La piratería hace
más daño a la cultura que el IVA: si no se hicieran copias piratas de música,
cine, libros, software o videojuegos, los
creadores venderían un 51% más, según la industria. España es un paraíso de la
piratería y EEUU amenaza con volver a meternos en la lista negra, de la que salimos en 2012, gracias a la Ley
Sinde-Wert, que ha sido poco efectiva. Para evitarlo, el Gobierno ha aprobado
una Ley de Propiedad intelectual que irá contra
las webs de enlaces: no va contra los internautas que piratean,
sólo contra los” traficantes” que ganan
dinero difundiendo ilegalmente contenidos protegidos. Pero la industria
cultural dice que es insuficiente y
que habría que bloquear las webs de contenidos piratas. Y se quejan de que tecnológicas
y telecos (desde Google a Movistar), no atacan la piratería porque les da
tráfico y negocio. Hay que concienciarse: piratear
es robar. Y así, matamos la cultura.
enrique ortega |
En España hay ya más de 25 millones de internautas y
tres de cada cuatro se conectan cada día, la mayoría más de una hora. Y un
millón están permanentemente conectados.
Y utilizamos la Red para comunicarnos y ver contenidos: un 45% de
internautas (y el 77,8% de los jóvenes) usan Internet para ver vídeos y películas (97%), oír música (57%), videojuegos (24,8%) o leer
libros (78,1%), según el último informe
de Telefónica. Y sólo el 7,2% de los
internautas están dispuestos a pagar por estos contenidos, a los que la
mayoría accede gratis (pirateándolos),
descargándoselos o cada vez más con acceso online (streaming).
Uno de cada dos
internautas piratea
cultura en la Red, sobre todo películas
(43%) y música (32%), aunque también
libros (12%) y videojuegos (7%). Lo reconocen ellos mismos, en una encuesta
entre 50.000 internautas encargada por el Observatorio de la Piratería. La
mitad de los accesos ilícitos son novedades:
películas, canciones, juegos o libros que acaban de salir o llevan menos de un
año en el mercado. Y el valor de esa
cultura pirateada fue de 15.204 millones en 2012, más de seis veces lo que
mueve en España la cultura legal (2.394,6 millones en 2012). La industria cultural
ha hecho un
cálculo: si no hubiera piratería y estos internautas compraran sólo una parte de lo que se descargan, la
cultura podría vender un 51% más
(otros 1.220,6 millones) y crear 24.766 nuevos
empleos (uno por cada dos que hay). Y el
Estado recaudaría 494,7 millones más, entre IVA, IRPF y Seguridad Social.
O sea, que la piratería
se come la mitad del negocio de la
cultura en España, uno de los paraísos
mundiales de la copia ilegal. Por eso, Estados
Unidos nos metió en 2009 en la lista
negra de la piratería mundial (Lista 301), de la que salimos en
abril de 2012, gracias a la Ley
Sinde-Wert: pactada en 2011 entre PSOE, PP y CiU, su Reglamento lo
aprobó Rajoy en su primer Consejo de Ministros, el 30 de diciembre de 2011.
Pero sus resultados han sido muy
mediocres: la Comisión
contra la piratería (creada en marzo de 2012, dentro del Ministerio de
Cultura) sólo ha conseguido 152 retiradas
de enlaces piratas, la cancelación de 5 dominios y el cierre de 16 Webs,
cuando se estima que hay 3.051 millones
de descargas ilegales al año. Por ello, EEUU
amenaza con volver a meter a España en la Lista 301, en abril de 2014,
como le recordó Obama a Rajoy en la
visita a la Casa Blanca de enero de este año.
Para evitarlo, el
Gobierno Rajoy aprobó el 14 de febrero una reforma
parcial de la Ley de Propiedad intelectual, con cuatro bloques de medidas.
Unas, contra
la piratería: ahora se irá no sólo contra webs con contenidos
protegidos (permitiendo solicitar la retirada de catálogos completos de
autores, no sólo obra a obra) sino también contra
las webs de enlaces, amenazándoles con aplicarles la reforma
en marcha del Código Penal, que contempla hasta 6 años de cárcel.
Lo que pretende la Ley es que los contenidos se retiren y sólo en caso de
incumplimiento reiterado (2 o más veces) se pueden aplicar multas de 30.000 a 300.000 euros. Y sólo
en última instancia se podría
llegar a solicitar el bloqueo del servicio a los proveedores de Internet,
aunque el problema es que la mayoría de
servidores están en otro país.
La Ley, además, mantiene el sistema de compensación
por copia privada que sustituyó al canon
digital (suprimido en 2011): se seguirá compensando a los creadores con
una partida en los Presupuestos (8
millones de euros en 2012 y 2013, cuando en 2011 se les pagó 115), pero se restringe el concepto de copia privada
(sólo para CD y DVD originales, no copias de copias), para rebajar esa
compensación. En tercer lugar, la Ley
regula y controla mejor la actividad
de las entidades que gestionan los
derechos de autor, para evitar escándalos como el de la SGAE y que fijen
tarifas a su aire (tendrán que crear una ventanilla
única donde bares, restaurantes, discotecas, hoteles, peluquerías, radios o
TV puedan pagar con comodidad todos los derechos de autor). Y como cuarto pilar, la Ley establece el pago de una compensación
a los medios por los agregadores de noticias, tipo Google News. Pero
ahora queda concretar cuánto y cómo
pagarán, algo que no se ha conseguido en
ningún país europeo: en Francia, Google
compensa a los medios con un Fondo de 60 millones para su reconversión y en Bélgica se comprometen a anunciarse en
los medios, pero nunca han admitido
pagar por agregar contenidos. Y tampoco
lo harán en España.
La nueva Ley no
afecta a los internautas de a pie,
según el Gobierno: sólo va contra “los traficantes” de material
con derechos de autor, los que difunden material protegido para hacer negocio (como algunas webs y todas las webs de enlaces). Sin embargo, varias asociaciones de internautas
critican duramente la Ley, porque “institucionaliza el canon digital (que
pagamos todos los españoles con el Presupuesto, hagamos o no copias), restringe la copia privada y criminaliza el
enlace” (temen que vayan contra el intercambio de archivos p2p).
Pero las mayores críticas
vienen de la industria cultural, que se queja de no haber sido consultada. Denuncian que no se incluya en la Ley la vigilancia
de los motores de búsqueda, como Google, Yahoo o Bing, a pesar de que dan acceso a contenidos protegidos.
También que la Comisión
contra la piratería no sea independiente y tenga pocos medios (son 4
personas), con lo que tarda 400 días en resolver un expediente. Y sobre todo,
exigen que la Ley contemple el bloqueo
inmediato de las webs con acceso a contenidos piratas y no sea el último recurso. Y se apoyan en una reciente
sentencia del Tribunal de Justicia de la UE.
El problema de fondo es que la piratería no tiene fronteras y la Unión Europea carece
(también) de una
legislación común para proteger los derechos de autor, con normas
muy duras en Francia y otras laxas en
Gran Bretaña. España, con la nueva Ley, trata de ponerse en un punto intermedio y
contentar a todos, pero no
contenta a nadie. Y las empresas
tecnológicas (Google) y las telecos
(Movistar, Vodafone, Orange…) no
están por la labor de bloquear webs, porque su negocio tiene mucho que ver
con los contenidos: cuanto más crezcan, aunque la mitad sean piratas, más
negocio (publicidad) para ellos. Por eso se les acusa de ser los nuevos parásitos de
la cultura. Y los internautas,
acostumbrados al “gratis
total”, no están por la labor de pagar por contenidos: creen que copiar música, películas o libros con copyrigth "no es
ilegal”, que es “un derecho” del internauta y que
“lo
hace todo el mundo”, según la encuesta .
Al final, la cultura
es una cosa de tres (creadores, distribuidores y consumidores) y parece
claro que son los intermediarios
los que se están llevando la mejor parte. Por eso, más que una guerra, haría
falta un pacto que beneficiara a
autores e internautas, buscando plataformas
de distribución de contenidos accesibles y baratos, como muchas de las 400
webs que venden ya contenidos legales a bajo precio. Ese es el camino y no la piratería, que hunde
la cultura y hace millonarios a buscadores, webs de enlaces y telecos.
Hay que pagar por el trabajo de otro, sea
músico, escritor, cineasta o periodista.
Pagar menos de lo que se paga ahora por un DVD, un CD o un libro, pero pagar. Aunque decirlo sea impopular. Porque si no, la parte más débil de
este negocio, los creadores,
desaparecerán con la piratería. Y perderemos todos.
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