Los humanos hemos provocado un cambio drástico del clima en la Tierra, con olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas y un aumento del nivel del mar. Pero también somos responsables de que 1 millón de especies (animales, insectos y plantas) estén en riesgo de extinción tras haber desaparecido ya muchas otras, según un reciente informe impulsado por la ONU. Esta pérdida de la biodiversidad preocupa no sólo a ecologistas y muchos jóvenes, sino también ahora a los economistas: la OCDE ha dado la alerta y dice que es la mayor amenaza para la economía mundial. Vamos, que antes de cargarnos el Planeta, nos vamos a cargar la economía, con la destrucción de especies, la tierra, el mar y el clima. Para evitarlo, proponen con urgencia subir los impuestos a quien emita CO2 y gastar 10 veces más en nuevas tecnologías para huir del petróleo y el carbón. Acordar un Plan mundial de inversiones verdes. O eso o nuestros biznietos sufrirán la última Gran Recesión.
La vida en la Tierra está en peligro por culpa del hombre: 1 millón de especies (animales, insectos y plantas), de los 8 millones que existen, están en peligro de extinción y podrían desaparecer en las próximas décadas si no se toman medidas para frenar la drástica pérdida de biodiversidad, según un informe publicado el 8 de mayo por la Plataforma intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES), organismo impulsado por la ONU. El estudio, elaborado durante 3 años por 145 expertos de 50 paises, revela que están amenazadas más del 40% de las especies anfibias, casi un tercio de los arrecifes de coral, un tercio de los mamíferos marinos y un 10% de los insectos, que son claves para la polinización, de la que depende gran parte de nuestra agricultura. Y además, están amenazadas más de 1.000 especies de mamíferos domesticados. Estamos en puertas de “la 6ª gran extinción” de especies en la historia del Planeta.
El informe “Evaluación Global sobre Diversidad y Ecosistemas”, de 1.500 páginas, deja claro que esta pérdida de biodiversidad “es
consecuencia de la actividad humana” y evalúa los 5 cambios en la naturaleza
provocados en los últimos 50 años: deterioro de la tierra y el mar (alteración
del 75% de la superficie terrestre y del 66% del mar), sobreexplotación (el 33%
de los recursos pesqueros eran explotados de forma insostenible en 2015),
aumento del Cambio Climático (la emisión de gases de efecto invernadero se ha
duplicado desde 1980 y ha provocado un aumento de la temperatura global de 0,7º
centígrados), aumento de la contaminación del aire y los océanos (la polución
por plásticos se ha multiplicado por 10 desde 1980) y han crecido las especies foráneas
invasoras (un 70% desde 1970 en 21 paises).
Esta pérdida y deterioro de la biodiversidad afecta más a América Latina, África y buena parte
del Sudeste Asiático, según el informe del IPBES, aunque advierte que como vivimos en un mundo
interconectado (“somos una red de vida
interconectada”), en realidad “nos afecta a todos”. Y advierten: “La vida en la Tierra se está deteriorando rápidamente.
Estamos dilapidando nuestro patrimonio mundial común”.
Al día siguiente de este dramático informe, la OCDE, el organismo económico que
integra a los 36 paises más desarrollados de Occidente, lanzaba esta inusitada alerta: la alarmante pérdida de biodiversidad es la
mayor amenaza para la economía mundial. Y añadía más datos preocupantes
sobre el deterioro del Planeta: 6.000 millones de hectáreas de suelo se han degradado (20 veces la
superficie de Francia), 6,5 millones de hectáreas de bosques han desaparecido cada año entre 2010 y 2015 (más que la
superficie de Reino Unido), han desaparecido un 35% de los humedales de la Tierra, el 30% de los arrecifes de coral corren riesgo, han desaparecido desde 1970 el
60% de los vertebrados y se han
reducido drásticamente más del 40% de las especies de insectos.
Todos estos ataques a la biodiversidad son ataques a la
economía, según la OCDE, porque las distintas especies, la tierra y el mar sostienen la
vida en la tierra y también la economía: la
biodiversidad aporta entre 125 y 140 billones de dólares al año, vez y
media el PIB mundial. Es un factor clave para la seguridad alimentaria, la
reducción de la pobreza y un crecimiento inclusivo. Y por eso, la pérdida
de biodiversidad es una tremenda fuente de pérdidas para el mundo: el
valor de los ecosistemas perdidos y de las tierras y océanos degradados supone unas pérdidas anuales para el mundo entre
10 y 31 billones anuales, según el informe “Financiar la biodiversidad, clave para la economía y las empresas”.
El informe de la OCDE llama la atención de Gobiernos,
empresas y bancos de que la pérdida de la biodiversidad entraña enormes riesgos para la economía y para muchos sectores económicos (sobre todo
la alimentación y el turismo), riesgos en materia de responsabilidad económica
y jurídica (seguros y bancos), riesgos de reputación (sobre todo para las
empresas energéticas) y riesgos de mercado y financieros. Por ambas razones,
las pérdidas que se generan y los riesgos que se corren, la OCDE pide a Gobiernos, empresas
y bancos que afronten la pérdida de biodiversidad como “el
mayor reto económico del siglo XXI”, junto al Cambio Climático, otro
problema muy relacionado. Y proponen 10
aspectos prioritarios donde concentrar los esfuerzos y presentar
soluciones, cara a la Cumbre del G-7 que se va a celebrar en China en 2020, dentro de la Convención de Biodiversidad de la ONU.
Lo primero que propone la OCDE es plantearse unos objetivos mundiales para recomponer
la biodiversidad, apoyados en unos indicadores
objetivos y homogéneos. Además, plantean la necesidad de que los Gobiernos vigilen los ataques
contra la biodiversidad y tomen medidas. Y que se movilicen empresas, bancos e instituciones, para
aportar compromisos y dinero en la
mejora de la biodiversidad. La clave está en destinar más dinero a favor de la
biodiversidad, porque ahora no se dedican ni 50.000 millones de dólares anuales
y haría falta gastar casi 10 veces más, 440.000 millones de dólares al año.
Parece mucho, pero hoy los distintos paises
están gastando 500.000 millones al año en subvenciones energéticas que van
en contra de la biodiversidad: ayudas al gasóleo y al transporte, subvenciones
a las industrias energéticas y a la agricultura, que van en contra de la vida
en la Tierra. Se trata de “gastar ese dinero de otra manera” y
destinar fuertes inversiones a reconvertir la economía, para no crecer a
costa de matar especies y destruir el clima.
El mensaje de la OCDE es claro: la ventaja de restaurar la biodiversidad en el
Planeta es superior a los costes. Y ponen este ejemplo: restaurar el 46% de los
bosques degradados del mundo generaría entre 7 y 30 dólares por cada dólar
invertido. En general, insisten, prevenir una mayor degradación de los
ecosistemas es más barato que restaurarlos. Y lo más importante: si seguimos degradando el Planeta, la
economía mundial entrará en una Gran Recesión de dimensiones desconocidas,
con pérdidas del PIB superiores al 20%. Así que el riesgo no es sólo “cargarnos
el Planeta” sino “cargarnos antes la economía”.
Esta alerta de la OCDE nos la viene dando desde 2017 el Foro
Económico de Davos, que encuesta cada año a 750 expertos y líderes mundiales
sobre los mayores riesgos globales. En su informe de 2019, los riesgos medioambientales suponen
3 de los mayores riesgos probables que tiene el mundo en un horizonte a 10
años: el 1º (el mayor riesgo) es el
clima extremo, el 2º el fracaso de
la política medioambiental (los pocos avances tras los Acuerdos del Clima
de París) y el 3º, los desastres naturales, por delante del riesgo de robo y
fraude de datos o los ciberataques. El cuanto a los mayores riesgos por su impacto,
el Informe de Riesgos Globales 2019 señala 4 riesgos medioambientales entre los 5 más impactantes: el fracaso
de la política medioambiental (2º), el clima extremo (3º), la crisis del agua
(4º) y los desastres naturales (5º), estando en cabeza el riesgo de las armas
de destrucción masiva. Y citan como ejemplo
que 800 millones de personas viven en 570 ciudades costeras muy vulnerables al
aumento previsto del nivel del mar (+0,5 metros para 2050).
Así que la preocupación
por la biodiversidad, el Cambio Climático y el medio ambiente no es cosa de
ecologistas
o jóvenes que se manifiestan sino que empieza a calar en el mundo
económico y empresarial, aunque todavía sin resultados tangibles. Pero
ya son muchos los que ven el medio
ambiente como “el mayor problema económico del siglo XXI”. Y esta preocupación es mayor
en Europa, quizás porque es una de
las zonas más afectadas por el Cambio Climático y el deterioro de la
biodiversidad, junto a Asia y el Pacífico. De hecho, un 24% de los europeos están alarmados y un 54% preocupados por el cambio climático (un
78% en total), frente al 63% en EEUU y el 65% en China. Quizás porque algunos sepan
que Europa podría perder 240.000
millones de euros anuales para 2100 si la temperatura aumenta 3º
centígrados, por los negativos efectos de las olas de calor, las inundaciones
en las costas, las pérdidas en la agricultura y las bajadas de productividad, según un informe del Centro Común de Investigación (JRC). Y los paises del sur de Europa (España, Portugal, Italia, Grecia,
Malta y Chipre) sufrirán 8 veces más daños que la Europa
del norte, según este informe, encargado por la Comisión Europea.
España es uno de los
paises más vulnerables al Cambio
Climático y la pérdida de biodiversidad, según los expertos. La
temperatura sube dos veces más rápido que en el resto del mundo: 0,42ºC de
promedio anual cada década en los últimos 40 años, según Manola Brunet, que preside la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica
Mundial (OMM). Y un informe de Greenpeace alerta que la temperatura ha subido en España 1,5ºC las tres
últimas décadas (+2º en Murcia), frente a los 0,4ºC que ha subido la
temperatura global en el último siglo. Un aumento de la temperatura que ha
provocado el deshielo de gran parte
de los Pirineos y numerosos sequías,
olas de calor, inundaciones y temporales en los últimos años. Y pérdidas de playas y zonas costeras en el Cantábrico, deltas del Ebro y
Llobregat, Mar Menor y Doñana, mientras el mar sube 4 milímetros anuales y podría subir entre 10 y 68 centímetros en este
siglo. Además, Greenpeace alerta que un 20% de la Península es un
desierto y que media España corre el riesgo de desertificarse, al sur del
eje de Alicante a Lisboa. Y desaparecen especies autóctonas (oso y alcornoque)
mientras llegan otras invasoras (mejillón cebra y medusas). Sin olvidar las muertes por olas de calor y frío o por
contaminación (30.000 al año, según la Agencia Europea de Medio Ambiente) y el
aumento de enfermedades olvidadas, transmitidas
por mosquitos (malaria y dengue).
Lo más preocupante
es que, a pesar de estos datos sobre el tremendo alcance del problema
medioambiental en el mundo, la situación no mejora, sino que empeora. En 2018, aumentaron las emisiones mundiales de CO2 un
+1,7% (el mayor aumento desde 2013) alcanzando
un nuevo récord de 33.143 millones de
TM, tras subir otro 1,2% en 2017, después de tres años de estancamiento
(2014-2016). La culpa fue de India (+4,8%
emisiones, que suponen el 6,94% del total), EEUU (+3,1% emisiones, que suponen el 14,75% del total) y China (+2,5% emisiones, que suponen el
28,6% del total), mientras las bajaba Europa
(-1,3% emisiones, que suponen el 11,94% del total), según datos de la Agencia
Internacional de la Energía (AEI). En
España, las emisiones de CO2 bajaron un -3,2% en 2018 (+2,6% en 2017), como en 19 paises europeos, sobre
todo en Alemania (-5,4%), Francia e Italia (-3,5%).
Ahora, los expertos mundiales, la ONU y la OCDE piden que
los paises se tomen más en serio el grave
problema medioambiental, porque apenas se ha avanzado desde los Acuerdos de la Cumbre de París de 2015. Y se acaba el tiempo, no sólo para
recortar las emisiones sino para salvar las especies, la tierra y el mar. Presionados
por las manifestaciones de los jóvenes en medio mundo, 8
paises europeos (Francia, España, Portugal, Holanda, Bélgica, Luxemburgo,
Dinamarca y Suecia) han firmado una declaración conjunta en la que piden actuar con más decisión en la lucha contra el Cambio Climático,
adelantando a 2050 el plazo para conseguir la
neutralidad de las emisiones (emitir sólo lo que se pueda absorber). Para
ello piden que la próxima Comisión
Europea defienda la máxima prioridad a los problemas medioambientales, destinando el 25% del
futuro presupuesto a inversiones contra el Cambio Climático. Y piden que la financiación verde sea la 1ª
prioridad europea.
En paralelo, la congresista demócrata USA Alexandria Ocaso-Cortez ha propuesto un “Green New Deal” (GND), un gigantesco
Plan de inversiones verdes que
movilice recursos sin precedentes desde el Plan Marshall, una interesante
iniciativa que podría cuajar si Trump pierde las elecciones en noviembre de
2020. Pero hasta entonces, el mundo no
puede esperar. La próxima Cumbre europea de junio abordará el problema,
junto a la elección del próximo Gobierno europeo (Comisión). Y a partir de ahí,
Europa quiere encabezar la lucha mundial
contra el cambio climático y la pérdida de diversidad, donde será clave el
papel de China. Pero lo más importante es que el mundo económico asuma la alerta de la OCDE: el medio ambiente es la mayor amenaza contra la
economía. Hay que tomar medidas ya.
Todos los expertos creen que hay que actuar en un doble camino:
penalizar
las emisiones e invertir lo más posible
en energías alternativas y una reconversión energética de las economías. El
Premio Nobel de Economía 2018, William D. Norhaus, ya propuso hace años crear un Club mundial de "paises verdes",
que aplicaran un elevado impuesto a las emisiones de CO2 (hasta 50 dólares por
Tm., frente a los 25 dólares que se pagan en mayo 2019) y que se “defendieran” frente a los “paises
sucios” aplicándoles unos aranceles a sus
exportaciones. Es una buena idea, siempre que haya consenso en los grandes
paises (China, USA e India), que por ahora parece difícil. Pero parece evidente
que hay que penalizar con impuestos a las empresas más contaminantes, a la vez que se recortan drásticamente las subvenciones que van contra el medio ambiente (transportes,
carburantes, petroleras y agricultura) y se las dedica a la reconversión
energética de las economías.
Hará falta destinar
mucho dinero y muchas inversiones a esta gigantesca “revolución energética”.
La gestora ISF Global estima que hará falta invertir 2 billones de dólares anuales (el PIB USA) en la próxima década,
mientras la Comisión Europea estima que la
UE tendrá que invertir más de 220.000 millones de euros anuales, que tendrán que salir de los
impuestos verdes y de una energía más cara (y más limpia), más potentes inversiones
públicas y privadas. Y en España, el
coste de la reconversión energética puede costar unos 10.000 millones de euros anuales de aquí a 2050 (el 65% en el
sector eléctrico), según un informe de Deloitte. Es mucho, pero más
caro será no tomar medidas y avanzar hacia una peligrosa Recesión, como
advierte la OCDE. Y además, el reto medio
ambiental puede generar nuevas industrias y nuevos empleos. Es la hora de
dejar de lamentarse, de afrontar la gravedad del problema con medidas y dinero. Porque si no, destruiremos la economía y el Planeta.
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