Se ha hecho toda la vida: pagar entre muchos un regalo de boda
o de cumpleaños. Pagar a escote.
Ahora se ha puesto de moda para financiar un disco, un corto, una película y
hasta una nueva empresa. Se llama Crowdfunding, aunque propongo
rebautizarlo como algo más castizo: financiación a escote (o
colectiva) . El Gobierno acaba de regularlo, pero con
muchas trabas y limitaciones, quizás por miedo a que esta financiación a escote quite negocio a
la banca, que, por cierto, sigue sin prestar. En el debate parlamentario,
habría que facilitar esta financiación
colectiva, muy útil para proyectos culturales, solidarios y para lanzar nuevos proyectos empresariales.
Pero las pymes necesitan otras vías para
financiarse, más profesionalizadas, desde una Bolsa alternativa a
emitir bonos, algo que ahora no les funciona.
Y sobre todo, el BCE y España deben dar más liquidez a la economía y forzar a
la banca a dar crédito. Porque sin
financiación no hay recuperación.
enrique ortega |
España es un país muy bancarizado: la banca tiene un mayor
peso en la vida económica que en otros países. Eso se traduce, por ejemplo, en
que las empresas dependen más de los
bancos para financiarse: aquí, el
78% de la financiación
empresarial procede de la banca, frente a un 65%
en la zona euro, un 70% en Italia,55% en Alemania, 45% en Francia, 35% en Reino Unido y 30% en EEUU,
según
un informe de Axesor. En buena medida, esto se debe a que España tiene más empresas
muy pequeñas (95,5% de menos de 10 trabajadores, frente a 92,2% en UE) y
menos medianas (0,6% frente a 1,1%) y grandes (0,1 frente a 0,2%), con pocas vías para financiarse que no
sean los bancos.
El problema es que los
bancos no
financian a casi nadie (el crédito cayó en 2013 por tercer año
consecutivo, a niveles de 2006) y menos
a las pymes: sólo un tercio
consigue financiación, pagando unos intereses que han subido un 54% y con una
exigencia creciente de garantías. Las pymes
españolas están pagando
el doble de interés que las
francesas o alemanas, según el propio BCE. Y el
doble también que las grandes empresas españolas.
Ante esta situación, a finales de noviembre de 2013, todos los grupos políticos (salvo UPyD)
consiguieron ponerse
de acuerdo en el Congreso (algo inaudito) para pedir al Gobierno que tomara medidas para mejorar la financiación no bancaria
de las empresas. Y fruto de este acuerdo, el Gobierno aprobó el 28 de
febrero 2014 un paquete de medidas
para fomentar la financiación empresarial: mejora de las sociedades de
garantía recíproca (SGR), el
mercado alternativo bursátil (MAB), la emisión de
deuda por las empresas (incluidas las SL), la posibilidad de titularizar los
créditos a las pymes (emitir títulos) y, sobre todo, la regulación del Crowdfunding, la
financiación colectiva.
El Crowdfunding
o financiación a escote (o colectiva)
nació la década pasada en
EEUU, al amparo de los proyectos
tecnológicos y para financiar también proyectos
culturales o solidarios. En 2013 ya movió
3.700 millones de euros en el
mundo y unos 30 millones en España,
donde hay 60 plataformas de Crowdfunding,
según su Asociación (AEC). Hay cuatro
variantes de Crowdfunding: donaciones
(sin contrapartida), aportaciones a
cambio de premios (una entrada, un disco), préstamos entre personas (crowdlending)
y préstamos a nuevas empresas a cambio de
intereses o acciones (equity
crowdfunding). En España, las dos primeras variantes suponen el 70% del Crowdfunding,
que cada vez se utiliza más para financiar
un corto o una película, un disco o un proyecto solidario, pero que
tiene un escaso peso para financiar nuevas empresas (sólo 3 millones de
euros en 2013).
El proyecto
del Gobierno sólo regula las
dos últimas variantes del Crowdfunding, el préstamo colectivo entre
personas y a empresas. Pero con muchas
limitaciones: sólo se pueden aportar 3.000 € por persona, 6.000 €
por plataforma y un máximo de 1 millón de euros por proyecto, cuando la aportación
media en las plataformas existentes está entre
12.000 y 44.000 euros por persona. Además, se prohíbe a las plataformas cobrar
comisión por el dinero recaudado (un 5%), obligando a pagar una cantidad
adelantada por la gestión (resulta más gravosa). Y se les prohíbe hacer publicidad fuera de su web. Limitaciones que no existen en
otros países, donde no hay topes a las aportaciones (Francia) o si las
hay son muy elevadas (100.000 euros en Alemania, 5 millones en Reino Unido o
Italia, 100.000 dólares o un 5% de los ingresos en EEUU). Las plataformas de Crowdfunding se
quejan de esta regulación, quizás impuesta para apaciguar los temores
de la banca, y facilitar más
esta financiación colectiva, incluyendo ayudas fiscales, para animar a los
pequeños inversores. Y piden una regulación para las donaciones y premios,
ahora sujetas a trámites muy engorrosos.
El Crowdfunding o financiación
colectiva tiene un gran potencial para proyectos culturales o
solidarios, pero resulta más problemática para iniciativas empresariales, dado el alto riesgo que conlleva lanzar una empresa: 9 de cada 10 startup
fracasan. Por eso, hay que facilitar la
financiación en grupo y no
ponerles límites y pegas para
que no crezca, como ha hecho el Gobierno para proteger
la banca (el perro del hortelano: ni presta ni deja prestar). Y, en paralelo,
hay que desarrollar otras fórmulas de
financiación no bancaria, no tan “modernas” como el Crowdfunding, pero
mucho más efectivas, como la
Bolsa o la emisión de deuda empresarial.
En España, la Bolsa
es para las grandes empresas y sólo para unas pocas: las 35 del IBEX y las 89
del mercado
continuo. Para el resto, hay una
Bolsa alternativa, el Mercado
Alternativo Bursátil (MAB), que comenzó a funcionar en 2008 y donde sólo cotizan 21 empresas, medianas.
Otra vía de financiación es que las empresas
emitan deuda, papelitos (bonos, pagarés, obligaciones). Aquí hay
un mercado de renta fija, el AIAF, donde sólo se financian grandes
empresas, y un segundo mercado de renta fija más reciente, el MARF,
creado en octubre de 2013 para las medianas empresas (más de 50 millones de
ventas), que sólo cuenta de momento con una
empresa (la constructora gallega COPASA).
Las pymes quedan
fuera de estos dos mercados, de la
otra Bolsa y de la emisión de deuda. Su mejor opción es integrarse en una Sociedad de Garantía Recíproca (SGR), que son unas asociaciones empresariales
sin ánimo de lucro que se dedican a dar
avales a las pymes (120.000 beneficiadas de casi 3 millones). Ahora se quieren
potenciar, facilitándoles un reaval público de CERSA, pero tampoco son una solución para la mayoría,
que acaban con sólo dos opciones: acudir
a un banco o pedir un crédito ICO,
una fórmula que tampoco
funciona. Las pymes se quejan de que como estos créditos ICO se dan a
través de los bancos, les exigen
demasiadas garantías y se los dan muchas veces para refinanciar
otros créditos anteriores de los mismos bancos, no como dinero nuevo.
En cualquier caso, en 2013, el ICO sólo concedió
13.884 millones de los 20.000 disponibles: muchas pymes ni
piden.
Al final, el drama es que las pymes que necesitan dinero o no lo piden (porque no tienen
garantías suficientes) o no pueden
pagarlo, con lo que siguen
cayendo empresas (8.934 en
2013), muchas por falta de liquidez. Para evitarlo, el Gobierno ha aprobado el
7 de marzo (un poco tarde) un real
decreto, que fomenta los acuerdos
de refinanciación entre bancos y empresas, facilitando las quitas y
esperas y, sobre todo, la conversión de deuda en capital: en lugar de asfixiar
a una empresa, exigiendo pagos imposibles, el
banco puede convertir esa deuda en una participación en el capital de esa
empresa, hasta que despegue (a cambio, el banco no tendrá que hacer
provisiones sobre ese crédito moroso). Con ello, hay 150.000
millones de deuda bancaria que podrían capitalizarse, salvando así empresas y empleos.
Asentar la
recuperación exige actuar en dos
frentes: salvar las empresas
endeudadas que sean viables y financiar los
nuevos proyectos, con financiación colectiva, emisión de deuda o de
acciones, avales y financiación del ICO y la banca. Hay que volcarse en buscar dinero debajo de las piedras, para financiar el futuro, con menos dependencia de la banca. Fomentar
el ahorro y dirigirlo a las empresas del mañana. Financiar el empleo de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario