Los datos tardan
en salir pero son impactantes: 3.910 españoles se suicidaron en 2014, más
de 10 suicidios al día, el doble
de muertes que por accidentes de tráfico. Y lo más llamativo: los suicidios han aumentado un 20% desde 2007, sobre todo por la crisis económica. Los
estudios dejan claro que el paro y las deudas están detrás de muchos
suicidios, que se concentran en los mayores de 45 años y los ancianos,
sobre todo hombres. Al final, dos tercios de los que se suicidan sufren
depresión y enfermedades mentales, sin
que se les trate adecuadamente, salvo el “parche” de recetarles pastillas:
los ansiolíticos y antidepresivos están entre los medicamentos más vendidos en
España. Urge poner en marcha un Plan nacional
contra los suicidios y por la mejora
de la salud mental de los españoles, centrado en los colectivos de más
riesgo, los parados maduros de larga
duración, los jóvenes y los ancianos. La prioridad debería ser salir de la crisis lo más sano posible.
enrique ortega |
Los suicidios son
una de las 10 principales causas de
muerte en el mundo y la segunda entre los jóvenes de 15 a 27 años. Cada año se suicidan en el mundo cerca de 1 millón de personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una media de 16
personas por cada 100.000 habitantes. Lituania es el país con la mayor
tasa de suicidios del mundo (61,3 por cada 100.000 habitantes), seguido de
Rusia (53,8), Bielorrusia (48,7), Kazajistán, Hungría, Letonia, Ucrania, Corea
del Sur, Japón y Sri Lanka, según la OMS. En conjunto, la tasa de suicidios es mayor en Europa (23,2 suicidios por
100.000 habitantes) que en América
(10,3 por 100.000), aunque en los últimos años, con la crisis económica, los
suicidios están creciendo más en los países de bajos y medianos ingresos.
España ocupa el lugar 58 en el ranking mundial de
suicidios (101 países) estudiado por la ONU. En 2014, el último año con
datos oficiales, se suicidaron en España 3.910
personas, una tasa de 8,40 suicidios
por 100.000 habitantes, la mitad de
la tasa mundial y por debajo de la media
de la Unión Europea (11,6 suicidios por 100.000 habitantes), aunque tenemos más
suicidios que otros países de la Europa
del sur, como Grecia (4,7 por 100.000), Malta (5), Chipre(5,1), Italia (6,6),
o que Reino Unido (7,3), pero menos que Bélgica (17,2), Francia (16,9), Alemania
(11,6) y la mayoría de países del Este. Pero lo verdaderamente preocupante es
que los suicidios se han disparado en España con la crisis: han pasado de 3.263 muertes en 2007 a las 3.910 de 2014 un 19,82%
más, según el INE. Son ya más de 10 muertes al día. Y desde 2008,
las muertes por suicidio superan a las muertes por accidentes de tráfico (1.873 en 2014) y son la
primera causa de muerte en España por motivos no naturales (no enfermedades).
Algunos expertos creen que estas cifras oficiales no reflejan la cifra real de suicidios, que debe
ser aún mayor, porque muchas muertes por suicidio se acaban computando como
muertes por infarto o por otras causas, para “encubrir” una muerte que se considera “vergonzosa”. Así, algunos médicos forenses estiman que hay un 0,97 por 100.000 más de suicidios no
contabilizados, lo que daría unas 450
muertes por suicidio más cada año. O sea, unas 4.360 muertes al año,
casi 12 al día.
El perfil del suicida en España es un hombre (75,14% de los suicidas) maduro:
casi un tercio de los que se suicidaron en 2014 tenían entre 40 y 55 años, destacando los suicidas de 45 a 49 años (457) y
los de 50 a 54 años (438). Todo apunta a que este colectivo maduro, de padres de familia, es el que más sufre las tensiones de la
crisis (paro, deudas, incertidumbre) y que “se quita de en medio” cuando ve que
los hijos “ya están criados”, no antes. También destacan los suicidios en ancianos (la cuarta parte de los suicidas tiene más de 70 años),
sobre todo entre los muy mayores: 498
suicidas en 2014 tenían más de 80 años,
algo que tiene mucho que ver con sufrir enfermedades incurables y la soledad. Y
no hay que olvidar a los niños y adolescentes: hubo 10 suicidas
con 10 a 14 años en 2014.
La mayoría de suicidas en España se ahorcan
o saltan al vacío, aunque ha aumentado la muerte por intoxicación voluntaria de
medicamentos. Las tasas más altas de suicidio se dan en las grandes ciudades (29,4% del total) y
también en los pueblos pequeños, de
menos de 10.000 habitantes (26,4%), destacando la alta tasa de suicidios de Asturias (13,92
por 100.000) y Galicia (12,09) y la
baja de Madrid (5,21). Durante la crisis (2007-2014), el 83%
del aumento de suicidios (hay 647 muertes más) se ha dado entre hombres de 40 a 59 años, el
colectivo con mayor paro de larga duración (más de 1 año), según la EPA.
“La relación entre el aumento de suicidios y la crisis económica es clarísima”, ha señalado Antoni Talarn, psicólogo clínico, que aporta los datos del estudio internacional publicado
en 2009 en la revista médica Lancet: constataba que “cada 1% de aumento del desempleo se asoció con un aumento del 0,79% en
la tasa de suicidios de menores de 65 años y con un aumento del 0,79% en la
tasa de homicidios (…) Un aumento superior al 3% en el desempleo tuvo un mayor
efecto sobre los suicidios a edades menores de 65 años…”. Ya en 2012, la OMS advertía que el desempleo y
los
problemas en los pagos (hipotecas, deudas) eran las principales causas del
suicidio en el mundo.
Otra investigación
realizada entre 2008 y 2010, publicada en el British Journal of Psychiatry,
concluía que 10.000 personas se habían suicidado durante esos años en Europa y EEUU por la crisis económica, apuntando los
tres factores de riesgo encontrados: la pérdida de empleo, el endeudamiento y la ejecución de hipotecas (el 15-M tiene
esta web con la lista de suicidios motivados por la crisis) . Otro estudio de la misma publicación sobre Grecia,
publicado en 2015, revelaba que la tasa de suicidios en el país heleno creció
un 37,5% a partir de junio de 2011, justo después de que el Gobierno griego
aprobara su segundo paquete de austeridad. Y un tercer trabajo, de 2013, elaborado por investigadores de China y Reino
Unido sobre datos de suicidios de 24 países, revelaba que los suicidios habían
aumentado en todo el mundo con la crisis, más en Europa (+6,5%) que en EEUU
(+4,8%).
En España, los
datos del estudio IMPACT (publicado en 2013), realizado entre 2006 y 2010 en las consultas de atención primaria de la
sanidad pública son también muy concluyentes: los problemas de depresión
crecieron un 19,4%, la distimia (depresión más leve) un
10,8%, la ansiedad un 8,4% y el abuso del alcohol un 4,6%, señalando
explícitamente el estudio que “el
desempleo constituye el principal factor de riesgo de estos
trastornos”. El informe SESPAS 2014 concluye que “la crisis
económica va asociada a problemas de salud mental y suicidios”. Y otro estudio de la Universidad de la Coruña, divulgado en 2016, demuestra una relación directa entre desempleo, caída del
PIB y aumento de los suicidios en España. Y concluye
que el factor de riesgo más importante no es el paro sino los años que se lleva en desempleo.
Está claro también que no
todos los suicidios se producen por la crisis. Hay un segundo factor muy
importante, la demografía: España es un país que ha envejecido, donde los mayores
de 50 años, que son los que más
se suicidan, suponen ya el 36% de la
población. Y en el futuro aún habrá más riesgo demográfico, porque los
mayores de 50 años serán el 44% de la población en 2023 y el 58% de los españoles en 2064, según las proyecciones del INE.
Además, hay otro bloque de causas personales,
sociales, culturales y ambientales (clima) que influyen también muy
decisivamente en muchos suicidios. En bastantes casos, la ruptura del modelo familiar, los drásticos cambios en el trabajo y
las relaciones laborales, la ruptura de los valores tradicionales, la mayor
incertidumbre y seguridad, el aumento de la soledad y del individualismo
son factores que juegan a favor de los suicidios.
Y más si, con la crisis, se han recortado gastos sanitarios, sobre todo en
prevención: la atención a la salud mental ha perdido 2.200 millones con los recortes, según la
Confederación de Salud Mental de España.
Al final, los
suicidios son sólo la punta del iceberg
de un problema más de fondo: el deterioro de la salud mental en Europa y en España, agravado con la
crisis. Los expertos recuerdan que dos
tercios de los suicidas sufrían depresión (la mayoría sin tratarse) y que
cerca del 90% tienen un historial
psiquiátrico detrás (por depresiones, adicciones y ansiedad). Por eso, para atajar los suicidios hay que mejorar la salud mental, que se ha
deteriorado muy seriamente en las últimas décadas. Así, el 9% de los españoles adultos padece algún trastorno mental (son más
de 3 millones de personas), la tercera parte de ellos un trastorno grave, según
los datos de la Confederación Salud Mental de España. Y estiman que hasta un 15% de españoles adultos (5,3 millones) tendrán problemas
mentales alguna vez.
Es un problema muy
serio como para no tenerlo en cuenta. Y más porque la mayoría de los enfermos mentales no se trata, ni en España ni en
el mundo: mientras el 75% de los males físicos se tratan, sólo lo hacen el 25%
de los enfermos mentales, muy estigmatizados socialmente. Y además, el
88% de su cuidado recae en la familia, sin que acudan en muchos casos a la sanidad
pública, por recelo y falta de medios, tanto en la atención primaria como en la
mayoría de hospitales. Y eso porque España es uno de los países europeos que menos gasta en salud mental,
según el Libro verde de la UE. Una cicatería
que contrasta con el alto coste de los
trastornos mentales, no sólo personal y social, sino económico: 83.749
millones, un 8% del PIB, según algunos estudios.
En España, desde 2006 hay una Estrategia Nacional de Salud Mental, que pilota el Ministerio de Sanidad y ejecutan las autonomías, cada una a su aire y con grandes diferencias de gasto y
servicios a los enfermos mentales. En octubre de 2015, el ministro de Sanidad
señaló que el Gobierno Rajoy iba a ampliar la Estrategia de salud Mental con dos nuevas prioridades: la lucha contra el suicidio y los problemas mentales de niños y jóvenes. Y eso
porque en 2020, de las 10
enfermedades que producirán más discapacidad a los españoles, 5 serán mentales, figurando la depresión
como la segunda enfermedad más inhabilitante. Pero al día de hoy, sin
Gobierno, la nueva Estrategia de salud mental no se ha puesto en marcha ni hay nuevos recursos para aplicarla. A
pesar de que cada día se suiciden más de 10 españoles.
Los expertos creen que la
clave es destinar más recursos a la prevención, seguimiento y tratamiento de las enfermedades
mentales, para rebajar así la cifra
de suicidios. Y hacerlo desde edades
muy tempranas, por dos razones. Una, que el 50% de los trastornos
psiquiátricos en adultos se inician antes de los 14 años (y el 75% antes de los
24 años). Y la otra, porque preocupa el aumento de trastornos mentales entre
niños y jóvenes: un 15% de los chavales entre 4 y 17 años tienen problemas
psicológicos serios que deben ser tratados (y un 30% los jóvenes de 13 a 18
años), según acaba de revelar la Asociación española de Psiquiatría del niño y adolescente. Además, hay que reforzar la formación de los médicos de
atención primaria, para evitar que el único tratamiento en muchos casos sea
medicar a los pacientes. De hecho, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos
se
ha disparado con la crisis y ese tratamiento amortigua pero no resuelve los
problemas de fondo. Y en la mayoría de hospitales, faltan médicos y medios para tratamientos
psiquiátricos más complejos.
La crisis sigue ahí, atacando con el paro de larga duración, el subempleo
y la precariedad, los bajos salarios y la pobreza a muchos millones de
españoles. Así que los factores de riesgo de las enfermedades mentales y el suicidio están
presentes. Urge un Plan contra el suicidio y los trastornos mentales vinculados a la crisis, centrado en los
colectivos de más riesgo (parados mayores de 45 años, ancianos, jóvenes y
niños), con medidas de detección de problemas en ambulatorios, empresas y
colegios, reforzando los medios para atenderles de forma integral y profesional, no sólo
recetándoles medicamentos para salir del paso. Y, en paralelo, hacer otra política económica, que mejore el crecimiento y el empleo y
luche contra la pobreza y la desigualdad, la base de muchos problemas mentales
y suicidios. Hay que poner los medios no
sólo para salir de la crisis, sino para salir
vivos y sanos.
No es mucho pedir.
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