El doble reto económico de España es que trabaje más gente y que trabajemos mejor, con más eficacia y
productividad. Y para ello es clave la
utilización masiva de Internet:
facilita crear empresas, vender más
(conociendo mejor lo que quiere el cliente), con menos costes, más beneficios y un empleo
mucho más estable. Pero el problema es que España
está muy retrasada en la digitalización de la economía, que supone
la cuarta revolución industrial.
Basten dos datos: una de cada tres microempresas españolas (son 3 millones) no
tienen acceso a Internet. Y entre las que lo tienen, sólo un 15% vende online. Y España está en el puesto 14 del ranking
digital europeo, cuando somos la cuarta economía. Los expertos
urgen a los partidos y al futuro Gobierno a acordar un gran pacto digital,
que impulse Internet en
la economía y en las empresas, con inversiones, ayudas y formación. El impulso digital aportaría 40.000 millones extras al PIB español. No podemos perder el tren digital.
enrique ortega |
Internet ha cambiado el mundo, la economía y las empresas
en las últimas dos décadas y sobre todo en los últimos cinco años. En España, la revolución digital ha entrado de lleno en los hogares y ya
hay 29,5 millones de internautas, 22,2
millones (2 de cada 3 adultos) que usan la Red a diario. Pero este auge de
Internet entre los ciudadanos no
se da igual en nuestra economía y nuestras
empresas. Así, España ocupa el puesto 34 en el índice digital NRI del
Foro Económico Mundial. Y está en el puesto 14 del índice de Digitalización DESI 2014, que
elabora la Comisión Europea en base a cinco factores: conectividad a Internet,
capital humano, uso de la red, integración de la economía digital y servicios
públicos digitales.
Pero si estamos
retrasados digitalmente como país, las empresas
españolas lo están mucho más. Así, España ocupa el lugar
17 en el ranking europeo de digitalización de empresas, encabezado por los países nórdicos
y donde nos superan Irlanda, Holanda, Bélgica, Reino Unido, Alemania, Austria,
República Checa, Malta Lituania, Eslovenia y hasta Portugal, según Eurostat.
Las empresas españolas han avanzado
en digitalización en los últimos años (índice 77,5), pero aún están por debajo de las empresas europeas (índice 78) y de
las empresas punteras del mundo (índice 81), según el último informe de la consultora PwC. Y otro estudio de Accenture revela que el grado de digitalización de las empresas
españolas está por debajo del que tienen las empresas en las 17 mayores
economías mundiales.
Vayamos a datos más concretos. En España, un 34,3% de las microempresas (menos de
10 trabajadores), que son casi todas (un 95,4%, más de 3 millones) no tienen acceso a Internet, según el informe ADEI 2013. Y de los dos tercios que acceden a la Red, un 71,6% tienen Web,
pero en la mayoría de los casos es un simple catálogo de productos y servicios,
no un canal de venta: sólo en un 15,2%
de esas Web se pueden hacer pedidos y
sólo en un 9,1% se pueden pagar las
compras online. Baste decir que sólo 1 de cada 6 microempresas
españolas (un 17,6%) venden online, según la última encuesta del INE (2015). Y
las ventas online sólo suponen el 14,4 % de las ventas totales de
las empresas españolas, 1 de cada 7 euros vendidos. Dos datos impactantes. Y un ejemplo llamativo: de las 21.800 farmacias
que hay en España, sólo 190 venden online (marginalmente). Así estamos.
La digitalización de
la economía y de las empresas no es sólo impulsar el comercio
electrónico, vender por Internet. La revolución digital va mucho más allá: supone un
cambio radical en todos los negocios, desde la relación con los proveedores
y las compras a la cadena de producción (inteligente), la determinación y
renovación de la oferta de productos, los canales de distribución y venta y el
contacto con el cliente, destacando la mejor explotación de toda la información
disponible (big data). En definitiva, Internet y las nuevas tecnologías están revolucionando todos los negocios, desde la banca al turismo pasando por el sector del
automóvil, la venta de ropa, la agroalimentación, la energía o el transporte. Y
el
que no digitalice su negocio, se quedará cada vez más fuera de esta
competencia global.
Las ventajas de la digitalización son
evidentes, para la economía, las empresas y los consumidores. Por un lado, las economías más desarrolladas y más
ricas son aquellas donde Internet tiene mayor penetración: en España, el peso
de los negocios por Internet representa el 2,5% del PIB, frente al 3,8% de la
media europea, lejos de Francia e Italia y a años luz de Alemania o Reino
Unido, los países europeos más digitalizados, según el informe de ADEI. A nivel empresarial,
las ventajas de la digitalización están demostradas: las empresas son más
productivas (un 30% más), venden más, están menos endeudadas y son más
rentables. Y, lo más importante: crean un empleo más estable y mejor pagado (salarios un 8% más altos). De hecho,
las empresas españolas digitalizadas sólo han perdido un 6% de su empleo en
esta crisis (2008-2012) frente al 21% de empleo perdido por las no
digitalizadas. Y cara a los consumidores,
Internet permite más ofertas (nacen más empresas), más competencia y mejores
precios (ropa, telecos, billetes de avión, hoteles…).
Las empresas españolas
saben de la importancia y de las ventajas de la digitalización: por eso, un
69% han empezado a integrar Internet en sus negocios, según un estudio de The London School of Economics Enterprise. El problema es que avanzan lentamente y con pocas inversiones, concentradas además en las grandes
empresas. Varios son los obstáculos
reales con que tropieza la digitalización. El principal, la falta de un equipo directivo
impulsor: sólo cuando el presidente o consejero delegado de una empresa
se pone al frente, la digitalización avanza de verdad. Además, muchos no
encuentran socios tecnológicos ni personal capacitado para ponerlo en
marcha. Otros tienen recelos de seguridad, por temor a
futuros ataques si ponen su negocio en la Red. Y además, faltan infraestructuras
(redes de banda ancha con suficiente capacidad y velocidad) y personal suficientemente formado (en
España hay un déficit de 50.000 empleos digitales).
¿Qué se puede hacer
para avanzar en la necesaria digitalización? El reto no es sólo español, ya que
Europa también está retrasada frente a Estados Unidos y algunos países asiáticos.
Por eso, la Comisión Europea ha aprobado una Agenda digital europea que pretende invertir 300.000 millones en redes e
infraestructuras tecnológicas, desmontando las 28 aduanas digitales que hoy
existen, con el objetivo de que este mercado
único digital genere 415.000 millones de euros en nuevas actividades y 900.000 nuevos empleos para 2020. En
España, el Gobierno Rajoy aprobó en febrero de 2013 la Agenda Digital para España, sin las inversiones y medios necesarios para su aplicación, hoy muy retrasada.
Para avanzar en la digitalización de España y sus empresas, hay dos elementos claves. Uno, mejorar las infraestructuras
tecnológicas, donde nuestro atraso
es patente. En tecnología, España
se coloca en el vagón de cola, con un gasto en investigación del 1,24% del PIB, muy alejado de los
primeros vagones de la Ciencia (3,32% PIB
Finlandia, 3,21% Suecia, 3,05% Dinamarca), de los medianos (2,94% del PIB de gasto en Alemania, 2,23%
de Francia y 1,98% de Reino Unido), por detrás de Portugal (1,36% del PIB en
Ciencia), empatados con Italia (1,25%) y sólo por detrás de Grecia (0,78%) y
países del Este, según los últimos datos
de Eurostat 2013 (ver mapa). Y por otro, mejorar las redes
de acceso a Internet: sólo tenemos un 0,4% de conexiones a redes de alta capacidad (+ de 100 Mbps), frente al 2%
en la UE-28 y al objetivo europeo del 50% de los accesos para 2020. Y en los accesos a Internet de media capacidad (a
100 Mbps), el porcentaje es alto (47% accesos), mayor que el de la UE-28 (34%),
pero con una menor velocidad real porque tenemos una mayor “latencia” (el
tiempo que tardan los paquetes IP en llegar desde el servidor a nuestro
ordenador o dispositivo). De hecho, la
latencia en España supera un 80% la media europea en ADSL
(65 milisegundos frente a 36), es un 84% superior en fibra óptica (35
milisegundos frente a 19) y el doble en cable (42 milisegundos frente a 21),
según un estudio encargado por la Comisión Europea. Internet
más lento y, además, un acceso que es el segundo más caro de Europa.
Además de mejorarles las infraestructuras, las empresas españolas tienen varias asignaturas pendientes para
digitalizarse. La clave es que sus máximos directivos apuesten por una “hoja
de ruta digital” asentada en 4 grandes cambios: creación de un
potente equipo de cambio tecnológico
y digital (con poder interno y medios), inversión en tecnología, innovación y cambio
digital (alquilando si es necesario capacidad informática y pago por uso), poner al cliente en el centro del negocio
(explotando al máximo los datos disponibles, big data, y utilizando toda esta información para renovar productos y servicios) y crear dentro de la empresa una nueva cultura digital, con nuevas formas de trabajo y organización, apoyadas en
la formación
y en la contratación de jóvenes preparados (“nativos digitales”).
Pero todo ello exige un
gran impulso político, desde
arriba. Por eso, la patronal del sector tecnológico (Ametic) pide al futuro Gobierno y a todos los partidos un compromiso real con la economía digital, que pase por la
creación en el Congreso de una Comisión de Economía Digital, que impulse entre
2016 y 2018 una decena de macroproyectos de transformación digital de la economía en sectores estratégicos:
industria 4.0, turismo, textil, automoción, agroalimentario, químico,
farmacéutico, maquinaria, naval, aeroespacial y de la Defensa. Y a nivel
sectorial, proyectos de impresión 3D,
tecnología móvil5G, cloud computing (servicios en la nube) o big data (explotación de
datos).
Y en paralelo, faltan
dos “empujones”
más a la digitalización. Por un lado, un abanico de ayudas fiscales, créditos a bajo interés,
asesoramiento y formación para que las empresas, sobre todo las pymes,
vayan entrando en la economía digital, desde la última tienda al pequeño hotel
o la pequeña bodega. Por otro, que las Administraciones
públicas (Estado central, autonomías y Ayuntamientos) den ejemplo,
desarrollando al máximo la Administración digital, digitalizando las ciudades (hay proyectos de Smart cities en 65 ciudades) y
"tirando" de la digitalización de las empresas, utilizando la palanca de las compras
públicas para favorecer a las que se organicen y vendan por Internet.
El mundo está cambiando drásticamente y muchos de los viejos empleos van a desaparecer (7 millones hasta 2020, según el Foro de Davos), mientras se van a crear nuevos empleos (2 millones en computación, ingeniería, arquitectura y matemática) . Y un estudio de Accenture, presentado también en Davos, indica que si España digitalizara más su economía, el PIB español podría crecer 40.000 millones de euros extras. Así que no queda más remedio que "ponerse las pilas": digitalizar la economía y las empresas es un reto de todos, como país, al margen de la política y los Gobiernos.
Hace falta un gran pacto y una gran apuesta por reciclarnos y
digitalizarnos como economía, como empresas y como ciudadanos, para
asegurar un crecimiento y un empleo estables en un mercado que ya es el mundo. No
podemos perder este tren digital.
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