jueves, 31 de octubre de 2019

Vuelven a bajar los medicamentos


Mañana1 de noviembrebajan 1.287 medicamentos que se dispensan con receta en farmacias y hospitales, tras otra bajada que hubo el 1 de enero y las aprobadas cada año desde 2010. Permitirá ahorrar 118 millones en la factura farmacéutica, 5,30 millones a los ciudadanos, que notarán rebajas de unos céntimos. Pero ojo a los riesgos de estas bajadas. El precio de algunos medicamentos ya no compensa a los laboratorios y optan por exportarlos a paises donde son más caros, provocando aquí desabastecimiento: ahora hay 537 medicamentos “en falta”. Además, si la mitad de los medicamentos con receta cuestan menos de 3,5 euros (y pagamos entre 35 céntimos y 1,70), los laboratorios tienen menos incentivos para investigar y sacar fármacos nuevos. Y estas continuas rebajas hunden a muchas farmacias, esenciales en la atención sanitaria. Así que ojo a las bajadas continuas de precios en lugar de racionalizar las recetas. Luchar contra las enfermedades es caro y no se puede racanear, porque es contraproducente. Lo barato es caro.


Con la crisis, todos los Gobiernos se lanzaron a recortar el gasto farmacéutico, que había batido todos los récords en 2009: casi 1.000 millones de recetas y 12.506 millones de euros de gasto sólo en farmacias, más otros 4.000 millones en hospitales. A partir de 2010, se empezaron a bajar año tras año los precios de referencia (el precio máximo que se financia en los medicamentos con receta: si el medicamento prescrito cuesta más, el farmacéutico está obligado a dispensar uno más barato, un genérico). Y a partir de julio de 2012, el Gobierno Rajoy implantó el copago farmacéutico: los jubilados pagaban el 10% del precio de la receta y los activos entre el 40 y el 60%. El resultado de ambas medidas fue una rebaja drástica de la factura en recetas (por debajo de los 10.000 millones de euros entre 2012 y 2016), aunque ha vuelto a subir en 2017 (10.170 millones) y 2018 (10.476 millones). Y mientras, se ha disparado la factura farmacéutica de los hospitales, al introducirse tratamientos cada vez más costosos contra el cáncer y otras enfermedades: se gastaron  6.864 millones en 2018, un 76% más que en 2009.


En 2019, el repunte del gasto farmacéutico continúa: las recetas crecen un 2% hasta agosto y el gasto en farmacias un 2,57% (7.175 millones) y en hospitales aumenta aún más el gasto farmacéutico, un 7,1% hasta agosto (4.830,5 millones), según Sanidad y Hacienda. Eso hace que el Gobierno Sánchez, en funciones, haya seguido con la política de rebaja de los precios de referencia (el precio que paga por los medicamentos con), aprobando un nuevo decreto que rebaja el precio de 1,286 medicamentos que se dispensan en farmacias y hospitales, con el que obtendrá un ahorro de 118,49 millones (79,44 en hospitales y 39,05 en las ventas en farmacia), de los que sólo 5,31 millones repercutirán en los ciudadanos, que compraremos esos medicamentos unos céntimos más baratos desde el 1 de noviembre. La rebaja oscila entre un -0,4% (el inhalador Ventolín) al 0,8% que baja la heparina Clexane, el -2,76% que baja la Fosfomicina (antibiótico para infecciones de orina) y hasta un -66,27% que baja Invega, un medicamento contra la esquizofrenia. También bajan algunos ibuprofenos más caros, pero no lo notaremos porque no afecta a los que se venden con receta.


Esta nueva rebaja de medicamentos con receta, que se suma a la efectuada el 1 de enero con otros 1.300 medicamentos, puede parecer una muy buena noticia para los consumidores, pero sólo nos vamos a ahorrar unos pocos céntimos y sin embargo tiene tres riesgos que debemos conocer. El primero, que agrave el desabastecimiento de algunos medicamentos, ahora que los laboratorios van a cobrar menos por ellos, aunque el Gobierno ha tomado la cautela, para evitarlo, de no bajar 4 medicamentos básicos (contra el Parkinson, problemas cardiovasculares y para anestesia e infecciones), como ya hizo en enero con otros 29 fármacos. Pero los farmacéuticos (FEFE) ya han alertado que esta nueva bajada puede favorecer el desabastecimiento de los fármacos que cuestan ya menos de 3 euros, porque a ese precio, a los laboratorios les compensa más venderlos en otros paises (donde valen entre un 10 y un 30% más) o dejar de fabricarlos aquí.


De hecho, España es el 5º país con los medicamentos más baratos de Europa, tras Eslovaquia, Portugal, Estonia y Letonia y se pagan un 15% por debajo de la media de la eurozona, según los datos de la Consultora IMS Health. Y un medicamento cuesta de media en España un 33% menos que en Alemania, Luxemburgo, Finlandia, Bélgica o Irlanda y un 16% menos que Francia o Italia, según Farmaindustria. Eso significa que cada bajada de precios es un incentivo a los laboratorios para que exporten fuera y no vendan dentro. De hecho, las exportaciones de medicamentos se han multiplicado por 19 entre 1995 (562 millones de euros) y 2018 (10.743 millones), según datos de Comercio. Y este año 2019, de enero a agosto (7.698 millones), han crecido un 11%, en parte anticipando el Brexit. Y luego están las exportaciones paralelas (“comercio inverso”), las que hacen fraudulentamente almacenes mayoristas y farmacias (limítrofes con Portugal, Francia o Africa), para vender medicamentos que debían ir a farmacias a paises que los pagan el doble o triple más caros.


Esto explica en parte la falta de algunos medicamentos y vacunas en las farmacias españolas, que llegaron a 900 desabastecimientos en 2017 y que son ahora 537 medicamentos “en falta”, según este listado que publica diariamente la Agencia Española del Medicamento, en tanto el Consejo de Farmacéuticos publica este listado del CISMED con 34 medicamentos en falta durante 3 o más días en  muchas farmacias. El problema del desabastecimiento preocupa a toda Europa (donde hay una gran disparidad de precios) y se debe no sólo al bajo precio de los medicamentos en España sino también a problemas de suministros (las multinacionales farmacéuticas producen en distintos paises) y a saltos puntuales de demanda. Pero los farmacéuticos y muchos expertos coinciden: las rebajas continuas de precios son la principal causa de los desabastecimientos, a pesar del Plan de Garantía de Abastecimiento 2019-22, aprobado el año pasado por Sanidad para evitarlo.


El segundo riesgo de la bajada continuada de precios es que un 50% de los medicamentos que se venden con receta cuesta ya menos de 3,5 eurossegún Farmaindustria, y a ese precio no compensa fabricarlos, lo que alienta el desabastecimiento. Además, la rebaja de precios de enero y noviembre les va a reducir sus ingresos en 174 millones, según Farmaindustria, lo que se “come” el aumento de ventas (148 millones). Y así, les será más difícil invertir en investigación, algo clave para la lucha contra las enfermedades: de hecho, el sector farmacéutico ha subido su gasto en I+D+i a 1.147 millones en 2017 y representa el 20% de toda la investigación industrial que se hace en España. Y somos el segundo país del mundo, tras EEUU, en ensayos clínicos de medicamentos. Pero esto puede ponerse en peligro si les bajan más los ingresos. Ya de hecho fabrican menos fármacos innovadores, sólo 2 de cada 10 nuevos fármacos autorizados.


El tercer riesgo de que los medicamentos bajen año tras año es que se está hundiendo las cuentas de las 22.000 farmacias que hay en España (sobre todo las más pequeñas y las farmacias rurales), que no son “unas tiendas más”, sino un eslabón clave del sistema sanitario (al que más se consulta y quien colabora en los tratamientos). La mayoría de las farmacias facturan hoy menos que en 2009 (475.104 euros de media en 2018, un 24,38% menos de los 590.949 euros en recetas que facturaban en 2009, según datos de Sanidad) y sin embargo sólo tienen un 5% de recetas menos que entonces y 2.000 recetas más por farmacia que en 2014. O sea trabajan más, pero ganan menos porque dispensan recetas más baratas. Y así, hay muchas farmacias en apuros, sobre todo las 3.000 que venden menos de 300.000 euros, básicamente las farmacias rurales que sobreviven gracias a las ayudas autonómicas.


Al final, el hecho de que un medicamento cueste menos de un café (el Adiro cuesta 1,45 euros y un pensionista paga 14,5 céntimos, la mayoría 0,75 céntimos) puede provocar efectos indeseados, como la falta de algunas medicinas, menos investigación y el cierre de las farmacias pequeñas. Y todo ello sin que baje la factura farmacéutica. Primero, porque consumimos demasiados medicamentos, a pesar del copago, con un  abuso en las recetas (médicos con dos minutos por paciente pueden hacer poco más que recetar) y en los antibióticos. Y hay un cierto despilfarro, con las casas llenas de medicamentos y un exceso de automedicación. Además, los nuevos medicamentos son cadavez más costosos y así será cada vez más, sobre todo en los tratamientos hospitalarios. Por eso, lo normal es que la factura farmacéutica siga al alza, aunque hay que reducir el abuso en las recetas.


Por otro lado, el gasto farmacéutico por habitante ha bajado, de 267 euros en 2009 a 224 en 2018, según los datos de Sanidad. Y todavía es un 32% inferior al de la eurozona, según Farmaindustria. Además, el gasto farmacéutico ha reducido su peso en la economía, al pasar del 1,17% del PIB que suponía en 2009 al 0,87% del PIB que suponen las recetas en 2018. Eso se ha conseguido en parte gracias al Pacto alcanzado en 2015 entre el Gobierno Rajoy y el sector farmacéutico: el gasto en medicamentos debe crecer cada año lo que la economía. Y si crece más, se penaliza a las farmacéuticas. En 2017, el gasto creció menos que el PIB (2,60% frente al 2,9%) y en 2018 creció más  (3% frente a 2,4%), con lo que los laboratorios tendrán que pagar 150 millones a Sanidad. Y el sector cree que cumplirán en 2019.


Cara al futuro, la Autoridad Fiscal independiente (AIReF) ha propuesto al Gobierno un Plan para ahorrar entre 1.000 y 2.000 millones en gasto farmacéutico entre 2020 y 2022. La propuesta básica es implantar un sistema de subasta, en el que los laboratorios pujarían por ofrecer al mejor precio los medicamentos que financia Sanidad, un sistema que funcionaba en Andalucía con Susana Díez y que ahora quiere suprimir el nuevo Gobierno regional de PP y Ciudadanos. Según AIReF, las subastas permitieron a Andalucía ahorrar 560 millones en medicamentos entre 2012 y 2017. Pero laboratorios y farmacéuticos están en contra. El sector farmacéutico teme que la subasta penalice a los laboratorios más innovadores, en beneficio de laboratorios indios, chinos y de Europa del Este, que ofrecen medicamentos menos innovadores y de menor calidad, mientras los medicamentos de marca facilitan los tratamientos y la farmacovigilancia. Y los farmacéuticos creen también que estos laboratorios que “tiran precios” ofrecen menos garantías, que la subasta favorecería los desabastecimientos (ha pasado en Andalucía) y afectaría negativamente a las cuentas de las farmacias. 


La propuesta de AIReF incluye también una reforma del sistema de precios de referencia (para considerar la indicación terapéutica y no el principio activo, como ahora) y responsabilizar más a las autonomías en el sistema de fijación de precios a los nuevos fármacos. Precisamente, el 4 de noviembre entra en vigor un nuevo sistemaValtermed, implantado por Sanidad para monitorizar la eficacia de los nuevos fármacos, empezando por 7 medicamentos innovadores de uso hospitalario, que ya se financian, para medir su efectividad real.


En paralelo, el Ministerio de Sanidad ha presentado en octubre un Plan para incentivar el uso de los medicamentos genéricos (los que tienen la patente caducada), como otra forma más de ahorrar gasto, dado que en España estos fármacos tienen menos peso (47,2% de las unidades vendidas  y 22,8% del valor) que en Europa. El sector farmacéutico está en contra de esta propuesta, porque dice que la comparación es errónea, dado que en España, los medicamentos de marca han bajado de precio y cuestan lo que los genéricos, para poder ser financiados con el sistema de precios de referencia. Y con ello, el 80% de los medicamentos de marca que se dispensan con receta están a precio de genérico. Y con más calidad, aseguran. Por ello, fomentar los genéricos en contra de los medicamentos de marca es distorsionar la competencia y penalizar a los laboratorios innovadores frente a los laboratorios indios, chinos o de la Europa del Este que controlan el mercado de genéricos.


Además, la AIReF propone a Sanidad  modificar el copago farmacéutico, para resolver dos problemas actuales. Uno, que paguen lo mismo por las medicinas (el 10%) un pensionista con 600 euros de pensión que uno con 2.000. Y otro, que un trabajador con el salario mínimo (900 euros) pague más por las medicinas (el 40%) que un pensionista que gane el doble. Se estudia que todo el mundo, sea trabajador o pensionista, pague según su nivel de ingresos


Al margen de estas propuestas sobre cómo ahorrar, lo que está claro es que habría que reducir el consumo no justificado de fármacos (acabar con el armario que tenemos en casa)  y centrarse en financiar los fármacos necesarios e innovadores, que cada vez serán más caros. Y eso exige pagar los medicamentos por lo que vale producirlos, sin racanear con bajadas continuas pero sin pagar precios imposibles que a veces exigen los laboratorios por sus nuevos fármacos. Seguir adelante con el Pacto con la industria farmacéutica y no racanear en investigación, para que sigan apareciendo medicamentos que salvan vidas. Hay que moverse entre dos polosahorrar (para que no hagan falta más copagos) y financiar los fármacos lo suficiente para que no falten y se innoven. Un difícil equilibrio.













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