Las ventas de España en el extranjero apenas han crecido
este año un +3.8%, tras casi duplicarse desde 2008, según el
último dato publicado el viernes. Y con ello, por primera vez, las exportaciones no aportarán nada al
crecimiento este año, después de haber sido uno de los motores de la recuperación. Las causas son el Brexit
(han caído nuestras ventas a Reino Unido), el bajo crecimiento europeo y las
tensiones mundiales, por Trump y el proteccionismo, que hacen
peligrar la recuperación, según alertan la OCDE y el FMI. Un pinchazo
exterior preocupante porque las exportaciones
aportan un tercio de la riqueza
española (PIB) y mantienen 1.300.000
empleos. Urge un Plan de choque, para reanimar las
exportaciones y ayudar a más empresas
(sólo 49.000 exportan habitualmente) a
vender más fuera de Europa. Nos jugamos un tercio de la recuperación y
un 9% del empleo. Otro tema clave (aunque “no vende”) para pactar soluciones, mientras el país sigue empantanado en másteres y tesis.
La crisis económica estalló hace 10 años, en septiembre de 2008, y en 2009, la economía española se desplomó, cayendo el PIB un -3,6%. En 2010, muchas empresas buscaron una “válvula de escape” con la exportación, intentando vender fuera lo que no conseguían vender dentro, tirando por los suelos precios, salarios y empleos para lograr ser competitivos. Y lo consiguieron: en 2010, las exportaciones crecieron un +16,8%, en 2011 otro +15,2% y entre un 2% y un 9% los años siguientes, consiguiendo un récord en la exportación de bienes en 2017: 277.125 millones de euros vendidos fuera, casi el doble (1,75 veces) de lo exportado en 2009 (159.889 millones). Y si sumamos a la exportación de bienes la de servicios (turismo, finanzas, telecomunicaciones, transporte, servicios informáticos y consultoría), el total de ventas de España al exterior alcanzó los 400.216 millones de euros en 2017, más de un tercio de la producción total española (el 34,3% del PIB, cuando era del 25,3% en 2008). O sea, que un tercio de lo que crecemos viene de las ventas hechas fuera de España, uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo. Y las exportaciones mantienen 1.300.000 empleos (el 9% del total).
enrique ortega |
La crisis económica estalló hace 10 años, en septiembre de 2008, y en 2009, la economía española se desplomó, cayendo el PIB un -3,6%. En 2010, muchas empresas buscaron una “válvula de escape” con la exportación, intentando vender fuera lo que no conseguían vender dentro, tirando por los suelos precios, salarios y empleos para lograr ser competitivos. Y lo consiguieron: en 2010, las exportaciones crecieron un +16,8%, en 2011 otro +15,2% y entre un 2% y un 9% los años siguientes, consiguiendo un récord en la exportación de bienes en 2017: 277.125 millones de euros vendidos fuera, casi el doble (1,75 veces) de lo exportado en 2009 (159.889 millones). Y si sumamos a la exportación de bienes la de servicios (turismo, finanzas, telecomunicaciones, transporte, servicios informáticos y consultoría), el total de ventas de España al exterior alcanzó los 400.216 millones de euros en 2017, más de un tercio de la producción total española (el 34,3% del PIB, cuando era del 25,3% en 2008). O sea, que un tercio de lo que crecemos viene de las ventas hechas fuera de España, uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo. Y las exportaciones mantienen 1.300.000 empleos (el 9% del total).
Por todo esto es preocupante que las exportaciones españolas hayan
“pinchado” este año 2018. En el primer semestre, crecieron sólo un 2,9%,
la tercera parte que en 2017 (+8,9%) y sólo
un +0,7% real si descontamos la inflación (+2,2%). Con ello, las
exportaciones españolas crecieron por debajo de la exportación de la UE-28
(+4,1%), de la zona euro (+4,2%) y menos que las exportaciones de Alemania
(+4%), Francia (+3,1%), Italia(+3,7%), Reino Unido (+4,5%), China (+11,9%),
EEUU (+9,6%) y Japón (+6,2%). Y es el primer año desde 2008 en que las
exportaciones españolas crecen menos que el comercio mundial (+4,3%). Y aunque
en julio han crecido más las exportaciones (+9,8%), según el dato de Aduanas conocido el viernes, el crecimiento exportador en los 7 primeros
meses es +3,8%, casi la tercera parte que el año pasado (crecieron un +9,1% hasta julio).
¿Qué está pasando? Básicamente, que España está sufriendo los efectos del Brexit, el enfriamiento de la economía europea y las
turbulencias proteccionistas en el comercio mundial, tras las amenazas de
Trump. Las exportaciones españolas han
caído este año (enero-julio)
al Reino Unido (-1,6%), nuestro 5º
mejor cliente, por sus dificultades económicas tras el Brexit, a Noruega (-4,1%), Brasil (-0,7%), Perú
(-16%), Canadá (-7,7%), Hong-Kong(-11,4%), Nigeria
(-11%) y Emiratos (-18,3%). Pero, además, se
han “enfriado” mucho nuestras ventas al
resto de Europa, en especial a Italia, nuestro tercer cliente (han crecido
sólo un 0,7%) y Francia, nuestro primer cliente, donde nuestras exportaciones
crecen sólo un 1,4%. Y las ventas a Alemania, nuestro segundo cliente, crecen
sólo un 2,7%. Fuera de Europa, las
ventas a Asia crecen un mínimo 0,5% (+1,7% a China y +1,3% a Japón), a América
crecen un 2,5% (+1% a México) y a Oriente Medio un 1,1%.
Por productos, las exportaciones
españolas que han caído este año (enero-julio)
son los alimentos (-0,2%), debido a
las menores ventas de aceites (-15,6%) y tabaco (-6,8%), la energía, por las menores ventas fuera
de carbón y electricidad (-36,7%), los juguetes (-1,6%), la electrónica de consumo (-3,1%) y los medicamentos (-4,7%). Pero apenas han
crecido algunas exportaciones claves, como las de automóviles (+0,5%), motores, material de transporte y bienes de equipo (+1,6%), calzado (+0,3%) y manufacturas de consumo (+2,4%). El pinchazo de las exportaciones se ha notado más en Madrid (-3,4%),
Asturias (-6,4%) y Murcia (-0,3%), cayendo también en Aragón, Castilla y León y
La Rioja. Las zonas más afectadas
por el pinchazo exportador son varias comarcas de Levante y Murcia (por los alimentos, juguetes y calzado), País Vasco, Madrid y Cataluña por los
bienes de equipo y media España por
las menores exportaciones de automóviles.
Este “pinchazo” de las exportaciones debería preocuparnos porque
la exportación es uno de los tres
motores de la recuperación, junto al consumo
interno y el turismo (que también “pinchan” desde junio). No es sólo que
las exportaciones de bienes y servicios aporten un tercio de la riqueza y un 9%
del empleo sino que contribuyen de forma decisiva al crecimiento cada año. Durante la
crisis, la caída del PIB no fue mayor porque las exportaciones crecieron
entre 2010 y 2014, compensando la caída
del consumo interno. Así, en 2012, por ejemplo, el PIB cayó un -1,4%, pero podría haber caído el triple si no hubiera
sido porque el sector exterior aportó al PIB un crecimiento del +2,5% que
compensó dos tercios de la caída de la demanda interna (-3,9%). Y así ha ido
pasando, aunque en menor medida, durante la recuperación: en 2016, España creció un 3,2% y la cuarta parte fue gracias al sector exterior, que aportó un 0,8%
a ese crecimiento. En 2017, España creció un 3% y todo fue por la actividad interna, porque el sector exterior no aportó nada, según la última revisión del INE.
Y este año 2018, las exportaciones
aportaron un 0,2% al crecimiento del primer trimestre (+0,7%) y restaron
un -0,2% en el segundo trimestre
(+0,6% PIB), según el INE.
O sea que este año, las exportaciones no ayudarán nada a la recuperación, según ha pronosticado el Banco de España.
El problema no es sólo que uno de los tres motores de la recuperación española se haya “gripado”, sino que los vientos que vienen de fuera no auguran
mejoría en los próximos meses. De hecho, la OCDE acaba de pronosticar
el jueves un menor crecimiento de la economía mundial en 2018 (+3,7%), rebajando
dos décimas las previsiones que hizo en mayo para Europa (zona euro), que espera crezca sólo un 2% este año y un 1,9% en 2019, mientras esperan que crezcan muy
poco Italia y Francia, dos importantes clientes de España. Y en el resto del mundo, detectan “alta
incertidumbre”, por la guerra comercial desatada por Trump y los
problemas en Turquía o Argentina, al igual que hizo el FMI en julio. Y piensan que la recuperación internacional puede “haber tocado techo”, lo que va a dificultar
que aumenten las ventas de España fuera. Y con ello, parte de nuestro
crecimiento y empleo.
Lo normal, en un “país normal”, sería que el Gobierno y las
fuerzas políticas cerraran filas y acordaran
un Plan de choque para reanimar las exportaciones,
porque nos jugamos en ello buena parte de la riqueza y el empleo. Y porque la exportación, aunque ha salvado al
país, tiene problemas estructurales sin resolver, que alguien debería afrontar ahora.
Básicamente, que las exportaciones
españolas están excesivamente concentradas.
Primero, concentradas en pocos sectores: tres actividades concentran casi la mitad de nuestras
ventas fuera, los automóviles (16,7%), la alimentación (16,2%) y la ropa y
calzado (6,7%). Segundo, concentradas en pocos paises: el 72% de las exportaciones españolas se dirigen a Europa
(52% a los paises euro) y sólo una cuarta parte van a América (10,5%), Asia (8,9%),
África (6,4%) y Oceanía (0,7%), las zonas con más potencial del mundo. Tercero,
concentradas
en pocas regiones españolas: más de la mitad de toda la exportación se
concentra en 4 autonomías, Cataluña (25,4%), Andalucía (11,7%), Comunidad
Valenciana (10,8%) y Madrid (10,1%), mientras las 13 restantes exportan poco,
especialmente Baleares (0,6% del total), la Rioja (0,7%), Extremadura (0,7%),
Cantabria y Canarias (0,9%). Y cuarto, concentradas en muy pocas empresas: sólo hay 49.086 empresas españolas que exportan habitualmente (de más de 3
millones), según el ICEX, y sólo 1.000 empresas exportan dos tercios del total, la mayoría grandes
empresas y multinacionales (un 35%).
Así que el reto es
conseguir exportar más de otros
productos, a más paises fuera de Europa, desde toda España y que entren a exportar las pymes (el 98% de las empresas), que hoy apenas
exportan. Con ello, podríamos conseguir que
España se homologue a otros paises, ya que aunque ha dado un gran salto exportador en 10 años, aun está retrasada respecto
al resto de Europa. Así, el peso de las exportaciones de bienes
y servicios en España (34,3% del PIB en 2017) es muy inferior
a la media europea: 46% del PIB en la UE-28, según Eurostat. Y somos el 5º país europeo
con menos peso de las exportaciones en la economía (34,3%), sólo por
delante de Reino Unido (30,2% del PIB), Francia (30%), Italia (31,3%) y Grecia
(33,1% del PIB). Y muy lejos de los paises
europeos punteros en la exportación: Luxemburgo (aporta el 230% de su
PIB), Malta (136,1%), Irlanda (120%), Bélgica (85,1%), Holanda (83%), 11 paises
del Este como Hungría (90,1%), Bulgaria (66,3%) o Polonia (54%), Alemania
(47,2% de su PIB lo aportan las exportaciones) y hasta Portugal (43,1%), según
las estadísticas de Eurostat.
Pero lo más preocupante es que la exportación, a pesar del salto dado en la última década, crea y mantiene en España menos empleo que en Europa, porque aquí pesa menos y
exportan menos las pymes (98% empresas). Así, en España, la exportación aporta el 9% del empleo (1.300.000 ocupados en 2017), frente
al 26%
en Irlanda (450.000 empleos), 20% en Alemania (6.200.000 trabajadores en la exportación), 12,5% en Italia (2.700.000
empleados) o 10% en Francia (2.200.000 empleados en la exportación), según los datos de la Comisión Europea. De hecho, España es el tercer país
europeo donde la exportación crea menos empleo, sólo por delante de Grecia
(7%: 370.000 empleos) y Portugal (8,3%:335.000 empleos). Una enorme asignatura
pendiente para el 2º país con más paro de Europa.
Los datos son claros: la
exportación española ha mejorado mucho pero queda mucho por hacer.
Y no se puede perder el tiempo, máxime ahora que ha “pinchado” y que vienen
malos vientos del exterior. Por eso la urgencia de pactar un Plan de choque, que reanime
las exportaciones y con ellas el crecimiento y el empleo. Un Plan con
varias medidas: aumentar el número
de empresas que exportan, con ayudas fiscales y financiación (faltan créditos y
avales), con asesoramiento y formación, con más oficinas de ayuda exterior, dotando de más recursos al ICEX, cuyo
presupuesto se ha recortado a la tercera parte desde 2007. Se trata de “volcarse en la exportación”, desde el
Gobierno, las patronales y sindicatos, fomentando en paralelo las fusiones
de empresas (las más grandes exportan más), la tecnología, la innovación y la
industrialización (la industria es más estable exportando que los servicios).
Además, hay otros dos
retos de fondo. Uno, exportar más fuera de Europa, sobre todo en Asia, América y Oriente Medio,
las regiones con más potencial económico. Y el otro, diversificar lo que se
vende, consiguiendo más ingresos.
Porque la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (automóviles, plásticos y metales),
y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, a pesar de
que estos productos suponen casi la cuarta parte de la demanda mundial. O sea, exportamos productos de menos valor que otros paises y competimos en precio
(gracias a los bajos costes salariales, un 22% más bajos que la media europea, según Eurostat) y no en tecnología y
calidad. En resumen: hay que
exportar más y otras cosas, no intentar ser “la China de Europa”, no competir
fuera tirando los salarios de los
españoles.
Ya ven, la
exportación no es una cuestión de expertos en economía sino que afecta
y mucho a la recuperación, al empleo y a los salarios, a nuestra vida diaria. Pero no leerán ni oirán hablar mucho de ella: no “vende” en
los medios ni interesa a los políticos,
que siguen enrocados en temas recurrentes como doctorados y másteres, Cataluña o
elecciones. Y por supuesto, no están por
la labor de aprobar un Plan de choque
por la exportación ni medidas de apoyo a los exportadores en el
hipotético Presupuesto 2019. Así nos va.
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