El Gobierno
aprobó a finales de agosto su tercera
reforma financiera, impuesta por Bruselas a cambio de los
100.000 millones del rescate bancario de
junio, del que todavía no ha llegado un
euro. Ahora, bancos y Cajas estarán
estrechamente vigilados por Bruselas y el BCE, que forzarán cambios, despidos y hasta la liquidación de algún banco o Caja.
Y el Gobierno pondrá en marcha un banco malo, una inmobiliaria mala donde
irán los créditos y viviendas embargadas. La reforma financiera nos costará más de 200.000 millones,
entre ayudas créditos y avales, más
que todos los recortes hechos. Y no
servirá para reanimar el crédito: bancos y Cajas estarán un año empantanados
con esta reforma, necesitados de recursos y sin demanda solvente: no se piden créditos y crecen los morosos.
La mejor reforma financiera sería hacer
otra política y salir de la recesión.
enrique ortega |
La crisis de Bankia
forzó la petición del rescate
bancario de junio y sus 100.000 millones para tapar un agujero inicial
de 50.000 millones: 19.000 en Bankia
más otros 30.000 en las otras tres entidades intervenidas (CatalunyaCaixa, NovaGalicia
Banco y Banco de Valencia).
Ahora, Bruselas y el BCE han impuesto a España una nueva
reforma financiera, la tercera del Gobierno Rajoy y la
quinta en los dos últimos años. Se busca detectar la situación real de
bancos y Cajas, su agujero, y a partir de ahí, poner en marcha duros planes de ajuste que supondrán cierres de oficinas, despidos, reajuste de
depósitos y créditos, cambios de directivos, fusiones y ventas y, si se ve
conveniente, el cierre de alguna entidad (lo que negó inicialmente el
Gobierno). De momento, no
ha llegado un euro de Bruselas, que espera conocer antes las auditorías
externas solicitadas (podrían estar a mediados de septiembre) y mandar entonces el primer dinero en octubre.
La otra exigencia de
Bruselas ha sido que España cree un banco
malo, más bien una inmobiliaria mala, donde irían los muertos del ladrillo, los créditos
incobrables, el suelo y las viviendas embargadas que tienen bancos y Cajas,
unos 175.000 millones de euros. Esta
inmobiliaria mala se empezará a crear, antes
de tres meses, con las cuatro entidades nacionalizadas, que tienen 75.000
millones en activos tóxicos: Bankia (43.500 millones), CatalunyaCaixa (16.367),
NovaGalicia Banco (8.189) y Banco de Valencia (5.131).Y luego se incorporarían
los activos tóxicos de las entidades con ayudas, mientras los grandes bancos y
Cajas deben crear por su cuenta una o varias inmobiliarias malas para sanear
sus activos del ladrillo. Al final, estas inmobiliarias malas tendrán entre 10 y 15 años para vender.
El primer problema
del banco malo es quien
quiere meterse en esta inmobiliaria mala, donde el Estado sólo podrá tener
el 49,99%. Se buscan con prisa (el
Gobierno irá a venderlo por Europa) inversores
(bancos, fondos, agencias), para que se metan en esta aventura, cuyo éxito dependerá
del precio
al que se le vendan los créditos, solares
y viviendas de bancos y Cajas: si es bajo, pueden venderlo en unos años con
beneficios y si no, será un negocio ruinoso. Se habla de un descuento medio del 60%, pero eso podría aumentar más las pérdidas
de bancos y Cajas, que sólo tienen provisionado un 35% de esos activos. El dilema
es: o pierde la banca o pierde el banco
malo o los dos. Al final, en uno u otro caso, lo pagaremos
todos nosotros.
El Gobierno
insiste en que esta quinta reforma
financiera se va a hacer sin coste,
pero las cuatro anteriores ya nos han costado 150.000
millones entre créditos, ayudas y avales (95.637). Y ahora habría que
sumar otros 62.000 millones (mínimo), de los 100.000 que nos presta Bruselas (y
que nos costarán unos 2.250 millones al año), un rescate que ya nos ha costado el superajuste
de Rajoy en julio, con la subida del IVA y múltiples recortes (65.000 millones). Y a eso
habrá que sumar las ayudas (fiscales
y financieras) al banco malo para
que salga adelante.
Pero hay otros costes.
Empezando por los laborales: Bruselas
impondrá el cierre de miles de sucursales y el despido de unos 20.000 empleados, que se suman a los 30.172
despedidos y 5.700 oficinas cerradas en los últimos años. Los accionistas de las cajas y bancos
intervenidos perderán la mayor parte de su inversión, lo mismo que los que
tienen preferentes o créditos participativos. Y también
sus acreedores. Además, Bruselas
puede forzar al cierre
de algún banco o Caja (el Banco de Valencia tiene todas las
papeletas), con lo que sus clientes sólo tendrían asegurados 100.000 euros
por cuenta y perderían el resto. Y Bruselas dará un tajo a la Obra Social de las Cajas
(1.125 millones en 2011), con lo que se perderán muchas ayudas asistenciales,
sanitarias y culturales, sobre todo de Bankia.
Un alto coste para una
reforma de la que se van a beneficiar cuatro grandes bancos (Santander,
BBVA, Popular y Sabadell) y la Caixa,
por el proceso de compras y fusiones, con ayudas públicas. Con ello, de 10
bancos y 45 Cajas hace tres años pasaremos a tener 7
bancos (dos grandes y dos medianos)
y 5 Cajas (una grande y las demás pequeñas). Y todo ello, sin que los gestores culpables de esta crisis hayan
asumido responsabilidades
penales y con el abuso de
directivos de Cajas intervenidas que se han llevado más de 100 millones en finiquitos.
Al final, la reforma
financiera es otra exigencia de Bruselas para calmar los mercados aunque se vende como el camino para quitar los
muertos del ladrillo a bancos y Cajas y que así puedan dar créditos a empresas y familias. Pero eso no va a pasar, al menos en
el próximo año: las entidades estarán enfrascadas en los ajustes y en el
inmenso papeleo que les exigen, buscando desesperadamente capital y digiriendo
fusiones. Y además, no
tienen quien les pidan créditos: las empresas no están para invertir y
las familias tampoco, por la recesión. Y hay muy poca demanda solvente, con la
morosidad en máximos históricos (9,4%). La opción sería crear un banco público con las cajas nacionalizadas y ponerlo a
prestar a pymes y empresas, pero eso suena a anatema entre los fundamentalistas
de Bruselas y Madrid.
Al final, llevamos dos
años largos de reformas financieras, inútiles y muy costosas, para que no haya crédito ni perspectivas de tenerlo.
Y la duda es que, con otro año más de crisis, bancos y Cajas pueden necesitar más ayudas, porque se les van
a deteriorar sus cuentas. Ayudas que acabaremos
pagando todos, para salvar a la banca, a lo que quede de ella. A costa de recortes
y de no salvar otras empresas e
inversiones. Mal negocio.
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