El gasto farmacéutico imparable ha sido y es una obsesión de todos los Gobiernos, porque cada vez vivimos más, hay más atención sanitaria, crecen las enfermedades crónicas y aparecen medicamentos innovadores (más costosos). En España, el gasto farmacéutico se disparó en 2009, con un récord de recetas (casi 1.000 millones) y 12.505 millones de gasto en recetas y otros 4.000 millones más de gasto farmacéutico en hospitales. A partir de 2010, se empezaron a bajar cada año “los precios de referencia”, un sistema creado en 1997 por el que la sanidad pública (el SNS) sólo financia un precio máximo por cada medicamento recetado y si el fármaco tiene un precio superior, el farmacéutico está obligado a suministrar al paciente un medicamento más barato, preferentemente un genérico (con la patente caducada), que ya suponen el 66% de los fármacos vendidos en España.
lunes, 27 de enero de 2025
Medicamentos: bajada y cambio copagos
Ha pasado desapercibido, pero el 1 de diciembre bajaron
miles de medicamentos, muchos sólo unos céntimos, aunque supone un
ahorro de 65 millones en nuestras compras en farmacias. Son ya 15
años con rebajas anuales, para compensar la subida del gasto
farmacéutico, que sigue en cifras récord. Una rebaja que tiene dos
efectos negativos: hunde los ingresos de las farmacias pequeñas
(imprescindibles) y fomenta que “falten” algunos medicamentos (766 ahora), porque a los laboratorios no les compensan los bajos precios (la
mitad de las medicinas cuestan menos de 5 euros) y las exportan a
paises europeos donde cuestan más. Para asegurar el suministro y la
investigación, el Gobierno ha pactado con las farmacéuticas una Estrategia
2024-28, para potenciar esta industria y conseguir que España sea más autosuficiente (también Europa). Además,
en unas semanas, aprobará nuevos copagos para los medicamentos:
los que ganen menos de 35.000 euros pagarán igual y el resto algo más, para controlar
el gasto en recetas y reducir el despilfarro. Evitemos tener una farmacia
en casa. Enrique Ortega
El gasto farmacéutico imparable ha sido y es una obsesión de todos los Gobiernos, porque cada vez vivimos más, hay más atención sanitaria, crecen las enfermedades crónicas y aparecen medicamentos innovadores (más costosos). En España, el gasto farmacéutico se disparó en 2009, con un récord de recetas (casi 1.000 millones) y 12.505 millones de gasto en recetas y otros 4.000 millones más de gasto farmacéutico en hospitales. A partir de 2010, se empezaron a bajar cada año “los precios de referencia”, un sistema creado en 1997 por el que la sanidad pública (el SNS) sólo financia un precio máximo por cada medicamento recetado y si el fármaco tiene un precio superior, el farmacéutico está obligado a suministrar al paciente un medicamento más barato, preferentemente un genérico (con la patente caducada), que ya suponen el 66% de los fármacos vendidos en España.
Esta rebaja
de los precios de referencia (normalmente el 1 de enero, aunque en
2016 se hizo dos veces) supone que cada año se fijan los nuevos precios
máximos de muchos medicamentos, para conseguir un ahorro del gasto. Esta vez, la
rebaja entró en vigor un mes
antes, el 1 de diciembre de 2024, y afecta al precio
de 17.655 medicamentos (13.933 que se venden en farmacia y 3.722 que se
dispensan en hospitales. Sanidad
señala que esta nueva rebaja de los precios de referencia supone un
ahorro total de 139,05 millones de euros en 2025, la mayor parte para
los usuarios que compramos medicinas en las farmacias (65,54 millones de ahorro)
y el resto (73,51 millones) para los hospitales.
Esta rebaja global (-139,05 millones) es menor
que la de los últimos años (fue de -217,89 millones en 2024, -270,89 en 2021,
-234,13 en 2022 y -170 millones en 2021), pero este es el año en que se produce
la mayor rebaja a los medicamentos que se venden en las farmacias
(-65,54 millones, frente a -57,13 en 2014, -41,75 en 2023, -64,72 en 2022 y -43,92
en 2021). Quizás no haya notado esta rebaja cuando haya ido con su
receta a la farmacia, porque los
nuevos precios bajan sólo unos céntimos o pocos euros en el PVP. Por
ejemplo, Crestor, un medicamento para el colesterol, baja de 9,85 a 9,83
céntimos (-0,20%). Aldactone, un diurético, baja de 3,62 a 2,50 euros (-30,94%).
Deltius (Vitamina D) baja de 15,61 a 9,37 euros (-39,97). Finasterida
(para la hiperplasia de próstata) baja de 2,92 a 2,50 euros (-14,38%).
Y Janumet (un antidiabético), baja de 28,1 a 27,3 euros (-2,70%).
Otra vía menos conocida, que utiliza el Gobierno (éste y los
anteriores) para frenar la factura farmacéutica es la
revisión mensual de precios de algunas medicamentos (pocos) según van
caducando las patentes y entran los genéricos: cada mes, Sanidad envía una
comunicación a los Colegios farmacéuticos con los precios que bajan y el precio
máximo que paga el SNS por esos medicamentos con receta. Y la farmacia rebaja el
PVP del medicamento afectado: si el laboratorio de marca no baja su precio,
estará obligada a vendernos un genérico.
Por las dos vías, los precios de los medicamentos que
compramos llevan
15 años bajando, aunque apenas lo notamos porque suelen
ser unos céntimos y además nosotros no pagamos el PVP del medicamento,
sino el
copago que nos corresponde (del
10 y 40% al 60% máximo, según seamos pensionistas o activos y nuestros
ingresos). Pero los que sí notan esta rebaja, de forma negativa,
son las farmacias y los laboratorios farmacéuticos, que critican este
sistema de precios de referencia y las rebajas mensuales porque reducen mucho sus
ingresos y apenas suponen un ahorro del gasto farmacéutico, que
sigue al alza.
El primer impacto de la bajada de precios (anual y mensual) lo
sufren las
22.222 farmacias españolas, sobre
todo las más pequeñas (3.000 venden menos de 300.000 euros anuales) y
especialmente las 707 farmacias “con viabilidad económica
comprometida” , la mayoría rurales. Lo que les sucede a la mayoría
de farmacias es que dispensan muchas
más recetas que hace años y facturan menos. Eso pone en riesgo la
viabilidad económica de muchas farmacias, claves en la atención sanitaria
de los españoles, como se vio claramente durante la pandemia:
ven reducir sus ingresos mientras les aumentan sus costes. Y tratan de
buscar alternativas en las ventas sin receta (cremas y demás), que les
suponen el 30% de los ingresos. Pero el núcleo de su actividad, las recetas
(70% ventas), se resiente cada año.
Otro impacto negativo de estas bajadas de precios lo sufren los
laboratorios farmacéuticos. Tras 15 años de rebajas impuestas, los
medicamentos en España son
los más baratos de Europa, un 15% por debajo del precio medio en la
eurozona. Y tras cada bajada (anual y mensual), muchos laboratorios se ven
desincentivados a vender en España, donde más de la mitad de los
medicamentos (55,9%) cuestan menos de 5 euros y el 37,9% cuestan menos de
2,5 euros (sólo el 14,8% de los fármacos valen más de 20 euros), según
Farmaindustria. Y esos son precios de venta al público (PVP), porque nosotros pagamos mucho menos, por los copagos (la mayoría, del 10 al 40% del PVP), con lo que la mayoría de las medicinas nos cuestan menos que un café o una cerveza... Estos bajos precios de venta en España provocan dos problemas:
hay desabastecimiento de algunos medicamentos (porque ya no les compensa
fabricarlos) y otros “se desvían” a la venta en paises del centro y
norte de Europa, donde se cobran más caros que en España.
El problema es serio porque estos bajos precios son
una de las causas del desabastecimiento de algunos medicamentos
en España, junto a otras (como los problemas de producción de principios activos
en paises emergentes o en las cadenas internacionales de suministro). Y cada
vez hay más medicamentos “en falta” en las farmacias. Ahora hay 766
medicamentos en falta, según la
web de la Agencia del Medicamento, que quita importancia al problema
señalando que afecta
sólo al 4,28% de las presentaciones. Pero inquieta a los que
necesitan Concerta (para su hijo con TDAH), Ozempic (para la
diabetes), Kreon (para el cáncer de páncreas), Hydrea (para la
leucemia) o Pylera (para el Hellycobacter Pilori), sólo 5 ejemplos de fármacos
ahora “en falta” (aunque se pueden sustituir por otros).
La cuestión de fondo es que rebajar año tras año
los precios de los medicamentos no parece la mejor solución para frenar
el gasto farmacéutico, mientras afecta negativamente a las cuentas de las farmacias
y a los laboratorios. De hecho, la factura farmacéutica se moderó en los
primeros años de aplicación de los precios de referencia (2010) y con la
implantación de los copagos (Rajoy en julio de 2012), pero
después ha
seguido creciendo, por el envejecimiento de la población, la mayor
atención sanitaria, el aumento de las enfermedades crónicas y la irrupción de
medicamentos innovadores. Y por otra causa de la que poco se habla: los
médicos tienen cada vez menos tiempo para atender a sus pacientes y se
ven presionados a recetar a tutiplén, mientras todos gastamos de
más en medicamentos (muchos nos cuestan, con los copagos, menos que un
café o una cerveza) y tenemos “una farmacia en casa”.
La consecuencia es que el gasto en
farmacias no ha parado de crecer, después de bajar entre 2009
(máximo de 12.506 millones) hasta 2013 (9.183
millones): subió a 10.792 millones en 2019 y a 12.720 millones en
2023 (otro máximo). Y en
2024, el gasto fue de 12.217
millones hasta noviembre, con lo que alcanzará otro récord histórico:
13.300 millones y 1.200 millones de recetas ( ojo, son 3,3
millones de recetas diarias). Y a este gasto en farmacias hay que sumar
el
gasto farmacéutico en hospitales, que se ha disparado, pasando
de 6.579 millones en 2015 a 7.489 en 2019 y 9.603 millones en 2023. Y a la
vista de los
datos hasta octubre, 2024 se cerrará con 10.720 millones de
gasto farmacéutico en hospitales. En total, 24.020 millones de gasto
farmacéutico en 2024.
Una cifra que “asusta”, porque supone el 20% del
gasto sanitario en España. Sin embargo, algunos
expertos creen que estamos en un gasto farmacéutico “asumible”,
porque supone un porcentaje del PIB (1,55%) inferior al de 2009 (1,70%) y 2021
(1,72%), como en 2003 (1,56%). Y porque nuestro gasto farmacéutico por
habitante (284,4 euros en 2022) es más bajo que el de la eurozona (425,9 euros/habitante)
y que el de paises como Alemania (643,4 euros/habitante), Francia (491,1),
Italia (326,5) o Finlandia (319), según
Farmaindustria. Y además, el 80% de los medicamentos (unidades) que
se venden en las farmacias están a precio de genérico. Y donde compiten,
los genéricos tienen ya una cuota del 66%.
Con todo, preocupa el elevado gasto farmacéutico,
porque irá a más a medida que aparezcan nuevos medicamentos innovadores
contra más enfermedades, a un alto coste. Por eso, ya desde la época de
Montoro (ministro de Hacienda con Rajoy), los distintos Gobiernos han
pactado con la industria farmacéutica (Farmaindustria) para intentar
controlar la subida de la factura farmacéutica, por distintas vías
(desde los precios de referencia a las revisiones anuales y la negociación del
precio de nuevos fármacos). Y tras la pandemia, donde quedó clara
la dependencia exterior de Europa y España en suministros farmacéuticos, Bruselas
se ha obsesionado con asegurar un mayor autoabastecimiento farmacéutico para
Europa, reforzando la industria farmacéutica europea.
En este contexto, el Parlamento Europeo aprobó, en noviembre
de 2021, la
Estrategia Farmacéutica Europea, que contempla ayudas públicas a la
investigación para conseguir nuevos fármacos “europeos” a precios asequibles,
potenciando las compras públicas (como se hizo con las vacunas) y tratando de
fortalecer a los laboratorios europeos. En ese camino, el Gobierno español
aprobó, ya en noviembre de 2021, un Plan, el
PERTE de Salud de Vanguardia, para movilizar y financiar la fabricación
de medicamentos y terapias innovadoras, destinando 982 millones de Fondos
europeos en 2022 y 2023.
Este Plan ha dado sus frutos, consolidando a España como
el 2º país del mundo (tras EEUU) con más ensayos clínicos de
nuevos fármacos. Y en diciembre de 2022, los directivos de las 14 principales
multinacionales farmacéuticas y grandes laboratorios españoles acudieron
a la Moncloa para ofrecer al presidente Sánchez su colaboración para
convertir a España en un “polo europeo” de producción de nuevos medicamentos,
al igual que somos el 2º mayor fabricante europeo de automóviles: se
comprometieron a invertir 8.000 millones de euros entre 2023 y 2025
para impulsar la investigación y producción de nuevos fármacos en España, donde
las
farmacéuticas tienen 174 plantas y emplean a 54.965 trabajadores, con
una facturación de 23.000 millones de euros. A cambio, el Gobierno se
comprometió a elaborar con ellos un Plan Estratégico a medio plazo, para
asegurar el futuro del sector, garantizar el autoabastecimiento y colaborar en
la sostenibilidad del gasto farmacéutico.
Recientemente, en diciembre de 2024, el Gobierno ha aprobado
la
Estrategia de la Industria Farmacéutica 2024-2028, con la colaboración
del sector. Se trata de una
“hoja de ruta” para garantizar el acceso a medicamentos de
calidad, fomentar la innovación y asegurar la estabilidad presupuestaria
con un gasto farmacéutico “asumible”, buscando que España sea uno de los paises
líderes de la industria farmacéutica europea. Dentro de esta estrategia a medio
plazo se incluyen medidas para evaluar la eficacia y el coste de los
medicamentos y un nuevo sistema de fijación de precios, concretado también en diciembre, con la
aprobación de un Decreto-ley para una nueva regulación de los
precios de los medicamentos, que busca reforzar los genéricos y
biosimilares, además de mejorar los criterios de inclusión de nuevos
medicamentos, con más participación de médicos y pacientes.
En paralelo, Sanidad aprobará en las próximas semanas
una
nueva Ley del Medicamento (la actual es de 2006), que permitirá recetar
a enfermeras y fisioterapeutas, facilitará la sustitución de medicamentos por
los farmacéuticos, dará más poder a la Agencia del Medicamento para prevenir desabastecimientos
y, sobre todo, cambiará el actual sistema de copagos (impuestos
por Rajoy en 2012). Por
lo que se ha filtrado, el cambio está en que se cambian los 3 tramos de
ingresos actuales por
6 tramos; pagarán lo mismo los activos que ganen
menos de 18.000 euros (40% copago) y hasta 35.000 euros (50%), pero pagarán más
los que ganan de 35.000 a 65.000 (55%, ahora 50%) y de 60.000 a 100.000 (60%,
ahora 50%), así como los que ganan más de 100.000 (65% copago, ahora 60%). Y en
cuanto a los
pensionistas, seguirán pagando un copago del 10% si la pensión está
por debajo de 60.000 euros, subiendo al 60% los que reciben de 60.000 a 100.000
euros de pensión (ahora pagan el 10%) y el 65% los que reciben más de 100.000
(ahora su copago es el 60%), subiéndoles también el límite mensual si reciben
entre 60.000 y 100.000 euros de pensión.
En resumen, que los medicamentos nos cuestan algo menos
desde el 1 de diciembre, pero lo importante es conseguir que
tengan un precio “suficiente”
para que las pequeñas farmacias no tengan que cerrar y a los laboratorios les
compense fabricarlos. Y para asegurar el abastecimiento y que las farmacéuticas
investiguen y ofrezcan nuevos fármacos. Europa
y España han aprobado Estrategias a medio plazo, que garanticen
fármacos, ingresos, investigación y precios asumibles, para los países y
pacientes. Y además, se van a modificar los copagos, para que
trabajadores y pensionistas paguen en función de sus ingresos reales, para reducir el despilfarro de medicamentos. Nos jugamos la salud
y el bolsillo.
El gasto farmacéutico imparable ha sido y es una obsesión de todos los Gobiernos, porque cada vez vivimos más, hay más atención sanitaria, crecen las enfermedades crónicas y aparecen medicamentos innovadores (más costosos). En España, el gasto farmacéutico se disparó en 2009, con un récord de recetas (casi 1.000 millones) y 12.505 millones de gasto en recetas y otros 4.000 millones más de gasto farmacéutico en hospitales. A partir de 2010, se empezaron a bajar cada año “los precios de referencia”, un sistema creado en 1997 por el que la sanidad pública (el SNS) sólo financia un precio máximo por cada medicamento recetado y si el fármaco tiene un precio superior, el farmacéutico está obligado a suministrar al paciente un medicamento más barato, preferentemente un genérico (con la patente caducada), que ya suponen el 66% de los fármacos vendidos en España.
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