jueves, 2 de enero de 2025

Año 2025: cierta normalidad y muchos riesgos

El año 2024 ha sido mejor de lo esperado (con más crecimiento y menos inflación). Y 2025 podría ser otro año de “recuperación”, tras cuatro años de crisis (2020-2023) por la pandemia y la inflación disparada. Pero hay demasiadas incertidumbres, que pueden convertirlo en un año “gris” o “negro”: las guerras abiertas en Ucrania y Oriente Medio, la llegada de Trump y su amenaza de aranceles, el temido repunte de la inflación y la energía, la enorme deuda mundial, el freno a la necesaria inmigración y, sobre todo, el avance imparable de la Crisis Climática. En Europa, la crisis política en Alemania y Francia dificulta el avance de una economía estancada y poco competitiva. Y en España, la economía “va bien” (aunque muchos no lo notan), pero la parálisis política impide aprobar los necesarios Presupuestos y las reformas que nos exige Europa, poniendo en peligro la recuperación. Y mejorar los servicios públicos o afrontar el grave problema de la vivienda, los grandes retos de 2025.

Los que hacen previsiones económicas coinciden: 2024 ha sido un año mejor de lo esperado. El mundo ha crecido, el empleo sigue fuerte, la inflación ha bajado y ha permitido reducir los tipos de interés, sosteniendo el consumo y la inversión, consolidando una “recuperación suave” de las economías tras cuatro años muy difíciles (2020 a 2023), por la pandemia y sus secuelas, la guerra de Ucrania y la inflación disparada. Ahora, esos mismos expertos creen que 2025 puede ser otro año de “cierta normalidad, donde se mantenga el crecimiento y el empleo, siga bajando la inflación y se recuperen más el consumo y la inversión, apoyados por una energía a precios estables. El problema es que hay “demasiadas incertidumbres” en el horizonte, desde los conflictos geopolíticos a la llegada de Trump, el exceso de deuda, el freno a la inmigración o el avance de la Crisis Climática. Y en Europa, desde Alemania y Francia a España, la crisis política que dificulta la recuperación económica.

Empezando por el crecimiento, la última previsión del FMI apuesta porque la economía mundial va a crecer en 2025 lo mismo que en 2024, un +3,2%. Sin embargo, las economías “avanzadas” tendrán un crecimiento bajo (+1,8%, lo mismo que en 2024), debido al estancamiento de Europa, que crecerá sólo +1,5% (casi el doble que en 2024: +0,9%), menos que EEUU (+2,2%, algo menos del +2,8% que creció en 2024). Este bajo crecimiento de los paises “desarrollados” vendrá compensado por un fuerte crecimiento de los paises “emergentes y en desarrollo”, que crecerán un +4,2% en 2025 (como en 2024), gracias al mayor crecimiento de los principales paises de Asia, Latinoamérica, África y Oriente Medio, aunque este año crecerán algo menos China (+4,5% frente al +4,8% en 2024), India (+6,5% frente al +7%) y sobre todo Rusia (+1,3% frente al +3,6% en 2024).

Así que se espera un crecimiento mundial similar, que permitirá mantener altos niveles de empleo y tasas de paro a la baja en la mayoría de paises. Y con una inflación mundial controlada, que puede subir al 3,5% a finales de 2025, tras cerrar el año 2024 en el 3,2%, muy lejos ambos de la inflación récord de 2022 (+9,4% en el verano de 2022). En EEUU también bajará la inflación (del 2,4% al 2,1% en 2025), lo mismo que en Europa (del 3,1 al 2,4%, para acercarse al ansiado 2% en 2026). Y con un crecimiento sostenido y menos inflación, se espera continuar las bajadas de tipos de interés (más en Europa, al 2% en 2025, y menos en EEUU, al 3% a finales de año, porque la demanda crece más).

En esta “bola de cristal” sobre 2025, Europa aparece como el continente que menos crecerá, un +1,5%, aún menos la zona euro (+1,2%), según el FMI. Y eso porque Alemania, la tradicional “locomotora” europea, apenas crecerá (+0,8%, aunque saldrá de 2 años en recesión) y Francia también crecerá muy poco (+1,1%, lo mismo que en 2024), como Italia (+0,8%, frente a +0,7% en 2024), siendo España el país occidental al que se vaticina un mayor crecimiento en 2025: +2,1%, tras cerrarse 2024 con un crecimiento del 3% (también superior al del resto de paises desarrollados, incluido EEUU). Esta “ligera recuperación europea” en 2025 se puede acompañar de una cierta creación de empleo y una baja tasa de paro (el 6,1 bajará al 5,9%), una menor inflación (el BCE augura una inflación del 2,4% en la zona euro a finales de 2024 y el 2,1% en diciembre de 2025, para bajar del 2% en 2026) y tipos de interés más bajos (del 3% actual al 2% en 2025).

Una vez disipada en el mundo “la niebla de la inflación” , aparecerán en 2025 los viejos problemas de la economía internacional y europea: el bajo crecimiento (menos al que había antes de la pandemia), los reajustes en las relaciones comerciales mundiales (menos globalización y más peso de los bloques y regiones) y el auge del proteccionismo, el alto endeudamiento mundial (la deuda global supera los 100 billones de dólares) y el aumento de los déficits fiscales de los paises, tras años de aumentar las ayudas por la pandemia y la inflación. Y los viejos retos: nuevas tecnologías,  Inteligencia Artificial, digitalización, baja productividad en la mayoría de Occidente y, sobre todo, el creciente impacto de la Crisis Climática, con un aumento de la temperatura, emisiones y desastres naturales.

Pero además de estas “asignaturas pendientes”, la economía internacional tiene en 2025 importantes “incertidumbresy “riesgos, que pueden acabar con la “recuperación” de 2024 y sumergirnos en otra crisis en cualquier momento. La más inmediata, la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, el 20 de enero. Un político “extremista” e “impulsivo”, cuya gestión puede trastocar la política y economía mundial. Su programa es tremendamente contradictorio y habrá que ver si sus amenazas y bravuconadas se transforman en hechos o no. Por un lado, su política de “bajar impuestos” (a los más ricos) y “desregulación” (dar más poder a los gigantes de Internet, las finanzas y las grandes empresas) podrían reanimar la económica USA y la del resto del mundo, aunque subiría la inflación y no bajarían más los tipos de interés. Pero, sus amenazas de aranceles al resto del mundo y las restricciones a la inmigración frenarían el crecimiento (sobre todo en Europa y China) y aumentarían la inflación.

Lo que más teme el mundo de Trump es que imponga aranceles, un impuesto a las importaciones que lleguen a USA de México y Canadá (+25%), de China y de Europa (+10% sobre los aranceles actuales), aunque en su anterior mandato amenazó con hacerlo y no lo hizo. En el caso de Europa, un 20% de sus exportaciones mundiales van a EEUU y ahora pagan un arancel medio del 2%. Subirlo al 10% dañaría especialmente a la industria química europea, aparatos ópticos, muebles, bienes de equipo y material de transporte. Y los paises más afectados serían Irlanda, Alemania e Italia, siendo España el 4º país europeo menos afectado (tras Rumanía, Eslovaquia y Croacia), según CaixaBank Research. Pero nos afectaría: el coste sería de 1.388 millones de euros, el 0,1% del PIB.

Otra incertidumbre en 2025 es que aumente el enfrentamiento comercial USA-China y ver si el gigante asiático puede reordenar su economía, que crece menos porque ha reducido sus exportaciones (a EEUU y a Europa) y no recupera su consumo interno, con un aumento de la deuda. Si Trump y China entran en “guerras comerciales”, lo pagará Europa (y España).

Otro enorme riesgo de 2025 son los conflictos geopolíticos, las guerras en Ucrania y Oriente Medio, que no terminan y obligarán a Europa a gastar más en armamento, tras la retirada de Trump de parte de sus compromisos con la OTAN. Y las guerras siempre complican los precios de la energía y las materias primas, lo que podría reavivar la inflación. De momento, el petróleo y el gas cotizan a precios razonables (salvo rachas de subidas del gas en Europa, por el frío o problemas de aprovisionamiento). Y los expertos apuntan a un petróleo más barato en 2025 (73 dólares barril frente a 82 en 2024), por la esperada caída de la demanda (más en China) y el exceso de oferta (a pesar de los recortes de la OPEP y Rusia). Y el gas natural, clave para el precio de la electricidad, está en 48,79 dólares y cotiza a la baja en las compras para primavera y verano, pudiendo cerrar 2025 a 46,72 dólares.

Con todo, el principal riesgo que sigue ahí, aunque apenas se cite, es la Crisis Climática: 2024 ha sido el año más cálido en milenios, con una temperatura media 1,5 grados más alta que en el periodo preindustrial (1.850-1900). Y las emisiones de CO2 vuelven a crecer, lo que provoca una concentración de gases de efecto invernadero de 422 partes por millón, un 50% más que en 1750, antes de utilizarse los combustibles fósiles. Y todo ello ha multiplicado estos años la proliferación de “desastres climáticos (sequías, inundaciones, olas de calor, huracanes, incendios, hambrunas…), que provocan cuantiosos daños humanos y materiales, especialmente en los paises pobres y en el sur de Europa. Y frente a este gravísimo problema, los paises apenas recortan su consumo de combustibles fósiles y crecen los políticos “negacionistas”, especialmente en EEUU (Trump podría salirse otra vez del Acuerdo del Clima) y Europa (con el auge de la extrema derecha y la derecha negacionista).

Centrándonos en las “incertidumbres” en Europa, el principal problema es que cuando EEUU vira a la extrema derecha y se concentra en sí mismo, Europa no tiene la fortaleza política para ser una referencia mundial, porque el continente está también muy polarizado, con un auge de la extrema derecha y la derecha tradicional, que dominan la Comisión Europea. Y por si fuera poco, los dos motores políticos y económicos de la UE, Alemania y Francia,  están “gripados”. En Alemania, la derecha democristiana podría volver al poder en las elecciones del 23 de febrero. Y en Francia, el nuevo Gobierno impuesto por Macron no consigue avanzar y resolver los graves problemas económicos pendientes (como la falta de reformas y el déficit disparado, que hacen que Francia tenga que pagar la misma prima de riesgo que Grecia: 0,84% más que Alemania y mucho más que el +0,68%  de España o el +0,47% de Portugal). Con esta debilidad política, resulta difícil que Europa pueda tomar las medidas que urgen (Plan Draghi) para mejorar su competitividad y peso político mundial.

Y queda hablar de España en 2025. Las previsiones de todos los organismos internacionales (FMI, OCDE, Comisión Europea) apuestan porque seguiremos siendo el país occidental con más crecimiento, un +2,1%, aunque será inferior al de 2024 (+3%). Pero será suficiente, según la previsión del Gobierno, para crear otros 548.000 nuevos empleos en 2025 (tras los 556.132 que se habrán creado en 2024), lo que supondría crear tanto empleo como Francia y Alemania juntos.

Este aumento del empleo, junto a otra rebaja de la inflación (1,9% de media anual en 2025, frente al 2,8% de subida media en 2024), podrían servir para reanimar el consumo de las familias, uno de los 4 motores del crecimiento este año, junto al turismo, la llegada de inmigrantes y la mejora de la inversión (empujada por los 48.000 millones de Fondos europeos, a los que se sumarían otros 20.000 más en 2025, entre el 5ª pago de subvenciones y los primeros créditos del Plan de Recuperación). Y eso contando que no se podrá aumentar el gasto público y que las exportaciones ayudarán menos en 2025.

Pero también en España hay muchas “incertidumbres” para 2025. La primera, si el Gobierno será capaz de pactar unos Presupuestos para 2025, que serían claves para poder recaudar más y así gastar más en los servicios públicos (Sanidad, Educación y Dependencia) y en la política de vivienda, la primera preocupación de los españoles (CIS diciembre), que exige un Pacto político entre el Gobierno central, las autonomías y los Ayuntamientos para conseguir suelo y financiación para promover 250.000 viviendas al año (frente a las 90.000 de 2024). El grave problema de la vivienda sólo se puede resolver promoviendo más viviendas (VPO y “libres”), la mayoría para alquiler, no empecinándose en imponer una Ley de Vivienda que ahuyenta a los propietarios y no consigue más suelo y más financiación para construir.

Pero quizás la mayor incertidumbre de 2025 es la política: la actual polarización y estancamiento político, que frenan cualquier reforma e impiden cualquier acuerdo (como el de la vivienda). La economía va bien, aunque muchas familias no lo noten, porque sus sueldos son bajos y la inflación y el deterioro de los servicios públicos se han comido parte de sus ingresos y tienen problemas para llegar a fin de mes. Pero la macroeconomía funciona, se crece y se crea empleo, se exporta y llegan inversiones extranjeras. El problema es que la incertidumbre política es tal que no ayuda a la economía, la lastra e impide reformas urgentes, desde la mejora de la sanidad o la educación a la construcción de viviendas o la atención a la Dependencia. El bloqueo político no ayuda a resolver los problemas de la gente. Y esta crispación política acabará dañando a la economía. Ese es el mayor riesgo para España en 2025, junto a Trump y al desconcierto en Europa.

Ojalá que estos riesgos se disipen y todo vaya bien. ¡Feliz 2025¡  

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