lunes, 15 de mayo de 2017

Polémico empujón a las energías renovables


Este miércoles 17 de mayo se celebra una subasta para aprobar nuevas instalaciones de energías renovables, las primeras en 5 años, tras el parón decretado en 2012 por Rajoy, que hundió a las renovables (eólica, solar, biomasa…), un sector donde España era una potencia mundial. Esta subasta es muy polémica, porque el Gobierno enfrenta a unas renovables con otras, permite la especulación y no asegura una rentabilidad futura. España está lejos de cumplir el objetivo europeo de que un 20% de la energía sea renovable para 2020 y tendrá que autorizar nuevas subastas en los próximos años, aunque el Gobierno Rajoy sigue sin apostar por las renovables, cada vez más competitivas y  que ayudan a bajar el recibo de la luz. Habría que volcarse más en las renovables, porque España es el país europeo más dependiente del petróleo y el único que emite ahora más CO2 que en 1.990. Apuesten por el sol y el aire, que nos sobra y es limpio y barato.


                                                                                               Enrique Ortega
España vuelve a andar este año el camino de las energías renovables, tras haberlo desandado desde 2012 a 2016. Antes, a partir de 2007, en España se produjo una burbuja” de renovables, tras las ayudas introducidas por el Gobierno Zapatero, que dispararon las instalaciones. En fotovoltaica, por ejemplo, se esperaba instalar 400 Mw en tres años y se instalaron 3.335 Mw sólo en 2008. La especulación y la afluencia de inversores españoles y extranjeros provocaron un crecimiento desordenado de los “huertos solares” y de las primas a pagar, en un momento en que la tecnología no estaba madura y requería fuertes ayudas públicas. El crecimiento de las instalaciones eólicas fue más ordenado pero también desmesurado. Y al amparo de este “boom”, España construyó un sector de energías renovables que en 2010 era pionero en el mundo, exportando a varios continentes.

En esto llegó la crisis, con una caída de la demanda eléctrica y una explosión del déficit público, que obligó a recortes en las primas e instalaciones ya en 2010 y 2011. Pero el tajo a las renovables se lo dio el Gobierno Rajoy, a partir de 2012, por partida doble: no autorizando nuevas instalaciones y recortando en 2.100 millones anuales las ayudas a las instalaciones existentes, la cuarta parte de lo que recibían, lo que provocó enormes pérdidas a pequeños y grandes inversores, junto a miles de demandas judiciales, dentro y fuera de España (el Gobierno acaba de perder el primer laudo internacional , 128 millones de euros más intereses a pagar a un fondo británico, y hay otras 26 reclamaciones extranjeras esperando). Rajoy justificó estos recortes en que estas ayudas eran excesivas y una de las causas del déficit eléctrico y de la subida de la luz. Pero era sólo una excusa, porque mientras desmantelaba el prometedor sector de las renovables, autorizaba un parque de centrales térmicas de gas, al amparo de importantes ayudas (por construirlas y por tenerlas disponibles, aunque no se usen), a pesar de que había un exceso de capacidad (101.631 Mw de potencia instalada frente a una demanda de 43.527 Mw), sobre todo por las centrales de gas (25.000 Mw frente a 24.000 la eólica y 4.177 Mw la fotovoltaica).

El Gobierno Rajoy ha estado cinco años recortando las ayudas a las renovables y paralizando nuevas instalaciones, con el argumento de que así bajaba el recibo de la luz. No es verdad. Primero, porque las renovables han recibido menos ayudas que las eléctricas tradicionales: entre 1998 y 2011, recibieron 35.000 millones de euros de subvención mientras las eléctricas tradicionales recibían 53.000 millones por “pagos regulados” (costes de transición a la competencia, pagos por disponibilidad, ayudas al carbón y “regalo” de derechos de emisión de CO2 que han vendido). Todo salía de nuestro recibo. Y segundo, el apoyo a las renovables supone el 17,22% del recibo actual, pero hay otro 12% del recibo que pagamos para financiar otras ayudas a las eléctricas que no dicen: compensarles por la luz que producen en las islas, por el consumo de carbón nacional, por la moratoria nuclear, por tener disponibles las centrales de gas, para pagar el bono social y el déficit de tarifa, por las pérdidas de transporte o para compensar a las grandes industrias consumidoras. Y eso sin contar la parte del recibo que destinamos a pagar el transporte (2,96%) y la distribución de la luz (10,04%). En total, un 25% del recibo, más que las ayudas a las renovables.

Los recortes y paralización de las renovables han ahorrado costes al recibo pero han tenido un enorme coste económico para un sector donde España tenía industrias punteras, que han acabado en crisis, compradas por extranjeros (Gamesa por Siemens) o volcadas en instalaciones internacionales, en América, Oriente Medio y Asia. De hecho, las empresas fotovoltaicas han perdido entre el 15 y el 55% de sus ingresos y las eólicas han perdido la mitad de sus plantillas (de 40.000 personas en 2008 a 22.000 hoy). Y este retroceso se ha producido mientras el resto del mundo apostaba por las energías renovables. Así, la potencia eólica instalada entre 2013 y 2015 aumentó un 20% en Europa, un 36% en Asia, un 52% en Norteamérica y sólo un 0,07% en España (el equivalente a 7 aerogeneradores en 2 años).Y la potencia solar fotovoltaica aumentó un 15% en Europa, un 58% en Asia, un 52% en Norteamérica y sólo un 0,3% en España (el país del sol).

Este parón renovable en España durante 5 años (2012-2016) ha provocado que España se haya quedado rezagada en Europa, con un 16,15% de energía renovable sobre el consumo final, según Eurostat,  por detrás del 16,7% de la UE-28 y de 18 paises europeos donde las renovables tienen más peso que en España, entre ellos Noruega y Suecia (69,4%), Finlandia (39,3%), Dinamarca (30,8%), Portugal (28%) e Italia (17,5%). En la electricidad, el 36,9% de la energía que se produce es renovable (49,8% eólica, 31,1% hidráulica, 13,5% solar, 3,9% biocombustibles y 1,7% el resto), en la calefacción el 16,8% y en el transporte sólo el 1,8%.

El gran objetivo de Europa es que el 20% de la energía sea renovable en 2020. Ya hay 11 paises europeos que lo cumplen hoy, pero otros 17 todavía no, entre ellos Grecia (15,1%), Francia (15,2%), Alemania (15,6%), Polonia (11,8%), Reino Unido (8,2%) y España (16,15% de energía renovable en 2015). Por eso, el Gobierno Rajoy se ha visto obligado a convocar una subasta para aprobar nuevas instalaciones renovables, la primera importante desde el parón de 2012 (en enero de 2016 hubo una subasta de 700 Mw, eólicos y biomasa, pero fue un fiasco). La subasta, que se celebra este 17 de mayo, contempla autorizar la instalación de 3.000 Mw renovables nuevos (2.000 + una ampliación de 1.000), un 10% del parque renovable existente hoy (30.000 Mw) y el equivalente a 2 nuevas centrales nucleares.

Es una subasta largamente esperada, pero que ha sido muy polémica por las condiciones que ha impuesto el Gobierno Rajoy. La primera crítica del sector es que la subasta no contempla cupos para las distintas renovables (eólica, solar, biomasa, cogeneración…) sino que todas las energías tendrán que competir entre sí, aunque cada una tiene sus costes y características. Y el sector fotovoltaico (solar) cree que esto beneficia a la energía eólica, que tiene menores costes y más horas de funcionamiento anual, por lo que han recurrido la subasta ante el Supremo. También critican que se valore el menor coste de las instalaciones y no quien ofrece el kilowatio más barato. Y muchos expertos critican que el sistema de subasta, que permite bajas excesivas, fomenta la especulación. Además, se quejan de que el Gobierno no garantiza un precio a medio plazo, una rentabilidad razonable. Y que incluso va a recortar lo que paga por kilowatio renovable, a partir de 2017 (dicen que perderán 600 millones de ingresos entre 2017 y 2019) y sobre todo a partir de 2020, cuando temen que la rentabilidad de las renovables caiga un 40% y muchas instalaciones tengan que cerrar por no ser económicamente sostenibles.

Las grandes empresas (como Iberdrola, Acciona o EDP) y algunos fondos de inversión internacionales van a pujar por llevarse la mayor parte de estos 3.000 nuevos Mw renovables, ahora que en todo el mundo aumenta el interés inversor por las nuevas energías, cada vez más competitivas. Y en los próximos dos años, el Gobierno Rajoy tendrá que sacar nuevas subastas, porque España necesita ampliar su parque renovable en otros 8.500 Mw para cumplir con ese 20% de energía renovable que nos exige Bruselas para 2020. Pero el sector pide ya un calendario claro, con fechas y precios, para programar sus inversiones. Y se quejan de que el Gobierno Rajoy, aunque convoque las subastas por imperativo europeo, no está a favor de las energías renovables y no las apoya al hacer estas polémicas subastas y no asegurar futuras rentabilidades. Y también denuncian que, entre ellas, sólo apuesta por la energía eólica, donde más han avanzado las grandes eléctricas españolas.

La oposición debería presionar el Gobierno para ir más allá de ese 20% de energías renovables para 2020, porque España es un país doblemente interesado en estas energías alternativas a los combustibles fósiles. Por un lado, porque somos el país de Europa más dependiente energéticamente del exterior: importamos el 72,3% de la energía total que consumimos, frente al 53% de media en Europa. Y esa dependencia nos supone un alto coste: la factura del petróleo, carbón y gas importado nos costó 29.563 millones de euros en 2016 (y 57.162 millones en 2013, con el petróleo más caro), casi lo que ingresamos neto por turismo (36.000 millones de euros en 2016). Y por otro lado, porque esta enorme dependencia de los combustibles fósiles nos hace un país “muy sucio”: somos el 5º país europeo que emite más CO2 y el único del continente que emite hoy más CO2 que en 1990.

Deberíamos cambiar radicalmente la política energética y apostar por energías que tenemos de sobra en España, como el sol, el aire, la biomasa o las mareas. Unas energías que tecnológicamente han avanzado mucho y que ya son competitivas y tienen costes incluso por debajo de las térmicas de carbón, gas o fuel. Así, un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AEI) estudió en 2015 los costes de 181 centrales en 22 paises y concluyó que las centrales eólicas están entre las que producen electricidad más barata y que se ha abaratado mucho la luz de origen fotovoltaico (solar). Incluso un informe de la ONU señala que las energías renovables serán la fuente de energía más barata en el mundo en 10 años.

Así que el Gobierno Rajoy debería dejar de hacer demagogia con las energías renovables (“son caras y encarecen el recibo de la luz”) y apostar más decididamente por ellas para que tengamos una energía más limpia y más barata, con recursos ilimitados dentro de España. Y de paso, apoyar un sector que puede consolidar su liderazgo en el mundo y una prometedora fuente de inversión y trabajo a medio plazo. Hay que dejar de apostar por el carbón, el petróleo y el gas, desviando sus actuales ayudas (que pagamos todos) a las renovables, como ha pedido el G-7, la OCDE, la Comisión Europea y la AEI, para luchar contra el Cambio Climático. Volcarse en las energías renovables, para abaratar la luz, reducir la dependencia exterior y mejorar el medio ambiente. Apostar ya por el futuro.

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