Esta larga crisis nos ha hecho a todos más pobres: la renta de las familias ha caído un 20% y
hemos vuelto a los ingresos de 2003. Más de una década perdida. Pero el
recorte del nivel de vida no ha sido uniforme y “el tajo” ha ido por barrios, afectando sobre todo a las rentas
bajas y medias. Con ello, 3,5 millones
de españoles han dejado de ser “clase media” y ahora son “clase baja”, como
un tercio de ciudadanos. Y el 1% más rico lo es aún más. Cara al futuro, se reducirá más la clase media, por la incertidumbre laboral, la precariedad y
los bajos salarios. Se vislumbra una sociedad “low cost”, con una clase alta reducida y poderosa y una clase baja mucho más extendida, la “clase low cost”. Para evitarlo, habría que crecer más, conseguir más
empleo “decente”, mejorar los salarios y utilizar los impuestos y las ayudas
públicas para reducir las diferencias entre españoles. Nos jugamos la sociedad de nuestros hijos.
enrique ortega |
La actual crisis ha provocado una caída generalizada en los ingresos de todos los españoles, por
cuatro vías. La primera, la pérdida de empleo que sufrieron 3.802.800
españoles entre el verano de 2007 y la primavera de 2014. Y aunque después
se han recuperado 1.079.000 empleos, son más precarios y peor pagados, y
todavía hay 2.733.800 españoles menos trabajando que antes de la crisis. La segunda vía de
pérdida de renta son los salarios, que bajaron una media del 15% tras la reforma laboral de 2012
y que sólo han empezado a crecer (poco) en 2015 (+0,75%) y 2016 (1,20%). Y
además, han caído más los salarios más
bajos, menos los de los mandos intermedios y han subido incluso los de los
directivos de las empresas. La tercera vía de pérdida de rentas fueron las subidas de impuestos, sobre todo en 2011 y 2012, que no han sido compensadas por
las bajadas de 2015 y 2016. Además, unas subidas que han cargado más sobre las rentas más bajas, al centrarse mucho en
el IVA, impuestos especiales y tasas. Y la cuarta vía de pérdida de ingresos
son los recortes de servicios públicos (sanidad, educación, ayudas sociales y Dependencia)
y de ayudas, desde becas a servicios
sociales y copagos farmacéuticos.
Todo ello explica que la renta familiar disponible, lo
que los hogares tienen para gastar, haya
caído un 20% entre 2007 y 2013, según el INE: de 27.560 euros a 22.146 euros, la renta de las familias españolas en
2003. O sea, que la crisis nos
ha hecho más pobres y hemos retrocedido más de una década. La caída de rentas ha sido mayor en Murcia (-27%), Comunidad
Valenciana (-25,8%), Castilla la Mancha (-23,2%), Canarias (-22,6%) y Andalucía
(-21,4%) y bastante menor en el país
Vasco (-7,2%), Aragón (-16,6%) y Navarra (-17,7%). Los expertos creen que al
ser tan grande la pérdida de rentas, España
tardará años en recuperarse, al menos otra década, porque los menores
ingresos de las familias afectarán negativamente a su formación y la de sus hijos, al
consumo, al ahorro y a la inversión.
Pero hay otro
problema con la caída de las rentas: no
se ha producido de forma homogénea, sino que “ha ido por barrios”, afectando más a unas familias que a otras. La mayor caída de ingresos se ha dado
en las familias más pobres y luego en la clase media, debido a que han sido las
más afectadas por la caída de empleo y salarios y las que más han sufrido los
recortes y la subida de impuestos. Y con ello, se ha producido “un trasvase social”: 3,5 millones de españoles han dejado de ser “clase media” durante la crisis y se han sumado a la “clase baja”,
según un documentado estudio de la Fundación BBVA y el IVIE, con datos del INE. Significa que si en 2007 había un 60,6% de hogares que se
consideraban “clase media” (con
ingresos entre un 75% y un 200% de la media del país), en 2013 eran sólo el 52,3%. Y han pasado a engrosar la “clase
baja” (los que ingresan menos del 75% de la media española), que de ser
el 26,6% de los hogares en 2007 han pasado a ser el 38,5%, más de un tercio de la población.
La clase media apareció en los años
60 del siglo pasado, en toda Europa y en España (con el “desarrollismo” y el 600), como un “invento” del sistema para difuminar
la vieja lucha de clases, entre obreros y empresarios. La economía crecía
al máximo y muchos trabajadores
empezaron a sentirse “superiores” porque su trabajo les permitía tener una
casa, un coche, vacaciones y mandar a sus hijos a la Universidad. No eran
trabajadores sino “clase media”. Y a principios de este siglo, con el “boom
inmobiliario” y el dinero barato, se endeudaron a tope para comprar todo lo que
deseaban. Y creían que “el mundo era suyo”.
Pero en esto vino la crisis, cayeron el empleo y los ingresos mientras las deudas estaban
ahí. Y familias enteras pasaron de vivir en la abundancia a apuntarse al paro e
incluso a la pobreza. Adiós al sueño de la clase media.
Lo peor de todo es que, antes y ahora, muchos españoles se creen clase media y no lo
son realmente, ni por sus ingresos ni por su patrimonio. Así, en el último Barómetro del CIS, un 56% de
los españoles se considera clase media, frente al 63% que se consideraba así en
2007. Pero los datos de salarios nos
dicen que hay mucha menos clase media. Así, sólo un 33,2% de hogares
ingresan entre 2.000 y 5.000 euros al mes, mientras son ya un 64,4% las familias
que ganan menos de 2.000 euros al mes (y de ellas, el 47,9% menos de 1.500
euros mensuales), según un estudio de la Fundación Encuentro a partir de los datos del INE. Y no olvidemos que
el sueldo más habitual en España son 16.490 euros brutos anuales (942 euros netos en 14 pagas), según el INE (2014).
Y que casi un tercio de los
trabajadores, 4,5 millones, son mileuristas: ganan menos de 1.000 euros netos al mes.
Los mismos datos del INE (Encuesta de Condiciones de Vida 2014)
nos hablan de un país donde el 40,6% de españoles no pueden ir una semana de
vacaciones, donde un 39,4% no tienen
capacidad para afrontar gastos imprevistos, donde un 9,4 % de familias
tienen que retrasar pagos relacionados con su vivienda y donde el 13,7% de los
hogares tienen muchas dificultades para
llegar a fin de mes. Eso sin olvidar que, en 2015, un 28,6% de los españoles (13.300.000) tenían una situación de
pobreza, escaso empleo o carencias materiales severas, según el indicador europeo AROPE.
Así que sólo mirando los salarios, no hay tanta clase media como se cree. Pero la clave no son los salarios,
que se gastan, sino el patrimonio que
tienen las familias, el verdadero “termómetro”
de su clase. Y aquí, el economista Luis Molina ha clasificado los hogares españoles en “5 clases”, a partir de los datos de riqueza incluidos en el
último estudio de Credit Suisse (2014). Y concluye que un 70% de los españoles son “clase baja”: un 20% los llama “precariado” (la clase más baja), que
tiene sólo el 0,3% de la riqueza total del país (con más deudas que patrimonio),
y otro 50% son la “clase trabajadora”, con un 21,9% del patrimonio total del país
y una riqueza promedio de 35.000 euros por familia. A partir de ahí, el estudio
considera que sólo un 20% de los hogares
son “clase media”, que tienen un 28,6% de la riqueza del país y 90.000 euros de patrimonio
medio. Más arriba coloca a un 9% de los hogares como “clase media alta”, que representan el 28,6% de la riqueza total y
tienen un patrimonio medio de 260.000 euros. Y finalmente está ese 1% de
españoles, “la superclase alta”,
que acapara el 27% de la riqueza total (tanto como el 50% de españoles que son
clase trabajadora), con un patrimonio entre 1 y 72.330 millones de euros (la fortuna de Armando Ortega,
el dueño de Inditex, según Forbes).
Vistas así las clases sociales, hay que añadir que la crisis
ha provocado una caída del patrimonio en las clases más bajas y un aumento del pastel de la superclase alta,
que ha aumentado “su trozo” del 22,3% de
la riqueza total que tenían en 2008 al 27% de 2014. El número de millonarios españoles ha subido un 50% con la crisis: de 127.100 (2008) a 192.500 (2015), según un informe de Capgemini.Y eso porque se han visto
menos afectados por la crisis, la caída del empleo y los salarios o los
recortes y la subida de impuestos. Por eso ha
aumentado drásticamente la desigualdad en España: es el segundo país de la OCDE donde más ha crecido la desigualdad desde 2007, sólo por detrás de Chipre,
casi 10 veces más que la media europea (incluso 14 veces más que en Grecia). Y
ahora, España es el cuarto país más
desigual de Europa, tras Portugal, Italia y Grecia, según un informe de Morgan Stanley. Baste un dato escandaloso: los 20 españoles más ricos tienen tanto
patrimonio como los 14 millones de
españoles más pobres (el 30% de la población), según el último informe de Intermón Oxfam.
Si en realidad la mayoría de españoles son “clase baja” y la clase media real no llega al 25% de las
familias, todo apunta a que aún serán menos en el futuro. Y eso porque la actual crisis ha destruido un elemento clave
de la clase media: la seguridad en el empleo. Hasta ahora, muchos
españoles vivían con la seguridad de que su empleo les permitiría tener coche,
casa, vacaciones, segunda residencia, hijos en la Universidad y un futuro cada
año mejor. Pero ahora saben que ya no es así, que pueden mantener su empleo o
haber conseguido uno, pero que no tienen asegurado el futuro, que cualquier día
su mundo se puede venir abajo. Que vivimos
en un mundo “low cost”, donde se
busca el bajo coste a cualquier precio y eso exige empleos y sueldos “low cost”,
que conforman una nueva clase social, la
clase “low cost”. Y ya hay muchos jóvenes que sólo conocen esta forma de
vida, que se va a generalizar en el
futuro, aunque la economía se recupere. Es otro modelo económico y social que se impone, empujado por la
globalización, la tecnología y la robotización de los trabajos.
El riesgo de esta precarización de la mayoría de la población, del recorte de las
clases medias, no es sólo el deterioro del nivel de vida de la mayoría y la
inseguridad ante el futuro. Es que se configure una sociedad políticamente
apática o descontenta, que desconfíe del sistema y de la democracia. Las
clases medias sirvieron, en España y en todo el mundo, para atenuar las
tensiones sociales. Ahora, con la generalización de la “clase low cost”,
resurgen los antisistema, los populismos y los extremismos, en España y en Europa. Porque la
crisis no sólo se ha llevado nuestras rentas, también nuestra seguridad y
nuestras esperanzas.
Se impone que los
Gobiernos tomen medidas, para recomponer el mapa social y la democracia. Y
eso pasa por recomponer los ingresos y
el nivel de vida de la mayoría, con una política activa para crecer más y crear más empleo “decente”. Eso pasa por recaudar más, no de la mayoría que ya pagamos sino de los que pagan
menos de lo que deben (grandes empresas, multinacionales y los más ricos, que
han salido ganando de esta crisis). Luchando contra el fraude fiscal y subiendo
los impuestos sólo a estos grupos, se podrían recaudar 40.000 millones de euros más al año. Y con ellos, destinar una parte a inversiones públicas e incentivos al empleo
estable, para que haya más españoles trabajando. Y además, hace falta tomar
otras medidas para mejorar la productividad de las empresas, para que puedan pagarles
más. Y con más empleo “decente”, mejores salarios y unos impuestos más justos,
además de más gasto social y más ayudas a los que menos tienen, se pueden recomponer los ingresos de las familias,
para que la clase baja no sea tan
precaria y haya más clase media. Un camino que exige al menos una década para dar frutos. Pero hay que
empezar ya.
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