El escándalo de las preferentes ha desvelado la escasa formación económica de muchos españoles.
Pero esa no es la peor consecuencia. Muchos políticos y “expertos” se
aprovechan de la incultura económica para imponer una falsa idea: si estamos en crisis es porque hemos vivido “por encima de
nuestras posibilidades” y no por la
especulación financiera que estalló en 2008. Y nos recetan austeridad y sacrificios (además de
paciencia) para salir de la crisis, aunque esa política nos condene al paro y la recesión. Es urgente mejorar la formación
de los jóvenes, que hoy sólo estudian economía en Bachillerato.
Y la de sus padres, con formación y
reciclaje para ocupados y parados. Y mejorar
la información económica en los medios, con más objetividad y
profesionalidad, sobre todo en Internet y las redes sociales, alérgicas a
la economía. O nos formamos mejor o nos seguirán engañando. Saber de
economía es clave para nuestra vida.
enrique ortega |
La Gran
Recesión, que estalló en septiembre de 2008, ha disparado el interés por la
economía como nunca en las cuatro
crisis anteriores (1.973, 1979, 1981 y 1993). De hecho, es la información que
más interesa al 74,5% de españoles,
según el Barómetro del CIS de marzo.
Interesa, pero es la que tiene menos
credibilidad: es la única que suspenden
(4,8 puntos) junto a la información política (4 puntos). Y eso hace sentir a la mayoría impotentes: la crisis es lo que más nos preocupa, pero no sabemos entenderla
ni cómo saldremos de ella.
Muchos españoles, conscientes de su “incultura económica” se ven víctimas de ella. Unos, como los
400.000 inversores
en preferentes
de bancos y Cajas, porque sienten que les han engañado por no saber de economía.
Otros, porque creen que “la crisis es un
poco culpa de todos”, porque no hemos sabido gestionar nuestro dinero y nos
hemos endeudado por demás. Y que por eso, por
haber “vivido
por encima de nuestras posibilidades”, estamos en crisis. Y algunos
creen que si hubiéramos “sabido más de economía”, no
estaríamos así.
Todo esto es falso.
Primero, los que “sabían” de economía no
olieron la crisis: ni el FMI (con
Rato
de director gerente, que tampoco olió
la de Bankia)
ni la OCDE, ni la Reserva Federal o el BCE, ni los grandes gurús económicos, financieros o empresariales. Segundo, la crisis
estalló porque una mayoría de bancos de
inversión y especuladores inundaron EEUU
de hipotecas basura y bonos complejos
que inocularon la crisis al resto del
mundo, como se explica bien clarito en el libro “La
gran apuesta”,
de Michael Lewis. Y en la película Inside
Jobs. Y eso llevó a los países a gastarse millonadas en salvar a sus bancos,
primero, y a intentar paliar las consecuencias de la crisis después, elevando
el gasto público y los déficits. No fueron los déficits los que trajeron la
crisis (España tuvo superávit hasta 2008), sino la crisis la que trajo los
déficits.
Y en vez de reanimar
la economía, como EEUU, Japón, China o Brasil, Merkel y los fundamentalistas de Bruselas, nos impusieron la austeridad,
una medicina que ha matado al enfermo,
provocando la recesión
más larga en la historia de Europa y 6,2 millones de parados
en España. En lugar de decir la verdad, que la crisis está motivada por un fallo del sistema financiero
desregulado y por la codicia,
recurren al moralismo
y culpan a los países del sur y a sus ciudadanos de “vivir por encima de sus posibilidades”, de no saber gestionar sus
economías. El anterior presidente del Bundesbank puso incluso una metáfora:
somos como alcohólicos
a los que hay que desintoxicar. No decía que el alcohol nos lo habían vendido
ellos (sus bancos) y que la policía (ellos
y el BCE) miraba para otro lado mientras nos inundaban de alcohol (crédito).
Al final, la moralina es que debemos cumplir
la penitencia de la austeridad porque somos culpables de la crisis. Una
mentira que por mucho que se repita no puede convertirse en verdad. Pues
no, los culpables son ellos, que en EEUU y en Europa, aceptaron la desregulación de los mercados financieros que
nos ha llevado a este desastre, con los bancos de inversión ganando
dinero otra vez mientras crece
el paro y la pobreza en Occidente. Sus tesis, las del 1%, se han impuesto al 99% restante, como explica el Nobel
Stiglitz, con la ayuda de políticos
conservadores, “expertos”
cargados de ideología y medios
de comunicación medio quebrados. Y
también, gracias a la escasa formación económica de la mayoría de la
población, una de las más bajas de la OCDE.
En España, la mayoría de la gente (incluso con la
crisis) tiene cierta “aversión” a la
economía, temor a lo desconocido, que parece
muy complicado, porque los
economistas lo han hecho complejo con sus tecnicismos (como los médicos),
quizás porque explicar la economía a lo
claro y que se entienda no interesa
al poder económico (ni al político). La consecuencia es que ha resultado más fácil engañar a los ahorradores, no sólo a los de preferentes:
millones de pequeños inversores en Bolsa llevan varios años sin
cobrar dividendos (cobran en acciones, en
“papelitos”), con los Consejos
de bancos y empresas haciendo y deshaciendo a sus espaldas, y millones de clientes de bancos pagan cada día comisiones
sin darse cuenta y reciben por sus depósitos la décima parte del interés que les cobran por un préstamo. Y lo peor, nuestra incultura económica nos ha
llevado a dedicar el 80% del ahorro a comprar
piso (el otro 20% está en depósitos), descuidando
ahorrar
para una futura pensión privada.
Y ahora, nos encontramos con hipotecas
impagables, pisos
que valen la mitad y pensiones
públicas en el alero… Mal negocio.
Hay que apostar como
país por mejorar nuestra formación
económica, una asignatura pendiente
como los idiomas.
Desde la LOGSE (1990-95) mucho se ha avanzado con los jóvenes, que tienen Economía en 1º y 2º de Bachillerato
(obligatoria para los de Humanidades y Ciencias Sociales y optativa para los de
Ciencias y Tecnología). Pero habría que empezar
antes, porque los niños saben los
jugadores de fútbol o las marcas de coches pero no por qué su padre está en paro. Educación, el Banco de España y la CNMV pusieron en marcha en 2010 una experiencia
piloto para impartir educación
financiera (no económica) en 3º y 4º
de la ESO, que siguen este curso 20.000 alumnos en 411 centros. Pero habría que generalizarlo, lo que parece
más difícil con la reforma Wert, que
deja menos margen a la formación trasversal.
Ahí está el ejemplo del Reino
Unido, que acaba de aprobar la inclusión de economía y finanzas en la
educación de los niños de 11 a 16 años
para septiembre de 2014.
No basta con enseñar economía a niños y jóvenes. Hay que
reciclar
a sus padres, con cursos de formación económica para
parados y ocupados, con temas que nos afectan cada día: trabajo y formación, consumo, ahorro,
crédito e inversión (fomentando otros
intermediarios: en España, el 90% de los productos financieros los comercializan
los bancos), planes de pensiones y economía de la salud, la educación, la dependencia y los servicios
sociales. Ayudarles a tener criterio, a gestionar su economía familiar, a entender la recesión y las
recetas que se dan, a no auto inculparse de la crisis. El
problema es aprender economía con objetividad, algo muy difícil con la
mayoría de políticos, economistas
y medios dedicados a una cruzada para defender
la austeridad. Y hay que “poner interés”, esforzarse, porque la mayoría de internautas siente alergia a la economía, más en las redes sociales: los temas económicos no son trending
topics.
Saldremos de esta
crisis, más tarde que pronto, pero antes o después volverá otra, como ha sucedido antes. Y nos pillará mejor preparados si tenemos más conocimientos de economía. Nos
defenderemos mejor. Y votaremos también mejor la próxima vez, sin que nos
engañen con propuestas imposibles de cumplir. Y entenderemos mejor lo que nos
pasa. Porque la economía está en la base del poder y de toda nuestra vida. Casi
todo es economía. Aprendamos.
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