jueves, 31 de mayo de 2018

Autonomías: la pelea por las herencias


Otras 6 autonomías han seguido a Madrid y han aprobado este año una drástica rebaja en el impuesto de sucesiones que se cobra a las herencias, una pelea fiscal por ver quien se lleva a los contribuyentes que legan y quien baja más los impuestos, cara a las elecciones de 2019. Resultado: las autonomías recaudarán 225 millones menos, en beneficio de las rentas medias y altas, mientras se quejan de que no tienen recursos y mantienen a 290.000 ancianos sin cobrar la Dependencia. Y nos suben otros impuestos para compensarlo, como el que se paga en la compraventa de viviendas. Hay una batalla política de fondo, encabezada por Ciudadanos, para suprimir este impuesto, que se cobra en la mayoría de países y que es la mejor vía para reducir la transmisión de la desigualdad, penalizando la riqueza que pasa de padres a hijos. Los expertos aconsejan mantenerlo y que haya condiciones homogéneas en toda España, sin privilegios. Y no hacer polítiqueo con los impuestos. 


enrique ortega

El impuesto sobre las herencias es uno de los más viejos del mundo y se remonta al Imperio Romano. En España, el antecedente es la llamada “manda pía forzosa”, un tributo sobre herencias, creado entre 1811 y 1845, para socorrer a las viudas y prisioneros de la Guerra de la Independencia: 12 reales de vellón que cobraban los sacerdotes en los entierros (recaudación “asegurada”). Durante el franquismo, en 1967, se estableció un impuesto de sucesiones que se modificó con la reforma fiscal de 1978, siendo un tributo estatal hasta que en 1983 se cede a las autonomías, que tienen competencias para fijar tipos y deducciones, con lo que en la práctica hay 17 impuestos de sucesiones distintos.

En 2017 se tramitaron en España 408.402 herencias, 1.119 diarias, según los datos de los notarios. En realidad, se trata de un impuesto marginal, que sólo recaudó 2.725 millones en 2017, un 3,5% del dinero que se llevaron las autonomías por el 50% del IRPF (les correspondió 38.500 millones) y un 4,2% de lo que ingresaron por el 50% del IVA (otros 31.800 millones). Y además, es un impuesto bastante estable, porque en los años buenos, como 2008, sólo recaudó un máximo de 2.915 millones. Pero aunque marginal, se ha convertido en un “impuesto escaparate”, que se utiliza políticamente para poner en marcha una campaña de “bajada de impuestos”. Primero lo hizo el PP, en la Comunidad de Madrid, y este año lo ha hecho Ciudadanos, forzando bajadas en otras 6 autonomías este año 2018.

En 2006, el gobierno de Esperanza Aguirre fue el primero que rebajó drásticamente el impuesto de sucesiones, aprobando una bonificación del 99% que hacía que muchas herencias no tributaran prácticamente nada. El impuesto se calcula aplicando un tipo a la base imponible que se hereda  (valor neto de lo que se transmite menos deudas y gastos deducibles), tipo que oscila del 7 al 34% según el importe y el grado de parentesco. Sobre el resultado a pagar, se aplican deducciones y bonificaciones y aquí es donde entra la bonificación del 99% de Madrid, que hace que finalmente sólo se pague el 1% de lo que corresponda.

Este año 2018, otras 6 autonomías han seguido a Madrid en una carrera por ver quién cobra menos a las herencias. La más importante, Andalucía, que ha elevado el mínimo exento de pagar sucesiones a 1 millón de euros (antes era 250.000), con lo que no pagarán nada el 95% de las herencias, gracias a la presión de Ciudadanos, que ha obligado a aceptarlo al PSOE para aprobar los Presupuestos 2018 (Susana Díaz llevaba años criticando la rebaja de Madrid). Otra autonomía gobernada por el PSOE que se suma a bonificar el 99% de las herencias es Extremadura, al igual que Asturias, que ha elevado el mínimo exento de 200.000 a 300.000 euros y que bonifica algunas herencias el 95%. La cuarta en rebajar sucesiones, con una bonificación del 90%, es Cantabria. Y las dos restantes, gobernadas por el PP, son Murcia (aumenta la bonificación del 60 al 99%, beneficiando a 15.000 herencias al año, que se ahorrarán 75 millones de euros) y Castilla y León, que además eleva el mínimo exento de 300.000 a 400.000 euros.

En esta carrera autonómica por ver “quien cobra menos a las herencias”, Madrid no ha querido quedarse atrás y la ex presidenta Cifuentes aprobó en marzo de 2018 otra rebaja a las herencias: una bonificación del 15% en sucesiones y donaciones entre hermanos y otro 10% a las herencias entre tíos y sobrinos (de haberse aprobado antes, el presidente de El Corte Inglés, sobrino del anterior, se habría ahorrado muchos millones. Pero ya habrá otros “sobrinos” que se beneficien...). Estos nuevos “regalos fiscales” en Madrid beneficiarán a 10.900 declarantes al año, que se ahorrarán 32,5 millones de euros.

Al final, con esta “carrera de rebajas” a las herencias, el panorama del impuesto es un galimatías, con 17 impuestos diferentes, como señala este informe del Consejo General de Economistas de España. Y demuestran que se paga muy distinto según donde se herede. Así, un soltero que hereda 800.000 euros (200.000 de una vivienda) no paga nada en Andalucía (antes del cambio, en 2017, pagaría 164.049 euros), sólo 134 euros en Canarias, 1.586 euros en Madrid, 1.587 euros en Extremadura (antes del cambio, en 2017, pagaría 158.796 euros) y 1.640 euros en Murcia (antes del cambio, en 2017, pagaría 65.619 euros), las 5 autonomías donde menos se paga por una herencia. Y donde más pagaría sería en Aragón (155.393 euros), Asturias (103. 135 euros este año, frente a 134.643 antes de la rebaja), Castilla y León (81.018 este año, frente a 125.643 antes), la Comunidad Valenciana (63.193 euros) y Castilla la Mancha (31.759 euros). En las cinco autonomías restantes, esta herencia pagaría entre 15.040 euros (Galicia) y 3.175 euros (La Rioja).

Al margen de estas rebajas, muy ligadas a que en 2019 habrá elecciones autonómicas, España tiene un impuesto de sucesiones en línea con Europa. En los países occidentales, hay impuesto de sucesiones en 19 de los 34 países de la OCDE y España es el 6º país con el tipo máximo más alto (34%), por detrás de Japón (55%), Corea del Sur (50%), Francia (45%), Reino Unido (40%) y EEUU (34%), muy por encima del tipo medio de la OCDE (15%), según un estudio de Tax Foundation. Pero estos son “tipos escaparate”, ya que luego entran en juego las deducciones y bonificaciones que rebajan drásticamente lo que se paga. Y por ello, resulta más revelador la comparación de lo que se ingresa por sucesiones: España ingresa un 0,2% del PIB, en la media de Europa, menos que algunos países como Bélgica (ingresa el 0,7% de su PIB por sucesiones), Francia (el 0,5% del PIB), Bulgaria y Holanda (0,3%), igual que Alemania, Dinamarca Luxemburgo, Malta o Finlandia (0,2% del PIB todos) y más que Irlanda o Grecia (ingresan por herencias el 0,1% del PIB), según Eurostat.

Así que no es cierto que las herencias paguen más en España que en otros países: estamos en la media, aunque hay 15 países OCDE donde no pagan nada (como Suecia, Noruega, Austria, Portugal o Hungría, en Europa). Tampoco es cierto, como señalan los defensores de suprimir este impuesto, que los altos tipos hayan aumentado el número de herencias que se rechazan: 42.987 en 2017, un 10,5% del total, un porcentaje que ha bajado respecto a los peores años de la crisis (20% herencias rechazadas en 2012 y 2013). Muchos renuncian a una herencia porque son viviendas o negocios que llevan aparejadas deudas y no les compensa aceptarlas, no por el impuesto a pagar. Y otros, porque el renunciar a la herencia pasa directamente a los hijos y se reparte entre ellos, con lo que no tributan o pagan menos. Y también favorece los rechazos que sólo se dan 6 meses para pagar este impuesto.

Otra “leyenda urbana” de los opuestos a pagar por las herencias es que han motivado un trasvase de contribuyentes, de las autonomías que más cobran a las que menos. El PP andaluz dijo en 2017 que “40.000 andaluces se mudan cada año a Madrid para heredar sin tributar”. Si fuera cierto, Andalucía se habría despoblado en la última década (400.000). Además, la Ley establece que se aplica la norma tributaria de la autonomía donde el difunto haya vivido más tiempo “en los últimos 5 años”, no vale un cambio repentino.

Pero el hecho es que el impuesto sobre las herencias generó en 2017 un “movimiento social en contra”, apoyado en la Plataforma “Stop Sucesiones, que organizó numerosas manifestaciones contra el impuesto en Andalucía y Asturias, antes de la rebaja, promovidas en muchos casos por Ciudadanos. “Es un impuesto obsoleto que hay que suprimir”, ha señalado Albert Rivera, quien asegura que es un impuesto que pagan las clases medias porque “los más ricos lo sortean”. Otra crítica es que el dinero heredado tributa dos veces, algo que no es así, según los expertos fiscales, porque el impuesto "grava una transferencia de riqueza que va de unas manos a otras”.

Un hecho demostrable es que suprimir el impuesto de sucesiones beneficiaría sobre todo a los más ricos. Los técnicos de Hacienda (GESTHA) hicieron un estudio en 2017 donde señalaban que la eliminación del impuesto beneficiaría sólo al 0,7% de los contribuyentes, a los herederos de los 181.778 españoles que más ganan (más de 60.000 euros anuales), con una herencia media de 3 millones de euros que ya no pagarían nada. Y perjudicaría al 72,4% de los contribuyentes, a los herederos de esos 14 millones de españoles que ganan entre 6.000 y 60.000 euros anuales.

Y sobre todo, los técnicos de Hacienda advertían de algo evidente: si las autonomías suprimen el impuesto de sucesiones o lo reducen al mínimo, tendrán que compensar esos 2.750 millones que ingresaron por herencias en 2017. Y lo harán subiéndonos otros impuestos, como ya están haciendo, por ejemplo en el impuesto sobre transmisiones patrimoniales, que se cobra en las compraventas de vivienda: su recaudación ha subido de 5.637 millones en 2013 a los 9.000 millones previstos en 2018. 

Pero además, es un contrasentido que las autonomías se quejen al Gobierno central de que les falta financiación, de que no les llega con los impuestos cedidos cuando se dedican a una carrera de recortes en sucesiones, en las herencias, donde las rebajas de 2018 van a mermar la recaudación este año en 225 millones, hasta los 2.500 millones. Menos ingresos por querer beneficiar a algunos contribuyentes cuando les faltan recursos para casi todo. No es de recibo que Andalucía pierda este año 50 millones de euros de recaudación en herencias cuando tienen 88.676 ancianos con derecho a una ayuda a la dependencia que no la cobran. Y que Murcia pierda otros 26 millones cuando tienen 5.000 ancianos esperando ayudas (y 290.000 en toda España, según los datos del Imserso). Y lo mismo podría decirse de la falta de recursos en sanidad, educación y ayudas sociales.

España es un país que recauda poco por impuestos, 81.500 millones de euros menos cada año que la media europea, según Eurostat. Y por eso, es un lujo inadmisible que las autonomías se lancen a una carrera por bajar el impuesto de sucesiones a las herencias. Sobre todo, porque es una vía para “redistribuir la riqueza” y “luchar contra la creciente desigualdad, uno de los pocos caminos para evitar que los hijos y los nietos de los muy ricos hoy lo sean también mañana y se mantenga o crezca la desigualdad. Por eso hay que mantener el impuesto, eso sí, con cambios, como han defendido los 21 expertos que realizaron, en julio de 2017, un informe sobre la futura financiación autonómica. Proponían introducir unos niveles mínimos de tributación, que debería fijar el Estado para toda España (entre el 4 y el 5% y entre el 10 y el 11%, según el grado de parentesco, y un nivel máximo (que no detallan). Homogeneizar el impuesto para que no haya tantas diferencias, pero no suprimirlo porque “tiene una gran capacidad de redistribución de la riqueza”, decían.

Lo mismo piensan los técnicos de Hacienda (GESTHA), que defienden una subida y equiparación de tipos, no una bajada, y piden más flexibilidad en el pago, para que no se tenga que pagar en sólo 6 meses y se pueda incluso fragmentar el pago. Y los sabios que propusieron en 2014 las bases de una reforma fiscal, proponían que aumentara el número de personas que pagan por las herencias aunque con tipos más bajos. Pero tampoco proponían suprimir el impuesto ni desvirtuarlo con bonificaciones, como han hecho varias autonomías y también Madrid con el impuesto sobre el Patrimonio (bonificado al 100%).

El debate sobre el impuesto a las herencias volverá en la primavera de 2019, cuando lleguen las elecciones autonómicas y todos se apunten a hacer rebajas fiscales, en este y otros impuestos. Pero en economía no hay milagros. Si se quieren servicios, y las autonomías gestionan los más importantes (sanidad, educación, dependencia y ayudas sociales), hay que pagarlos con impuestos. Y no se pueden hacer rebajas, menos a los más ricos. Y menos en las herencias, que es una forma de penalizar la desigualdad y reducirla para el futuro. No hagan politiqueo con los impuestos en beneficio de unos pocos, aunque digan lo contrario. Menos demagogia.

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