Las elecciones europeas han retrasado a junio la cumbre del Gobierno con las autonomías para abordar la reforma
del sistema de financiación, que no
contenta a nadie: todos piden más
dinero. El problema de fondo es que España
recauda menos que el resto de Europa (90.000 millones menos) y que el Estado central gasta más que las
autonomías, con lo que faltan
recursos para pagar la sanidad, educación, dependencia, gastos sociales y funcionarios.
Pero hay un tema más grave y que no se va a debatir: la crisis ha agravado las diferencias entre autonomías: las pobres son ahora más pobres y son las
mismas que en 2008. Incluso las
mismas que hace 30 años. Por eso, además de mejorar la financiación autonómica,
urge buscar mecanismos para reducir la brecha entre norte y sur.
La España rica tendrá que ser más
solidaria, para que la España pobre avance más. No puede haber dos clases de españoles.
enrique ortega |
El impacto de la segunda recesión (caída crecimiento -1,6%
y -1,2% en 2012 y 2013) ha sido preocupante en cuatro
autonomías, que han sufrido
fuertes caídas: Asturias (-2,1% en ambos años), Castilla y León (-2% y -2,1%), Cantabria
(-0,9 y -1,9%) y el País Vasco (-1,3
y -1,9%). Y se salda mejor en Canarias
(- 1,4% y -0,4%), Baleares (-0,8 y
-0,4%), Cataluña (-1,3% y -0,8%) y Galicia
(-0,9% y -1%). Si ampliamos el análisis
a los cinco
años de crisis (2009-2013), el balance es algo diferente: la autonomía
que más ha sufrido la crisis ha sido la Comunidad Valenciana (ha perdido el
9% de su PIB y el 21 % del empleo), junto a Andalucía, Castilla la Mancha y Murcia (han perdido el 7% de su PIB
y el 21% del empleo). Y las que han
sufrido menos son el País Vasco,
Navarra, Madrid y Castilla y León.
Esta distinta recesión ha tenido una desigual consecuencia en
el paro.
Hay una España, del norte, con una tasa de paro casi europea (17,12% Navarra, 17,36 País Vasco, 19,58% La
Rioja, 20,43% Madrid o 20,95 % Cantabria) y otra España, la del sur, con un nivel
de paro tercermundista (34,94%
Andalucía, 32,55% Canarias, 32,14%
Extremadura, 31,56% Ceuta y 30,30% Castilla la Mancha). Y con ello, España
concentra las cinco
regiones europeas con más paro y siete entre las diez con más paro de
las 272 regiones UE.
A menos crecimiento, también menos salarios: durante la última parte de la crisis (2011-2013), los sueldos han caído más en las autonomías pobres
(-6% en Andalucía y -2% en Extremadura) mientras
subían en las ricas (+3% en País Vasco y +2% en Madrid). Eso ha agravado la
brecha
salarial entre regiones, según datos del INE (2011): 26.370 euros de salario bruto en el País
Vasco (25.845 en Madrid y 24.499 en Cataluña) frente a 19.516 € en Canarias (19.879
en Extremadura o 19.970 en Galicia). Y con diferentes sueldos, también diferentes
pensiones de jubilación, según
la Seguridad Social (marzo 2014): 1.229
euros en País Vasco (1.183 en
Madrid, 1.118 en Navarra o 1.009 en Cataluña) frente a 830 euros de pensión en Extremadura
(878 en Murcia, 905 en Andalucía o 922 en Castilla la Mancha).
El resultado es un nivel
de renta muy diferente entre
españoles, según donde vivan. Hay siete autonomías con una riqueza por encima de la media (22.279 euros por habitante
2013), según el INE: País Vasco (29.959 €/habitante), Madrid (28.915 euros), Navarra (28.538€) y Cataluña (26.666€), las cuatro únicas con más renta que la media
europea (25.600 euros/habitante), más La Rioja (25.277€), Aragón
(24.732 y Baleares (23.446€). Y del
resto, hay otras 7 que son las más
pobres: Extremadura (15.026
euros/habitante, el 58% de la renta europea),
Melilla (16.426€), Andalucía (11.626€), Castilla la Mancha (17.780€), Murcia (17.901€), Ceuta (18.771€) y Canarias
(18.873€). Y también es desigual el creciente
mapa de la pobreza: sólo el 8% de las familias en Navarra (12% en País Vasco y 15% en
Cantabria y Madrid) están en riesgo
de pobreza mientras afecta a un tercio de hogares en Melilla (36,6%),Ceuta(36,2%),
Extremadura(34,1%), Canarias(33,2) y Castilla la Mancha (33,1%).
A esta foto fija de las
dos Españas se suman dos datos
dramáticos. Uno, que las diferencias
se han agravado con la crisis: las cuatro
autonomías más ricas (País Vasco, Madrid, Navarra y Cataluña) tienen ahora más diferencia de renta con las
cuatro más pobres (Extremadura, Melilla, Andalucía y Castilla la Mancha) que en 2008. Y el otro, que las siete más ricas en 2013 son las mismas que en 2008, salvo
Cantabria. Y cinco de las siete más pobres son también las mismas: sólo han
salido Galicia y Comunidad Valenciana para entrar Ceuta y Melilla. Y lo peor: la lista de pobres y ricas es básicamente la
misma que hace 30 años.
¿Por qué se ha agravado
la desigualdad? Básicamente, por
el distinto
modelo económico de las autonomías, además del tema fiscal (el cupo es un indudable regalo al País Vasco y Navarra): salen mejor paradas las regiones
con más industria y turismo, que exportan más, que gastan más en tecnología y formación, con menos peso del sector público y más empleo privado (el empleo y la inversión pública han sufrido
serios recortes).
Y ganan las autonomías con más ahorro privado
y menos endeudamiento. También han
jugado un papel negativo los impuestos:
al subir más el IVA y los indirectos, los menos
progresivos, que afectan más a los ingresos más bajos, concentrados en las
autonomías más pobres.
En medio de este desigual
panorama, se lanzará en junio el debate
sobre un nuevo sistema de financiación, que
sustituya en 2015 al vigente
(aprobado en 2009).
Todas las autonomías se
quejan del sistema actual, mientras Madrid,
Cataluña,
Comunidad
Valenciana y Andalucía
dicen que les perjudica, porque pagan más de lo que reciben. De hecho, los
estudios
más serios coinciden en que el sistema
actual beneficia a las
autonomías más pobres (salvo Andalucía y Murcia) y perjudica a las más ricas (salvo País Vasco, Navarra y Aragón,
que salen ganando), en especial a Madrid, Baleares, Cataluña, Comunidad
Valenciana y la Rioja.
En este debate sobre
la financiación autonómica, hay dos problemas
de fondo. Uno, que las autonomías
tienen una financiación
insuficiente. Todas. Les
faltan recursos para pagar los servicios básicos (educación, sanidad,
dependencia, servicios públicos y sociales). Por eso, entre 2012 y 2014 el Gobierno Rajoy
les ha tenido que rescatar
(como Europa a Grecia o Portugal), inyectándoles
30.219 millones en tres Planes
de pago a proveedores y otros 23.000
millones del Fondo
de Liquidez autonómica. Y el otro, que el gasto del Estado central ha crecido más que el de las autonomías
(+7%
frente al +2%, entre 2009 y 2012). Y las autonomías han
hecho más recortes (también en
2013) que el Estado central.
Ahora, el reto es doble. Por un lado, aumentar
el pastel de los ingresos y que
las autonomías se lleven un trozo mayor, para poder financiar el Estado del
Bienestar. Eso se puede hacer, recaudando
mejor: España ingresa sólo un
37,8% de su riqueza (PIB) frente al 45,7% que ingresa la UE-28. Eso
significa que deberíamos recaudar 90.000
millones más, reduciendo el fraude y haciendo que paguen más los que pagan poco (bancos,
grandes empresas,
multinacionales y los más ricos). El
otro reto es ayudar a las autonomías más
pobres a crecer más y recuperar la
brecha que les separa de las autonomías más ricas. Habrá que crear un Fondo de compensación eficaz (ahora hay 4),
con más recursos, asegurados
por Ley. Y poner el énfasis en la política
fiscal (incentivos) y en la política
económica (inversiones públicas, política industrial, tecnología,
educación y formación) para que un objetivo sea reducir las diferencias entre la España rica y la pobre en esta década.
La España de las
autonomías tiene muchos defectos, pero parece que no
hay vuelta atrás. Lo que hay que
hacer es no triplicar competencias y gastos, recortar los del Estado y destinar
más recursos a las autonomías, para que financien
el Estado del Bienestar sin déficit ni deudas. Pagarlas lo que cuesta
atender la sanidad, la educación, la dependencia y los servicios públicos
esenciales. Y la que quiera prestar más servicios, que los pague con impuestos
propios, autonómicos. Pero a partir de ahí, los españoles de las regiones más ricas tendrán que pagar más para
ayudar a la España más pobre. Es la solidaridad
que pedimos a Europa. Un debate que hay que afrontar sin demagogia. No puede haber dos clases de españoles, según donde vivan.
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