El Gobierno Rajoy
va a cerrar antes del verano 27 líneas de trenes regionales y 172 estaciones, sobre todo en Castilla y León, Aragón y Andalucía,
perjudicando a un millón de usuarios.
Además, va a reducir frecuencias, quitando uno de cada cuatro trenes
regionales. Todo para ahorrar 26 millones de euros este año, lo que cuesta un
solo kilómetro del AVE. Como
ya hizo el Gobierno socialista en 1985, Rajoy sigue desmantelando la red ferroviaria, que pierde viajeros cada año por falta de
inversiones y de una oferta atractiva. Mientras, se han gastado 46.000 millones en la burbuja del AVE, que duplicará sus
kilómetros aunque vaya medio vacío.
Hace falta una política que fomente el uso de trenes normales
(pero modernos y rápidos), para viajeros
y mercancías, que ayude a ahorrar energía y a cohesionar España, no a
aislarla. Y más ahora que el tren se va
a privatizar para llevar pasajeros desde el 31 de julio.
enrique ortega |
El primer recorte a los trenes lo hizo Franco, en 1964, cerrando 200 kilómetros
de vías deficitarias por presiones del Banco Mundial. Pero el gran tajo se lo dio el Gobierno
de Felipe González, que cerró, en
enero de 1985, 2.484 kilómetros de
líneas férreas (un 20%), argumentando que eran deficitarias. Ahora, el Gobierno
Rajoy ha aprobado el tercer gran recorte: cierre de un 20% de líneas regionales y 172 estaciones. Y además, revisará cada dos años estas líneas de media
distancia, lo que no descartan más
cierres en el futuro.
El abandono del
ferrocarril en las tres últimas décadas, junto al auge del coche y el autobús, han llevado a una penosa
situación económica de los trenes
regionales: de 118 líneas de media distancia, casi la mitad (52) funcionan con menos del 15% de ocupación y sus
ingresos sólo pagan el 16% del coste, con lo que generan un déficit anual de
34,1 millones. En conjunto, las líneas
regionales, que usan 32,5 millones
de viajeros, sólo cubren un 40% de sus costes y pierden 275 millones al año. Y de
sus 677 estaciones
hay 172 donde no pasa ni un viajero al día y otros 163 que las usan sólo entre
uno y cinco pasajeros diarios. Un servicio
ruinoso, con líneas como la de Puebla
de Sanabria-Orense, donde por cada viajero que sube al tren (y paga
11,10 euros), el Estado paga 371 euros.
Esta penosa situación
ha llevado al Gobierno Rajoy a decidir
por decreto el cierre, antes de junio, de 27 de las 118 líneas regionales, lo que afectará a un millón de
pasajeros, salvo que las autonomías
o Ayuntamientos quieran financiar el servicio (algo difícil). La mayoría de
cierres se concentran en Castilla
y León (líneas Madrid-Segovia, Puebla de Sanabria-Orense,
Salamanca-Ávila, Valladolid-Reinosa, Valladolid-Palencia-Burgos,
Valladolid-Medina del Campo, Miranda de Ebro-Logroño, Miranda-Pamplona,
Ponferrada-Valladolid, Ávila- Valladolid, Miranda-Valladolid,
Ávila-Medina-Valladolid y Arcos del Jalón- Guadalajara), Aragón
( Zaragoza-Ariza, Zaragoza-Mora, Calatayud-Zaragoza, Caspe-Barcelona y
Huesca-Valencia), Andalucía
(Huelva-Zafra, Ronda-Algeciras, Granada-Linares-Baeza, Córdoba-Bobadilla y
Sevilla-Llerena), Extremadura (Plasencia-Badajoz y Puertollano-Zafra) y Levante (Cuenca-Valencia y
Valencia-Teruel). Además, se cierran 172
estaciones.
Pero eso no es todo. Quizás afecte más la reducción
del servicio en toda la red regional, con la supresión de 779 trenes semanales, casi uno de cada cuatro (23,1%),
una reducción del servicio que se notará
más en Extremadura (-60% trenes),
Asturias (-44%), Cantabria (-33%), Castilla y
León (-30%) y Aragón (-28%). Para
paliar
los cierres y el paso de menos trenes, Renfe hará más paradas con trenes
de largo recorrido y cercanías y contratará autobuses. Pero no podrá evitar
que muchas capitales (Huelva,
Almería,
Jaén,
Ourense,
Teruel…)
y ciudades (Zafra, Plasencia, Medina, Miranda…) queden ahora más aisladas por tren.
Y todo para conseguir un
ahorro de 25 millones en 2013
(51 en 2015), menos de lo que ha costado un solo kilómetro de la línea de AVE de Barcelona a la frontera francesa (3.700 millones invertidos, sin
incluir estaciones, para 131 kilómetros), inaugurada por Rajoy en enero. Y es
que España lleva 20 años engordando la burbuja
del AVE, en la que nos hemos gastado 46.000 millones de euros para ser líderes mundiales (salvo ahora China), con 2.203
kilómetros en servicio a los que se unirán otros 2.294, porque falta
inaugurar el AVE a Alicante
(para San Juan), a Galicia y al País Vasco (2018), obras que se están llevando el 84% del presupuesto
total de España en ferrocarril. Y no es sólo que no queden fondos para las
líneas regionales, sino que además, el AVE
genera un doble efecto regresivo en el resto de trenes: les acaba fagocitando y además sus vías de alta velocidad impiden el uso
mixto (viajeros y trenes de mercancías), lo que no han hecho otros países
(que han optado por trenes de velocidad
alta, de 180 a 250km/h, cuyas vías permiten también el paso de mercancías).
Y encima de ser carísimos y copar casi toda la inversión, los AVEs van medio vacíos (45%
asientos libres).
Los trenes “normales” llevan treinta años deteriorándose,
por falta de inversiones, mantenimiento y
política comercial, en beneficio del autobús y el coche particular. En vez
de ir de recorte en recorte, habría
que poner las bases para que los
españoles subieran más al tren. Y eso pasa por modernizar las líneas (tenemos menos doble vía que Europa), mejorar el servicio y los horarios (si
se tarda 2 horas en ir de Madrid
a Segovia en tren normal, nadie va), establecer tarifas y descuentos y hacer una
política comercial agresiva, apoyada en los trenes Avant o Alvia, que circulan a 180-250 km/h (van en 4 horas de Madrid a Pamplona, más rápido que en coche). Más y mejores trenes regionales y menos
AVEs.
Hay que fomentar el uso del tren y no recortarlo por
tercera vez. Primero, por
razones energéticas: España es uno de los países europeos más dependientes
del petróleo y hay que bajar la factura
energética (125 millones de euros al
día). Segundo, por eficiencia
económica: es más barato transportar mercancías
por ferrocarril y en España sólo van por tren un 4%, frente al 18% en
Europa (y el 22 % en Alemania). Y también lo usan menos viajeros: un 5,4%
frente al 7,5% en Gran Bretaña o el 7,8% en Alemania. En tercer lugar, el tren
es un elemento de cohesión y vertebración regional: cuando se cierran líneas, las
comarcas se mueren.
Pero el Gobierno sólo
ve a corto plazo, en cómo rebajar el déficit de Renfe (-450 millones en
2011,sumandole el déficit de FEVE y ADIF) y quitarle las líneas regionales menos atractivas para que pueda competir
mejor a partir del 31 de julio, cuando se
liberaliza (por dos simples decretos
leyes) el transporte de viajeros por
ferrocarril: cualquier compañía , no sólo Renfe, podrá transportar viajeros
por las vías españolas, como ya hacen
con las mercancías (desde 2006) 14
compañías privadas (8 de ellas, de grandes constructoras).
Todo indica que la pelea
entre Renfe y las privadas que vengan (incluida la francesa SNCF) se centrará en las líneas de AVE y en los grandes trayectos, en lo mollar, no en las líneas
regionales (salvo que consigan subvenciones de las autonomías, como Ryanair
y los vuelos
low cost). Y los sindicatos
temen que la liberalización del tren
traiga despidos (10.000 de
30.000), subidas de precios y peor servicio (como ha pasado con la luz, los carburantes y el teléfono).
Hay que salvar
el tren, no cerrarlo. Y para
eso, hay que gastar más en trenes
interiores y menos en AVEs faraónicos. Y conseguir que la gente suba al tren, porque sea atractivo. Se puede y se debe. Porque cerrar vías
se suma a cerrar
escuelas, centros
de salud, carteros
rurales, cines,
servicios
y ahora Juzgados
y Ayuntamientos.
Desmantelar más las zonas rurales, profundizar en las dos
Españas, una más aislada,
ahora también por tren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario