Éramos pocos y parió la abuela. Por si no bastara con el proteccionismo de Trump, el estancamiento de Europa, los temores sobre China y la subida de tipos, ha subido el petróleo: un +30 % desde enero. Ahora ronda los 70 dólares, pero podría subir, tras la amenaza de Trump con sanciones a 8 paises que compraban crudo a Irán. El problema de fondo es que se extrae menos petróleo (por Irán, Libia y Venezuela), la OPEP y Rusia han recortado producción y el consumo no baja, lo que sube el precio. Y eso hace peligrar la recuperación en Europa (muy floja) y en España, el país europeo más dependiente del petróleo. Estas subidas han encarecido los carburantes, entre un +11% y un +15% este año, los costes de las empresas y el déficit energético español (-25.000 millones de euros), lo que amenaza el crecimiento y el empleo. Habría que aprobar un Plan para “huir del petróleo”, en favor de otras energías, porque el petróleo es caro, muy volátil y no lo controlamos. Es difícil, pero hay que hacerlo.
El petróleo y su precio condicionan tremendamente la economía internacional y la española. En 2008, tras la crisis financiera que estalló en EEUU, el petróleo se contagió de los temores mundiales y saltó a los 146 dólares/barril, el máximo histórico reciente, agravando la recesión. Luego, tras las medidas aplicadas para reanimar las economías, suavizó su precio, por debajo de los 80 euros en 2009 y 2010. A partir de ahí, volvió a subir, en torno a los 110 dólares entre 2011 y 2014, marcando otro máximo de 114,81 euros en junio de 2014. Y después, bajó durante año y medio, a 46,59 dólares en enero de 2015 y 27.88 euros/barril en enero de 2016, el mínimo histórico reciente. Un desplome del crudo del 75% en 18 meses, que ayudó decisivamente (junto a la bajada de tipos de interés y del euro) a consolidar la recuperación de la economía mundial y de España, no por los "éxitos" de Rajoy.
El precio del
petróleo se mantuvo estable, en torno a los 50 euros, otro año y medio más, todo 2016 y la primera mitad de
2017, con un mínimo de 44,82 dólares en junio. Pero en verano
de 2017, comenzó a subir y cerró el año en 66,70
dólares. Y la subida continuó todo 2018, superando en mayo pasado los 80 dólares barril y alcanzando un máximo de 85,92 dólares a principios de octubre
de 2018, el precio más alto en casi
tres años. Pero en el último trimestre bajó con fuerza y cerró el año 2018
con otro mínimo, en 50,49 dólares barril. Y todo este año 2019, el crudo está subiendo, hasta un nuevo máximo en abril (75,50 dólares el día 25) y un precio hoy de 70,20 dólares/barril, un 29,63% más
caro que a principios de año y el precio más alto desde octubre de
2018.
Esta nueva subida de
precios, la del verano-otoño de 2018 y la de 2019, tiene mucho que ver con Trump y su decisión de romper,
en mayo de 2018, el acuerdo nuclear con Irán ,firmado en julio de 2015 por Obama y cuatro grandes
paises más (Rusia, China, Reino Unido y Francia). El nuevo presidente de EEUU prohibió a los demás paises importar,
desde noviembre de 2018, petróleo de
Irán (para asfixiar su economía). Sólo permitió una excepción a 8 paises
(China, Turquía, India, Japón, Corea del Sur, Italia, Grecia y Taiwán), para
que importaran crudo iraní 180 días más. Y ahora, con fecha 2 de
mayo, Trump acaba de poner fin a estas excepciones, con lo tampoco estos paises pueden ahora importar petróleo de Irán, que
era antes de estas sanciones el 6º productor mundial de crudo. España no
compra nada de petróleo iraní desde noviembre de 2018, aunque antes era
nuestro 5º suministrador (le compramos 4.894.000 Tm de crudo en 2018, el 7,24%
del total importado).
Estas amenazas de sanciones
de Trump a quien compre petróleo iraní provocaron les fuertes subidas del
crudo de 2018 y están detrás de las subidas de 2019. Y ahora, al cortarse el
grifo también a grandes compradores, como China o Turquía (que amenazan con
seguir comprando), se teme una subida adicional del petróleo en las próximas semanas. Y más si Irán cumple su amenaza de defenderse cortando el paso del estrecho de Ormuz, un
paso de pocos kilómetros en el Golfo Pérsico por el que se exporta el 20% de todo el petróleo mundial, con una media de 14
superpetroleros atravesándolo cada día.
Al embargo petrolero a Irán
(que antes exportaba 2,5 millones de barriles/día y en abril sólo 1 millón)
hay que sumar otros problemas de suministro de crudo en Libia (por la guerra civil que amenaza la
exportación de 1 millón de barriles/diarios) y Venezuela (el 10º productor mundial, con 1,44 millones de barriles/día,
cuyas exportaciones están en peligro por el caos interno y las sanciones de Trump impuestas en abril), sin olvidar los problemas de bombeo en Angola (9º productor mundial), los
conflictos en Nigeria y la guerra
civil en Yemen (con terroristas pro-iraníes
que amenazan las instalaciones petrolíferas de Arabia Saudí).
Junto es estos problemas geopolíticos, el mercado del petróleo se resiente de los recortes de producción acordados por los 14 paises de la OPEP y otros 10 paises productores
(como Rusia, el 2º productor mundial de crudo). Primero acordaron reducir la producción en 2017 y después extendieron el recorte a 2018, para tratar de subir unos precios
bajos que hundían sus economías. Y el 7 de diciembre pasado, volvieron a
acordar un tercer recorte, a partir de enero
de 2019, de 1,2 millones de barriles/día (800.000 la OPEP), con una
Cumbre prevista el 25 de junio donde estudiarán si prorrogan el recorte hasta fin
de año. Mientras, Trump presiona a Arabia Saudí (suníes)
para que suban su producción y compensen así el recorte impuesto por las
sanciones a su enemigo político-religioso, Irán
(chiitas).
Al final, entre los
embargos y los conflictos
geopolíticos, la oferta real de petróleo se ha reducido
y eso hace subir los precios internacionales del crudo, máxime
cuando la demanda sigue fuerte, aunque se espera que se reduzca algo en 2019,
por la desaceleración económica mundial. Con todo, la Agencia Internacional de la Energía espera que la demanda supere a la oferta a
partir de junio y en la segunda mitad del año 2019, con lo que los expertos
apuestan por un petróleo a más de 70
dólares, que podría superar los 80 y llegar incluso a 100 dólares si hay conflictos en algún país clave. Vamos,
que habrá que estar pendiente del petróleo y también de la cotización del euro, porque el crudo se paga en
dólares. Y si el dólar sigue subiendo,
como ha pasado desde enero (se ha revalorizado un 3,5% frente al euro), pues eso encarece doblemente el petróleo que compramos.
Este encarecimiento
del petróleo, en dólares y en euros, amenaza la recuperación en Europa y en España, en un mal momento de la economía internacional, por el auge del
proteccionismo, el menor crecimiento del comercio mundial, el estancamiento de la zona euro (Alemania prevé crecer sólo un 0,5% este año), la crisis en algunos paises en desarrollo (Argentina,
Turquía, Brasil), el temor a un menor crecimiento en China y la subida iniciada en los tipos de interés. Ahora, la
puntilla del petróleo más caro va
a frenar ese menor crecimiento, afectando más a Europa y a España,
porque son mucho más dependientes del
crudo que la mayoría del mundo. Así, la UE-28 importa el 86,7% del
petróleo que consume y el 96,3% la zona euro, con porcentajes muy altos en
Francia (97,5% del petróleo es importado), Alemania (96,4% e Italia (91%), con
la excepción de Reino Unido (sólo importa el 33,9% del crudo), según los últimos datos de Eurostat.
España es todavía más
dependiente, ya que importamos el 99,2% del petróleo que consumimos. Y
además, lo compramos en paises con muchos riesgos geopolíticos: las 67.586.000 toneladas de petróleo compradas
en 2018 vinieron de Nigeria
(14,02%), México (13,88%), Arabia Saudita (11,08%), Libia (8,09%), Irán (7,24%), Irak
(6,92%), Brasil (6,85%), Angola (3,81%) o Rusia (1,50%), según la estadística de CORES. La factura petrolera es muy
importante para España, ya que supone el 75% del déficit comercial español. Es
una tremenda hipoteca que, según el precio del crudo, dificulta más o menos la marcha de la economía, gobierne quien gobierne.
En 2008, el déficit energético (importaciones-exportaciones) alcanzó un récord de -47-768 millones de euros, que se
mantuvo alto entre 2012 (-45.041 millones) y 2013 (-40.983 millones), para ayudar
mucho a la recuperación, sobre todo en 2015 (-25.844 millones
de déficit energético) y 2016 (-20.136 millones) para subir en 2017 (-24.671) y
sobre todo en 2018 (-25.132 millones
de déficit energético). Y volverá a subir este año, lo que nos empobrecerá como país.
Esta es la factura “grande”, pero luego cada empresa tiene la suya y al subir el coste del petróleo suben
también el gas y las demás energías, incluida la electricidad,
que ya es la 2ª más cara de Europa para las familias y la 4ª más cara para las
empresas. Y estos mayores costes se
acaban trasladando a los precios de casi todo, en especial de los viajes,
los transportes, la alimentación y los servicios, lo que hace perder poder
adquisitivo a los salarios y las pensiones. Y las familias lo notan mucho en el
precio de la luz y los carburantes.
La subida del petróleo ya ha encarecido el gasóleo un +11,35% entre enero y el 6 de mayo (1,258 €/litro) y la gasolina súper (1,358 €/litro) un +15,17%, según el Weekly Oil Bulletin de la UE, unas subidas mayores a las de la UE-28 (+7,4% el gasóleo y +11,7% la gasolina súper). Pero los precios en la gasolinera “camuflan” la subida real de los carburantes por el petróleo, ya
que más de la mitad del precio final son impuestos. Si los descontamos y miramos la
subida de los carburantes sin impuestos, resulta que el diesel (0,660 €/litro
sin impuestos) ha subido en España un +19% (y
es el 10º más caro sin impuestos de la UE) y la gasolina (0,649 €/litro sin impuestos) ha subido un +29,45% (y es la 4ª más
cara sin impuestos, tras Suecia, Dinamarca y Grecia). Subidas
que también son mucho mayores a las subidas medias de los carburantes
la UE-28: un +13,37% ha subido el diesel sin impuestos en Europa y un +25,7%
la gasolina súper sin impuestos, según el boletín petrolero de la UE. Y el riesgo es que los carburantes sigan subiendo hasta el verano.
Al final, la subida
del petróleo no sólo nos quita dinero del bolsillo sino que afecta a la marcha de toda la economía,
porque reduce el consumo de las
familias y aumenta los costes de las empresas, con lo que frena el crecimiento, la
inversión y el empleo. O sea, que el petróleo es una amenaza seria para la recuperación, lo que preocupa doblemente
porque los otros vientos de fuera
(crecimiento, comercio mundial, zona euro, tipos) soplan también de frente. Y en este caso, España y el resto de Europa poco
pueden hacer porque las grandes decisiones que afectan al precio del crudo se
toman lejos y por otros.
Pero lo que sí podemos hacer, España y el resto de Europa,
es aprovechar este nuevo “susto” del petróleo para decir ¡basta¡ y “huir del crudo lo más posible, no
sólo porque condiciona demasiado nuestra economía y nuestro bolsillo sino
porque es uno de los principales responsables del Cambio Climático que pone en peligro el Planeta. Es hora de que el futuro Gobierno y toda la sociedad
apoyen un Plan de reducción del consumo
de petróleo a medio plazo, para reducir el consumo de crudo en la industria,
los transportes, las viviendas y los vehículos, dentro de un Plan más
global contra el Cambio climático. Urge plantear objetivos y conseguir recursos para ayudar a las empresas y
familias a reducir el consumo de petróleo y su sustitución por energías limpias
y renovables, con más independencia de suministro y sin sobresaltos en los
precios. Costará hacerlo, pero hay que
hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario