En plena pandemia, mientras la mayoría de empresas tratan de salvar sus empleos, los grandes bancos españoles planean despedir este año a 21.000 empleados, el 11,2% de su plantilla. Y no es por la actual crisis (ya tienen beneficios), sino por el ajuste del negocio y las fusiones que el Gobierno apoyó, aunque ahora critique los despidos. Y los sindicatos (que han pactado otros 100.000 despidos antes) amenazan con movilizaciones porque ahora les bajan las indemnizaciones… El problema de fondo es que la banca tiene que cambiar totalmente su modelo de negocio, ante la competencia de los bancos online y los gigantes de Internet, porque así no sobreviven ni con la cuarta parte de plantilla. Y es un escándalo que despidan en plena crisis, cuando han recibido ayudas públicas y tienen elevados beneficios para repartir dividendos a sus accionistas y pagar sueldos y bonus estratosféricos a sus directivos. Y encima, nos dejan sin servicio en media España y nos “fríen” a comisiones a los clientes. Necesitamos “otra banca”.
Enrique Ortega |
Seguimos pagando los
platos rotos de la “burbuja financiera” que se creó en España a
comienzos de este siglo y que estalló en 2008. A finales del siglo XX y
comienzos del XXI, bancos y Cajas se
lanzaron a una loca carrera por dar crédito, sobre todo al ladrillo, lo que
les permitió conseguir 122.438 millones
de euros de beneficios entre 2000 y
2008, el triple que en la década anterior. Para ello, llenaron España de sucursales (de 25.786 en 1980 a 45.707 en
septiembre de 2008) y de empleados
(pasaron de 226.804 a 276.497 en 2008). Pero entre 2008 y 2010 estalló la
burbuja y bancos y Cajas comenzaron
los ajustes, cerrando
sucursales (18.778 entre 2008 y 2016) y despidiendo personal, año
tras año: 9.114 en 2009, 5.994 en 2010, 15.433 en 2011, 11.664 en 2012, 18.339
en 2013 (el récord hasta 2021), 14.297 en 2014, 5.100 en 2015 y 9.574 en 2016.
Y no
se paró ahí, porque han seguido cerrando sucursales y ajustando plantillas
hasta 2019. En
total, bancos y Cajas han cerrado
23.073 sucursales (el 50,5%) y despedido 94.922 empleados (el 34%).
Este duro proceso de ajuste, junto a los cierres y absorciones de entidades por la crisis financiera de 2013, les ha permitido mantener un alto nivel de beneficios: 100.604 millones ganados entre 2009 y 2019. Pero cada vez les resulta más difícil ganar más, porque el negocio bancario se ha complicado. Por un lado, apenas hay demanda de crédito, porque empresas y bancos salieron escaldados de endeudarse, y encima los tipos de interés están en el 0%, con lo que su margen bancario se resiente. Y por otro lado, cada vez tienen más competencia, de nuevos financiadores de empresas y particulares, nuevos bancos online sin estructura que les quitan clientes y los gigantes de Internet (Apple, Google, Amazon, Facebook) y las telecos, que ofrecen servicios financieros. La solución que ven es lanzarse a nuevas fusiones, ganar tamaño para competir mejor. Pero las fusiones tienen un problema: se duplican sucursales y personal: hay que hacer más recortes.
Y así llegamos a 2021, en que hay que ejecutar los despidos y cierres de sucursales derivados de las fusiones anteriores, tras el paréntesis de 2020, por la pandemia. CaixaBank anuncia primero 8.291 despidos (que ahora reduce en 500), el tercer ERE en 2 años, fruto de la absorción de Bankia (culminada en marzo de 2021). Dos días después es BBVA el que anuncia 3.800 despidos (que también reduce luego en 350). Y Santander ya ha negociado el despido de 3.572 empleados más, el tercer ERE en 6 años, esta vez como consecuencia de la absorción en 2018 del Popular. Y quedan los despidos de 1.800 empleados del Sabadell, 750 despidos más de Ibercaja y 2.000 más por la fusión de Unicaja y Liberbank. En total, los expertos creen que habrá 21.000 despidos en la banca este año 2021, lo que supone un 11,5% de sus ya menguadas plantillas (181.575 empleados). Y en paralelo, se cerrarán este año otras 4.000 sucursales más (de las 22.589 que quedaban).
Varios ministros del Gobierno han criticado estos despidos en un año de pandemia, donde “no estamos para despidos”. Pero este Gobierno apoyó con entusiasmo la fusión de CaixaBank con Bankia (y antes la absorción del Popular), aunque sabían que iban a acarrear despidos. Y choca también la crítica de los sindicatos bancarios, que amenazan ahora con “movilizaciones”, cuando han pactado antes sin problemas casi 100.000 despidos desde 2008. La diferencia está en que los despidos actuales ofrecen menos indemnizaciones y eso es lo que critican, no los despidos. De hecho, los EREs de la banca han sido “un chollo” para los despedidos, que han disfrutado de condiciones que ya querrían el resto de despedidos: indemnizarles con el 65 al 80 % del sueldo, apuntarse al paro a los 58 y jubilarse anticipadamente a los 63 años. Ahora, Caixabank ofrece bajas indemnizaciones (20 días por año y hasta el 50% del sueldo) y la mitad de los despedidos son menores de 50 años, que no podrán jubilarse anticipadamente. Y además, CaixaBank empeora también las condiciones de los empleados que se quedan: les quita pagas (una curiosa, “por defunción de familiares”), ayudas por natalidad, recorta las mejoras salariales y, sobre todo, reduce la aportación del Plan de pensiones de los empleados. Por eso tanta protesta.
Estos nuevos despidos de los grandes bancos son escandalosos por varias razones. La primera, porque España no está para despidos masivos, con casi 4 millones de parados y una tasa de paro que duplica con creces la europea. Y se fomentan las jubilaciones anticipadas, que quiere penalizar la prometida reforma de las pensiones. Además, no se hacen porque la banca tenga pérdidas. En 2020, el año de mayor recesión económica (-10,8%) desde la guerra civil, todos los grandes bancos tuvieron beneficios (1.361 millones CaixaBank, 230 millones Bankia, 1.305 millones BBVA), salvo el Santander (-8.771), que apuntó pérdidas por una actualización del Fondo de comercio de sus filiales y por provisiones extras. Pero en 2021, los beneficios de la banca se disparan. El Santander los ha multiplicado por 5 en el primer trimestre , mientras BBVA ha ganado 1.210 millones (perdió 1.792 el primer trimestre de 2020). Y lo mismo CaixaBank, que ha multiplicado también por 5 sus beneficios este primer trimestre (+514 frente a +90 el año pasado. Mientras, FACSET prevé que los 7 grandes mejoren un 60% sus beneficios y ganen este año 15.000 millones de euros.
Pero además, estos despidos son un escándalo porque algunos reducen plantilla cuando han recibido ayudas públicas, como CaixaBank, que se queda con una Bankia donde los españoles han puesto 24.000 millones de ayudas públicas (que ya veremos si recuperamos). Y la fusión le permite además a CaixaBank conseguir beneficios fiscales, ahorrarse 7.400 millones en impuestos. Y también conseguirá otros 7.878 millones de beneficios extraordinarios, por el fondo de comercio negativo: la diferencia entre lo que CaixaBank paga y su valor en libros se computará como beneficio contable. Y estas ayudas fiscales y contables han beneficiado también en estos años, de una u otra forma, a Santander, BBVA o Sabadell, que han absorbido Cajas y bancos en crisis.
Otra razón por la que estos despidos son escandalosos es que la banca los justifica para reducir costes y equilibrar sus cuentas cuando llevan décadas destinando entre un 40 y un 50% del beneficio neto a pagar dividendos a los accionistas, no a reducirlos para reconvertirse y competir mejor. En 2019, repartieron 7.300 millones en dividendos (el 44% del beneficio de 2018), que podrían haber ido a evitar los 5.607 despidos de ese año. En 2020 repartieron menos, unos 2.000 millones, porque el BCE aprobó una recomendación el 27 de marzo para que renunciaran al pago de dividendos y la recompra de acciones, para “garantizar la solvencia y la financiación”. Pero algunas Juntas de accionistas ya lo habían aprobado para esa fecha y así BBVA, Sabadell, Bankia, Abanca, Ibercaja y Cajamar repartieron todo el dividendo en el primer trimestre de 2020 (con cargo a los beneficios 2019). Y sólo Santander y CaixaBank recortaron la cuantía, según el Banco de España. Ahora, tras este lapsus, van a repartir de nuevo dividendos en abril y mayo, un 15% de los beneficios de 2019 y 2020. Sí hay dinero para pagar a los accionistas, no para mantener las plantillas.
La cuarta razón por la que estos despidos bancarios son un escándalo es que contrastan con los sueldos millonarios y los “bonus” (primas) de los directivos bancarios, que están entre los banqueros mejor pagados de Europa (ver cuadro) . Mientras el BBVA despide 3.450 nuevos empleados este año, su presidente ganó 4,09 millones en 2020 (tuvo el detalle de bajarse el sueldo, por la pandemia, desde los 7,28 millones en 2019) y su consejero delegado 3,43 millones (6,19 en 2019), más bonus, acciones y planes de pensiones. Y mientras Caixabank despide a otros 7.791 empleados (y recorta ingresos al resto), su consejero delegado gana 2,83 millones (3,76 millones en 2019) y el nuevo presidente Goirigolzarri (que era el de Bankia) ha triplicado su sueldo (de 500.000 a 1,65 millones). Y lo mismo en el Santander (6,82 millones la presidenta y 6,02 millones el consejero delegado) y en el Sabadell (1,99 y 1,46 millones), sin olvidar los sueldos y bonus de sus ejecutivos.
Y además, el cierre de sucursales (a finales de 2021 habrá 18.500, el 40% de las que había en 2008) y los despidos (habrá 160.500 empleados, el 58% que en 2008) perjudicarán al servicio que se ofrece a la mayoría de los clientes. La patronal bancaria siempre argumenta que España tiene muchas más oficinas que el resto de Europa (1 por 1.700 habitantes frente a 1 por 5.000 en Alemania), pero olvidan decir que aquí hay más dispersión de población. Y que tenemos menos empleados de banca por habitante: 37 por 100.000 habitantes frente a 54 de media en la UE-27. Y además, la reconversión bancaria se ha cebado más en la España rural: la mitad de los municipios españoles (4.114 municipios) no tienen oficina bancaria, según un estudio de IVIE. Y ese dato sube al 80% de los pueblos en 6 provincias (Ávila, Salamanca, Guadalajara, Segovia y Soria), a más del 75% de los municipios en otras tres (Burgos, Valladolid y Zamora) y al 60% de los pueblos en Cuenca o Teruel. Y además, con los últimos cierres y los que habrá en 2021, los más afectados por la falta de sucursales, cajeros y empleados son las grandes ciudades, en especial Madrid y Barcelona.
El ajuste de la banca no sólo nos afecta a los clientes porque nos atienden peor, al contar con menos sucursales y empleados, sino que sobre todo lo notamos en que intentan cobrarnos más comisiones, para compensar lo que no ingresan por créditos e hipotecas. Ya en 2020, los 5 grandes bancos consiguieron 23.666 millones de euros por cobro de comisiones, más de la cuarta parte (un 27,67%) de su margen bruto. Y el Banco de España les anima incluso a seguir subiéndolas, para mantener sus beneficios. Con ello, los 10 principales bancos españoles cobran de media 140 euros al año de comisiones a sus clientes menos vinculados, un coste que varía entre los que más cargan comisiones (Caixa Bank y Santander, una media de 240 euros al año) y el que menos (45 euros de comisiones Bankinter), con 120 euros el Sabadell y otros (ver cuadro con lo que cobran las entidades). Y ahora, con la crisis, BBVA, Santander y CaixaBank han dado “una vuelta de tuerca” a sus clientes, exigiéndoles que contraten más servicios para no cobrarles más comisiones.
Con la crisis financiera y los cierres y despidos de 2013, bancos y Cajas empeoraron su imagen pública ante los clientes: “La reputación de la banca está bajo mínimos. Es un problema muy serio”, dijo en 2015 Gonzalo Gortázar, hoy consejero delegado del mayor banco de España, Caixabank. Y desde entonces, no ha mejorado, con los despidos, cierres y cobro de comisiones. De hecho, “los clientes desconfían más de su banco tras la COVID por el cobro de comisiones”, según un reciente estudio “Emociones de la banca 2021”. Así, tienen aún más difícil competir, sobre todo entre los jóvenes, con los neobancos por Internet (N26, Qonto, Pleo, Vivid…), tarjetas y medios de pago online (PayPal, Vialet, Nickel) , nuevas financieras (hay 403 Fintech), telecos que ofrecen cuentas y créditos (Orange, Movistar) y los grandes de Internet (Google, Amazon, Apple).
El problema de la banca española no es que tenga muchos empleados o sucursales: ni siquiera con la cuarta parte de su plantilla puede afrontar los bajos tipos de interés, la escasa demanda de crédito y el reto tecnológico. No es una cuestión de recortar costes al máximo, sino de recomponer su negocio desde casi cero, repensarlo y diversificarlo totalmente. Y en ese camino, tendrán que reconvertir sus plantillas no suprimirlas (formarlas en otro negocio) y recomponer sus relaciones con los accionistas (el beneficio tendrá que ir a cimentar un nuevo futuro) y el sueldo de sus directivos. Y, sobre todo, el servicio que prestan a los clientes y lo que cobran por ello, en un mundo de servicios low cost y gratuitos. En paralelo, los Gobiernos tendrán que asegurar otros canales de financiación a empresas y particulares, no sólo dejarnos en manos de la banca. Y lo mismo el BCE y el Banco de España: tendrán que asegurar que el dinero (la sangre de la economía) fluye con flexibilidad y sin tanta especulación, con más oferta, no sólo 4 bancos que controlan dos tercios del mercado.
Necesitamos la banca, pero otra banca, más transparente, más eficiente y más justa, volcada en la recuperación y el empleo, no en destruirlo. Y necesitamos otras empresas que compitan con ellos en prestarnos múltiples servicios financieros, pero con más control público que ahora, para que no suframos más sustos y crisis. Controlar a quien mueve nuestro dinero es clave.
Estupendo artículo. No puedo estar más de acuerdo, que en unos momentos como estos y aparentemente con amplios beneficios se atrevan a plantear estos despidos cuando menos me parece deleznable. Si alguno de estos bancos han sido beneficiarios de las ayudas del estado, tendrían que devolverlas "ya" si o si; y las Caixa debería de hacerse corresponsable del dinero que "todos los españoles" le dimos a Bankia, que de eso no se oye nada. Estamos en una economía global y muy capitalista y esto "como siempre" es un trágala. ¡Pais!
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