Hoy hace tres años, el 12 de mayo de 2010, Zapatero
presentó en el Congreso el primer paquete
de recortes de la democracia,
presionado por Bruselas tras el
rescate de Grecia. Después, Rajoy ha
hecho cinco ajustes más y España pasó
de crecer a una recesión que dura año y medio y podría
continuar en 2014. Tenemos 6,2 millones de parados
y no se creará empleo neto hasta 2015. Esta política de austeridad, forzada por Alemania y los fundamentalistas
de Bruselas, ha llevado a Europa a
dos años de recesión (2012 y 2013), mientras EEUU, Japón y los países emergentes salían de la crisis. El FMI y algunas voces europeas piden acabar con la austeridad y reanimar las economías, pero Alemania se niega, al menos hasta pasadas sus elecciones de septiembre. Entre
tanto, crece la tensión social y las desigualdades entre norte y sur.
Y la mayoría de ciudadanos desconfían de
Europa. La austeridad ha fracasado estrepitosamente. ¡Cambien ya ¡
enrique ortega a partir de Saul Bass |
Todo empezó en octubre
de 2009, cuando el socialista Papandreu
desveló que el Gobierno conservador de
Karamanlis había manipulado las estadísticas de Grecia
(con ayuda de Goldman
Sachs) para entrar en el euro y que el déficit
era del 12,7% (luego el 13,6%). Eso desató una tormenta en los mercados,
que Bruselas no atajó, porque Merkel
se negó a que Alemania y Europa pusieran
dinero para salvar a Grecia. Tras seis
meses perdidos sin tomar medidas,
la
crisis se contagió a la Europa
del sur y los dirigentes europeos se vieron obligados, en mayo de 2010, a rescatar a Grecia y aprobar un Fondo
de 750.000 millones para salvar a los países del euro. Y en esa fatídica Cumbre, la noche del 8 al 9 de mayo, presionaron a
Zapatero para que hiciera un gran ajuste: eso o caer en manos de los mercados y el rescate.
El 12 de mayo, Zapatero fue al Congreso y anunció
los recortes que rompían con sus
tímidas (e inútiles) medidas de
reactivación tomadas en 2009. Un tijeretazo
de 15.000 millones en año y medio (Bruselas quería 30.000), con un alto coste social y económico: congelar
pensiones, bajar 5% sueldo funcionarios, quitar cheque bebé, subir impuestos y
recortar inversión pública. Año y medio después, Rajoy toma el relevo y profundiza
los recortes, cinco en 16 meses
(el último, en
abril), un ajuste de 60.000 millones: subida impuestos, congelación
sueldos funcionarios, despidos públicos y supresión extra de Navidad, recortes en desempleo, pérdida poder adquisitivo pensiones, recortes drásticos en sanidad, educación, dependencia y gastos
sociales, bajada de salarios y desplome
de la inversión
pública (-50%). Y anuncia a Bruselas otro ajuste de 3.000 millones para 2013.
Resultado: caen
los ingresos de la mayoría de españoles, desplomándose
el consumo,
y los recortes del gasto y la inversión pública hunden más la demanda y la inversión, provocando cierre
de empresas y la pérdida de 1,8
millones de empleos en estos tres años. Y la economía, que se estaba recuperando (-0,3% en
2010 y +0,4% en 2011) volvió a caer en
recesión y llevamos ya 6 trimestres consecutivos de caídas, que seguirán en 2013 (-1,3%). Y la recesión podría continuar
en 2014, según temen el FMI,
la UE y otros expertos.
Sin olvidar que hay ya 6,2 millones de
parados (el 27,16%) y el Gobierno
espera no crear empleo neto hasta 2015 y terminar la Legislatura con
el 25,8%
de paro (3% más).
Tantos sacrificios y tan alto coste para que el
gran objetivo, recortar el déficit público, no se haya
conseguido apenas: tras intentar el Gobierno “hacer
trampas” (retrasando devoluciones),
quedó en
el 7% en 2012 (10,6% con las
ayudas a la banca), el más
alto de la UE-27. Y Rajoy ha recortado el déficit del Estado (con la SS) sólo
-0,12% (del 5,20 en 2011 al 5,08% en 2012), menos que Zapatero, que lo rebajó
-0,69% (del 5,89 en 2010 al 5,20% en 2011), a pesar de hacer el
triple de recortes. La
verdadera rebaja del déficit la han hecho autonomías (-1,55%) y Ayuntamientos (-0,30%), a costa de cargarse
la sanidad, la educación, la Universidad y los servicios públicos y sociales. Eso es porque con recesión, cae mucho la recaudación y no
vale con los recortes. Lo mismo pasa con la deuda pública: ha subido del 68,7% del PIB (2011) al 84,2% (2012) y
llegará al 99,1% (2015). El propio FMI
lo advirtió en octubre: las políticas
de austeridad no reducen la deuda sino que la elevan. Porque crecen los intereses (36.000 millones en
2013) y caen los ingresos y el PIB.
Es el balance de tres
años de ajustes. Rajoy
insiste en que estamos mejor, porque
España ha evitado el rescate y los mercados vuelven a financiarnos, con la prima de riesgo por debajo de 300 (en julio de 2012 llegó a
638). Es cierto, pero no por mérito del
Gobierno, sino por varios factores
externos: intervención del BCE
en julio y confianza de los mercados
en que bajarían los tipos en Europa y se suavizarán las exigencias de déficit
en España, Portugal y Francia. Y, sobre todo, porque hay mucha liquidez en el mundo, dinero que busca la alta rentabilidad
de la deuda española: 4,25% a 10
años, frente al 1,71% del bono USA, el 1,54% del británico, el 1,17% del alemán
o el 0,55% de Japón. Pero el miedo
puede volver en cualquier momento a
estos inversores, porque España
tiene un dato que nos hace muy
vulnerables, como reconoció el ministro de
Guindos: el 27,18% de paro,
que puede provocar más crisis bancarias, un
alto déficit y alargar la recesión, haciéndoles temer que no podamos pagarles.
La austeridad
impuesta hace tres años por Merkel y los fundamentalistas
de Bruselas, utilizando
la presión de los mercados para “castigar al sur derrochador”, se ha
saldado también con un balance nefasto para Europa. Por
un lado, con tres rescates y medio más: Irlanda (noviembre 2010), Portugal
(abril 2011), España (rescate
bancario junio 2012) y Chipre
(marzo 2013), con Eslovaquia en
espera. Por otro, con dos
años de recesión en la eurozona (-0,4% en 2012 y -0,3% en 2013), que ha contagiado
no sólo a Italia (-2,1% y -1,5%),
sino incluso a las economías más fuertes, como Francia (+0,2 y -0,1%), Holanda (-0,5 y 0,4%)
o Gran Bretaña (-0,1 y 0,7%), llegando a la
poderosa Alemania (cayó -0,5% a finales de 2012). Y todo
ello ha agrandado las desigualdades norte-sur, con una Europa a dos
velocidades donde las empresas españolas o italianas se
financian al 6% mientras las alemanas lo hacen al 3,5% y las
francesas al 3,75% (en 2010, todas
pagaban lo mismo, entre 4,5 y 5%). Y con 26,5 millones de parados en Europa (3,5 millones más que hace tres años), un paro también desigual, que va del 5,4% de
Alemania o el 12,1% de la UE al 27,2% de
Grecia.
El problema, reiterado
por el FMI, es que Europa, por
culpa de la austeridad a ultranza, es un obstáculo para que el mundo salga de
la crisis, ya que decrece (-0,3%
para 2013) cuando EEUU (+1,9%), Japón (+1,6%) y los países emergentes (+5,3%) crecen. Por eso, el resto del mundo
pide a Bruselas que suavice
la austeridad, porque hasta el
FMI demostró técnicamente en octubre que los recortes excesivos llevan a la recesión. De momento, Bruselas ha aceptado abrir
la mano con los déficits de España y Francia (2
años más, hasta 2016, para el 3%), más Portugal
(1 año extra de margen). Y la reciente bajada de tipos del BCE (al 0,5%), con escaso impacto real . Pero Merkel
no quiere ir más allá, no quiere oír hablar
de gastar más (pedirle más dinero a los alemanes) hasta que pasen sus elecciones de septiembre (que ganará). Y ni Hollande
(un bluff), ni Letta
ni Rajoy
tienen peso político ni poder para llevarla la contraria.
Mientras, Europa
sigue en recesión, destruyendo empleo y se va a perder 2013 sin tomar medidas efectivas. Hace falta un nuevo
Plan Marshall de inversiones públicas financiadas con eurobonos, mayor liquidez del BCE
para abaratar y movilizar el crédito, un Plan
de empleo juvenil europeo, reanimar
el consumo y las importaciones en Alemania y norte de Europa y, sobre todo,
implantar eurobonos y un BCE que defienda a los países más
débiles de los ataques especulativos de los mercados, que están pidiendo una Europa que crezca
para que les asegure mejor cobrar sus inversiones.
Al final, España sola
no puede hacer mucho para salir de la recesión: hay que presionar a Alemania y a los conservadores de Bruselas, en la Cumbre de junio para que
Europa apueste por la recuperación. Mientras tanto, España tiene que aplicar otra política, con cuatro patas:
gastar más en políticas de empleo (formación y
reciclaje de parados), relanzar el consumo
(frenando la caída de salarios) y el
crédito, apoyar la recuperación
empresarial (en la
industria, la tecnología,
las exportaciones
y el turismo)
y recaudar
más para financiar esta reactivación y a la vez reducir el déficit.
Tres años después,
la austeridad a ultranza se ha revelado no sólo inútil sino un suicidio
para la economía de Europa y España,
con un alto
coste social para los ciudadanos, que ahora desconfían mayoritariamente
de Europa, amenazada por el populismo (Italia, Reino Unido) y la extrema derecha (Francia, Grecia, Hungría y Finlandia). No puede consentirse que una minoría
de políticos y “expertos”, a los que ciega su ideología,
nos impongan seguir hacia el abismo. ¡Basta
ya ¡
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