jueves, 7 de enero de 2021

El paro se enquista con la pandemia

 

La pandemia se llevó por delante más de un millón de empleos entre marzo y mayo, pero luego se recuperaron dos tercios, cerrando 2020 con 360.000 afiliados menos a la SS. Y eso gracias a los 755.613 trabajadores “aparcados” en ERTES, sobre todo en Baleares y Canarias y en la hostelería (un tercio). El paro empeoró más en 2020, aumentando en 724.532 desempleados. Y se ha cebado en los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes, otra vez los “paganos” de esta crisis, junto a los servicios (hostelería, comercio y turismo), Baleares, Canarias, Cataluña y  Madrid. Lo peor es que casi la mitad de parados llevan más de un año sin trabajo y cada vez tienen peor encontrarlo. Si el empleo y el paro han ido mal en 2020, se teme que vayan peor en 2021, si se acaban ERTES y ayudas. Urge aprobar un Plan de choque contra el paro, centrado en jóvenes, mujeres y parados de larga duración, los que más sufren esta recesión.

Este artículo hace el nº 1.000 de los publicados en este blog (desde 2010)

Enrique Ortega

Cuando nos cayó encima el coronavirus, España llevaba 6 años seguidos creando empleo neto (2014-2019). Y teníamos casi 20 millones de españoles ocupados (19.966.900) a finales de 2019, por lo que se esperaba recuperar en 2021 el nivel de empleo anterior a la crisis (20.753.400 ocupados en septiembre de 2007, según la EPA). Pero la COVID 19 provocó una conmoción en el comercio mundial y obligó a un confinamiento que se llevó por delante más de un millón de empleos (-1.118.547 afiliados a la Seguridad Social) sólo entre marzo (-356-703), abril (-691-054) y mayo (-70-790 afiliados). En junio, con la desescalada, las empresas volvieron a recuperar a sus trabajadores y estos 7 meses, de junio a diciembre, ha crecido la afiliación a la Seguridad Social, recuperando dos tercios de los empleos perdidos (758.095). Con todo, el balance es negativo y 2020 se ha despedido con 360.452 afiliados menos a la SS que en 2019, en total 19.066.444 afiliados, según el Ministerio.

La caída de la afiliación (-1,86%) ha sido generalizada en toda España, salvo en 2 regiones que cerraron el año con más afiliados a la SS: Castilla la Mancha (+0,54%) y Murcia (+0,38%). Y las autonomías que perdieron más empleos fueron Canarias (-5,53% afiliados) y Baleares (-4,18%). Por sectores, los más dañados han sido la hostelería (ha perdido -19,3% de afiliados) y las actividades artísticas, ocio y entretenimiento (-15,60%). Eso en cuanto al empleo finalmente perdido. Pero además, la pandemia ha provocado que en 2020 se hicieran un tercio menos de contratos (15.943.061, 6,5 millones menos que el año 2019) y que esos menores contratos sigan siendo muy precarios: sólo un 9,69% fueron contratos indefinidos y un tercio han sido a tiempo parcial, según Trabajo. De hecho, en 2020, sólo un 5,8% de los contratos firmados fueron “decentes(indefinidos y a jornada completa).

El balance del empleo en 2020 (-360.452 afiliados menos a fin de año) hubiera sido mucho peor si no se hubieran aparcado” trabajadores en los ERTES, uno, dos, tres o varios meses, figurando como “ocupados”, pagando sus cotizaciones y abonándoles un 70% del sueldo con cargo a la Seguridad Social. A finales de abril había 3.615.000 trabajadores en ERTES, que sin este “colchón” serían parados. A partir de mayo y sobre todo de junio, la cifra ha bajado y se cerró diciembre con 755.613 trabajadores en ERTEs, 2,6 millones menos que a finales de abril. Estos trabajadores en ERTE (el 5,2% de los afiliados a la SS) están muy concentrados, ya que casi un tercio están en la hostelería (241.390, el 30% de todos los afiliados en ese sector) , hoteles y comercios (ver reparto por sectores) y casi 1 de cada 7 en Canarias (79.206, el 12% de los trabajadores canarios) y Baleares (30.986, el 9,9% de afiliados), según el Ministerio. Ahora, Gobierno, sindicatos y patronal tendrán que negociar una nueva prórroga para estos ERTEs, porque la anterior se termina este 31 de enero.

Vista la caída del empleo y el parche de los ERTEs, el balance de la pandemia ha sido peor para el paro, porque el año 2020 cerró con 3.888.137 desempleados, 724.532 parados más que a finales de 2019, según publicó Trabajo este martes. Es la 2ª mayor subida del paro en nuestra historia reciente, tras el récord de aumento del desempleo en 2009 (+794.640 parados), por la anterior crisis. Y se rompe una racha de 7 años consecutivos de caída del paro, iniciada en 2013. Un aumento del desempleo que ha sido mayor entre las mujeres (+389.912 paradas en 2020) que entre los hombres (+304.620 parados), aunque en porcentaje aumentan su paro algo menos (+21,4% frente a +22,93% los hombres). Y el paro se ha vuelto a cebar también en los jóvenes, sobre todo entre las chicas más jóvenes, y en los inmigrantes (+167.086 parados en 2020, un aumento del 41,95%).

Si el paro registrado total ha aumentado en 724.532 personas (+22,9%), el paro de los jóvenes (16-30 años) ha crecido casi el doble, un +40,83%, con 213.923 jóvenes más sin trabajo. Eso significa que un 30% de todo el aumento del paro en 2020 se lo han llevado los jóvenes. Con ello, a finales de diciembre había 737.809 jóvenes (16-30 años) apuntados en las oficinas de empleo, el 19% de todos los parados, según Trabajo. Dentro de los jóvenes, los que más han aumentado su paro son los menores de 25 años (+116.291 parados que hace un año), cuyo paro ha aumentado con la pandemia un +47,14%, más de doble que el conjunto del paro (+22,9%). Y también crece más que la media el paro de los jóvenes de 25 a 29 años (+35,22%), que ha aumentado en otros 97.632 parados. El resto de edades han sufrido un aumento del paro menor: creció un +24,98% entre los que tienen 30 a 44 años (+250.568 parados más) y sólo un +15,89% los mayores de 45 años (+260.041 parados en 2020).

Junto a las mujeres, los inmigrantes y los jóvenes, los que han sufrido un mayor aumento del paro en 2020 son los que trabajaban en los servicios (+506.084 parados, un aumento del +22,85%), los que no tenían trabajo antes, la mayoría jóvenes (+92.872 parados, +35,9%), la construcción (+44.133 parados, +16,11%), la agricultura (+41.178 desempleados, +29,2%) y la industria (+40.265 parados,+14,6%), según los datos de Trabajo. Y el nuevo paro de la pandemia se ha repartido muy desigualmente por España: ha aumentado más que la media en Baleares (+38%, +23.218 parados), Canarias (+29,38%, +61.188 parados), Cataluña (+28,2%, +109.487 parados), Madrid (+27,46%, +93.184 parados), Aragón (+27%, +17.509 parados) y Andalucía (+24,6%, +191.503 parados). Y además de las provincias canarias y Baleares, sorprende la fuerte subida del paro en Huesca (+41,7%), Málaga (+32,9%), Girona (+31,6%), Segovia (+31,4%), Teruel (+31,2%) y Lleida (+30,07%).

Una preocupante cicatriz de la pandemia en el desempleo es que ha disparado el paro de larga duración, el número de personas que llevan más de un año sin encontrar trabajo. Si en 2019 ya suponía el 38,75% de todo el paro (1.225.961 parados), en 2020 se ha disparado su peso, hasta el 42% de todo el paro en octubre, según un estudio de Trabajo: 1.630.000 parados de larga duración, unos 400.000 más que antes de la pandemia. Y se estima que en diciembre serán ya 465.000 parados de larga duración más, en total 1.690.961 parados que llevan más de un año sin poder trabajar, casi la mitad del total de parados.

Esto tiene dos problemas. Uno inmediato: que muchos parados pueden perder el subsidio de paro que reciben, al cumplirse el plazo máximo para recibirlo. De hecho, en noviembre de 2020 sólo cobraban algún tipo de ayuda 2.381.723 parados, el 61,84% del total, un porcentaje similar al 61,4% que cobraban algo en noviembre de 2019. Eso significa que 1 de cada 3 parados registrados no cobra ninguna ayuda. Y de los 2 que sí lo cobran, la mitad (1.238.890 parados) cobran un subsidio contributivo (de 862,50 euros ahora) pero la otra mitad (1.142.833 parados) cobra sólo un subsidio asistencial de 420,37 euros mensuales.

El otro problema de que casi la mitad de los parados lleven más de un año sin trabajar (y de ellos, 850.000 parados lleven más de 2 años desempleados) es que tienen muy difícil encontrar un empleo, porque las empresas no quieren parados que lleven mucho tiempo desconectados. Y además, tampoco ayuda su baja formación: el 42% de estos parados de larga duración tiene sólo estudios primarios (o ni eso) y otro 28,57% tiene sólo la ESO, según un informe de Trabajo, con lo que el 70% están poco formados, una rémora para colocarse. Y otro problema es su edad: el 70% de los parados de larga duración tienen más de 45 años (y lo peor: un 39,8% tienen más de 55 años: no pueden trabajar ni jubilarse).

Ya hemos visto las secuelas de la pandemia en el empleo y el paro en 2020, que han sido peores para las mujeres, los jóvenes (el 40,4% de los menores de 25 años estás parados), los inmigrantes y los mayores de 45 años. El problema ahora es que los daños sobre el empleo y el paro en 2021 podrían ser peores, según han alertado muchos expertos, que temen el final de los ERTEs y las ayudas a empresas y autónomos, que podrían provocar quiebras, cierres y más despidos. Y además, si se frenan los contagios y la economía repunta, a partir del verano, habrá más personas buscando trabajo, porque muchos no lo buscan ahora, sabiendo que está muy difícil. La paradoja es que si la economía mejora, habrá menos “desanimados” y más personas buscando trabajo

Y como no se espera poder crear más de 300.000 empleos en 2021, volvería a aumentar el paro este año. La última previsión de la Comisión Europea es que el paro en España suba del 16,7% de 2020 al 17,9% en 2021, lo que supondría unos 400.000 parados más. Y si antes pensábamos en que podríamos recuperar el empleo de 2007 en un par de años, para 2021, ahora no se cree que sea posible recuperar el empleo de antes de la anterior crisis hasta 2026, según el estudio del catedrático Josep Oliver. Dentro de 6 años.

Queda mucho para eso. Ahora hay que pensar en 2021 y en que se cree más empleo y empeore lo menos posible el paro, tratando de extirpar el quiste del paro de larga duración. Para ello, hay que avanzar por tres vías. La primera, reanimar la economía con el gasto y las inversiones del Presupuesto 2021, incluidos los primeros 26.600 millones de los Fondos europeos, un dinero que debería ayudar a crear empleo, junto a una mejoría del consumo, que va a depender mucho de que las familias pierdan el miedo y de que las empresas no recorten los salarios este año en que suben las pensiones y los sueldos de los funcionarios. La segunda vía por la que avanzar es mantener las ayudas actuales a empresas y familias e incluso plantearse otras nuevas si hay sectores (turismo, hostelería y comercio) que tardan en despegar, para evitar cierres de empresas y más paro.  Y tercera y clave, reformar de una vez las oficinas de empleo, para que ayuden a los parados a buscar empleo, mejorando y ampliando los cursos de formación y dándoles acompañamiento profesional para colocarse.

Pero además de estas medidas de fondo, urge aprobar un Plan de choque contra el paro, pactado con patronal y sindicatos, para estudiar incentivos a la contratación de los parados que tienen más difícil trabajar, en especial jóvenes, mujeres y mayores de 45 años, con medidas específicas para los que llevan más de un año en paro. Hay que volcarse en estos “parados más antiguos”, esos 1.700.000 parados que lo tienen más difícil, el colectivo donde se ha enquistado el paro. Si ya lo tenían difícil antes, lo tienen peor ahora con la pandemia. Hay que recolocarles como sea, con formación y ayudas. No podemos dejarlos atrás.

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