El clima (las
lluvias y el viento) ha ayudado a que paguemos
menos por la luz hasta mayo, en que subió,
como también en junio. Este verano seguirá subiendo, porque con el calor habrá menos
energía hidráulica y eólica, las más baratas. Además, el Supremo ha autorizado que
las eléctricas carguen una subida extra de 2 euros por recibo,
en agosto o septiembre, por revisión del
margen de comercialización desde 2014. Con todo, la luz, que ha bajado un 9,8%
en el primer semestre, podría acabar 2016 bajando
sólo la mitad, tras subir un 10% la pasada Legislatura. España es el 5º país con la electricidad más cara de Europa, duplicando el
precio de los 28. Y eso porque pagamos costes de más a las eléctricas,
que multiplican sus beneficios. Además, tenemos la luz más sucia del continente, mucha generada con carbón y gas.
Urge que el futuro Parlamento apruebe una
auditoría de costes para que paguemos la luz por lo que vale y que sea más
barata y más limpia. Luz y taquígrafos.
enrique ortega |
El precio de la luz
cambia cada día (y cada hora) y
tiene mucho que ver con el clima.
Por eso, al haber llovido bastante y hecho mucho viento en los primeros meses
de 2016, la electricidad bajó entre
enero y abril, un 19,5%, ayudada también por la decisión electoralista de Rajoy de bajar la luz en enero (un -0,7% la parte regulada), tras haberla bajado (también por las anteriores elecciones del 20-D) en agosto (-2,2%). En mayo, la luz volvió a subir un 0,7%, por el calor y porque las eléctricas pararon por recarga dos centrales nucleares (Trillo y Ascó II), sustituyendo su
producción con centrales de carbón y gas, que producen luz más cara. Y en junio ha subido otro 9%, con lo que el
recibo medio (4 kW de potencia y 210 kWh de consumo mensual) habrá
bajado un 9,8% el primer semestre, según la Comisión de la Competencia (CNMC).
Ahora, en el segundo
semestre, se espera que la luz siga subiendo, sobre todo durante el verano, por la menor producción
hidroeléctrica (los embalses están llenos, pero no se puede soltar agua ante
riesgos de sequía por un verano que se anuncia muy caluroso) y eólica (menos
viento), lo que aumentará la generación de electricidad con carbón, gas y fuel,
más caros. Y además, en agosto o septiembre, las eléctricas nos harán una subida extra, de unos 2 euros
por recibo, que afectará a los 13 millones de usuarios con tarifa regulada (PVCP).
Un recargo consecuencia de una decisión del Tribunal Supremo, que dio la razón en 2015 a una demanda de las
eléctricas porque el pago por
comercialización de la luz (fijado en 2009) no cubría los costes (sólo el
60%) y había que subirlo. La CNMC hizo los estudios pertinentes y decidió que
el nuevo margen debía subir de 4 a 5,24 euros anuales
(mínimo). Y el Gobierno Rajoy ha aprobado este nuevo margen, con dos efectos, dos
subidas. Una, que las eléctricas pueden refacturar la luz de todos los usuarios
con tarifa regulada desde abril de 2014, lo que supone un recargo extra de 26 millones de euros a pagar por los usuarios. Y además, ya para el futuro, las eléctricas nos cargarán este
nuevo margen anual de 5,24 euros por
la comercialización de la luz.
Con todo ello, el recibo
de la luz subirá en la segunda
mitad de 2016, después de haber bajado un 9,8% en el primer semestre,
según datos de la Comisión de la Competencia (CNMC). Y podría cerrar el año 2016 con una bajada media del 5%, la primera desde 2013. En la pasada Legislatura de Rajoy (2012-2015), el recibo de la luz subió, para una
familia media, un 9,88%: subió un 7,47% en 2012, bajó un 1,97% en 2013 y un 0,23% en 2013
y volvió a subir un 4,61% en 2014. La asociación de consumidores Facua ha hecho un muestreo de recibos y aumenta
esta subida en la pasada Legislatura hasta el 16,2%, lo que supondría a las familias haber pagado 500 euros más de luz los pasados cuatro años.
Sea mayor o menor la subida, el hecho es que España tiene un precio de la luz que es
el 5º más caro de Europa, sólo por
detrás de Dinamarca, Alemania, Irlanda e Italia, según los últimos datos de Eurostat (2º semestre 2015): 23,7
euros por 100 kWh frente a 21,1
euros en la UE-28 (un 12,3% menos) y 22,1 euros en los paises euro (un 7,2%
menos). Y mucho más cara la luz que en Francia (16,8 euros por 100 kWh) o Reino
Unido (21,8 euros). Si se mide el precio en función del poder de compra en cada país, España sale perdiendo más
en la comparativa: el precio real se convierte en 26,5 euros por 100 kWh,
frente a 21,1 euros en la UE-28 y 21,6 euros en la zona euro. Y nos coloca como
el 3º país con la luz más cara en poder
de compra, empatados con Rumanía y sólo por detrás de Portugal y Alemania.
Y eso porque aquí pagamos menos impuestos con la luz: un 21% del recibo frente al 33%
de media en Europa y un 38% en la zona euro. Eso quiere decir que si los españoles pagáramos los mismos impuestos
que el resto de europeos, la luz sería todavía un 12% más cara.
Estos mayores precios
son frutos de años de subidas de la luz,
sobre todo durante la crisis. Así, los precios de la electricidad en España han
subido un 52% entre 2008 y 2014, 81 euros por Mwh, el doble de lo que subió en el resto de Europa (+ 42 euros/Mwh). Una
factura que muchas familias españolas, en paro o con sueldos muy bajos, no
pueden pagar, lo que ha elevado un 70% la pobreza energética desde 2011: ahora hay 5.155.901
españoles (el 11,1% de la población) con
problemas para pagar el recibo de la luz, según el INE. Son 2,1 millones más de “pobres energéticos” de los que había cuando Rajoy llegó
a la Moncloa en 2011. Y con ello, a más
de medio millón de familias se les cortó la luz en 2015 por
impago de los recibos (sólo con datos de Iberdrola y Endesa). Además, se ha recortado el bono social,
el descuento del 25% en el recibo a jubilados, parados y familias numerosas,
que ahora sólo disfrutan 2.445.000 familias cuando lo tenían más de 3 millones
en 2010.
¿Por qué pagamos la
luz más cara que en el resto de Europa? Básicamente, porque pagamos costes de más, por tres
caminos. El primero, contratando más potencia de luz de la que necesitamos. Los españoles seguimos con el
viejo temor a que “nos salte el automático”, a quedarnos sin luz, y preferimos contratar más potencia de la que
necesitamos. Antes no era muy costoso, pero desde 2013, con la “reforma”
eléctrica aprobada por el Gobierno Rajoy, se
subió mucho, en 2013 y 2014, la parte
de potencia contratada del recibo (el 92% a los consumidores
domésticos y 145% a los industriales). Y así, ahora, pagamos más por la potencia
contratada que por la luz que consumimos. Y si no, mire su último recibo de la luz: en el mío, he pagado 34,75 euros
por potencia contratada y 32,74 euros por energía consumida. La cuestión es que
un 20% de los españoles tienen
contratada más potencia de la que necesitan, según un estudio de Mirubee. Y eso supone que 3,6 millones de hogares tienen un
contrato de luz inadecuado y están pagando potencia de más, una media de 52,82
euros extras por familia que engrosan los beneficios de las eléctricas.
Pero hay más. El
mayor extracoste que pagamos con el recibo procede del sistema de precios que fijó en su día Aznar (Ley eléctrica 1997) y que no se han atrevido a desmantelar ni ZP ni Rajoy.
En esencia, consiste en pagar un sobreprecio a los kilovatios que producen las centrales hidroeléctricas y
nucleares (en buena parte amortizadas), así como otros recargos en el
recibo para ayudar a las centrales de carbón y gas (cuando sobra potencia instalada) y a los grandes consumidores (empresas cementeras,
aluminio, siderurgia…). También pagamos extracostes para ayudar a las renovables,
al carbón nacional, al transporte y la distribución de electricidad, por el
parón nuclear y para pagar la deuda eléctrica, extracostes que en parte debían pagar los Presupuestos.
Según un estudio de Jorge Fabra, hemos pagado 28.000 millones de euros de más
en los últimos 10 años. Y así seguimos.
Pero hay una tercera
vía de pagos “extras”: el fraude,
las “trampas” que los expertos achacan a las eléctricas, aunque muchas
no se pueden demostrar. Se trata de ir cerrando y abriendo centrales
(nucleares, hidráulicas, de carbón, fuel o gas) según cambien los precios en el
mercado, no buscando generar la luz más barata sino sus mayores beneficios (por
menos costes). Un comportamiento que ya provocó, en noviembre de 2015, una
multa de 25 millones de euros de
la CNMC a Iberdrola, por “considerar
probada la manipulación de precios en 2013”: Iberdrola “cerró el grifo” de
sus centrales hidroeléctricas para subir artificialmente el precio de la
energía hidroeléctrica y con ello forzar al suministro de electricidad nuclear,
de carbón y gas, con las que obtuvo más margen, según considera probado el
expediente de la CNMC. Y esto es algo que no
sólo se hace en España: Iberdrola
se enfrenta ahora en EEUU a una multa de 330 millones de euros
por presunta manipulación del precio de la luz: el organismo regulador FERC
acusa a la filial USA de Iberdrola de alterar la cotización de precios en el
mercado mayorista de la electricidad y
provocar que los consumidores de California pagaran entre 2 y 3 veces más cara
la luz de lo que debían.
Además de pagar la
luz más cara de lo que realmente cuesta producirla, pagamos una luz más sucia. España es, con
Malta, Chipre e Islandia, uno de los 4 únicos paises europeos que aumentó sus emisiones de CO2 en 2014, un 0,5%, cuando Europa las bajaba (-4,1% la
UE-28). Y una parte de la “culpa” (junto a los coches, los transportes y las
grandes empresas contaminantes) la tienen las eléctricas, que han aprovechado
la caída internacional de precios para aumentar
la producción de luz con carbón, fuel y gas natural, lo que más contamina.
Así, en 2015, el consumo de carbón creció un 24% y el de gas natural para electricidad un 18,8%. Y el carbón , la energía que emite más CO2, se convirtió en la segunda fuente de producción de electricidad (20,3% del total), por detrás de la
nuclear (21,8%) y por delante de la energía eólica (19%), la segunda fuente en 2014. Y las centrales de ciclo combinado (gas y
fuel) generaban el 10,1% de la electricidad, casi tanto como las centrales
hidroeléctricas (11%) y muy por delante de la luz de origen solar (5,1%). Este
año 2016, ha bajado algo el peso del
carbón, en beneficio de la energía eólica (19,7%), pero aún es la tercera fuente y generó el 17,2% de
la electricidad en los últimos 12 meses, según Red Eléctrica.
Ante este panorama, es normal que un 26% de los usuarios
de la luz se declaren poco o nada
satisfechos, según el panel de hogares de la CNMC. Y eso que casi
la mitad de los usuarios (46,6%) reconocen que no entienden el recibo de la luz e incluso no saben qué tarifa tienen (el
45,4%). En los últimos años, las eléctricas nos han bombardeado con ofertas y "tarifas planas", para atraer
a más usuarios al “mercado libre”, que se llama así porque las eléctricas fijan
“libremente” las tarifas, mientras los demás usuarios tienen tarifas reguladas, que modifica el
Gobierno una o varias veces al año. Actualmente, el “bombardeo publicitario” ha
provocado que ya sean más los españoles con tarifas “libres”
(12.900.000) que los que pagan un recibo con tarifas reguladas o PVCP (12.750.000 usuarios). En general, hay
que pensarse mucho cambiar a una tarifa “libre”, porque muchas ofertas son
engañosas, con letra pequeña, y “tarifas planas” que penalizan mucho luego los
excesos de consumo.
En cualquier caso, seamos consumidores con tarifas libres o
reguladas, lo que debemos tener claro es que pagamos una luz muy cara (un 12,3% más que en Europa los
particulares y hasta un 20% más las empresas). Y que eso pasa,
fundamentalmente, porque pagamos costes de más, que multiplican los beneficios de las eléctricas
españolas, más rentables que las del resto de Europa. Y además, una luz “más sucia”, que contamina más.
Por eso, el futuro Parlamento debería tener como prioridad ajustar el precio de la luz,
encargando una auditoría de costes
que refleje lo que debería costar la luz con un beneficio razonable. Y, en
paralelo, apoyar las energías renovables,
penalizadas con el Gobierno de Rajoy, porque no es de recibo que Alemania o
Reino Unido tengan más energía solar que España.
Se puede y se debe
bajar el recibo de la luz, para ponerla a un precio “europeo”. Basta con pagarla por lo que realmente cuesta y producirla de forma más eficiente, sin tantas
centrales de carbón, fuel y gas, que sobran (hay exceso de capacidad) y además
contaminan. Pero eso exige que el Parlamento
y el futuro Gobierno se enfrenten al oligopolio eléctrico, con un enorme poder económico, político y mediático.
Hay que hacer la transición energética, empezando por el sector
eléctrico, que sigue con el poder que tenía en el franquismo. Y lo pagamos cada
mes en el recibo. Y en el aire. Luz y
taquígrafos.
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