Enrique Ortega |
En Europa, la estimación de Eurostat es que la renta laboral cayó un -4,8% en 2020, por los despidos (se cambia sueldo por subsidio, si se cobra), ERTEs (los trabajadores cobran el 70% del sueldo) y la reducción de días y horas trabajadas: se han hecho un 16,8% de horas menos de media en Europa (y -25% en España), según un estudio del BCE. La mayor pérdida de ingresos laborales se ha dado en Croacia (-10,6%), Grecia (-7,7%), Francia (-7,65), Chipre (-7,4%) e Italia (-7,6%), ocupando España el puesto 10º en el ranking de paises donde más cayeron los ingresos laborales, un -5,7% en 2020, según Eurostat. Los colectivos que sufrieron una mayor pérdida de ingresos fueron los trabajadores temporales y los jóvenes (-11,5%), las mujeres, los inmigrantes y los trabajadores con bajos sueldos (que sufrieron una caída entre 3 y 6 veces mayor que la media en la mitad de Europa).
En toda Europa, las ayudas públicas mitigaron parte de esta caída de ingresos. Pero finalmente, los trabajadores con menos sueldos perdieron más ingresos con la pandemia que los que ganan más, según Eurostat. En el caso de España, la renta salarial del 30% que menos gana cayó un -10% (más que en la UE-27, donde estos trabajadores perdieron un -8%). Y con las ayudas públicas recibidas (subsidios, ERTEs, ayudas a familias), la caída se quedó finalmente en el -7%. Por el contrario, el 30% de españoles que más ganan perdieron sólo un -2% de ingresos con la pandemia, que se quedó en una caída del -1,5% tras las ayudas. Y en la franja de sueldos medios (el 40% restante de trabajadores), la pérdida de ingresos fue del -6,5% y se quedó en el 4,5% tras las ayudas públicas recibidas. Con ello, España ha sido el tercer país europeo con más desigualdad en el efecto salarial de la pandemia, tras Portugal y Luxemburgo.
Precisamente, una de las cuestiones que más preocupa a la OIT es que la pandemia ha agravado la desigualdad salarial en el mundo. Y lo mismo confirma Eurostat en Europa. En España, un estudio de CaixaBank y la Universidad Pompeu Fabra hecho sobre 3 millones de nóminas revela que la desigualdad salarial se agravó entre marzo y junio (con el confinamiento) y que se ha mantenido después, perjudicando más los sueldos de jóvenes, mujeres e inmigrantes, trabajadores de hostelería y comercio y los que trabajan en Baleares, Canarias y Cataluña, los más afectados por la pandemia y la recesión.
Los sindicatos ya alertaron en junio del riesgo de “intensa devaluación salarial en la segunda mitad del año”, mientras el presidente de la patronal CEOE reclamaba en el Congreso (12 de junio) “más facilidad para hacer ajustes salariales” y “más flexibilidad para aplicar descuelgues en los convenios colectivos que obligan a determinadas subidas salariales”. El resultado lo anticipaba una Encuesta empresarial hecha en verano por la consultora JPMG: casi el 60% de las empresas consultadas bajarían o congelarían el sueldo de consejeros, directivos y empleados en la segunda mitad de 2020, mientras que sólo el 4% de las empresas decían que iban a subir los sueldos en lo que quedaba de año. Y además, la mayoría de los encuestados (34%) preveían reducir también la retribución variable a los que tienen bonus, mientras otro 23% las retrasará y modificará y sólo el 24% las mantendrán.
Al final, el primer efecto claro de la pandemia es que se han negociado en 2020 muy pocos convenios colectivos y con una subida menor, según los datos de Trabajo. Al cierre de diciembre, se habían firmado sólo 524 convenios de empresa (424) y sector (100), la tercera parte que en 2019 (1.666 convenios firmados), que ya eran menos que los tres años anteriores (cerca de 1.900). Al final, entre los convenios nuevos y los vigentes de años anteriores, fueron 7.665.586 trabajadores los que revisaron su salario por convenio (poco más de un tercio de los 19.874.300 ocupados que hay en España), con un aumento medio del +1,89%, muy inferior al +2,24% que subió el salario de convenio en 2019.
Como se ve, la mayoría de los trabajadores no firmaron subida salarial o están fuera de convenio, por su tipo de contrato o su trabajo. Y aquí, el dato disponible lo da el INE, con su Encuesta de coste laboral. El último publicado, del tercer trimestre de 2020, indica que los costes laborales de las empresas españolas cayeron un -8,3% en el 2º trimestre y un -1,1% en el tercer trimestre, evidentemente por la pandemia. Cayó más el gasto en cotizaciones (por los ERTEs y despidos), pero también cayeron los costes salariales, lo que las empresas pagan a los trabajadores: un -1,2% cayó el coste laboral ordinario (sin atrasos ni pagos extras), entre septiembre de 2020 y un año antes. Con lo que salario medio se quedó en 1.689,45 euros de media en septiembre 2020, 21,90 euros menos que en septiembre de 2019. Esa es la bajada media mensual por la pandemia.
Esa bajada salarial media (-1,2%) ha sido mayor en la industria (-1,9%) y menor en los servicios (-1,3%), mientras ganan más que hace un año los trabajadores de la construcción (+1,2%), quizás por la recuperación inmobiliaria y la falta de operarios en algunas especialidades. Con todo, la mayor caída de sueldos se ha dado en la hostelería (-27,3%), cuyo sueldo medio es también el más bajo (810 euros de salario ordinario en septiembre 2020), seguido de las actividades administrativas y servicios auxiliares (1.197 euros), otros servicios (1.190), actividades artísticas y recreativas (1.300) y comercio (1.464 euros mensuales). Y por regiones, las mayores caídas de sueldos en 2020 se dieron en Canarias (-13,7%), Extremadura (-11,6%) y Baleares (-5%), según el INE.
Vistos los efectos salariales
de la pandemia hasta ahora, queda
estimar qué puede pasar en 2021. La
OIT está preocupada por una nueva caída de los ingresos
laborales este año, sobre todo cuando los Estados retiren las ayudas públicas,
que han compensado en parte las pérdidas de ingresos en 2020. Los expertos
temen sobre todo la nueva
caída (-20%) en los salarios más bajos y un aumento de la ya fuerte desigualdad salarial, en perjuicio otra vez
de los jóvenes, mujeres, inmigrantes y trabajadores pobres. En Europa, se anuncian ya bajadas de
salarios en Francia e Italia. Y en España,
las
encuestas realizadas anticipan que una gran parte de las empresas pretenden
congelar
salarios, un porcentaje menor bajarlos y los que puedan subirlos
no lo harán más de un 1%, la mitad del 2% de subida pactada por el Acuerdo
trianual de sindicatos y patronal para 2020.
La negociación salarial se espera para febrero y marzo y las empresas están retrasando su propuesta hasta ver qué pasa con la 3ª ola de contagios y la esperada recuperación del primer trimestre. La ventaja es que en 2021 tendremos también una inflación baja, no tanto como la de 2020 (el IPC anual cayó un -0,5%), pero podría estar entre el +0,6 y el +0,9% anual (previsión del Gobierno, que no se alcanzará, según muchos expertos). Eso supone que si los sueldos suben un 1% de media en 2021, ganaremos poder adquisitivo, como ya sucedió en 2020 (se ganó un +1,5%). El Gobierno ya ha marcado el camino, subiendo un +0,9% el sueldo de los funcionarios y las pensiones, mientras deshoja la margarita de subir o no ese 0,9% al salario mínimo (que es de 950 euros en 14 pagas, 1.108 en 12).
El debate sobre la revisión del salario mínimo (SMI) ha creado polémica entre sindicatos y patronal, enturbiando la negociación colectiva, y también en el seno del propio Gobierno, donde el PSOE quiere congelarlo y Podemos subirlo un 0,9% (ojo: supondría 9,97 euros al mes, 33 céntimos diarios). Al margen de lo que cada uno piense, hay dos datos que aportar. El primero, que 15 paises de Europa han subido ya o van a subir el salario mínimo, a pesar de la pandemia y la recesión, entre ellos Francia (+1,2%, hasta 1.230 euros), Alemania (+2%, hasta 1.536 euros en julio), Holanda (algo menos del +2%, 1.654 euros), Reino Unido (+2,2%, hasta 1.561 euros), Irlanda (+1%, hasta 1.632 euros), Portugal (+4,7%, hasta 635 euros) y Polonia (+7,7%, hasta 630 euros). Y el otro, la reflexión de la OIT, que ha pedido a los paises una subida del salario mínimo porque es una manera de contrarrestar los efectos de la pandemia en los trabajadores más vulnerables, que son los que más ingresos pierden.
En España, algo más de 2 millones de trabajadores cobran el SMI y la mayoría tienen trabajos muy vulnerables, que son los más afectados por la pandemia, especialmente mujeres (6 de cada 10 personas que cobran el salario mínimo), jóvenes, trabajadores de los servicios (3 de cada 4 perceptores del SMI) y que viven en Andalucía (1 de cada 4 perceptores), Madrid (336.000) y Cataluña (193.000). Parece poco justificable privarles de una subida de 33 céntimos diarios, cuando ese 0,9% se ha subido a funcionarios y pensionistas. Y si una empresa (en el campo, la hostelería, el comercio o la limpieza) no puede pagarles esos 9,97 euros más al mes, su problema no es la subida del SMI sino su propia subsistencia.
Este debate del SMI abre otro que es mucho más de fondo: qué subida salarial se puede acordar para 2021. Si las empresas “se cierran en banda” y se atrincheran en congelar salarios o incluso bajarlos, amparadas en la pandemia, se va a torpedear la recuperación. Porque el principal motor del crecimiento es el consumo privado (aporta más del 50% del PIB) y no habrá mejoría del consumo si los sueldos se estancan o bajan (y tampoco si no despejamos las incertidumbres y acabamos con la 3ª ola). Por eso, si las empresas quieren recuperar sus ventas, deben subir algo los sueldos de sus trabajadores. Al menos el 1%, para que puedan ganar algo de poder adquisitivo. Y las que puedan subir más, deben hacerlo, en favor de la recuperación. Eso sí, a cambio, sindicatos y trabajadores tienen que comprometerse a mejorar la productividad, a trabajar con eficacia.
En definitiva, la gran preocupación de 2021 es reanimar la economía y que no crezca el paro, pero hay que preocupase también de que los que tienen un empleo no pierdan más ingresos y no caigan sus sueldos, para que puedan gastar y consumir. Los “fundamentalistas” del ajuste salarial deben entender que va contra sus intereses, contra la lógica económica, además de ser socialmente injusto, porque lo que bajan son los sueldos peores, no los medios y altos, como ya pasó en la anterior crisis y como ha sucedido en 2020. No vale hablar de ajustarse el cinturón cuando sólo lo hacen algunos y cuando eso frena la recuperación. Hay que pactar una subida de sueldos razonable, equitativa y justa.
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