jueves, 23 de junio de 2016

26-J: bajar impuestos, la trampa electoral


Volvemos a votar este domingo y la economía será clave. Rajoy promete “más de lo mismo” (incluidos nuevos recortes, ya prometidos a Bruselas), mientras los demás partidos apuestan por el cambio (más o menos). A los ciudadanos debería preocuparnos que 1 de cada 5 españoles esté sin trabajo y 1 de cada 4 sean pobres. Sólo hay una solución: recaudar más para poder gastar más, en empleo, pensiones y gastos sociales. Por eso, los impuestos deberían ser la clave del 26-J. Pero ojo: no se deje deslumbrar por los que prometen bajarlos (PP y Ciudadanos). Es una “trampa electoral”: si bajan impuestos, no habrá dinero para empleo, pensiones, sanidad, educación, gastos sociales y pobreza. Y habrá que hacer más recortes, para contentar a Bruselas. España recauda 82.000 millones menos que Europa, porque hay más fraude y porque pagan menos (“legalmente”) multinacionales, grandes empresas y los ricos. Ellos tendrían que pagar más, no nosotros, para atender al empleo y los gastos urgentes. Pero hay partidos que no quieren subirles los impuestos. Eso es lo que votamos.
 
enrique ortega

La España que vuelve a votar el 26 de junio está en una situación económica mejor, con más crecimiento y empleo (precario), pero a muchos españoles no les ha llegado la recuperación. Por eso, tres de cada cuatro siguen preocupados por la economía y el paro, según el último Barómetro del CIS. Unos, 18 millones, porque tienen un empleo precario (un 25% temporal y el 19% a tiempo parcial, la cuarta parte por una semana o menos), que pierden cada poco tiempo y que además está muy mal pagado: el salario más habitual en España son 15.500 euros brutos al año, según el INE, y un tercio de los trabajadores son mileuristas. Y otros 4.791.400 españoles, porque están parados, según la EPA, y tienen dos graves problemas: más de la mitad (55% parados EPA) no cobran ya ningún subsidio y también más de la mitad (57,6%) llevan más de un año sin trabajar (1,5 millones, más de 3 años).

Por todo ello, el empleo precario y el paro son los mayores problemas de muchos españoles, sobre todo de las mujeres, mayores de 50 años y los jóvenes, sobre los que más se ha cebado la crisis. Pero hay otros tres problemas urgentes, que reclaman soluciones inmediatas en la próxima legislatura: las pensiones, el Estado del bienestar y la pobreza.

Las pensiones son, junto al paro, el otro gran problema del futuro, porque no salen las cuentas: el gasto crece (y crecerá más a partir de 2030), porque hay cada vez más viejos que viven más años, y los  ingresos por cotizaciones de los que trabajan no llegan a pagar las pensiones, porque sus sueldos son bajos y el empleo no crece lo suficiente. La consecuencia es que Rajoy se ha gastado dos tercios de “la hucha” de las pensiones, que se quedará sin fondos en 2018. Así que sólo hay dos opciones: o se buscan más ingresos (con impuestos o recargos, cotizaciones y deuda) o hacen nuevos recortes, como los que hicieron ZP (2011) y Rajoy (2013).

El Estado del Bienestar (sanidad, educación, gastos sociales y Dependencia) se ha medio desmantelado durante esta crisis, con unos recortes de 30.284 millones en el gasto público entre 2009 y 2014, según datos de la Intervención General del Estado (IGAE). Y se han perdido 166.557 empleos públicos entre 2012 y 2015, la mitad en las autonomías y un 22% en los Ayuntamientos. Estos recortes de medios y plantillas han deteriorado muy seriamente la sanidad (los expertos creen que tiene un déficit crónico de 15.000 millones de euros), la educación (con menos becas y tasas más altas, que sitúan la Universidad española entre las más caras de Europa), los servicios sociales (sin medios para atender a más de 8 millones de españoles que reclaman ayudas) y la Dependencia (hay más de 400.000 ancianos esperando una ayuda a la que tienen derecho, la mitad con más de 80 años, por lo que muchos mueren antes de recibirla). Y eso sin olvidar la penuria de la Justicia y la falta de inversión pública en investigación, en infraestructuras necesarias, desde canales para evitar periódicas inundaciones a arreglar las carreteras (hechas una pena).

Y luego está otro problema que clama al cielo, esos 13.300.000 españoles que están en una situación de pobreza, escaso empleo o carencias materiales severas, según el indicador europeo AROPE, 700.000 más que cuando llegó Rajoy. Son un 28,6% de la población que “han perdido el tren” con esta crisis, que se ha quedado atrás. Son muchos españoles como para mirar hacia otro lado, para seguir confiando en que les ayuden sus familias, Cáritas o las ONGs. Hay que darles una salida, atendiendo a sus necesidades más urgentes (los sindicatos han pedido una Ley de “rentas mínimas”) y a la vez ayudarles a buscar un futuro, con formación, asesoramiento y empleos. Y eso cuesta dinero, entre 6.000 y 12.000 millones, según el colectivo de pobreza a ayudar (entre 700.000 y 2 millones de españoles).

Al final, resolver los grandes problemas de España (paro, pensiones, servicios públicos y sociales, pobreza) cuesta dinero, exige ayudas, incentivos e inversiones que haga el Estado. Pero para ello, hacen falta ingresos. Y aquí, España tropieza con un problema de fondo del que muy poca gente habla: somos un país que recauda poco, menos que el resto de Europa. Hacienda recauda el 38,2% del PIB (2015), frente al 45% que recauda la UE-28 y el 46,6% del PIB que recaudan los 19 paises del euro, según Eurostat. Y esto no es algo que pase ahora, por la crisis: en 2002-2006, cuando el “boom inmobiliario” y las “vacas gordas”, España recaudaba el 38,9% de la riqueza generada (PIB) y la eurozona el 44,1%.

Eso significa que si España recaudara impuestos como los demás paises del euro, sólo en 2015 deberíamos haber ingresado 85.000 millones de euros más. O sea, no habría déficit público (50.000 millones) ni recortes y podríamos gastar más en empleo, pensiones, educación, sanidad, ancianos, pobreza, servicios sociales, Justicia, tecnología  y tantas cosas que hacen falta. La siguiente pregunta es: ¿Por qué España recauda menos? Porque hay más fraude y porque algunos pagan (legalmente) menos de lo que deberían. Es el  caso de las multinacionales, las grandes empresas y los más ricos. Los técnicos de Hacienda (GESTHA) creen que España podría recaudar 42.000 millones más cada año con varias medidas: lucha más decidida contra el fraude fiscal (la Comisión Europea estima que España deja de ingresar 12.000 millones sólo por el IVA), armonizando los impuestos de Patrimonio y Sucesiones entre las autonomías, reduciendo deducciones y desgravaciones en Sociedades (grandes empresas) y controlando mejor a las multinacionales y a los más ricos, para que paguen más impuestos en España (evaden “legal” e ilegalmente). Y también ayudaría introducir nuevos impuestos medio ambientales (recomendados por la OCDE), tasas sobre operaciones financieras (Tasa Tobin) y subir los impuestos a los carburantes (más bajos en España que en Europa).

Todos los partidos han prometido en estas elecciones aumentar los ingresos luchando contra el fraude fiscal: un 50% de los nuevos ingresos que promete Ciudadanos, un 40% el PSOE y un 25% Podemos, sólo 1.000 millones el PP. Pero es un “brindis al sol”: es evidente que hay que combatir el fraude fiscal, pero los frutos son lentos y a medio plazo, no para resolver las urgencias que tenemos. Y además, hacen falta más medios: más inspectores (tenemos un funcionario por 1.928 personas frente a 1 por 712 en Alemania) y más presupuesto (España gasta la quinta parte que Alemania y la tercera parte que Francia en combatir el fraude), que ha sufrido también los recortes (-72 millones entre 2012 y 2013).

La lucha contra el fraude es “una cortina de humo” de muchos partidos, sobre todo Ciudadanos y PP, para ofrecer “ofertas imposibles” y evitar afrontar la verdadera solución: para recaudar más, lo más efectivo es que paguen más impuestos los que hoy pagan menos de lo que deben. Y esa batalla se centra en tres colectivos. Uno, las grandes empresas (hay 4.000 con más de 250 trabajadores), que sólo pagan el 7,3% de sus beneficios, la mitad que las pymes y la tercera parte que la mayoría de trabajadores. (Y a las que Rajoy ha bajado los impuestos en 2015 y 2016). Dos, las multinacionales (unas 2.200 en España), desde Google a Inditex, que se escaquean legalmente de pagar impuestos, a través de “ingeniería” y paraísos fiscales. Y tres, las grandes fortunas (hay 192.500 españoles millonarios, según un reciente informe de Capgemini: con un patrimonio de más de 1 millón de dólares o 885.000 euros), que crean SICAV o sociedades ficticias para pagar un mínimo de impuestos, además de las maniobras para evadir en paraísos fiscales. Y así pasa: el 90% de los ingresos fiscales en España salen de las familias y sólo un 10% de las empresas, bancos y grandes fortunas, según Intermon Oxfam.

Frente a esta situación, hay dos partidos, PP y Ciudadanos, que prometen no subir los impuestos sino bajarlos en 2018 (el PP, incluso en 2017, el IRPF), agarrándose a que van a conseguir más ingresos por la lucha contra el fraude (Ciudadanos) o porque la economía va a crecer y se recaudará más (PP), algo que no pasó ni con el “boom” inmobiliario. ¿Qué supone esta promesa electoral? Un fraude, porque en realidad no van a conseguirse los  ingresos previstos. Y entonces, sólo habrá dos soluciones: no gastar lo que necesita el país o hacer más recortes, como ya ha prometido por escrito Rajoy a Bruselas si gana las elecciones. O incluso, hacer lo contrario de lo que se promete y acabar subiendo los impuestos, como ya hizo Rajoy en 2011 y 2012.

Porque esa es otra. España tiene el segundo déficit público más elevado de Europa (tras Grecia) y la Comisión Europea amenaza con multar al futuro Gobierno por incumplir el déficit y le exigen 8.100 millones de nuevos recortes en 2016 y 2017. Eso quiere decir que o se les garantizan más ingresos (no con promesas de “lucha contra el fraude”) o nos obligarán a recortar, en lo de siempre: pensiones, educación, sanidad, inversiones… Y esos nuevos recortes serían la puntilla para la recuperación, como ya pasó en 2010 y 2012: se recorta, se crece menos, se recauda menos, no baja el déficit y hay que hacer más recortes. Es el “círculo vicioso de la austeridad, algo que conocemos bien en España, Portugal y Grecia.

Hay que ir por otro camino: recaudar más, para conseguir reducir el déficit y a la vez conseguir más recursos para afrontar los grandes problemas del país: la creación de empleo, la financiación de las pensiones, la recuperación de la educación, la sanidad, la dependencia, los servicios sociales, la justicia o la investigación. Y poder ayudar a los que peor lo pasan, a esos 3,3 millones de españoles en la “pobreza extrema” (según Cáritas), una cuarta parte de ellos niños. Para ello, hay que hacer lo contrario de lo que prometen PP y Ciudadanos : hay que subir los impuestos, como proponen PSOE y Podemos. No a la mayoría (que ya pagamos y estamos muy controlados por Hacienda), sino a esa minoría que paga menos de lo que debe: grandes empresas, multinacionales y los más ricos. Y eso “chirría” a algunos partidos, que buscan millones de votos (del 99%) favoreciendo a las minorías (el 1%).

Hay que tenerlo claro: el futuro se juega con los impuestos. España necesita recaudar más, como el resto de países europeos, para poner en marcha una política económica volcada en el empleo (con más recursos para la formación y las políticas activas de empleo), las pensiones y los servicios públicos y sociales. Y además, sólo con más ingresos se podrá conseguir el otro reto de España: ser más productivos, no sólo trabajar más gente sino trabajar mejor, lo que exige volcarse en apoyar la reindustrialización, la tecnología, la digitalización de la economía, la internacionalización y fusión de empresas (hay demasiadas pymes), los sectores más dinámicos, no vivir sólo del comercio, el turismo, la construcción o los servicios.

Así que cuando vaya a votar, piense en todo esto y no se deje engañar por los que prometen bajar los impuestos. Porque los que ya lo han hecho (PP), se los han bajado sobre todo a las empresas (pagarán 2.641 millones menos de impuestos en 2016) y a los más ricos (IRPF), amnistía fiscal incluida. En contrapartida, han subido la presión fiscal a las rentas bajas, según un reciente estudio de Fedea. Piense que sólo si se consigue que las grandes empresas, multinacionales y los más ricos paguen más, habrá los ingresos suficientes para bajar el déficit (sin más recortes para la mayoría) y asegurar las pensiones, la sanidad, la educación, los servicios sociales, la ayuda a los ancianos y a los más pobres. Y recursos para invertir más, reanimar la economía y crear más empleo, lo que todos queremos. Pero eso no se consigue bajando los impuestos, por mucho que prometan 2 millones de empleos.

Como en diciembre, votar el 26-J es elegir entre la continuidad y el cambio. Entre seguir como estos años, esperando que la economía mundial mejore y nos ayude, o cambiando para impulsar más crecimiento y más empleo, porque tenemos el doble de paro que Europa. Y para eso, tenemos que recaudar más, no bajar los impuestos. Es una “trampa electoral” que encubre bajárselo a los más poderosos a cambio de recortes y necesidades no cubiertas para la mayoría. Son “fuegos artificiales”, palabrería engañosa. Piense en ello al votar.

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