Por primera vez en su historia, el crédito supuso menos de la mitad del negocio bancario
en 2017. Se dedicaron más a la
compraventa de deuda, futuros, Bolsa y derivados, Fondos y seguros. Y mientras,
el crédito a empresas y familias sigue por debajo de 2008, a pesar de la
recuperación. Ahora, la banca ha abierto la mano en el crédito a las familias, sobre todo los préstamos al consumo (con tipos muy
altos) y las hipotecas. Pero siguen
sin dar préstamos a las empresas, sobre todo a pymes, mientras sí se los dan en Europa. Con todo, los
bancos ganaron un 51% más en 2017, gracias
al cobro de comisiones (por casi
todo, algunas "abusivas"), a los créditos a familias, el recorte de gastos (despidos y cierre de
sucursales) y a menores saneamientos. Y nos
siguen “breando” a comisiones mientras
fomentan las tarjetas, que baten récords. Hace falta más transparencia en las
comisiones y que la banca se moje en la recuperación, dando créditos para crear empleo no sólo para comprar coches o pisos.
enrique ortega
El negocio de la banca es coger dinero con una mano (lo más barato posible) y prestarlo con la otra (lo más caro posible). Pero la crisis de 2008 lo cambió también drásticamente, porque los bancos se vieron inundados de créditos incobrables y los clientes, empresas y familias, se dedicaron a devolver los préstamos y tratar de no endeudarse más. El resultado es que el crédito que daba la banca, el 60% de su negocio en 2008, cayó en picado: de 1.842.000 millones de euros en 2008 a 1.469.000 millones en 2013 y a 1.273.000 millones en 2017, donde ya supuso el 49,9% de su negocio, menos de la mitad por primera vez en su historia, según los datos del Banco de España. El mayor desplome se ha dado en el crédito a las empresas, que ha caído casi a la mitad (de 950.724 millones en 2008 a un saldo vivo de 519.941 millones en 2017). Le sigue el crédito a la vivienda, las hipotecas, que han pasado de 649.714 millones en 2008 a un saldo de 483.169 millones en 2017. Y por último, los créditos al consumo, que han pasado de 224.935 millones en 2008 a 175.431 en 2017.
enrique ortega
El negocio de la banca es coger dinero con una mano (lo más barato posible) y prestarlo con la otra (lo más caro posible). Pero la crisis de 2008 lo cambió también drásticamente, porque los bancos se vieron inundados de créditos incobrables y los clientes, empresas y familias, se dedicaron a devolver los préstamos y tratar de no endeudarse más. El resultado es que el crédito que daba la banca, el 60% de su negocio en 2008, cayó en picado: de 1.842.000 millones de euros en 2008 a 1.469.000 millones en 2013 y a 1.273.000 millones en 2017, donde ya supuso el 49,9% de su negocio, menos de la mitad por primera vez en su historia, según los datos del Banco de España. El mayor desplome se ha dado en el crédito a las empresas, que ha caído casi a la mitad (de 950.724 millones en 2008 a un saldo vivo de 519.941 millones en 2017). Le sigue el crédito a la vivienda, las hipotecas, que han pasado de 649.714 millones en 2008 a un saldo de 483.169 millones en 2017. Y por último, los créditos al consumo, que han pasado de 224.935 millones en 2008 a 175.431 en 2017.
La banca española ha tenido que hacer frente a este desplome del crédito, que les ha
quitado un 31% de su negocio, buscando otras
vías alternativas para operar: compra y venta de deuda pública (el déficit público de España, tan criticado, ha sido “un buen negocio” para la banca española) y también deuda privada,
operativa en Bolsa, derivados y
futuros, ingeniería financiera internacional, Fondos, Planes de pensiones y sobre todo, seguros, “colocar” seguros entre los clientes. Además, han recortado costes de forma drástica: han cerrado el 40% de sus oficinas (de 45.662 en 2008
a 27.320 en 2017) y se han quitado a un
tercio de la plantilla (81.000 trabajadores), recortes que van a seguir.
Además, han aprovechado la bajada de tipos para coger dinero sin casi pagar por él: así, en enero de 2018, la banca
española pagaba un 0,04% de interés en las cuentas corrientes y libretas, un 0,17% en los depósitos a un año (la
banca europea, el 0,37%) y un 0,10% en los depósitos a 2 años (0,72% en
Europa), según los datos oficiales publicados por el Banco de España.
Y luego están los ingresos
por comisiones, muy importantes. En 2017, por ejemplo, la banca española
tuvo unos beneficios netos de 12.060 millones, un 51,3% más que en 2006. Pues
bien, de todos los ingresos conseguidos (margen de intereses), 59.009 millones,
casi un tercio fueron por comisiones netas: 19.107 millones, un 7,2% más que en 2016, según la AEB. Y en el caso de los 5 grandes bancos, el aumento de
comisiones supuso más de la mitad del aumento de beneficios. El líder en
comisiones es el Santander (subió el ingreso por comisiones un 16,4%), seguido
del Sabadell (+10,3%), CaixaBank (+6,3%), BBVA (+5,5%) y Bankia (+5,3%). Y en
2018, las comisiones también están ayudando mucho a mejorar beneficios: más de una cuarta parte (el 28,3%) del margen bruto de los 10 grandes bancos se debe a los ingresos por comisiones.
La banca da pocos
créditos y los tipos que cobra son
más bajos que nunca, porque el precio oficial del dinero es el 0%, con lo
que su “margen” se deteriora y tiene que buscar “otros negocios” y cobrar más
comisiones a particulares y empresas. Este año 2018, muchos grandes bancos
(Bankia, BBVA, Santander y Caja España entre ellos) han
anunciado que subían en enero las comisiones por
mantenimiento de cuenta, tarjeta o descubierto. Pero son muchas las comisiones
que pagamos cada día “sin enterarnos”. En general, la política de los bancos es
tratar de que domiciliemos las
nóminas y recibos y que contratemos tarjetas, ofreciéndonos a cambio no pagar
comisiones. Y si no lo hacemos, nos cobran por casi todo: por mantenimiento
de cuenta (45 euros de media al año, según Facua), por apunte (0,36 euros),
por tarjeta de crédito (de 30 a 45
euros anuales), por transferencia
(0,3%, con un mínimo de 3 euros), por operar en Bolsa, por Fondos y Planes y una comisión por descubierto, que afecta a 1 de cada 7 clientes (hay una doble comisión: una fija por la
reclamación, de 25 a 45 euros, y otra variable, del 2 al 4,5% del importe y un mínimo de 15 a 18 euros).
Mientras la banca no deja de “ordeñar” las comisiones para
ajustar sus cuentas, en los dos últimos años ha visto un nuevo resquicio de negocio: los créditos al consumo, para comprar coche, vacaciones, gastos de casa o
estudios, al amparo de que hay más españoles con trabajo (2 millones más que en
2014) que ahora pueden pagar un crédito. Así, han multiplicado su oferta de pequeños créditos a los clientes
y el importe ha dado un gran salto: de los 12.811 millones de euros concedidos
en 2012 se pasó a 24.706 en 2016 y a 29.121
millones en 2017, según el Banco de España. Son créditos al consumo fáciles de conseguir (si se justifica un
trabajo, claro), rápidos, y que se devuelven en 1 a 5 años. Eso sí, el coste es
elevado, con lo que son un gran negocio para la banca (que consigue el dinero
casi al 0%): el tipo medio era del 8,52%
en enero 2018 (5,21% de media en la UE), según el Banco de España.
La otra vía de prestar
dinero a corto, aún más rentable, son las
tarjetas de crédito, que han batido todos los récords: había 52,35 millones de tarjetas de crédito
a finales de 2017, casi 10 millones más que en 2007 (43,49 millones). Y una
buena parte son las llamadas “tarjetas revolving”: en lugar de pagar al mes siguiente todo lo gastado,
operan como un crédito y se paga una cantidad establecida cada mes, a cambio de
pagar un elevadísimo interés, de hasta el
20% anual (1,5% mensual). Por este sistema, la banca española ha financiado
compras por importe de 13.290 millones
de euros en 2017 (la mitad que con los créditos al consumo), un gran salto
desde los 8.343 millones financiados en 2012, según el Banco de España.
En paralelo a este tirón
de los préstamos al consumo (directamente o a través de las tarjetas), la
banca ha explorado en 2017 otra vía de
negocio: volver a dar hipotecas, tras las malas experiencias de impagos y stock de pisos desde 2008. El año
pasado, el saldo vivo de hipotecas (las que se amortizan menos las
nuevas concesiones) volvió a caer (-13.166 millones), pero las nuevas hipotecas
crecen más cada año: de 21.853 millones concedidos en 2013 a 36.506 millones de euros en hipotecas
nuevas en 2017, según el Banco de España. La banca aprovecha el buen momento del mercado de la vivienda y la
fuerte subida de los alquileres (teniendo que pagar 900 euros de alquiler,
mucha gente vuelve a pensar en comprar) para volver a “colocar hipotecas”,
ahora que los tipos están bajos: el tipo medio estaba en enero en el 2,66%, según el INE.
En estos meses de 2018,
la banca “ha abierto la mano” en la concesión de hipotecas, según reconoce textualmente el Banco de España, que no está especialmente
preocupado, porque se conceden unas 28.000 al mes (febrero 2018), la cuarta
parte que en los años de la burbuja (103.250 al mes en 2007). Todo indica que 2018
va a ser el año de “la guerra de las hipotecas” y ya hay entidades (como BBVA) que han bajado
sus “tipos escaparate” (Euribor +0,89
= 0,70% el primer año), como “gancho. Pero la mayoría de los bancos llevan años
comentando a sus clientes que “los tipos van a subir” y que les conviene
contratar hipotecas a tipo fijo (al 3% y más), para prepararse a los futuros
tipos altos (algo no recomendable). La campaña parece haber tenido éxito, porque un tercio de todas las hipotecas están
ya a tipos fijos (del 3,05% de
media), lo que son ganancias fijas mientras los tipos no suben.
Las hipotecas
tienen otra ventaja adicional para la banca, si las hacen con cuidado
y mirando mucho al cliente, como ahora sucede: “atan”
al cliente con la entidad. Porque generalmente le “obligan” a domiciliar la
nómina y los recibos y, últimamente, a contratar tarjetas y un seguro de vida.
Todo ello son más comisiones futuras, sin olvidar que la propia hipoteca es una fuente de comisiones: de estudio, de apertura (hasta del 1% y considerada nula por "abusiva" en una reciente sentencia de la Audiencia de Castellón), de
cancelación parcial o total…Claro que también les reportan muchos conflictos:
la asociación de consumidores ADICAE va a presentar casi 60 demandas colectivas a los Tribunales para intentar
recuperar los gastos hechos en la formalización de 6 millones de hipotecas,
gastos considerados “abusivos”.
Mientras los créditos
personales se disparan y las hipotecas despiertan, no mejoran
los préstamos de la banca a las empresas: en 2017, el
saldo vivo (reembolsos menos
nuevos créditos) volvió a caer otros
13.166 millones de euros, porque las empresas siguen reduciendo su deuda. Por dos razones. Una, porque están escaldados de la crisis y no
quieren endeudarse, sólo financiarse día a día. Y la otra, porque la banca tampoco quiere financiar a las
empresas, sobre todo a las pymes, porque no se fía que se hayan saneado. El
resultado es que la banca no ha abierto la mano del crédito a las empresas ni
estas piden más, lo que sí pasa en Europa, según dice el Banco de España. Y así, mientras el crédito empresarial se recupera
en Europa, aquí sigue cayendo, aunque tengamos menos empleo y más del
doble de paro. Y encima, cuanto menor es el préstamo, mayor es el tipo (1,51%
de interés los créditos de más de 1 millón y 2,33% los de menos de 250.000
euros), lo que perjudica más a las pymes: pagan de media un 2,35% (y el 4,10% las
microempresas de menos de 10 trabajadores), frente al 2,2% que pagan las
grandes empresas.
En resumen, la banca
española, tras ser saneada con mucho dinero público irrecuperable (56.803 millones de euros), ha “bandeado” la crisis y mejora sus beneficios (+15% en 2018 los 5 grandes), a costa de subirnos las
comisiones (los 5 grandes ya han ingresado con ellas 5.394 millones en estos tres primeros meses, un 4,6% más) y de los créditos a las familias, que han vuelto a endeudarse para consumir y comprar
vivienda. Pero no "tira" el crédito a las
empresas, que debería ser uno de los
motores de la modernización del país y del empleo futuro. Y mientras, los
clientes pagamos más por una atención
personal que se deteriora, por el tremendo cierre de oficinas. Tal es así
que la
mitad de los municipios del país no tienen ya una oficina bancaria:
4.114 de 8.117 pueblos, según un estudio de IVIE, con datos del Banco de España, lo que deja sin servicio
directo a 1.256.590 españoles, sobre todo en Castilla y León (79,7% de
municipios sin banco), Navarra (55,9%) y la Rioja (50%). De hecho, los bancos
se están pensando abrir oficinas conjuntas, sin marca, para
recuperar parte de este negocio rural perdido.
Ahora, la banca
espera como agua de mayo que suban los tipos de interés en Europa,
en 2019 y 2020, como en EEUU, una mala noticia para la economía (España es uno de los países más
endeudados del mundo y el Estado, las empresas y las familias tendrán que pagar
más intereses) pero buena para la banca,
que espera así subir sus tipos y márgenes de beneficios, aún a riesgo de que
muchas familias puedan verse otra vez “pilladas”. Además, la banca va a continuar cerrando oficinas y despidiendo plantilla, en un proceso de digitalización
del negocio que va muy atrasado y donde la competencia es muy poderosa:
Amazon, Google, Apple y las grandes telecos (Orange lanzará su banco en España a principios de 2019) ya se están posicionando
para manejar nuestro dinero. Y son muy eficaces, además de tener mejor
reputación que la banca española, acosada por la “mala imagen” generada en la crisis, el aumento de quejas (les han presentado más de un millón de reclamaciones en 2017) y las demandas de clientes que colapsan los Juzgados (165.000 demandas hipotecarias presentadas sólo en 2017).
Lo dicho: la banca española se recupera, pero ojo a las comisiones que les cobran y a los créditos que les dan, porque
muchos están pagando demasiado mientras el dinero no fluye a la inversión
productiva y al empleo. Si queremos consolidar la recuperación, modernizar la
economía y hacer más competitivas e innovadoras las empresas, la banca tiene que mojarse, con garantías públicas. Hace falta que financien el futuro y no sólo coches o
casas. Es un negocio, pero tienen una función económica y social clave.
Cumplan con ella. Porque sólo para darnos una tarjeta o facilitar los pagos puede
haber otros. La banca debe ser “otra cosa”. Y si no, en vez de privatizar Bankia en
2019, utilícenla, con el crédito oficial (ICO), para configurar una potente banca pública que financie el futuro
del país. Así de claro.
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