En los últimos 6 años, la recuperación ha creado 3 millones de empleos. Pero dos tercios han sido sólo para 10 provincias (Madrid, Sevilla, islas y litoral mediterráneo), mientras que en 30 provincias (del norte e interior) apenas se ha creado empleo. Y sólo 3 autonomías (Madrid, Baleares y Canarias) tienen hoy más empleo que antes de la crisis. Este reparto tan desigual del empleo ha sido el factor decisivo para que la brecha entre la España rica y la pobre se mantenga. Y la diferencia entre la región más rica (Madrid) y la más pobre (Extremadura) sólo se ha reducido a la mitad desde 1955, según un reciente estudio, que alerta de que, a este ritmo, se tardarán 80 años para reducir esa brecha a la mitad. Algo habrá que hacer para corregir mejor la tremenda desigualdad entre regiones: además de actuar sobre la financiación autonómica, los impuestos y las inversiones y ayudas públicas, habrá que repartir mejor el empleo. No puede haber 3 clases de españoles según donde vivan.
enrique ortega |
Todo el mundo sabe que hay 2 Españas, una rica y otra pobre, aunque quizás sería más preciso incluir una 3ª, la España intermedia. La clasificación se hace con la riqueza que genera cada región por habitante (PIB por habitante) y el último dato del INE, de 2018, refleja claramente esas 3 Españas. Una, la España rica, integrada por 7 autonomías: Madrid (35.041 euros/habitante), País Vasco (33.323 euros), Navarra (31.389), las tres con más riqueza que la media europea (30.960 euros/habitante), Cataluña (30.426), Aragón (28.151), Baleares (27.682) y la Rioja (27.225), las 7 regiones con más riqueza que la media de España (25.727 euros/habitante). La segunda, la España pobre, compuesta por 6 autonomías: Melilla (18.533 euros/habitante, que le ha quitado el último puesto a Extremadura (18.769 euros, casi la mitad que Madrid), Andalucía (19.107), Ceuta (20.120), Castilla la Mancha (20.363) y Canarias (20.892 euros/habitante). Y queda una tercera España, la intermedia, integrada por otras 7 autonomías, la mitad cerca de las pobres y la otra mitad acercándose a las ricas: Murcia (21.269 euros por habitante), Comunidad Valenciana (22.426), Galicia (23.183), Cantabria (23.757) y Castilla y León (24.031 euros por habitante).
Lo que quizás mucha gente no sepa es que este retrato de las 3 Españas es muy similar al de hace 60 años e incluso, similar al de hace siglos. De hecho, esta brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde hace siglo y medio, al menos, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios (Díez-Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). La desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y aumentó desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a que una economía más abierta agravó las diferencias regionales, al competir mejor unas autonomías que otras.
Al final, un reciente estudio de FEDEA revela que la brecha entre regiones ricas y pobres se redujo sólo a la mitad entre 1.955 y 2018. Y que los ricos y pobres son casi los mismos. En 1.955, las cuatro regiones más ricas eran el País Vasco, Madrid, Cataluña y Navarra, las mismas que en 2018, aunque Madrid ha subido al nº1 y Cataluña baja al 4º. Y las cuatro regiones más pobres en 1.955, Extremadura, Galicia, Castilla la Mancha y Canarias (de peor a mejor), son también hoy pobres, salvo que sale Galicia y entran Andalucía, Ceuta y Melilla. Y la brecha entre el nivel de la región más rica y más pobre ha bajado de 124 puntos en 1995 (País Vasco tenía el 182% de la renta media y Extremadura el 58%) a 64,17 puntos (Madrid tiene el 136,20% de la renta media y Melilla el 72,03%). O sea que tras 64 años de crecimiento y políticas públicas, la desigualdad regional se ha reducido a la mitad.
Eso es la comparación entre los extremos. Pero el estudio de FEDEA nos indica que en estos últimos 63 años, el crecimiento en España ha sido muy desigual por regiones. Así, ha habido 7 autonomías que han perdido renta relativa, que producen en 2018 un porcentaje menor sobre la renta media española del que producían en 1955: Asturias, Comunidad Valenciana, Baleares, Cantabria, Cataluña, Madrid y País Vasco. Han perdido “peso económico sobre el que tenían hace 63 años, lo que es “bueno” para corregir desigualdades en el caso de las regiones ricas (y malo para Asturias, Cantabria y Comunidad Valenciana). Y otras dos regiones se mantienen igual: la Rioja (rica) y Andalucía (pobre). Y son las 9 autonomías restantes (casi todas pobres, salvo Aragón, Galicia, Castilla y León y Murcia) las que han ganado peso económico, aunque no sea suficiente para recortar toda la brecha con los ricos, sólo la mitad de esa distancia.
¿Qué hace que unas regiones sean más ricas que otras? Básicamente, su estructura productiva y la mayor o menor creación de empleo, el peso de la industria (más productiva y resistente a las crisis), el mayor o menor peso de la construcción y los servicios (empleo con menos valor y más vulnerable), el peso de las exportaciones, la población (las regiones que más han crecido, como Madrid o País Vasco, han ganado población, española e inmigrante), el nivel educativo y la formación de los adultos, la inversión pública y las ayudas de las distintas administraciones, los impuestos, la financiación autonómica, el reparto de los fondos europeos y, en la última década, las pensiones, que han supuesto ingresos extras en las regiones más envejecidas. Además, hay un caso especial que es Madrid, la región española más productiva entre 2010 y 2018 y la que más crece (en 2018 ya superó a Cataluña), sobre todo por “el factor capitalidad”: ser capital de un país aporta un crecimiento extra (atracción de empresas, inversiones y población) en toda Europa, donde las regiones que tienen dentro la capital son las más ricas en 25 de los 28 paises UE.
El estudio de FEDEA analiza los tres factores que son claves en la riqueza o producción de las distintas regiones: la productividad y precios, el empleo y la población. Y destaca que el primero, la productividad, ha ayudado a reducir la brecha entre la España rica y la pobre (en este indicador, ha pasado de 97 a 30 desde 1955 a 2018), gracias a que las regiones industriales han perdido productividad relativa, mientras la ganaba el sur y noroeste y se estancaba en la zona del Ebro y en la Comunidad Valenciana. El tercero, la población, también ha ayudado a las regiones más pobres, sobre todo durante la crisis, especialmente a Canarias y Andalucía, que se han beneficiado de tener población más joven, mientras el envejecimiento ha perjudicado sobre todo a Asturias, Aragón y Cataluña. Pero el factor decisivo que ha impedido reducir más la brecha regional ha sido el empleo, la ocupación.
El estudio de FEDEA concluye que la desigualdad en el empleo creado ha sido el factor clave que explica la brecha de renta entre regiones, sobre todo desde 2004 y más a partir de la crisis de 2008. Y en 2018, el reparto desigual de la ocupación explica ya dos tercios de la desigualdad de renta entre autonomías. Y eso porque las regiones más ricas han captado más empleo y la ocupación se ha deteriorado (entre 2007 y 2019) en las regiones pobres (-9% en Extremadura, -6,6% en Castilla la Mancha, -3,42% en Andalucía) y sobre todo en las regiones intermedias (-12% en Asturias, -9,8% en Galicia, -8,6% en Castilla y León, -7,5% en Cantabria, -6,07% en la Comunidad Valenciana). En definitiva que, según el estudio de Funcas, la desigualdad territorial es ahora un problema de empleo más que de productividad.
Si buceamos en la EPA del INE con lo que ha pasado con el empleo entre 2007 y 2019, se confirma este comportamiento desigual, por autonomías y provincias. Así, de los 3.016.300 empleos creados (un +17,8%) entre marzo de 2014 y diciembre de 2019, casi dos tercios (1.922.500 empleos) se los han llevado 10 provincias: Madrid (+538.400 empleos, un +20,42% de aumento), Barcelona (+367.000, un+16,66%), Valencia (+161.700, un +17,68%), Alicante (+154.100, un +24,36%), Baleares (+151.600, un +36,22%, el mayor crecimiento de empleo), Málaga (+151.200, un +30,44%), Sevilla (+134.400, un +21,86%), Murcia (+89.000 empleos, un +17%), Las Palmas (+88.500, un +22,5%) y Cádiz (+86.600, un +17%), según la EPA (INE). Básicamente, es la España del litoral mediterráneo más Madrid y Sevilla. Y mientras, la España del interior y el norte, un total de 30 provincias (todas las de Castilla y León, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, Lugo y Orense, todo el Cantábrico salvo Vizcaya, Navarra, La Rioja, Teruel, Huesca, Cáceres, Córdoba, Huelva y Jaén), han creado sólo 440.000 empleos en la recuperación. O sea, poco empleo para la España vaciada y pobre.
Y al final, sólo en 3 autonomías trabaja hoy más gente que antes de la crisis (2007). Son Madrid (+22.700 ocupados) y Baleares (+28.800 ocupados), dos regiones ricas, junto a Canarias (+54.200 ocupados), una región pobre, a las que había que sumar a Ceuta (+3.700 ocupados que en 2007) y Melilla (+2.200), las tres muy probablemente por su peculiar situación geográfica (inmigración) y fiscal. Y en paralelo, las 14 regiones restantes no han recuperado aún el empleo que tenían en 2007, en especial la Comunidad Valenciana (-136.200 empleos, un -6,07% de pérdida neta de empleo), Galicia (-119.400 empleos, un -9,8%), Cataluña (-118.700 empleos, un -3,27%), Andalucía (-111.300 empleos, un -3,42%), Castilla y León (-94.400 empleos, un -8,6%), Castilla la Mancha (-58.300 empleos, un -6,6%) y Asturias (-53.700 empleos, un -12%, la autonomía que tiene un mayor porcentaje de empleo que recuperar). Como se ve, el balance final del empleo es peor para la España intermedia que para la España pobre, lo que ha llevado a “aproximarlas” desde 2007.
Ahora, la perspectiva es que, al ritmo que vamos, la brecha entre las regiones ricas y las pobres no se reducirá a la mitad hasta el año 2.100, según el estudio de FEDEA. O sea, que si han hecho falta los últimos 63 años para reducir a la mitad la brecha entre las dos Españas que había en 1955, para volver a reducirla sólo a la mitad (no suprimirla) habrá que esperar aún más, 80 años. Algo social y políticamente impresentable.
Por eso, este estudio de FEDEA debería forzar un gran Pacto político y social por acabar con las 3 Españas en unas décadas, en paralelo con todas las políticas prometidas para acabar con la España vaciada (que es la España pobre e intermedia). Y eso empieza por reforzar el papel reequilibrador del Estado, desde el BOE y los Presupuestos, de tal manera que todas las políticas públicas tuvieran como uno de sus objetivos (la igualdad de la mujer debe ser otro) el reequilibrio territorial, reducir a medio plazo las diferencias de renta entre las regiones. Eso obliga a reequilibrar las inversiones públicas, las infraestructuras y servicios públicos, la educación, la tecnología y la digitalización, la reindustrialización y los incentivos regionales europeos. Y, sobre todo, fijar este reequilibrio regional en el futuro sistema de financiación autonómica, con un potente Fondo de compensación interterritorial pagado por las regiones más ricas. Y a nivel fiscal, incentivos a las inversiones y personas que se dirijan a las regiones más desfavorecidas de España.
Además, a la vista del balance del empleo y de su tremendo peso en la desigualdad regional, según ha alertado FEDEA, urge aprobar un Plan de empleo regionalizado, centrado en esas 30 provincias que apenas han notado la recuperación y que son el centro de la España vaciada y más o menos pobre. Un Plan con recursos e incentivos para la formación y empleabilidad de jóvenes, mujeres y mayores de 55 años, el epicentro de la España pobre. Y con acuerdos explícitos con las empresas de esas regiones y con sus Gobiernos autonómicos, porque reducir la brecha entre las 2 ó 3 Españas debe ser una prioridad de todos, al margen de las ideologías. No se trata de cuestionar las autonomías o dar marcha atrás en las competencias (como defiende la extrema derecha) sino de reconocer que tenemos un problema grave (tenemos más o menos renta según donde vivamos) y que necesitamos resolverlo antes de que pase otro siglo. Con medidas eficaces y sin politiqueos.
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