Estamos en septiembre y seguimos con un Gobierno que lleva ya 316
días en funciones. Una situación
excepcional que afecta negativamente a
la economía y está frenando la recuperación y el empleo, que ha caído mucho en agosto (-145.000). Y no se ve salida, salvo unas terceras elecciones: otro fracaso y 4
meses más perdidos. La gente sensata pide acuerdos,
urgentes para arreglar nuestros graves problemas
económicos: paro, pensiones, déficit,
deuda, Estado del bienestar y pobreza. Ciudadanos ha forzado al PP a
aceptar 150 medidas de reforma a
cambio de su apoyo a Rajoy, aunque sean
muy generales y les falte dinero. Pero ese es el camino. El PSOE
debería condicionar su abstención a conseguir de Rajoy recursos para un
Plan urgente contra el paro y la pobreza, salvar las pensiones,
mejorar el mercado laboral, la sanidad, la educación y modernizar la economía. Aprovechar que se acabó la mayoría absoluta
para pactos útiles y realistas. Es lo que necesitan la economía y los
españoles.
enrique ortega |
España lleva con un Gobierno en funciones desde el 26 de
octubre, una situación política
excepcional que es mala para la economía, porque las empresas y los inversores paralizan
sus decisiones a la espera de que se aclare el futuro. De hecho, la
economía española lleva cuatro trimestres seguidos creciendo lo mismo, un 0,8% (menos que antes), y el empleo
que se crea es mucho menor que antes: 271.400 empleos creados esta
primavera, según la EPA, muchos menos que los más de 400.000 creados en el segundo trimestre
de 2014 y 2015. Y en agosto, la Seguridad Social perdió 145.000 afiliados, la mayor caída del empleo ese mes desde 2008. Además, lo malo es que España atraviesa por esta incertidumbre
política en un mal momento de la economía mundial: el crecimiento es “decepcionante”, según el FMI, por el pinchazo de China, el estancamiento de Japón y la recesión
en Rusia y Latinoamérica, en medio de una crisis de los paises emergentes. Y
mientras, Europa sigue estancada, con un mínimo crecimiento (0,3% en el segundo
trimestre) y paises como Francia, Italia o Austria sin crecer nada.
Así que estamos en una mala coyuntura económica, europea y
mundial, como para tener problemas políticos. Pero además, España tiene
urgencia de un Gobierno para afrontar una serie de problemas económicos propios que son graves, a pesar del triunfalismo de Rajoy. Crecemos más que los países del euro y creamos más empleo, sí,
pero es un empleo muy precario (92% temporal y la cuarta parte por menos de 1 semana)
y muy mal pagado, que está hundiendo la renta de las familias y el consumo. Y
tenemos el doble de paro que Europa, un 20% (4.574.700 parados): la cuarta
parte llevan ya 4 años o más sin trabajar. Tenemos un 5% de déficit público, el segundo mayor de la UE, y una deuda que supera el billón de euros (más del 100% del PIB) y nos
hace muy dependientes de los inversores y los mercados. Las cuentas
de las pensiones no salen y su
déficit sigue creciendo, alcanzando 5.721 millones hasta julio
(+29,3%). Casi un tercio de los trabajadores, unos 4,5 millones, son mileuristas: ganan
menos de 1.000 euros netos al mes. Y
un 28,6% de los españoles están en situación de pobreza, 3,3 millones en pobreza extrema, según Cáritas. La
sanidad, la educación y la Dependencia
se resienten de cuatro años de recortes mientras España tiene un serio problema
de competitividad: trabaja menos gente que en Europa y trabaja peor.
Cada trabajador español produce dos tercios de lo que un alemán. Y en
consecuencia, vivimos peor : tenemos el 92% de la renta europea. Hemos retrocedido 20 años, a la brecha de
renta que teníamos con Europa en 1996. Como para llevar casi un año sin
Gobierno...
Son problemas muy de
fondo, que exigen medidas estructurales, no una política económica a corto plazo
como la que ha seguido Rajoy, de dejarse llevar por la coyuntura favorable
fuera, que ya no existe. Y además, tenemos encima la amenaza de Bruselas, que nos exige un ajuste de 15.000 millones para el año 2017, a presentar el 15 de octubre, bajo la amenaza de retirarnos una parte de los fondos europeos y poner nuestra economía bajo la vigilancia de "los hombres de negro" (como en Grecia). Por todo ello, hay que hacer una segunda transición económica,
con reformas y cambios que exigen
acuerdos y Pactos, sobre todo uno: hay que reanimar la economía, dejarse de ajustes y recortes sin más y relanzar la inversión
y el consumo, para crecer más y crear más empleo estable, porque nuestro mayor
problema es que seguimos con el doble de
paro que Europa. Y con más crecimiento, recaudaremos más y bajará el déficit público.
Y aquí, la gran
novedad de las dos últimas elecciones es que se ha terminado la mayoría
absoluta, que el próximo Gobierno se verá obligado a pactar, a negociar
las medidas necesarias para resolver los graves problemas económicos que
tenemos. Es una gran oportunidad de cambios. Y en este
sentido, una novedad es el pacto
alcanzado entre el PP y Ciudadanos, que ha forzado a Rajoy a aceptar 150 medidas para reformar la economía y el país (100 de ellas incluidas ya en
el pacto que Ciudadanos firmó en marzo con el PSOE). La mayoría de las medidas
son económicas
y sociales y tratan de mejorar la competitividad, el empleo, la precariedad,
las pensiones, los servicios sociales, la educación, la sanidad, la
financiación autonómica, la energía, la Ciencia, la Justicia, los autónomos o
las pymes, sin olvidar medidas contra la corrupción y por la regeneración
democrática y sobre política exterior.
Nadie objetivo puede decir que estas 150 medidas no sean
necesarias para mejorar la economía y el país, aunque algunas puedan considerarse insuficientes. Eso sí, pueden hacerse dos críticas
serias a este pacto. Una, que son propuestas muy generales, algunas quizás demasiado, y habrá que ver qué hace con
ellas Rajoy si llega al Gobierno. De hecho, el acuerdo PP-Ciudadanos propone impulsar
10 Pactos de Estado, que habría que “cerrar” con otros: energía, infraestructuras, I+D+i, del agua, servicios
sociales, conciliación laboral y horarios, por la infancia, contra la violencia
de género, por la Justicia y, sobre todo, un Pacto por le educación. La
otra crítica, más preocupante, es que no se dota de dinero suficiente a tantas reformas: sólo se fijan 5.000
millones el primer año y menos de 8.000 millones cada uno de los tres
siguientes. Reformas sí, pero sin casi dinero para hacerlas. Para el programa
de empleo se fijan 500 millones al año, una miseria. Y para el Plan contra el
abandono escolar, otros 500. Y 200 millones más anuales para mejorar la
Justicia. Y muchas medidas van sin Presupuesto adjunto, como el apoyo a la Ciencia o a la FP.
El problema de fondo es que tanto el PP como Ciudadanos son dos partidos cuya ideología es contraria a aumentar impuestos
(ambos proponen bajarlos a partir de
2018), con lo que su
acuerdo sólo contempla recaudar 5.000 millones más al año, con mejora de la
recaudación y del gasto de la Administración y sólo con 3.000 millones más del
impuesto de sociedades. Y claro, el
problema es que, sin más ingresos, no se pueden hacer más cosas, poner en
marcha medidas y reformas, salvo que se dispare más el déficit, algo prohibido
por Europa. Por eso, la clave de las
medidas y reformas que necesita la economía española es recaudar más, que el Estado ingrese más para poder gastarlo en lucha contra el
paro y la pobreza, en cuadrar las cuentas de las pensiones, en fomentar la
inversión, la tecnología y la industrialización, en mejorar la sanidad y la
dependencia, en volcarse en la formación y en la educación…
Hay que recaudar más
para mejorar la economía y se puede.
Porque uno de los problemas de fondo de España es que ingresa menos que el resto de
Europa: Hacienda recauda el 38,2% del PIB (2015) frente al 45% que recauda la UE-28 y el 46,6% que recaudan los 19 paises del
euro, según Eurostat. Eso significa que si España recaudara como los demás paises
del euro, sólo en 2015 deberíamos haber ingresado 85.000 euros más. No habría habido déficit público (fueron 50.000
millones) ni recortes y podríamos haber gastado más en empleo, pensiones,
educación, sanidad, ancianos, pobreza, servicios sociales, Justicia,
tecnología, infraestructuras, ayudas a empresas y tantas cosas que nos hacen
falta.
¿Por qué España recauda menos? Porque aquí hay más fraude
fiscal y porque algunos pagan menos de
lo que deberían (“legalmente”). Es el caso de las multinacionales,
las grandes empresas y los más ricos, sobre todo gracias a las deducciones del impuesto de sociedades,
a los paraísos fiscales, las SICAV y las empresas fantasma. Vean dos ejemplos
sangrantes. Uno: Hacienda
devolvió al Banco de Santander 1.236
millones de euros por el impuesto de sociedades en 2013 y 2014 (vea aquí los documentos de devolución), a pesar de ganar 10.186 millones de euros en esos dos años,
debido a que se aplicaron deducciones por pérdidas en 100 empresas del grupo. Otro ejemplo: el Corte Inglés lleva ya 5 años sin pagar ni un euro en el impuesto de
sociedades y Hacienda le ha devuelto incluso
343 millones de euros desde 2011. Todo “legal”. Y como Rajoy ha bajado los
impuestos a las empresas, en 2015 y 2016, la recaudación del impuesto de sociedades ha caído este año, hasta julio, un 85,5%...
Así no hay forma de bajar el déficit público ni de gastar en lo que la economía
necesita.
Los técnicos de Hacienda (GESTHA)
creen que España podría recaudar 42.000 millones más cada año luchando con más medios contra el
fraude fiscal (España gasta la quinta parte que Alemania y tiene la mitad de
inspectores por contribuyente) y haciendo que
paguen más las multinacionales
(apenas pagan impuestos en España), las
grandes empresas (sólo pagan una media del 6,9% de lo que ganan y a muchas les sale negativa) y los más ricos (pagan el 1% con las SICAV),
no la mayoría de los contribuyentes, que ya pagamos de más. Y además se podrían
conseguir más recursos reestructurando
los tipos del IVA (la Comisión Europea cree que España tiene un fraude de 12.000 millones en el
IVA), aumentando los impuestos en los
carburantes (de los más bajos de Europa), implantando impuestos financieros
(tasa Tobin) y creando nuevos impuestos medioambientales.
Con todo ello, se
podrían ingresar al menos 40.000 millones más cada año, no los ridículos 5.000 millones que proponen
Ciudadanos y PP. Y con ese dinero se
podrían atajar los 5 mayores problemas que tiene España. El primero,
abordar un Plan urgente de empleo,
al que destinar un mínimo de 5.000 millones para formación de parados y
trabajadores, reforma de las oficinas de empleo e incentivos a la contratación.
El segundo, salvar las cuentas de las pensiones,
inyectando un mínimo de 10.000 millones anuales. El tercero, un Plan contra la pobreza (a favor de los niños y las familias en pobreza extrema), al que destinar otros 5.000 millones .El
cuarto, reforzar el Estado del Bienestar,
destinando 10.000 millones más a la educación, la sanidad y la dependencia
(ancianos y discapacitados). Y el quinto, reforzar
la competitividad de la economía, destinando otros 5.000 millones a un Plan
de inversiones públicas, apoyo a la Ciencia y la reindustrialización. Y todavía
quedarían 5.000 millones más para recortar
el déficit público, ahorrando además otro tanto en gastos prescindibles, para tranquilizar a Bruselas.
No son las cuentas de
la lechera. Se puede y se debe
ingresar más, para poder gastar más en lo que hace falta. Otros paises lo
hacen y aquí se puede hacer, aunque eso exige que paguen más algunos grupos y
sectores poderosos que hay apenas pagan o incluso a quien Hacienda devuelve.
Este deberías ser el gran tema de pacto: ingresar más para gastar más en mejorar
la economía y la vida de los españoles. Y ahora
se podría avanzar en ello, porque Rajoy
no tiene ya la mayoría absoluta y necesita apoyos o abstenciones. En mi
opinión, el gran error de Pedro Sánchez,
del PSOE, es no “vender cara” su abstención. Forzando unas terceras elecciones,
se juega perder más votos (el PSOE ya ha perdido 5 millones desde 2011) y
reforzar a Rajoy. Pero negociando más ingresos y medidas de cambio,
como Ciudadanos, todos podemos salir ganando. Bastaría que planteara un pacto por las tres P: paro,
pobreza y pensiones. Tres urgencias que necesitan dinero y medidas. Y
también debería forzar acuerdos para reformar
el mercado laboral, consolidar la sanidad
y la dependencia y lograr un
pacto por la Educación, que ponga a España en órbita para el empleo del
futuro.
Los problemas siguen ahí, empeorando tras casi un año sin Gobierno.
Y no hay salida si no se toman medidas pactadas, que cuenten con dinero y con
amplios apoyos. Eso exige recaudar más y gastar muy bien en lo que hace más
falta. No simplemente hacer ajustes y recortar otros 15.000 millones más para contentar a Bruselas. Más recortes en el
Presupuesto 2017 frenarían más el crecimiento y el empleo, un lujo que no nos
podemos permitir. Hay que cambiar de política, recaudar más para gastar más en aplicar
los cambios urgentes que
necesita la economía y el país: lucha contra el paro, financiación estable
de las pensiones, mejora de la formación y la educación, recomposición de la
sanidad y la Dependencia, lucha contra la pobreza y la desigualdad, recorte del
déficit y mejora de la competitividad de la economía, para no seguir creciendo
sólo gracias al turismo, la construcción y la exportación.
Estamos en un callejón político que dificulta la recuperación económica
y el empleo, la primera preocupación de los españoles. Hay que buscar
una salida y sólo puede ser pactar, llegar a acuerdos serios
para poder aplicar medidas eficaces. Rajoy se ve obligado a pactar y hay que
aprovechar para forzarle a hacer otra política, por el bien de todos. Enrocarse y forzar unas terceras elecciones
es un suicidio económico y político. Y lo pagaríamos todos.
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