Rajoy y su Gobierno han echado las
campanas al vuelo: España ha reducido a mínimos históricos su déficit comercial con el exterior. Y es
verdad. Lo que no dicen es que se debe, sobre todo, a la caída de las importaciones, porque las exportaciones van al ralentí:
han crecido sólo un 3,8%, la cuarta parte que en 2010 y 2011. Un dato preocupante, ya que la exportación
es la salvación de muchas empresas y muchos
empleos. Pero está sufriendo la recesión en Europa, donde van dos
tercios de nuestras ventas. Y la dura competencia de los países emergentes. Con ello, la cuota de mercado de
España ha caído al 1,59%, su mínimo histórico. Además, los
exportadores se encuentran sin crédito
y sin avales para vender fuera, lo que complica
más su existencia, junto a los recortes
de las ayudas públicas. Hay que volcarse
en la exportación, porque es uno
de los motores para salir de la crisis, junto a la industria. Hay que duplicar las ventas de España fuera para asegurar más empleo dentro.
enrique ortega |
Las exportaciones españolas han pinchado
en 2012, al crecer sólo un
3,8%, frente a los fuertes
crecimientos de 2010 (+16,8%) y 2011 (+15,2%). Y si descontamos la
inflación (2,9%), casi se han estancado. La causa principal
es la recesión en Europa (donde van el 70,6% de nuestras exportaciones), que
ha reducido las compras de nuestros principales
clientes: -6,2% Francia (16,2%
total exportaciones), -3,1% Italia
(7,4% exportaciones) y -5% Portugal (6,6%),
no compensadas por las mayores compras de Alemania
(+6,7%), nuestro segundo cliente (10,5% de nuestras exportaciones) y Reino
Unido(+0,2%, el 6,2%). Y el resto de
nuestras ventas han sufrido el pequeño
crecimiento internacional y del comercio mundial en 2012.
La recesión en España ha frenado mucho
más nuestras compras fuera, las importaciones,
que han
caído un 2,8 % en 2012, tras aumentar en 2010 (+16,5%) y 2011 (+9,6%).
Ello ha reducido el agujero comercial de
España con el exterior, un déficit que
está ahora en -30.754 millones de euros, la
tercera parte que antes de la crisis. Y tenemos, por segundo año consecutivo, superávit
comercial con la Unión Europea: les vendemos más de lo que les compramos.
Una buena noticia que encubre otra mala: un tercio de las
importaciones son necesarias para renovar
instalaciones y material de nuestras empresas y para poder exportar luego más. Y este frenazo
en las compras exteriores indica que no se están poniendo los cimientos de la
futura recuperación. Además, por desgracia, lo único que sube es la factura energética (+13,9%): 45.503
millones de euros, lo que ingresamos por turismo.
Este año 2.013,
el Gobierno confía en que la exportación
nos vuelva a sacar las castañas del fuego,
con un crecimiento del 6% (cinco veces el
previsto este año, +1,6%), algo bastante
difícil según muchos expertos. Y eso, porque el crecimiento en Europa será otra vez muy débil (-0,3% la zona
euro, según la Comisión Europea),
como el comercio mundial. Y no ayuda
el tener un euro
fuerte, que se ha revalorizado
desde el verano un 10% frente al dólar, 6% frente a la libra y 30% frente al
yen. Y hay dos factores más de
preocupación para 2013: la falta de crédito (los exportadores no
encuentras avales para apoyar sus ventas) y los recortes presupuestarios. El Gobierno ha reducido
otros 100 millones (-20,5%) los programas para la internacionalización de
nuestras empresas. Y el ICEX, la agencia estatal que promueve las exportaciones, reduce
su presupuesto un 24,5%: se queda en 83 millones,
menos de la tercera parte que en 2008 (264 millones) y la dotación más baja desde hace 25 años. Y cae a la mitad la ayuda
al desarrollo, clave para “vender la marca España”.
A pesar de este difícil panorama, las exportaciones españolas han
aguantado mejor que la mayoría de Europa: entre 1999 y 2011, España
perdió un 8,9% de cuota exportadora, menos que Alemania (-12%), Italia (-30%) o
Francia (-40%), según un informe del BBVA. Eso sí, hemos
caído al puesto 17º del ranking
exportador, superados por India y Taiwán, con una cuota del 1,59% del comercio mundial, la más baja de nuestra historia. Pero
las exportaciones han ganado peso en la economía (del 28
al 32% del PIB) y han ayudado decisivamente a salvar empleo (22%) y a que la recesión no sea más profunda.
Ahora, España debe dar un salto en sus exportaciones. Y
tiene potencial, ya que somos la quinta
economía de Europa pero el séptimo exportador (nos ganan Holanda y Bélgica,
países más pequeños). Y con una economía similar a la de Italia, exportamos la
mitad que ellos. Estamos bien en la exportación
de servicios (3,30% de cuota, frente a 3,82 de Francia, 2,61% de Italia o
6,31% de Alemania), pero por debajo de la mayoría en la exportación de bienes, de productos
(1,95 % de cuota frente a 2,88% de Italia, 3,51% de Francia, 7,95% de
Alemania), según un estudio
de ESADE. Y sólo exportan de forma habitual 37.250 empresas, el 1,1% del total,
la mayoría medianas
y grandes, muy pocas pymes.
El reto es conseguir duplicar las empresas que exporten y que vendan más. Las claves para exportar son cinco, según un documentado estudio
del BBVA: tener más tamaño
(las empresas de más de 250 trabajadores tienen un 65% más de productividad y
exportan mejor), tener tecnología e innovación (un 80% de
las empresas que invierten en I+D+i exportan), tener personal cualificado,
tener capital extranjero (exportan nueve veces más que las que tienen
sólo capital español) y tener crédito suficiente y pocas deudas.
En consecuencia, las medidas a tomar parecen claras: fomentar fusiones para conseguir empresas de mayor tamaño (sólo 0,2% tienen más de 200
empleados: tenemos la quinta parte de grandes empresas que Alemania), volcarse
en la formación y en la tecnología (sólo hay recortes
en ambas), fomentar la inversión
extranjera en España y volcarse en financiar a las empresas exportadoras, con créditos y avales públicos (ICO y CESCE).
Además, hay que reducir los trámites
burocráticos (España ocupa el lugar 55 en el ranking mundial de facilidades a la
exportación), mejorar los incentivos
fiscales y laborales (bajada cuotas S. Social) y apoyar más a la internacionalización
de las pymes, mejorando y ampliando todo el entramado de oficinas
comerciales en el exterior (faltan en Asia y África).
Además, España tiene
por delante dos grandes retos: diversificar
lo que exporta y dónde lo vende. La
mayoría de lo
que exportamos son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y
calzado) y media (plásticos, metales
y automóviles), mientras Alemania, el tercer exportador del mundo, vende más
productos de alta tecnología
(industriales), con más valor añadido, que no compiten tanto en precio como en innovación, diseño y calidad (ventas
más estables). El otro reto es exportar
más fuera de Europa (destino del 70,6% de nuestras exportaciones), sobre
todo a Latinoamérica (6,2%), Asia (8,5%) y África (6,8%). Ahora, se está poniendo el acento en un grupo de países con gran potencial: Brasil, México,
China, India, Indonesia, Filipinas, Vietnam, Argelia, Marruecos, Angola,
Nigeria, Sudáfrica, Turquía y Australia.
Al final, exportar
no es sólo una necesidad por la recesión interna, sino un modelo de crecimiento: un país y
una empresa sólo tendrá futuro si vende fuera la mitad de lo que produce.
Es la única garantía de un empleo estable dentro. Hay que cambiar
el modelo del ladrillo y las finanzas por la industria y las
exportaciones,
algo que no se hace en un año pero que hay que apuntalar ahora con firmeza, para que sean
el motor de la esperada recuperación. Hay que mimar la exportación,
invirtiendo sin recortes para asegurar el futuro. Nos jugamos el
empleo de las próximas dos décadas.
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