Este curso, 824.281 jóvenes estudian Formación Profesional, casi el doble que en 2007, más de los que estudian Bachillerato. Y un 15% son universitarios que se han pasado a FP, porque consiguen mejor trabajo: el 76% se colocan. A pesar del salto, España está muy retrasada en FP: la estudian un 12% de jóvenes frente al 25% en la OCDE o el 50% en Alemania. Y por eso somos el 2º país europeo con más abandono escolar y tenemos más del doble de paro juvenil. Gobierno, sindicatos y patronal preparan un Acuerdo estratégico para apoyar la FP, con más recursos y medios, porque tenemos la mitad de centros de FP que de Bachillerato. Y más títulos adaptados a lo que demandan las empresas, reforzando la FP dual (1/3 son prácticas remuneradas en empresas), casi inexistente en España y clave en Alemania. Urge valorar socialmente a la FP, quitarle el sambenito de “estudios de 2ª para torpes”. Es una garantía de que los jóvenes estudien para trabajar.
Todos los padres españoles aspiran a que sus hijos sean universitarios, sobre todo si ellos no lo son. Y así tenemos un país donde el 36,4% de los adultos tienen una carrera, frente al 34,3% en Europa, pero somos líderes en paro, porque muchos licenciados no trabajan o están subempleados (el 37,1%). A partir de 2007, con la crisis, se han reducido los universitarios y han aumentado los que estudian Formación Profesional (FP), pensando que así iban a conseguir mejor trabajo. El salto de alumnos en FP es espectacular: si en el curso 2007-2008 estudiaban Formación Profesional 462.492 jóvenes, este curso 2018-2019 lo estudian 804.829, casi el doble, según los datos del Ministerio de Educación. El despegue se dio en 2012-2013 (666.047 alumnos de FP) y son ya cuatro cursos en los que hay más jóvenes estudiando FP que Bachillerato (672.337 alumnos este curso 2018-19).
La Formación
Profesional tiene tres grados: la FP básica
(73.472 alumnos), que se estudia a partir de los 15 años (2 cursos), la FP de Grado medio (342.281 alumnos),
que se estudia al terminar la ESO (a los 16 años, 2 cursos) y la FP de Grado Superior (408.607 alumnos
este curso), que se estudia al final de la FP de Grado Medio o del Bachillerato
(a los 18 años, otros 2 cursos) y que es la que más está creciendo, porque cada vez hay más jóvenes que escogen
esta vía en vez de la Universidad y porque hay licenciados que la escogen al
terminar su carrera: entre un 10 y un
15% de los alumnos matriculados en FP de Grado Superior son universitarios
que han abandonado su carrera o que la han terminado y escogen la FP para conseguir prácticas en una empresa,
según la Asociación FP Empresa.
En la Formación Profesional, tiene un mayor peso
la enseñanza pública (72,6% de los alumnos de FP estudian en centros públicos)
que en el conjunto de la enseñanza no
universitaria (67,3% estudian en centros públicos), menos la concertada (18,2% en FP y 25,9% en toda la enseñanza no
universitaria) y más la enseñanza
privada (tiene al 9,2% de los alumnos de FP, frente al 6,9% del total de
alumnos de enseñanzas no universitarias), según las estadísticas de Educación. Y donde tiene más peso
la FP es en Andalucía (17,6% del
total de alumnos), Cataluña (16,3%), Madrid (11,8%), Galicia (6,1%) y País
Vasco (5,2%), aunque si descontamos el factor de la población, las que tienen relativamente más alumnos de FP son el
País Vasco, Galicia, Canarias, Castilla León y Castilla la Mancha. Los estudios de FP con más alumnos son sanidad, administración y gestión,
informática y electricidad y electrónica (en FP de Grado Medio) y servicios
socioculturales a la comunidad, administración y gestión, sanidad e informática
en FP de Grado Superior.
El gran salto de la Formación
Profesional en España desde 2007 tiene dos
puntos negros. Uno, el fracaso de la FP básica, unos estudios que se
inventó el Gobierno Rajoy para reducir las cifras de fracaso escolar y “embolsarlas”
en este nuevo grado de FP a los adolescentes con problemas en la ESO: los
alumnos que tenían 15 años y no conseguían aprobar 4º de la ESO se desviaban a
la FP básica, para intentar que estudiaran durante dos años y salieran con un
“título” a los 17 años: aprendices baratos. Esta vía, abierta por la LOMCE, fue muy criticada por la comunidad educativa y ha tenido poco éxito: de 39.867 alumnos el
primer curso (2014-15) a 73.742 alumnos este curso 2018-19. Y eso porque todavía son pocos los centros que
lo imparten, hay pocas plazas y las familias no lo ven una salida.
El otro punto negro de la FP, a pesar del tirón global, es la FP dual, otra nueva modalidad que puso en marcha el Gobierno Rajoy en el curso 2013-14, impulsado por la prometedora experiencia europea. Combina
la enseñanza de FP (2 años que pueden ser 3) con prácticas remuneradas en una empresa, al menos un tercio de las
horas de estudio (en la FP tradicional también hay prácticas en empresas, pero solo
3 meses al final del ciclo). Pero la FP
dual no ha funcionado en España: este curso 2018-19, hacen FP dual 24.000 alumnos de los 810.621 matriculados en FP, el 2,96%, cuando en la OCDE y en Europa
cursan FP dual el 11%, de los alumnos de FP y en Alemania el 31%. ¿Qué ha fallado? Básicamente, que Institutos y colegios (sobre todo los
públicos) no tienen medios (profesores, instalaciones, presupuesto) para
montar esta nueva enseñanza (sólo se imparte en 650 centros de los 2.500 que
imparten FP) y no han conseguido la colaboración de las empresas (sólo
colaboran 10.000).Y los sindicatos se quejan de que las empresas utilizan la FP
dual para “seleccionar” a los mejores alumnos de FP (pocos) y conseguir una
mano de obra barata.
Con todo, el salto en
la Formación Profesional en España es muy llamativo, aunque todavía queda muy
lejos del peso de la FP en el resto de Occidente. Basta este dato: en España, sólo el 12% de los
jóvenes de 15 a 19 años están matriculados en Formación Profesional, frente
al 25% en la OCDE (35 paises
desarrollados) y el 50% en Alemania.
Y si miramos lo que estudian los jóvenes
de 16 a 18 años, en España el 35%
estudiaban FP de Grado Medio (el otro
65%, Bachillerato), frente al 44% en la OCDE, el 48% en la UE-22 (casi la mitad de adolescentes estudian FP), el 71% en Finlandia, el 68% en Holanda, el
58% en Italia, el 53% en Reino Unido, el 41% en Portugal
o Francia, el 38% en Alemania o el
37% en Suecia, según los datos de la OCDE para 2016, que hoy son aún peores (33,7% hacen FP de Grado medio este
curso frente al 66,3% que hacen Bachillerato). Y además, muchos no acaban la FP, con lo que la tasa de graduación en FP de Grado medio es en España del 25% de los jóvenes con 18 años, frente
al 36% en la OCDE y el 41% en Europa. Por eso tenemos más del doble de paro juvenil que Europa
(34,3% frente al 14,9%).
Así que la FP, a pesar del salto, tiene
una gran tarea por delante para homologarse a Europa. Y cuenta para
ello con una serie de ventajas de
partida. La primera y fundamental, que tiene más salidas profesionales que las demás enseñanzas: el 74% consiguen trabajo al acabar sus
estudios frente al 63% en el
conjunto de la enseñanza, según los datos de Educación. Y los alumnos de FP dual tienen incluso un 10% más de posibilidades de empleo que
los de la FP dual, según un estudio de Fedea. Además, las empresas ya buscan tantos titulados de FP como
universitarios, según el último informe de Adecco: en 2017, un 40,3% de las ofertas de empleo estuvieron
dirigidas a titulados de FP (sólo eran el 32% en 2016) y el 40,5% buscaban
titulados universitarios. Eso sí, los sueldos
ofrecidos eran peores: las ofertas para universitarios incluían entre 5.000 y
8.000 euros más de sueldo que las dirigidas a titulados FP. Los estudios de FP con más salidas profesionales, entre los 162 títulos que se ofrecen, son administración y gestión,
auxiliares de enfermería, técnicos de cocina, informática, electricidad y
electrónica y mecánica (en FP de Grado
medio) y Técnico superior en educación infantil, en mantenimiento
electrónico, administración y finanzas, higiene buco-dental, automoción y
diagnostico clínico y laboratorio (en FP
de Grado Superior).
Otra ventaja clara de la FP, además de que asegura más
trabajo, es que supone menos años de
estudio: la FP de grado superior se estudia 2 años frente a los 4 años de
un Grado universitario. Y en paralelo, el
coste de la FP para alumnos y familias es
también inferior al coste de una carrera universitaria, sobre todo tras la
fuerte subida de las tasas en 2012. También es más barata esta enseñanza para el Estado: el coste medio de un alumno
de FP es de 13.000 euros (6.500 por 2 años) y el coste de un universitario es el triple (6.500 euros por una
media de 6 años). Y estudiar FP asegura una formación más práctica, con 3 meses finales de prácticas en empresas al
final del ciclo, lo que hace que algunos universitarios (arquitectos o
ingenieros) se apunten a estudios de FP de Grado Superior para aprender
cuestiones prácticas que no les dan en la Universidad e incorporarlas a su
currículo.
Para avanzar, la Formación
Profesional tiene también una serie de problemas
a resolver. El primero y fundamental, ampliar la oferta, porque hay un número insuficiente de centros
educativos que ofertan FP : hay 2.741 centros donde se puede estudiar FP de
Grado Medio y 2.310 que imparten FP de Grado Superior, la mitad de centros que imparten Bachillerato (4.567), según las estadísticas de Educación. Y por eso, al crecer los alumnos, cada curso faltan plazas de FP, sobre
todo en algunas zonas y titulaciones. Otro problema es que la falta de plazas la
suplen los centros privados, que crecen imparables, lo mismo que el coste
de sus matrículas (entre 3.000 y 4.000 euros algunos cursos de 2 años),
al calor de la mayor demanda de algunos títulos y la falta de oferta en los
centros públicos, que empezaron a cobrar la FP de Grado Superior desde 2013 (entre 400 y 600 euros por
curso). Y en muchos centros públicos, faltan
profesores especializados para impartir enseñanzas de FP, instalaciones y laboratorios. Un cuarto problema es que muchos títulos ya
no se demandan y otros con futuro no se dan: en España hay 162 títulos de FP frente a 350 en Alemania.
Visto el panorama, queda ver cómo dar otro empujón a la
Formación Profesional, algo que necesita España con urgencia para resolver un problema estructural, la
baja formación de nuestra mano de obra: tenemos muchos adultos sin casi formación (el 40,9% no tiene acabada la
ESO, frente al 21,8% en la OCDE y el 19,8% en la UE-22) y muchos adultos universitarios (36,4% en España frente a 37,7% en
la OCDE y el 34,3% en UE-22) pero muy
pocos adultos con formación intermedia (Bachillerato o FP de grado medio), un 22,7% en España, un 43,8% en la OCDE y un 45,9% en Europa (UE-22), según el Panorama de la Educación 2018 de la OCDE. Y por eso, a las empresas les falta personal
con formación media y como hay mucho paro, los sustituyen por universitarios,
lo que es un despilfarro como país y una enorme frustración para los jóvenes. Y
las empresas insisten en que muchos puestos de mediana cualificación no los pueden cubrir y piden más FP.
El presidente Sánchez se reunió en septiembre en la Moncloa con
la patronal y los sindicatos para preparar un Acuerdo estratégico por la Formación Profesional, que se quiere alcanzar antes
de fin de año. El objetivo es que la patronal identifique las nuevas cualificaciones
laborales que van a necesitarse en los próximos años y que las empresas intervengan
en el diseño de los futuros títulos de FP. Y conseguir que España se
vuelque en la FP, para conseguir niveles europeos en esta enseñanza y reducir así el abandono escolar (España, con el 18,3% de jóvenes que “tiran la toalla”, es el
2º país con más fracaso escolar, tras Malta) y el paro juvenil (donde también somos el 2º país peor, tras Grecia), así como el
paro de adultos, ya que muchos parados (sobre todo mayores) carecen de
formación.
¿Qué se puede hacer
para impulsar la FP? Lo primero, según este estudio del IESE, darle un “prestigio
social” que no tiene, para que ningún padre o joven crea que “es menos” por
estudiar FP. Eso pasa por campañas de
imagen y por divulgar sus éxitos, sobre todo en el empleo. Lo segundo, ligado
a esto, es orientar mejor a los jóvenes
en la ESO, “vendiéndoles las ventajas de la FP” (hoy no se les informa) y
facilitando que los títulos de FP sirvan para presentarse a oposiciones.
Tercero, mejorar la oferta de
titulaciones, sobre todo las que tienen más salidas profesionales. Cuarto, aumentar el número de centros y plazas públicas de FP, especializándolos
(creando Centros que sólo impartan los distintos ciclos de FP). Quinto, mejorar
la coordinación entre los centros de FP y las empresas, utilizando
su personal como profesores. Sexto, internacionalizar
la FP, con más alumnos en los cursos de FP de Erasmus+ y más presencia de los idiomas en FP. Séptimo, aumento de los cursos online, con prácticas
presenciales. Octavo, un aumento de la FP dual, con más colaboración de las empresas. Noveno, fomentar cursos de FP para parados, sobre todo mayores. Y décimo y
fundamental, facilitar las pasarelas académicas de traspaso de alumnos entre
Bachillerato y Universidad y la FP.
Hay que poner en marcha un gran Acuerdo nacional por la FP,
con más presupuesto, centros de enseñanza, medios y empresas colaboradoras,
para superar el millón de estudiantes en
pocos años, equiparándonos a Europa. Será la manera de reducir el paro y dar una salida digna a nuestros jóvenes: que estudien para conseguir trabajar. Es lo mínimo.
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