jueves, 4 de enero de 2024

La Superliga, un pastel de 5.000 millones

Los aficionados al fútbol han vivido estas Navidades otro capítulo del culebrón” de la Superliga, que enfrenta al Madrid y al Barça con la UEFA: una sentencia del Tribunal de Justicia europeo dio alas a la nueva competición europea, acusando al organismo del fútbol europeo de “abuso de posición dominante”, pero les obliga a pactar su futuro con la UEFA. Un empate que tardará en dirimirse y que encubre un problema de fondo: los grandes Clubes de futbol están metidos en una tremenda burbuja de gastos y necesitan urgentemente ingresos. La Superliga les ofrece un nuevo pastel de 5.000 millones y la UEFA promete ampliar la Champions y sus ingresos la próxima temporada. El problema es que los ingresos de los Clubes se estancan y sus costes (sobre todo por fichajes) se disparan, con lo que no les salen las cuentas. Al final, intentan buscar dinero por cualquier vía, que no les estalle "la burbuja", una huida hacia delante que mantenga el negocio, mientras el deporte de base carece de recursos.

                   Enrique Ortega

El fútbol europeo es uno de los grandes negocios del continente. Sólo las 5 grandes Ligas europeas (Premier británica, Liga española, Bundesliga, la serie A italiana y la Ligue 1 francesa) superaron los 17.244 millones de euros en la temporada 2021-22, el 60% de los 29.500 millones de euros que facturaron todas las competiciones continentales, un nuevo récord de ingresos, según el informe anual de la consultora Deloitte. Y los 20 Clubes de fútbol más importante de Europa ingresaron más de 9.200 millones de euros en la temporada 2021-2022, encabezados por el Manchester City (731 millones), el Real Madrid (714 millones) y el Liverpool (701,7 millones), con el Barcelona en 6º lugar (638,2 millones) y el Atlético de Madrid en el puesto 12º del ranking (393,9 millones), según Deloitte.

Los grandes Clubes y Ligas europeas llevan años metidos en una carrera por crecer, para conseguir más ingresos con los que pagar sus crecientes gastos, sobre todo en fichajes. Y en esa estrategia, el 18 de abril de 2021, el Real Madrid, el Barcelona y otros 10 grandes Clubes europeos (británicos e italianos) lanzaron la idea de la Superliga, una competición cerrada para esos 12 Clubes, al margen de la UEFA, con el apoyo financiero del banco de inversión JP Morgan, que prometía buscar inversores y financiación. Para gestionarla, el Madrid y el Barça contrataron (en marzo 2021) a la sociedad A22 Sports, radicada en Madrid y controlada por dos inversores internacionales que habían ayudado al presidente del Madrid, Florentino Pérez, a conseguir un crédito de 370 millones para financiar el nuevo Bernabéu.

Pero la propuesta de la Superliga apenas duró unas horas, porque el carácter cerrado de la competición provocó manifestaciones en contra de aficionados, sobre todo británicos, así como una amenaza del primer ministro, Boris Johnson, de aprobar de urgencia una Ley para “salvar el glorioso fútbol británico”, pionero en el mundo… El resultado fue que los grandes equipos de la Premier británica se descolgaron antes de 24 horas de la Superliga, lo mismo que el Atlético de Madrid, el Inter y el Milan, preocupados por las amenazas de la UEFA de sancionar a los Clubes que se unieran a la nueva competición. El Madrid y el Barça recurrieron a un Tribunal de lo Contencioso en Madrid, que “se quitó de en medio”, reenviando el litigio al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Ahora, 2 años y medio después, el 21 de diciembre de 2023, el Tribunal Europeo (TJUE)  hizo pública su sentencia, bastante contundente. Señala que tanto la FIFA como la UEFA están “abusando de posición dominantecon respecto a la autorización de la Superliga, al amenazar con sanciones e impedir su lanzamiento. Y además, el TJUE señala que estos vetos “son contrarios al derecho de la Unión Europea y a la normativa europea de la competencia”, porque la organización de competiciones de fútbol y su explotación son “actividades económicas”.

En definitiva que el fútbol es un negocio y la UEFA debe respetar las normas europeas en materia de competencia y libertad de circulación. A cambio, la sentencia reconoce también que la Superliga, como cualquier competición, debe contar con el visto bueno de la UEFA, ya que los Clubes participan en Ligas nacionales y torneos internacionales. En definitiva, el Tribunal defiende la libre competencia pero llama al acuerdo. Empate, aunque ambas partes creen que les favorece. Por un lado, la UEFA (y la FIFA) señala que ya reformó hace un año sus amenazas sobre la Superliga y que no está dispuesta a aplicarlas. Por otro lado, la Superliga ha reformado drásticamente la competición, que ahora abre a 64 Clubes europeos masculinos, en 3 divisiones: Star (16), Gold (otros 16 y Blue (32 equipos, que jugarían en grupos de 8 (a 2 vueltos) y un mínimo de 14 partidos. El nuevo sistema contempla ascensos y descensos entre divisiones  y contempla 20 entradas de nuevos equipos cada año  a la 3ª división (Blue), por méritos en las Ligas domésticas. Y una Superliga femenina.

Además de “abrir la competición” (pero dejando a los grandes equipos en la 1ª y 2ª división, Star y Gold, de esta Superliga), la nueva propuesta viene con un “caramelo” económico para los grandes Clubes: se contempla emitir los partidos por televisión, a través de un nuevo canal en streaming (Unify), de acceso gratuito y financiado con publicidad e inversores europeos y norteamericanos. Y gracias a estos ingresos de emisión, sobre todo en Asia y América, la Superliga ofrece a los Clubes unos ingresos adicionales de 5.000 millones de euros, destinando el 8% de ellos (400 millones) a “acciones de solidaridad”. Y ofreciendo a los jóvenes aficionados ver los partidos gratis (más partidos, ya que se jugarían entre semana y durante todo el año), sin tener que abonarse “a costosas plataformas”. Y a los Clubes, no depender de las telecos para financiarse.

Ahora, la Superliga quiere negociar estas nuevas condiciones con los Clubes en privado (de momento sólo tienen el apoyo del Real Madrid, el Barça y el Nápoles), sin que trascienda, para evitar el rechazo de los aficionados y de las Ligas nacionales, tratando de convencerles de que es una forma de ingresar más. Y en paralelo, la UEFA les promete una nueva Champions para la próxima temporada, con más partidos (189 frente a los 125 actuales) y más ingresos: sumarían 4.400 millones para la temporada 2024-25, entre los ingresos de la Champions, la Europa League y la Conference League, de los que los Clubes se llevarían unos 3.800 millones de euros anuales (frente a 3.238 este año). 

Así que las espadas siguen en alto, a la espera de la sentencia del Tribunal de lo Contencioso nº 10 de Madrid (que tardará) y de las negociaciones (ahora “discretas”) de los Clubes con la UEFA y la Superliga. Pero no se pueden poner “puertas al campo” y los grandes Clubes seguirán buscando fórmulas para ingresar más y afrontar unos gastos disparados. Y la UEFA seguirá defendiendo su poder y su presupuesto millonario, mientras los aficionados asisten atónitos a esta pelea interesada, donde se juegan millones y no deporte. Y otra consecuencia: los jugadores tendrán cada año más partidos y torneos, aumentando las lesiones.

En el fondo, lo que se dirime en esta pelea por la Superliga es el futuro del gran negocio del fútbol, en Europa u en el mundo, sumido en una “gran burbuja” de costes. Los grandes Clubes, como los británicos de la Premier o el Real Madrid y el Barça se enfrentan a unos gastos desorbitados, motivados por una guerra de fichajes y la entrada de Arabia Saudita y otros paises árabes en el negocio. La última década del fútbol europeo se ha caracterizado por unos fichajes desorbitados: los Clubes de la Premier League británica han gastado el verano pasado 2.800 millones de euros en fichajes, cuadruplicando lo gastado en 2013. Y también se han disparado los salarios de los jugadores. Sin embargo, los ingresos por TV se han estancado, lo mismo que los ingresos por entradas y marketing, que no crecen al mismo ritmo que los gastos. Y encima, muchos han tenido que endeudarse para construir estadios faraónicos, que suponen una enorme carga financiera para sus cuentas.

Los grandes Clubes de fútbol europeo tratan de sobrevivir y que no estalle esta burbuja de costes, buscando desesperadamente ingresos. Una vía es la Superliga, salga adelante o no. Y si no, vendrán otras, a costa de internacionalizar la audiencia, de buscar nuevos inversores y telespectadores por el mundo. Pero los ingresos no son fáciles de aumentar y la presión de los fichajes y los sueldos millonarios es imparable. Por eso, hasta la propia UEFA está preocupada por el estallido de la burbuja del fútbol europeo. Ya esta temporada ha impuesto un tope de costes (en fichajes, traspasos, salarios y honorarios de intermediarios), que no pueden superar el 90% de los ingresos totales (y beneficios de la compraventa de jugadores). Y para la próxima temporada, el tope de gastos bajará al 80% de los ingresos y al 70% en la temporada 2025-2026. Esta nueva limitación de gastos de la UEFA preocupa mucho a la mayoría de Clubes, porque los 20 grandes europeos tienen un porcentaje medio de gastos que suponen hoy el 86% de sus ingresos, según la consultora Football Benchmark. Así que la mayoría tendrán que ajustar sus cuentas o buscar desesperadamente ingresos. Por eso asistimos a la batalla de la Superliga y a los cambios de la UEFA.

Mientras los grandes Clubes del fútbol europeo pelean por  su negocio y tratan de evitar que la burbuja que han creado les estalle en la cara, la mayoría de los equipos “normales”, al margen de los grandes, tratan de sobrevivir, sin dinero para grandes fichajes ni estadios, con estrecheces económicas, defendiendo el deporte por encima del negocio. Aplausos a ellos.

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