Uno de cada cuatro jóvenes españoles ni estudia ni trabaja, un 50% más que
en la OCDE. Son la generación “ni-ni”: casi
2 millones de jóvenes de 15 a 29 años. Dejaron
los estudios con el boom del turismo y la construcción y ahora están sin trabajo y les cuesta volver a estudiar.
España tiene la segunda mayor tasa de abandono escolar de la OCDE y la segunda mayor tasa de paro juvenil de Europa.
Urgen planes para que muchos “ninis” vuelvan a las aulas, porque
tienen menos formación que los jóvenes
europeos. Y Bruselas ha pedido a
España un plan urgente de empleo juvenil, que no llega. Sólo recortes en
educación y en formación a los parados, subida de matrículas y una reforma educativa que va a expulsar a
más jóvenes de las aulas. Hay que buscarles
una salida ya.
Antes de esta crisis,
España tenía menos
“ninis” que Europa: un 13,8% (18-24 años) frente al 14,9% de la UE-27. Y
eso porque toda una generación de
jóvenes españoles habían dejado las aulas para trabajar en la construcción,
el turismo y la hostelería, al amparo del boom:
en 1.997, un 34% de los jóvenes (15-29
años) trabajaba. Pero, al estallar la crisis, estos jóvenes fueron los
primeros que se
fueron al paro, al pinchar la
burbuja inmobiliaria, ayudados por su baja
formación y sus contratos temporales
(los tenían el
60%, el doble que en Europa).
Con ello, a partir de
2007, los ninis dan un salto y España
se convierte en el quinto país europeo
con más jóvenes (18-24 años) que ni
estudian ni trabajan: un 23,1% en
2011, muy por encima de la media
europea (16,7%) y sólo por detrás de Bulgaria (27,9%), Italia (25,2%), Grecia
(24,4%) e Irlanda (23,9%). Y si abrimos más el abanico de edad (15 a 29 años), España es el segundo país de la OCDE
con más “ninis”, tras Israel
(27%): un 23,7% en 2010, frente al 15,8% de media en los países industrializados.
En total, según el censo 2012, 1.865.000 jóvenes españoles que ni estudian
ni trabajan. Un drama para ellos y sus familias. Y para el país.
España tiene más
jóvenes “ninis” por dos razones que se
suman: más abandono
escolar y más paro juvenil. Somos el
país europeo con más tasa de abandono escolar, tras Malta (33,5%): un 26,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años
han abandonado sus estudios, el doble que en Europa (14,2%). Y la situación es más grave en algunas autonomías:
Andalucía (32,5%), Ceuta y Melilla (32,2%), Castilla la Mancha (31,6%), Murcia
y Baleares (30,7%), resaltando el bajo
abandono escolar en el País Vasco (12%), Navarra (13%),Madrid (19,8%) y
Galicia (20,8%).
Además, somos el país
europeo con más paro juvenil
(15-24 años): un 52,9%, sólo por
detrás de Grecia (53,8%), frente al 22,5% de paro juvenil en la UE (y el 8% en
Alemania). Y lo peor es que tenemos más
paro en todos los niveles de estudios, incluyendo entre los universitarios:
12,3% de paro en España frente al 10,4% en Europa y el 4,7% en la OCDE. Tenemos
más paro juvenil
porque los jóvenes estaban empleados en los sectores que más han sufrido la
crisis (construcción y servicios), pero también porque nuestros jóvenes están peor
formados que los europeos: tenemos
más universitarios (39% entre jóvenes
25-34 años frente al 38% la OCDE), pero también tenemos más jóvenes sin secundaria (29,4% frente al 15,3% la OCDE), menos jóvenes con secundaria superior
(57% frente al 77% la OCDE) y menos titulados
en Formación
Profesional (38% frente al 52% en UE-19).
Al final, es la
pescadilla que se muerde la cola: nuestros
jóvenes están menos formados pero abandonan más los estudios y eso les complica
aún más encontrar trabajo, ya que está demostrado que el
paro se ceba más entre los menos formados (36,8% paro entre los que
tienen estudios básicos y 12,3% entre los universitarios). La LOE 2006 intentó recuperar a los que
salieron de la ESO y la FP, con el sistema
de pasarelas, pero no ha dado muchos resultados, aunque el abandono escolar bajó
en 2011 (del 28,4% al 26,5%), más por la falta de empleo que por una
política de recuperar alumnos en los Institutos,
que es donde se van. Los recortes
en educación (-6.000 millones desde 2010) han frenado muchos programas de recuperación en las autonomías
y también muchos planes de escuelas de
adultos. Ahora, el temor es que la nueva
reforma educativa aprobada por el Gobierno Rajoy, con su sistema de más
pruebas y reválidas, dificulte la recuperación de alumnos y fuerce un mayor abandono escolar de los que
tengan problemas. Además, los recortes
en medios y profesores o la subida
de tasas universitarias no ayudan.
Se impone un Plan
específico para reducir el abandono escolar, en línea con Europa,
cuyo objetivo es bajarlo al 10% para 2020
(lo tenemos en el 26,5%). Y además de recuperar alumnos, sobre todo para la Formación
Profesional, hay que mejorar la formación de los jóvenes parados,
con cursos específicos, lo que choca con los recortes en las políticas activas de empleo. Y luego, hay que buscar fórmulas de contratación que liguen
formación y empleo. En algunas autonomías (Madrid, País Vasco y Comunidad
Valenciana) se han puesto en marcha programas piloto de formación
dual: alumnos de FP estudian en un centro (1/3) y hacen prácticas
en una empresa (2/3), durante tres años, a cambio de un contrato de formación y aprendizaje en que se le pagan 450 euros al
mes. El Gobierno acaba de enviar al Consejo de Estado un Decreto
para cubrir estos contratos de formación-empleo, que podrán utilizar
jóvenes de hasta 30 años.
Es un principio que
puede dar buenos resultados, como en Alemania. Pero hace falta más. La Comisión
Europea acaba de pedir a España
(y a los otros siete países con más de un 30% de paro juvenil: Grecia, Irlanda,
Italia, Letonia, Lituania, Portugal y Eslovaquia) que hagan más esfuerzos para reducirlo, ya que
hay muchos jóvenes en riesgo de exclusión
social y pobreza. Urge un Plan
de empleo juvenil, un Plan de
choque para el que se podrían buscar más
fondos europeos. Pero sobre todo, urge cambiar
de política : con los
recortes se agudiza la recesión, no hay demanda y no hay empleo. Y los
jóvenes (junto a las mujeres y los mayores de 55 años) son los que más lo
sufren. Sin trabajo y sin ganas ni medios para volver a estudiar. Casi 2 millones de jóvenes condenados cada día a
la desesperanza. Una generación
perdida.
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