lunes, 10 de abril de 2017

Oficinas de empleo: parados sin ayuda


El Consejo de Europa ha suspendido a las oficinas de empleo españolas, por segunda vez, calificándolas de “ineficientes”. Y la Comisión Europea, la OCDE y el FMI han coincidido, en sus últimos informes sobre España, en criticar las políticas activas de empleo, porque gastan poco y no ayudan  a que los parados encuentren empleo. Somos el segundo país con más paro de Occidente, pero el Gobierno no aprueba medidas eficaces para emplear   a los parados (la mitad lleva más de un año en paro y un tercio más de 4 años).Y las oficinas de empleo (SEPE) son un desastre: sólo encuentran  empleo al 1,8% de parados y no asesoran ni orientan al 91,3% de los parados registrados, muchos de ellos sin subsidio y sin formación (sólo hacen cursos el 5% de los parados). Hay que reformar a fondo las oficinas de empleo y gastar más en ayudar a los parados a formarse y encontrar trabajo. Cueste lo que cueste. 

enrique ortega

Cualquiera que haya estado en paro o conozca a alguien sin trabajo sabe que las oficinas de empleo (antes el INEM, ahora el SEPE) son un desastre: funcionan bien para pagar el paro (a los que lo cobran, sólo el 54% de los parados EPA), pero no ayudan a encontrar trabajo. Los datos son aún más contundentes. Basten tres. Uno, los parados tardan 9 meses y medio (de media) en recibir la primera atención personalizada en la oficina del SEPE y un tercio de ellos la reciben cuando llevan ya más de un año parados, según un estudio de Fedea. Dos, el 91,3% de los parados registrados no recibe ninguna orientación personalizada para encontrar trabajo. Y el 8,7% que sí recibe orientación son precisamente los que menos la necesitan, los parados que tienen más formación, los que cobran subsidio y los más jóvenes, no los parados mayores y menos formados. Y tres, sólo el 1,8% de los parados encuentran trabajo gracias a las oficinas de empleo, frente al 10% de media en Europa y en Alemania. El resto lo encuentra gracias a las ETTs privadas (17%) y sobre todo por su cuenta (81%), a través de amigos y familiares y sembrando currículos. Y las empresas cubren el 75% de sus ofertas de forma privada (no "visible"), acudiendo a sus intermediarios, no a las oficinas de empleo, según Adecco.

Las oficinas de empleo no ayudan a colocarse pero tampoco forman a los parados. El dinero de la formación (que sale en parte de las cuotas de empresarios y trabajadores) se dedica sobre todo a formar a los que están trabajando (3.576.000 en 2015) y poco a dar formación a los parados: sólo un 5%, 213.049 parados, recibió formación en 2015 (y de ellos, sólo 179.354 acabaron los cursos, un 4,2% de todos los parados). Y encima, la mayoría de los parados que reciben cursos vía SEPE son los jóvenes con más formación, los que menos los necesitan. Y reciben formación menos del 1% de los parados que llevan más de un año en paro y sólo el 0,29% de los parados de larga duración sin estudios, según Fedea. Y además, los cursos disponibles son demasiado largos (35% de más de 300 horas) y poco atractivos muy “clásicos”), sin mucha ligazón con los nuevos perfiles que buscan las empresas.

La consecuencia de esta inoperancia de las oficinas de empleo es que los parados sólo las usan para solicitar el cobro del paro y “sellar” periódicamente su demanda (online), pero no para buscar trabajo: sólo el 27,5% de los parados españoles busca trabajo en las oficinas de empleo, frente al 48,5% de media que lo hacen en Europa y el 80% de los parados alemanes que acuden a sus oficinas de empleo (Arbeitsämter), según datos recientes de la Comisión Europea. Y así pasa, que cuando llevan más de 2 años en paro y no cobran el subsidio, muchos parados se borran de las oficinas de paro, porque no les aportan nada. Y el Gobierno celebra que “baja el paro”. Las empresas también “pasan” de las oficinas de empleo y buscan trabajadores por su cuenta, mientras en Alemania, por ejemplo, las empresas están legalmente obligadas a registrar sus vacantes en las oficinas de empleo y toda esa información está en Internet. En España, el registro de las ofertas es voluntario y la web oficial del SEPE (¡creada en 2014¡) sólo tiene información de 39.275 vacantes.

Esta penosa situación de las oficinas de empleo es especialmente dramática para los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajar, porque son los que tienen más difícil colocarse (las empresas no quieren a los que lleven mucho en paro, porque creen que están “más fuera de lugar” y menos motivados) y  los que necesitan más ayuda para recolocarse. Ya son 2.392.000 los parados que llevan más de un año en paro, el 56,44% de todos los parados estimados (EPA  2016). Y de ellos, casi la mitad, 1.200.000 llevan más de 4 años sin trabajar, lo que hace a muchos de ellos “irrecuperables”.

Esta enorme bolsa de parados de larga duración tiene dos graves problemas hoy día con las oficinas de empleo, según revela un estudio de Fedea. Uno, que la mayoría no cobra ningún subsidio: cobran algo (la mayoría, 426 euros al mes) sólo el 28% de los parados que llevan entre 1 y 2 años en el paro y el 22% de los que llevan más de 4 años parados. Y el otro, que tampoco reciben servicio alguno del SEPE: sólo 1 de cada 5 parados de larga duración recibe algún asesoramiento de la oficina de empleo. Y los parados “viejos” con menos formación aún menos: sólo 1 de cada 8 reciben alguna orientación. En resumen, que ni les pagan ni les ayudan, así que les condenan al paro eterno

La situación de estos parados de larga duración es tan grave que un Consejo Europeo, en septiembre de 2015, pidió a los paises que tomaran medidas urgentes para ayudarles, porque hay 12 millones en Europa (2,4 en España). Y a raíz de esta exigencia europea, el Gobierno Rajoy aprobó en 2016 un Programa de Acción Conjunta para ayudar a 1 millón de parados de larga duración (de 30 a 55 años) en tres años (2016-2018), ofreciéndoles elaborar un perfil y un itinerario para tratar de recolocarles. Es un buen principio, pero la iniciativa se queda escasa, porque afecta a menos de la mitad de los parados de larga duración (recordemos: hay 2.392.000) y, sobre todo, porque sólo cuenta con 515 millones de presupuesto (129 en 2016).

¿Por qué funcionan tan mal las oficinas de empleo? La primera razón es que se han visto muy afectadas por los recortes y están faltas de medios. Ya en el verano de 2012, el Gobierno Rajoy rescindió la contratación de 1.200 orientadores laborales que iban a ir a las oficinas del SEPE en las autonomías. Y aunque el paro se disparó, los recortes se llevaron desde 2011 un 4% de la plantilla de las oficinas de empleo (-381 empleados), que contaban en 2015 (último dato oficial) con 8.945 personas (sólo 6.383 son funcionarios: el resto, interinos y contratados). Eso supone que cada empleado del SEPE tenía a su cargo 473 parados registrados (eran 4.232.132 en 2015). Así resulta difícil asesorar y más cuando una gran parte de su trabajo se lo lleva la burocracia y pago de subsidios. Para comprender que las oficinas del SEPE están colapsadas, baste este dato: atiende cada empleado a 473 parados cuando en Alemania atienden  a 47 por empleado y a 22 parados en Reino Unido.

Pero no sólo falta personal. Lo fundamental es que falta presupuesto para hacer políticas activas de empleo, que han sufrido fuertes recortes con la crisis, mientras crecía el paro: España gastaba 7.400 millones en 2011 y bajó a 4.300 millones en 2013, el mayor recorte en toda Europa, según los datos de la Comisión Europea. Y aunque ha subido después, el gasto en políticas activas de empleo en España  fue de 5.265 millones en 2016, un 0,5% del PIB, muy lejos de lo que gastan otros paises con la mitad de paro o menos: 0,9% del PIB gasta en políticas activas Francia, 0,7% Bélgica o Austria, 0,64% Alemania (con la cuarta parte de paro que España), 0,84% Holanda o 1,81% del PIB Dinamarca, según datos de la OCDE. Así que tenemos el doble de paro pero gastamos mucho menos dinero y personal en reducirlo.

Y ya no es que gastemos menos, es que además gastamos mal, según ha puesto de manifiesto, por segunda vez en los últimos años, el último informe del Consejo de Europa, presentado en enero 2017: ha calificado de “ineficientes” a los servicios de empleo españoles y reprocha al Gobierno que no da indicadores de rendimiento de la gestión del desempleo. En paralelo, los organismos internacionales llevan años pidiendo al Gobierno español que se vuelque en las políticas activas de empleo, sin resultados. El informe de la misión del FMI que estuvo en España ya pidió en diciembre de 2016 mejorar las políticas de empleo y coordinarlas mejor con las autonomías. La OCDE, en su informe de marzo, acaba de pedir a España aumentar las ayudas a los programas de empleo para los parados de larga duración. Y el Informe España 2017 de la Comisión Europea dedica un capítulo a analizar las deficiencias de los servicios españoles de empleo y pide medidas para mejorarlos.

Un problema añadido a la falta de medios y presupuesto es que las políticas activas de empleo se reparten entre el Gobierno central y las autonomías, que son las responsables de las 711 oficinas del SEPE. Y como en sanidad o educación, cada autonomía tiene su propia gestión y su presupuesto adicional. Los expertos critican que no hay coordinación y que “cada una va a su aire”. Un ejemplo. En 2014, el Gobierno autorizó que 80 ETTs privadas colaboraran con las oficinas de empleo, para ayudarlas a recolocar parados. Pues bien, tres autonomías importantes, Andalucía, Cataluña y País Vasco no se han sumado a este acuerdo. Y mientras, las autonomías echan en cara al Gobierno Rajoy que les racanean los fondos para políticas de empleo: en 2016, los 1.800 millones que les tocaban para políticas de empleo se los transfirieron en diciembre (así Montoro rebaja el déficit…), con lo que tuvieron que “adelantar” el dinero (unas más que otras). Y se quejan de que el exceso de trámites exigidos por el Ministerio de Empleo ha frenado el Sistema de Garantía Juvenil europeo, al que sólo se han apuntado 400.000 jóvenes españoles de los 800.000 esperados. (Ahora, han forzado que el Gobierno cambie y acepte, desde diciembre de 2016, que los jóvenes apuntados al paro están automáticamente inscritos en el programa europeo).

España, el segundo país con más paro de Occidente, no puede seguir con una política desastrosa de gestión del desempleo. Urge tomar medidas para ayudar a los parados a recolocarse, sobre todo a esos 2,4 millones que llevan más de un año sin trabajar. Pero medidas eficaces, no “ocurrencias”, como la del presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell, que propone formar durante 2 o 3 años a los trabajadores de las oficinas de empleo para que “aprendan” a orientar a los parados, aunque “ello implique una paralización temporal de las oficinas”… Señor parado: vuelva dentro de 3 años, que estoy aprendiendo. Vaya locura.

Las propuestas más razonables apuestan por actuar en tres frentes: gastar más, ofrecer servicios de apoyo personalizado a los parados y coordinar mejor la gestión de las oficinas, para que los parados tengan las mismas oportunidades independientemente de donde vivan. Gastar más en políticas activas de empleo debería buscar gastar como el resto de europeos, recuperando el presupuesto de antes de los recortes, al menos 7.400 millones, 1.200 millones más de gasto que ahora. Y con ese dinero extra, aumentar las plantillas de las oficinas del SEPE y gastar en dar más y mejores servicios a los parados. Aquí, la prioridad debería ser apoyar individualmente a todos los parados de larga duración (2,4 millones), con herramientas para hacerles un perfil y gestionarles un itinerario hacia el empleo, según una documentada propuesta que ha hecho Fedea. Y lo más eficaz sería ahondar en su formación y ofrecerles técnicas de búsqueda y orientación profesional, los dos servicios que más empleo consiguen. Y hacerlo en colaboración con expertos privados (ETTs y ONGs) y, sobre todo, con las empresas, que son las que tienen en su mano contratar. Y más colaboración con Europa: sólo 21.693 parados y 2.723 empresas españolas están registrados en el gran portal de empleo europeo Eures, que tiene 1,35 millones de ofertas. Además, Fedea propone crear una Mesa nacional por el empleo donde estén Gobierno, autonomías, empresas, sindicatos, ETTs, ONGs y expertos, para intercambiar experiencias de colocación, copiando las iniciativas que consigan más trabajo para los parados.

Algo hay que hacer y con urgencia, porque todavía tenemos 4.237.800 españoles parados (EPA  2016), la mitad sin cobrar nada y llevando más de un año sin trabajar, lo que reduce sus posibilidades de encontrar empleo. Hay que volcarse con ellos, con más dinero y más medios, para darles una salida como sea. Y eso exige cambiar a fondo las oficinas de empleo, para que ayuden de verdad a encontrar trabajo, la angustia diaria de 1 de cada 5 españoles.

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