Volvemos a votar este domingo y la economía será clave. Rajoy promete “más de lo mismo” (incluidos
nuevos recortes, ya prometidos a Bruselas), mientras los demás partidos apuestan por el cambio (más o menos). A los ciudadanos debería preocuparnos que 1 de cada 5 españoles esté sin trabajo y 1
de cada 4 sean pobres. Sólo hay una solución:
recaudar
más para poder gastar más, en empleo, pensiones y gastos sociales. Por
eso, los impuestos deberían ser la clave
del 26-J. Pero ojo: no se deje deslumbrar por los que prometen bajarlos (PP
y Ciudadanos). Es una “trampa electoral”: si bajan impuestos, no habrá dinero
para empleo, pensiones, sanidad, educación, gastos sociales y pobreza. Y habrá que hacer más recortes, para contentar
a Bruselas. España recauda 82.000 millones menos que Europa, porque hay más
fraude y porque pagan menos (“legalmente”)
multinacionales,
grandes empresas y los ricos. Ellos tendrían que pagar más, no nosotros, para atender al empleo y los gastos urgentes. Pero hay partidos que no quieren subirles los impuestos. Eso es
lo que votamos.
enrique ortega |
La España que vuelve a votar el 26 de junio está en una situación económica mejor, con más crecimiento y empleo (precario), pero a muchos españoles no les ha llegado la
recuperación. Por eso, tres de cada
cuatro siguen preocupados por la economía y el paro, según el último Barómetro del CIS. Unos, 18 millones, porque tienen un empleo precario (un 25% temporal y el
19% a tiempo parcial, la cuarta parte por una semana o menos), que pierden cada
poco tiempo y que además está muy mal
pagado: el salario más habitual
en España son 15.500 euros brutos al año,
según el INE, y un tercio de
los trabajadores son mileuristas. Y otros 4.791.400
españoles, porque están parados,
según la EPA,
y tienen dos graves problemas: más de la mitad (55% parados EPA) no cobran ya ningún
subsidio y también más de la mitad (57,6%) llevan más de un año sin trabajar (1,5
millones, más de 3 años).
Por todo ello, el
empleo precario y el paro son los
mayores problemas de muchos españoles, sobre todo de las mujeres,
mayores de 50 años y los jóvenes,
sobre los que más se ha cebado la crisis. Pero hay otros tres problemas urgentes, que reclaman soluciones inmediatas
en la próxima legislatura: las
pensiones, el Estado del bienestar y la pobreza.
Las pensiones son,
junto al paro, el otro gran problema del
futuro, porque no salen las cuentas: el gasto
crece (y crecerá más a partir de 2030), porque hay cada vez más viejos que
viven más años, y los ingresos por cotizaciones de los que
trabajan no llegan a pagar las pensiones, porque sus sueldos son bajos y el
empleo no crece lo suficiente. La consecuencia es que Rajoy se ha gastado dos tercios de “la hucha” de las pensiones, que
se quedará sin fondos en 2018. Así que sólo hay dos opciones: o se buscan más ingresos (con impuestos o recargos,
cotizaciones y deuda) o hacen nuevos
recortes, como los que hicieron ZP (2011) y Rajoy (2013).
El Estado del
Bienestar (sanidad, educación, gastos sociales y Dependencia) se ha medio
desmantelado durante esta crisis, con unos recortes de 30.284 millones en el gasto público entre 2009 y 2014, según datos
de la Intervención General del Estado (IGAE). Y se han perdido 166.557 empleos públicos entre 2012 y 2015, la mitad en las autonomías y un 22% en los Ayuntamientos. Estos recortes de medios y plantillas han deteriorado muy seriamente la sanidad
(los expertos creen que tiene un déficit crónico de 15.000 millones de
euros), la educación
(con menos becas y tasas más altas, que sitúan la Universidad española entre las más caras de Europa), los servicios sociales (sin medios para atender a más de 8 millones de españoles que
reclaman ayudas) y la Dependencia
(hay más de 400.000 ancianos esperando una ayuda a la que tienen derecho, la mitad con más de
80 años, por lo que muchos mueren antes de recibirla). Y eso sin olvidar la
penuria de la Justicia y la falta de inversión pública en investigación,
en infraestructuras necesarias, desde canales para evitar periódicas
inundaciones a arreglar las carreteras (hechas una pena).
Y luego está otro problema que clama al cielo, esos 13.300.000 españoles que están en una
situación de pobreza, escaso empleo o carencias materiales severas, según
el indicador europeo AROPE,
700.000 más que cuando llegó Rajoy. Son un 28,6%
de la población que “han perdido el
tren” con esta crisis, que se ha quedado atrás. Son muchos españoles como
para mirar hacia otro lado, para
seguir confiando en que les ayuden sus
familias, Cáritas o las ONGs. Hay que darles una salida, atendiendo a sus necesidades más urgentes
(los sindicatos han pedido una Ley de “rentas mínimas”) y a
la vez ayudarles a buscar un futuro,
con formación, asesoramiento y empleos. Y eso
cuesta dinero, entre 6.000 y 12.000 millones, según el colectivo de pobreza a ayudar (entre 700.000 y 2
millones de españoles).
Al final, resolver
los grandes problemas de España (paro, pensiones, servicios públicos y
sociales, pobreza) cuesta dinero, exige ayudas, incentivos e inversiones que
haga el Estado. Pero para ello, hacen falta ingresos. Y aquí, España tropieza con un problema de fondo del
que muy poca gente habla: somos un país
que recauda poco, menos que el resto de Europa. Hacienda recauda el 38,2% del PIB (2015), frente al 45% que recauda la UE-28 y el
46,6% del PIB que recaudan los 19 paises del euro, según Eurostat. Y esto no es algo que pase ahora, por la crisis: en 2002-2006, cuando el “boom inmobiliario” y las “vacas gordas”, España
recaudaba el 38,9% de la riqueza generada (PIB) y la eurozona el 44,1%.
Eso significa que si
España recaudara impuestos como los demás paises del euro, sólo en 2015
deberíamos haber ingresado 85.000 millones de euros más. O sea, no habría déficit público
(50.000 millones) ni recortes y
podríamos gastar más en empleo, pensiones, educación, sanidad, ancianos,
pobreza, servicios sociales, Justicia, tecnología y tantas cosas que hacen falta. La siguiente
pregunta es: ¿Por qué España recauda menos? Porque hay más fraude y porque algunos pagan (legalmente) menos de lo que
deberían. Es el caso de las multinacionales,
las grandes empresas y los más ricos. Los técnicos de Hacienda (GESTHA) creen que España podría recaudar 42.000 millones más cada año con varias medidas:
lucha más decidida contra el fraude fiscal (la Comisión
Europea estima que España deja de ingresar 12.000 millones sólo por el
IVA), armonizando los impuestos de Patrimonio y Sucesiones entre las
autonomías, reduciendo deducciones y desgravaciones en Sociedades (grandes
empresas) y controlando mejor a las multinacionales y a los más ricos, para que
paguen más impuestos en España (evaden “legal” e ilegalmente). Y también ayudaría introducir nuevos impuestos medio ambientales (recomendados por la OCDE), tasas sobre operaciones financieras (Tasa Tobin) y subir los impuestos a los carburantes (más bajos en España que en Europa).
Todos los partidos han prometido en estas elecciones aumentar los ingresos luchando contra
el fraude
fiscal: un 50% de los nuevos ingresos que promete Ciudadanos, un 40% el
PSOE y un 25% Podemos, sólo 1.000 millones el PP. Pero es un “brindis al sol”: es evidente que hay que combatir el fraude
fiscal, pero los frutos son lentos y a
medio plazo, no para resolver las urgencias que tenemos. Y además, hacen
falta más medios: más inspectores (tenemos un
funcionario por 1.928 personas frente a 1 por 712 en Alemania) y más presupuesto (España gasta la
quinta parte que Alemania y la tercera parte que Francia en combatir el
fraude), que ha sufrido también los recortes
(-72 millones entre 2012 y 2013).
La lucha contra el
fraude es “una cortina de humo” de
muchos partidos, sobre todo Ciudadanos y PP, para ofrecer “ofertas imposibles” y evitar afrontar la verdadera solución: para recaudar más, lo más efectivo es que paguen más impuestos los que hoy pagan menos de lo que deben.
Y esa batalla se centra en tres
colectivos. Uno, las grandes
empresas (hay 4.000 con más de 250 trabajadores), que sólo pagan el 7,3% de sus beneficios, la mitad que las pymes y la tercera parte que la mayoría de
trabajadores. (Y a las que Rajoy ha bajado los impuestos en 2015 y 2016).
Dos, las multinacionales (unas 2.200 en España), desde
Google a Inditex, que se escaquean
legalmente de pagar impuestos, a través de “ingeniería” y paraísos fiscales. Y tres, las
grandes fortunas (hay 192.500 españoles millonarios, según un reciente informe de Capgemini: con un patrimonio de más de 1 millón de dólares o 885.000 euros), que crean SICAV o sociedades ficticias para pagar un
mínimo de impuestos, además de las maniobras para evadir en paraísos fiscales. Y así pasa: el 90% de los ingresos fiscales en España salen de las familias y
sólo un 10% de las empresas, bancos y grandes fortunas, según Intermon Oxfam.
Frente a esta situación, hay dos partidos, PP
y Ciudadanos,
que prometen no subir los impuestos sino
bajarlos en 2018 (el PP, incluso en
2017, el IRPF), agarrándose a que van a conseguir más ingresos por la
lucha contra el fraude (Ciudadanos) o porque la economía va a crecer y se recaudará más (PP), algo que no pasó ni con el “boom” inmobiliario. ¿Qué
supone esta promesa electoral? Un
fraude, porque en realidad no van a conseguirse los ingresos previstos. Y entonces, sólo habrá dos soluciones: no gastar lo que necesita el país o hacer más recortes, como ya ha prometido por escrito Rajoy a Bruselas si gana las elecciones. O incluso, hacer lo contrario de lo que se promete y acabar subiendo los impuestos, como ya hizo Rajoy en 2011 y 2012.
Porque esa es otra. España tiene el segundo déficit público más elevado de Europa (tras Grecia) y la Comisión
Europea amenaza con multar al futuro Gobierno por incumplir el déficit y le
exigen 8.100 millones de nuevos recortes en 2016 y 2017. Eso quiere decir que o se
les garantizan más ingresos (no con promesas de “lucha contra el fraude”) o nos obligarán a recortar, en lo de siempre: pensiones,
educación, sanidad, inversiones… Y esos nuevos recortes serían la
puntilla para la recuperación, como ya pasó en 2010 y 2012: se recorta, se crece menos, se recauda menos, no baja
el déficit y hay que hacer más recortes. Es el “círculo vicioso de la austeridad”, algo que conocemos bien en España,
Portugal y Grecia.
Hay que ir por otro camino: recaudar más, para conseguir reducir el déficit y a la vez conseguir más
recursos para afrontar los grandes problemas del país: la creación de empleo,
la financiación de las pensiones, la recuperación de la educación, la sanidad,
la dependencia, los servicios sociales, la justicia o la investigación. Y poder
ayudar a los que peor lo pasan, a esos 3,3
millones de españoles en la “pobreza extrema” (según Cáritas), una cuarta parte de ellos niños.
Para ello, hay que hacer lo contrario de lo que prometen PP
y Ciudadanos :
hay que subir los impuestos, como
proponen PSOE
y Podemos.
No a la mayoría (que ya pagamos y
estamos muy controlados por Hacienda), sino
a esa minoría que paga menos de lo que debe: grandes empresas,
multinacionales y los más ricos. Y eso “chirría”
a algunos partidos, que buscan millones de votos (del 99%) favoreciendo a
las minorías (el 1%).
Hay que tenerlo claro: el futuro se juega con los impuestos.
España necesita recaudar más, como el resto de países europeos, para poner en marcha una política económica volcada en el empleo (con más recursos para la formación y
las políticas activas de empleo), las
pensiones y los servicios públicos y sociales. Y además, sólo con más
ingresos se podrá conseguir el otro reto de España: ser más
productivos, no sólo trabajar más gente sino trabajar mejor,
lo que exige volcarse en apoyar la reindustrialización, la tecnología, la
digitalización de la economía, la internacionalización y fusión de empresas
(hay demasiadas pymes), los sectores más dinámicos, no vivir sólo del comercio,
el turismo, la construcción o los servicios.
Así que cuando vaya a votar, piense en todo esto y no se deje engañar por los que prometen
bajar los impuestos. Porque los que ya lo han hecho (PP), se los han bajado sobre todo a las
empresas (pagarán 2.641 millones menos de impuestos en 2016) y a los más ricos (IRPF), amnistía
fiscal incluida. En contrapartida, han subido la presión fiscal a las rentas
bajas, según un reciente estudio
de Fedea. Piense que sólo si se
consigue que las grandes empresas, multinacionales y los más ricos paguen más,
habrá los ingresos suficientes para bajar el déficit (sin más recortes para la mayoría) y asegurar las pensiones, la sanidad, la
educación, los servicios sociales, la ayuda a los ancianos y a los más pobres.
Y recursos para invertir más, reanimar la economía y crear más empleo, lo que todos queremos. Pero eso no se
consigue bajando los impuestos, por mucho que prometan 2 millones de empleos.
Como en diciembre, votar
el 26-J es elegir entre la continuidad y el cambio.
Entre seguir como estos años, esperando que la economía mundial mejore y nos
ayude, o cambiando para impulsar más
crecimiento y más empleo, porque tenemos
el doble de paro que Europa. Y para
eso, tenemos que recaudar más, no bajar los impuestos. Es una “trampa electoral” que encubre bajárselo
a los más poderosos a cambio de recortes y necesidades no cubiertas para la
mayoría. Son “fuegos artificiales”, palabrería engañosa. Piense en ello al
votar.
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