Agosto ha sido un
mes más tranquilo de lo temido, pero con septiembre
han vuelto las tensiones a los mercados.
España sigue en el punto de mira y
se apunta un segundo rescate blando para este otoño: Bruselas y el BCE comprarían
deuda española, para bajar el
coste de financiarnos, y a cambio, controlarían más nuestras cuentas y nos
forzarían a nuevos ajustes, en pensiones, desempleo y despido de empleados
públicos. Un segundo rescate que
supondrá más sacrificios, menos crecimiento y más paro, agravando el
problema de fondo: la economía sigue en recesión
y así no se recauda y no se recorta suficiente el déficit público. Y eso
crea desconfianza en los inversores,
que temen no cobrar. Frente al parche de
los rescates, hay que cambiar de
política, en Bruselas y en España, para crecer y crear empleo.
enrique ortega |
No hay otro camino
para salvar el euro a bajo coste. Todavía habrá polémica
sobre la forma de presentar este segundo rescate a España, pero se acabará
aprobando, en septiembre o tras las elecciones
del 21-O. Pero con una condición: quien
ayuda y paga, manda. Merkel, Bruselas y el BCE no quieren que España baje
la guardia en sus ajustes si nos ayudan. Así que será un rescate con condiciones.
Por un lado, más control de las cuentas
públicas, más papel de “los hombres de negro” de Bruselas en la gestión de
la economía española. Y por otro, más presión para que el Gobierno Rajoy siga con los ajustes
planteados por los dirigentes europeos: menos gasto en pensiones, en desempleo,
en funcionarios y en las autonomías.
Rajoy
sabe que no tiene otro camino que
pedir una nueva ayuda y ahora no la rechaza de entrada, aunque quiere
vender que la consigue sin condiciones.
Pero Merkel y los fundamentalistas de
Bruselas van a aprovechar para imponer
sus reformas
de contrabando, su ideología
conservadora: recortar el sector público, el Estado del Bienestar, los
derechos sociales y laborales. Y de paso, asegurar que los recortes garantizan el pago de intereses a sus
bancos, alemanes y franceses, nuestros principales acreedores.
El asunto se complica porque las
autonomías están asfixiadas, sin
ingresos y sin crédito: cada mes tienen problemas para pagar nóminas y a
proveedores. Y antes de fin de año han de devolver
más de 15.000 millones de deuda.
Por eso, tres ya han pedido el rescate
al Gobierno: Cataluña (5.027
millones), Comunidad Valenciana
(4.500 millones) y Murcia (300),
aunque hay otras que lo están pensando, como Canarias, Castilla-la Mancha, Baleares y Andalucía (ha pedido 1.000
millones de adelanto). El Gobierno
ha creado un Fondo
de 18.000 millones para ayudarlas, pero a cambio, les intervendrá aún más sus cuentas, exigiéndoles un duro ajuste,
con fuertes recortes de gasto y subida de impuestos.
Entre el rescate a España
y los rescates a las autonomías, se
endurecerán los recortes este otoño. Primero, con despidos
entre el personal interino y contratado de las autonomías, más de 50.000
según los sindicatos, junto a una posible bajada
de sueldos para 2013. Segundo, con subida
de impuestos y tasas, desde el agua, los transportes a muchos servicios
públicos. Después, habrá que esperar nuevos
recortes en el desempleo, cuyo gasto
sigue subiendo como el paro. Y habrá nuevos cambios en pensiones, como exige Bruselas, empezando por más trabas a la jubilación anticipada y un anticipo de la jubilación a los 67 años,
sin descartar una congelación de pensiones para 2013 e incluso no compensar la desviación de la inflación
este año (algo reconocido por Ley pero que costará 3.500 millones). Y si la subida
del IVA no surte efecto en los ingresos, habrá más subidas de impuestos
antes de fin de año, empezando por los carburantes y siguiendo con nuevos
impuestos ecológicos.
Nuevo rescate, más recortes
y en consecuencia, menos consumo, menos inversión, menos crecimiento, más recesión. Más paro. Es el fruto que hemos recogido de más de
dos años de la misma política
fundamentalista, que lucha contra la crisis con recortes tras recortes
y que ha llevado a la recesión a 12 países
europeos (España, Italia, Gran Bretaña, Holanda y Bélgica entre ellos), con
Francia medio paralizada. Una recesión
que se agrava en España (-1,7% este
año y -1,3% en 2013, según el FMI)
y que provoca una caída de la recaudación,
impidiendo cumplir con el recorte del déficit
público: hasta julio,
el Estado alcanzó ya el déficit previsto para todo el año. Y eso puede provocar
que en octubre o noviembre haya que hacer
más recortes, para cumplir con Bruselas. Más recesión. Una pescadilla que
se muerde la cola y que preocupa a los mercados:
si no crecemos y no recaudamos, temen no cobrar sus inversiones.
Merkel, el BCE y los fundamentalistas de Bruselas
persisten
en su política, a costa de duros sacrificios y una profunda recesión y paro
en la Europa del sur. El rescate
anunciado es sólo un parche más para
imponer su política, con la excusa y la presión de los mercados. Una política
que no nos saca de la crisis, sino que ha provocado una segunda recesión en
tres años. Hace falta explorar otro
camino, reanimar las economías del
sur de Europa, con más consumo e importaciones de la Europa del norte y con
un plan Marshall de inversiones para crear empleo, sobre todo entre los
jóvenes, mujeres y mayores de 50 años. Si no, con más recortes, la economía entrará en un coma más profundo. Y el
otoño será agitado, con más crisis social. El país está a punto de estallar.
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