados, que buscan
lo mismo: atraer más usuarios a su
plataforma y con ello, vender más publicidad. Y competir
mejor con empresas tecnológicas como Apple, Facebook, Twitter, Instagram, Flick,
Skype, Spotify, Sony, Nintendo, Microsoft, Bing, PayPal, Waze, FourSquare y
muchas otras, gracias al tremendo poder que le da su buscador.
Los primeros cambios
los hace para mejorar el buscador:
búsqueda por voz y ampliación del servicio Google Now. Otros, para mejorar su red social, Google+,
con nuevo diseño y más contenidos multimedia, además de hashtag automáticos y mejora
del servicio de fotos.
Creará también un Centro
de juegos (tras anunciarse consolas
con Android) compatible con todos los dispositivos y que permitirá
sincronizar partidas “en la nube”. Mejora su servicio de mapas,
con 3D, personalización y ofertas ligadas a la ubicación del usuario (más
publicidad dirigida). Crea un servicio de mensajería,
Hangouts, que permitirá mensajes de
texto, fotos y videollamadas. Venderá
sus propios móviles
S4 Google. Y lanza, de momento en EEUU, el sistema de pago
online, integrando Wallet y Gmail. Además, ha lanzado dos servicios de pago: uno en YouTube
(por una suscripción de 0,99 a 4,99 dólares, ofrece hasta 53 canales) y el otro, Google
Play Music , con una suscripción mensual de 9,99 $ (como Spotify) que
da acceso en streaming a millones de
canciones. Y además vende libros (e-books)
en Google Books.
El otro gran salto
lo dará con Google TV, un servicio para
acceder a Internet desde el televisor (con el sistema operativo Android), que Google ha cedido para que se instale en televisores
Sony, reproductores Blu-Ray y descodificadores,
como otros “caballos de Troya”: el usuario verá películas o vídeos o juegos (legales o piratas), y se conectará a Internet o con sus amigos cómodamente
en su sofá, pero… viendo los anuncios de
Google.Y el siguiente en octubre, con el lanzamiento de un teléfono inteligente propio, el Moto X, que revolucionará el mercado.
Google va a por todas, a ampliar servicios para aumentar usuarios y
vender así más publicidad. Una estrategia que los inversores cotizan al
alza, con la acción camino
de los 1.000 dólares (salió a 85$ en agosto 2004) y con el gurú George
Soros
saliendo de Apple y comprando Google, la cuarta
empresa norteamericana por valor en Bolsa, con 50.175 millones de dólares
de negocio y 10.737 millones de beneficio
neto en 2012.
Y eso, tras apenas
pagar impuestos en el extranjero: sólo 248 millones de dólares en 2011, un
3% sobre beneficios ((frente a 2.341 millones pagados en EEUU, un 49%), gracias
a su ingeniería
fiscal en Europa: factura a
través de Irlanda, donde apenas paga porque envía sus ingresos (a través de Holanda, para aprovechar exenciones
fiscales) a su filial en el paraíso fiscal
de Bermudas. Por ello tiene abierta una investigación fiscal en Francia,
Gran
Bretaña y España,
donde algún experto estima que se han “ahorrado” 300
millones en impuestos.
Google está también
bajo investigación en Bruselas, tras haberse salvado en
EEUU (enero 2013) de una investigación
por posición dominante en los anuncios
de banners y abrirse otra (mayo 2013) para investigar si favorece sus propios
servicios en las búsquedas, algo
que también investigan Canadá, Argentina,
Corea y Europa. La Comisión
Europea lleva dos años y medio investigando las denuncias de Microsoft y
otras 20 empresas tecnológicas por presunta discriminación: achacan
a Google que utiliza dos algoritmos en su buscador, uno
para sus servicios y los de sus anunciantes y otro para los demás competidores,
que salen más abajo en las búsquedas. Y acaban de presentar (mayo 2013) otra
denuncia por búsquedas en móviles.
Todavía hay otra
investigación más sobre Google: la que realizan los 27 países de la UE tras acusarles
de incumplir
la normativa europea de protección
de datos, más desde que en marzo de 2012 unificaron los datos de sus 60 servicios, con lo que ahora tienen una foto más completa de lo
que hacen sus clientes en Internet. La Agencia Española de Protección de
Datos (APD) inició en abril actuaciones previas de investigación
a Google, como el resto de Agencias europeas, que van a investigar
país a país porque falta (también
aquí) una Legislación comunitaria sobre
privacidad, que se
debate en la Eurocámara.
Google se defiende
diciendo que cumple las normas fiscales, de competencia y privacidad y apoyándose en los internautas, como abanderada de la “libertad en Internet” y
los sistemas abiertos y gratuitos, frente a las plataformas cerradas o de
pago como Apple. Un debate
que está hundiendo la industria de
contenidos, desde la música y el cine
al periodismo,
y que va a “descapitalizar” Internet: si los creadores y las empresas de contenidos no cobran por su trabajo, se
devaluarán los contenidos y con ello Internet. Eso sí, Google seguirá
ingresando.
Al final, Google
ha conseguido tener una posición dominante en nuestras vidas,
orientando lo que compramos, lo que
vemos, lo que oímos y lo que leemos. Y sabiendo todo de nosotros, por las
búsquedas, los correos, las compras o las llamadas. Google no es
gratis: le pagamos con la
información que le damos cada vez que usamos sus servicios. Y no sabemos
cómo la utilizan ni cómo la “venden”. Ni cómo compiten. Es una empresa muy opaca.
Nadie puede imaginar
Internet sin Google, una empresa que ha
mejorado la vida de millones de personas y que permite informarse y comunicarse, como yo con este blog. Pero se ha convertido en un monopolio mundial, un “mundipolio”,
con escaso control y transparencia y
con una operativa que hunde otras
empresas tecnológicas y a una parte de los creadores
y la cultura. Son demasiado poderosos
para estar tan descontrolados. Dan
miedo.
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