jueves, 10 de abril de 2014

Las medicinas más baratas de Europa


El gasto farmacéutico se ha reducido 3.300 millones en cuatro años, por las rebajas de precios, la retirada de fármacos financiables y el copago. Pero en los últimos 6 meses, el gasto ha vuelto a aumentar. Para frenarlo, el Gobierno ha bajado por decreto el precio de 14.500 medicamentos (el 76%), con fecha 1 de julio. Y obliga a los laboratorios a tener los precios más bajos de Europa en las medicinas que financia Sanidad. Ahora, los medicamentos serán un 25% más baratos que en Europa, lo que facilita las exportaciones (y el desabastecimiento de fármacos) y dificulta que los laboratorios investiguen y creen nuevos medicamentos. Y hunde más a las farmacias, una de cada cinco en graves apuros. El problema de fondo es que el Gobierno se ha pasado en el recorte farmacéutico, porque ya gastamos menos que Europa. Y si muchas medicinas valen menos que una cerveza, corremos el riesgo de que no se lancen nuevos fármacos o se exporten y falten en las farmacias. Al final, lo barato es caro.
 
enrique ortega

Ningún país europeo, salvo Grecia, ha hecho un recorte tan drástico del gasto farmacéutico: se ha reducido 3.322,4 millones desde 2009 (el año récord de gasto, con 12.505 millones) hasta finales de 2013 (9.183,2 millones). Un ahorro del 27% en cuatro años, motivado por dos razones. Una, que se hacen menos recetas (-8%), por la introducción del copago a pensionistas y el mayor cobro a los activos (desde el 1 de julio de 2012) y  la retirada de medicamentos financiables (el 1 de septiembre de 2012 salieron 426 fármacos de la financiación pública). Y, sobre todo, porque el gasto por receta es menor (-20%), debido a  la creciente penetración de genéricos más baratos (un 71,5% de las unidades vendidas) y a las sucesivas bajadas de precios impuestas a los laboratorios y farmacias desde 2010.

Sin embargo, la rebaja en el gasto farmacéutico ha tocado suelo y desde septiembre de 2012, son ya 6 meses consecutivos en los que crece la factura farmacéutica (en los dos primeros meses de 2014 ha subido un 2,2%). Ello se debe al envejecimiento de la población (más mayores que necesitan fármacos) y a que se ha desinflado el efecto del copago, tras el primer año de aplicación: muchos pensionistas se han “acostumbrado” a pagar los 8 euros de tope de la mayoría y otros (en Madrid, por ejemplo) acumulan recetas para dos meses y pagan su aportación sólo un mes.

El Gobierno quiere volver a recortar el gasto y acaba de aprobar un real decreto para rebajar los precios de referencia de los medicamentos, el precio máximo de un fármaco que el Estado está dispuesto a financiar. Así, se garantiza que el paciente siempre tenga un genérico o un medicamento con un precio igual o menor al de referencia. Los precios de referencia se establecieron en 1997 y han bajado en numerosas ocasiones, sobre todo desde 2010, aunque no se actualizaban desde 2011, porque el Gobierno Rajoy no ha conseguido hasta ahora (Consejo Ministros 21 marzo 2014) aprobar el real decreto de 2012, por las múltiples alegaciones y su paso por el Consejo de Estado. Ahora, se rebajan los precios de 14.500 medicamentos (76% del total), siendo efectivo desde el 1 de julio probablemente.

Una de las novedades del real decreto de precios de referencia es que obliga a los laboratorios a informar si un medicamento tiene un precio menor en cualquier país europeo y si es así, les obliga a bajar el precio hasta que tengamos en España el más bajo de Europa. Con ello, los medicamentos financiables en las recetas del SNS serán los más baratos de EuropaHoy ya casi lo son: España tenía en 2012 un precio de los medicamentos un 19,4% inferior a la media europea, según Farmaindustria. Y los fármacos sólo eran algo más baratos en Portugal, Eslovaquia y Estonia. Ahora, serán los más baratos de los 28.

La nueva bajada de precios de los fármacos, con la que el Gobierno pretende ahorrar otros 500 millones este año, tiene un primer efecto perverso: el desabastecimiento de medicamentos. Si los precios en España son los más baratos de Europa, los laboratorios se dedicarán a exportar cada vez más (en 2013 ya batieron un récord, con 10.060 millones, cuatro veces lo exportado en 2000) y puede producirse desabastecimiento. Y también han crecido las exportaciones ilegales, medicamentos desviados de los almacenes y las farmacias para su venta en Alemania, Gran Bretaña, Holanda, países nórdicos y el este de Europa, donde se venden más caros. La Guardia Civil y las autonomías ya han desmantelado varias redes, sobre todo en Cataluña, Castilla y León, Galicia y Andalucía. El resultado es que crece la lista de  medicamentos  que faltan en las farmacias, 127 ahora, según esta Web de Sanidad. Y podría aumentar en los próximos meses, por la anunciada bajada de los precios de referencia: laboratorios, almacenes y farmacias no se quieren pillar los dedos con stocks de medicinas que a partir del 1 de julio bajan de precio.

El otro efecto perverso de la nueva bajada de los medicamentos es que desincentiva la inversión en nuevos fármacos, en investigación de los laboratorios (que hacen el 20% del gasto en I+D de toda la industria española). Actualmente, la mitad de los medicamentos cuestan menos de 3,5 euros, un 35% cuestan entre 3,5 y 20 euros y sólo un 15% valen más de 20 euros. Eso se debe a la rápida penetración de los genéricos, que ya suponen el 71,5% de las presentaciones (y el 43,2% de la facturación). Con este panorama, los laboratorios tienen cada vez menos incentivos para crear nuevos fármacos, en perjuicio de nuestra salud: de hecho, sólo 2 de cada 10 nuevos medicamentos autorizados son innovadores. Y además, sufren la competencia de laboratorios kamikazes, que importan licencias y genéricos de terceros países (Hungría, Corea, India y China), tirando precios.

La rebaja de precios va a deteriorar más un sector clave de nuestra sanidad: las farmacias. No sólo les han caído drásticamente las ventas (-27%) con los mismos clientes, sino que les han subido los costes (financieros, luz, impuestos) y les han impuesto dos descuentos de precios desde 2010, una especie de “impuesto revolucionario” sobre ventas que les obligó a devolver una media de 20.500 euros por farmacia en 2013. Con todo ello, 1 de cada cinco farmacias (hay 21.458) están con apuros económicos, según un informe de Antares Consulting. De ellas, más de 1.000 están en riesgo de liquidación, según Cofares.

El problema de fondo es que el Gobierno Rajoy se ha pasado de frenada a la hora de recortar el gasto farmacéutico: si hasta 2010 había mucho despilfarro, hoy España cumple la recomendación de Bruselas de gastar menos del 1% del PIB en medicamentos: 0,95% en 2012 y 0,90% en 2013 (algo que no sucedía en España desde 1994). Incluso, el gasto farmacéutico per cápita ha caído por debajo de la media europea: gastamos 194,9 euros por habitante (267,5 en 2009), frente a 330 euros de media en la UE-28.

¿Qué ha pasado? Pues que Gobierno y autonomías han utilizado los medicamentos como la principal herramienta para bajar el gasto sanitario: el 79% del ajuste sanitario se ha hecho en los medicamentos, que no es la principal partida de gasto. De hecho, el gasto farmacéutico público suponía en 2013 el 14,5% del gasto sanitario público total, en línea con la media europea (15% del gasto sanitario). O sea, nos han aplicado el copago, nos han quitado medicamentos de las recetas, han bajado precios a laboratorios y farmacias  y así han ahorrado las cuatro quintas partes del ahorro sanitario. Y en todo el resto, desde hospitales a ambulatorios, tecnología, personal y demás gastos, sólo han ahorrado el 21% restante.

El problema de centrar el ajuste en los medicamentos, también en 2014, es que el Gobierno tira demasiado de la cuerda y puede poner en peligro nuestras medicinas. Por un lado, el simple abastecimiento, que peligra por unos precios tan bajos que fuerzan a vender fuera. Por otro, la investigación en nuevos fármacos. Y sufren dos sectores claves, laboratorios y farmacias (nuestros asesores sanitarios más cercanos). Racanear con los medicamentos, forzando que cuesten menos que una cerveza es peligroso. Y no se puede bajar el déficit (casi nada, por cierto) a costa de nuestra salud. Ojo: lo barato es caro.

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