Es algo que tienen en común Obama y el papa Francisco:
creen que “la desigualdad es el
mayor desafío de nuestro tiempo”. La crisis
ha agravado las diferencias entre ricos y pobres en todo el mundo: el 1% de la población acapara la mitad de la riqueza mundial. España es el segundo país europeo donde
más ha crecido la desigualdad: el 20% más rico tiene 7,2 veces más
renta que el 20% más pobre (en Alemania, son 4,3 veces). Y un 28% de los españoles, 13,1 millones, están en el umbral de la pobreza, que ha crecido también más que en Europa, por el paro y los recortes. Mientras, crecen los millonarios en España y los bancos han cuadruplicado sus beneficios en 2013.
La desigualdad no sólo es injusta e inmoral, sino que atenta contra la democracia y hace peligrar la recuperación: si no crece la renta de los pobres, no
habrá consumo, ni ingresos ni cotizaciones para hacer funcionar la economía. La desigualdad mata el futuro.
enrique ortega |
La desigualdad
era considerada un problema ético, social y político, pero con la crisis se ha colado en el debate económico mundial,
desde EEUU
al Vaticano,
pasando por el
FMI o insignes
economistas, preocupados porque impida salir de la crisis. Y es que los datos son escalofriantes: la mitad de la riqueza mundial está en
manos del 1% de la población y 85
personas acumulan tanta riqueza como los 3.570 millones que forman la mitad más
pobre del Planeta, según un Informe
presentado por Intermon Oxfam en
la reciente Cumbre de Davos. Y 7 de cada 10 personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado
en los últimos 30 años.
La desigualdad era algo propio de países pobres y en desarrollo,
pero en las últimas décadas se está cebando en
los países desarrollados, sobre todo en EEUU,
donde preocupa cada día más, porque la
crisis ha agravado las diferencias: el
1% más rico (que controla
el 40% de la riqueza del país) se
ha llevado el 95% del crecimiento generado
tras la crisis financiera de 2007. Y ahora, un niño
norteamericano nacido en el 20% de familias más pobres sólo tiene
un 5% de posibilidades de salir de ese grupo de mayor, mientras los niños del
20% más rico tienen más del 60% de posibilidades de seguir siendo ricos al
llegar a adultos. Por el contrario, algunos países emergentes, como
Brasil, México, Argentina y Corea del Sur, han
reducido la desigualdad desde 1990, aunque ha aumentado en Rusia, India y
China.
En Europa, la
desigualdad es menor que en EEUU y se ha
mantenido estable con la crisis: el índice de Gini
(indicador internacional de desigualdad: 0 ninguna,100 máxima) se ha mantenido
en 30,6, mientras bajaba la desigualdad en los países en crisis (Portugal,
Irlanda e Italia), se mantenía estable
en Grecia, bajaba en Alemania,
Holanda, Noruega, Finlandia y la mayor parte de países del Este y aumentaba en Francia, Dinamarca, Suecia,
Reino Unido y, sobre todo ,en España,
el segundo país donde más ha crecido la
desigualdad con la crisis (tras Francia) y el segundo país con el mayor índice de desigualdad (35), tras
Letonia, según
Eurostat (datos 2012).
La crisis ha agravado
la desigualdad en España, al contrario que en Europa: si en 2007, el 20% de españoles más
ricos ganaba 5,3
veces más que el 20% más pobre, en 2012, esa diferencia había subido a 7,2 veces, según
Eurostat, una desigualdad superior a la de Grecia (6,6 veces), Portugal
(5,8), Italia (5,5), Reino Unido (5,4), Irlanda (4,6) o Alemania
(4,3 veces). Y si no se hace nada para
corregirlo, en 2025, el 20% más
rico ganará en España 18 veces más
que el 20% más pobre, según la previsión
de Intermon Oxfam.
La otra cara de la
desigualdad es la pobreza,
que también se ha agravado con la crisis:
España es el segundo país europeo
(tras Irlanda) donde más ha
crecido la pobreza desde 2007 (+26,2%) y ya hay 13,1 millones de españoles (28,2% de la población, frente al 25% en
Europa) en el umbral de la pobreza,
porque ganan menos de 15.445 euros brutos
al año (matrimonio con 2 hijos, en 2012), según
Eurostat. Y de ellos, 2,82
millones son niños: uno de cada tres
menores vive en España en la pobreza, según Save
the Children. Lo peor es que casi una cuarta parte de estos pobres viven
en la pobreza extrema: son 3
millones de españoles que subsisten con menos
de 307 euros al mes, según Cáritas.
Pobreza y desigualdad,
dos lacras que ya estaban ahí pero que ha
agravado la crisis. El principal culpable es el paro,
que ha quitado drásticamente ingresos a 3.752.400
españoles que han perdido su trabajo desde 2007. Pero hay más causas de la desigualdad. Una, la caída de los salarios
desde 2010, que ha afectado más a los
salarios más bajos: han caído hasta un 17% con la crisis, mientras los más
altos se estabilizaron o subieron, según
Fedea. Y 534 directivos de empresas
del IBEX ganan más de un millón al año, 90
veces más que sus empleados (en
Europa hay una campaña, 1:12,
para que nadie gane más de 12 veces). Sin olvidar la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones.
Y entre tanto, crecen los millonarios en España (+13%, son ya 402.000) y los bancos han cuadruplicado sus beneficios en 2013.
Otro culpable es la política fiscal: Zapatero bajó impuestos a las empresas y rentas altas y Rajoy ha subido el IVA y las tasas (que afectan más a los más pobres), además del IRPF, que recae sobre los trabajadores de forma injusta: pagan el 85%, mientras las rentas de capital un 8% y las empresariales un 7%. La tercera causa de desigualdad son los recortes, que han dañado más a los que menos tienen: recorte del paro, becas, ayudas de comedor, guarderías y transporte, junto a los copagos y subidas de tasas universitarias. Y por último, las subidas de precios se han cebado en productos y servicios básicos, que afectan más a los más pobres: luz, agua, gas, transportes, carburantes, alimentación…
Otro culpable es la política fiscal: Zapatero bajó impuestos a las empresas y rentas altas y Rajoy ha subido el IVA y las tasas (que afectan más a los más pobres), además del IRPF, que recae sobre los trabajadores de forma injusta: pagan el 85%, mientras las rentas de capital un 8% y las empresariales un 7%. La tercera causa de desigualdad son los recortes, que han dañado más a los que menos tienen: recorte del paro, becas, ayudas de comedor, guarderías y transporte, junto a los copagos y subidas de tasas universitarias. Y por último, las subidas de precios se han cebado en productos y servicios básicos, que afectan más a los más pobres: luz, agua, gas, transportes, carburantes, alimentación…
Cara al futuro,
la anémica
recuperación debería reducir la desigualdad, pero no es seguro, porque el
crecimiento será
mínimo (hasta 2018) y se creará
poco empleo, que será precario
(temporal, a tiempo parcial y mal pagado). Y la mitad de los casi
6 millones de parados tendrán difícil
salir de la pobreza, ya que apenas
tienen formación y llevan más de dos años sin trabajar. Además, en 2014 y 2015 volverán a bajar los
salarios (según
la Comisión Europea), cuando el
sueldo más habitual son 15.550
euros brutos (INE) y 7,5 millones de asalariados (más de la mitad) son mileuristas
(y la mitad minieuristas: ganan entre
400 y 1.000€ al mes).
La desigualdad no
sólo atenta contra la ética y la justicia,
sino que socava
la democracia, porque aleja a
muchos ciudadanos de las instituciones y la política, que consideran secuestrada por el 1% más rico. Pero
además, la desigualdad frena la recuperación: la caída de ingresos de
las clases medias y el aumento de la pobreza, junto al elevado endeudamiento de las familias, impiden
reanimar el consumo y la inversión, los motores del crecimiento y el empleo. Y la puntilla son los recortes
de la política de austeridad europea, mientras EEUU reanima
su economía (aunque reduzca los estímulos), una política que ha
creado ya 8 millones de empleos.
Hay quien dice que primero
debemos salir de la crisis y luego
preocuparnos de la desigualdad. Pero sin reducir la desigualdad,
tardaremos mucho más en despegar. Por eso, hay
que tomar medidas
urgentes contra la
desigualdad, porque no basta con
crecer más y crear empleo, la clave para que haya menos pobres. Hace falta mejorar los salarios más bajos (de ahí
la subida del salario mínimo en Alemania
y EEUU,
mientras Rajoy
lo congela) y reducir la precariedad
en los nuevos contratos. Hay que mejorar
las pensiones más bajas y recomponer la sanidad, educación, ayudas y
servicios sociales, cobrando más impuestos
a los que apenas pagan (ricos, grandes empresas y multinacionales) y menos a las rentas más bajas. Hay que
ayudar a las familias más desfavorecidas a renegociar
sus hipotecas (como acaba de pedir el FMI a España) y poner en marcha un Plan
de ayudas contra la pobreza extrema (como acaba de hacer Castilla
y León). Y hay que volcarse en
la formación
de parados y jóvenes, ya que la mitad tiene una escasa formación para encontrar
trabajo. Que los de abajo ingresen más, por salarios, ayudas e impuestos. Y que
lo paguen los de arriba. Eso reducirá las brutales diferencias
actuales.
Hay que incluir la
lucha contra la desigualdad entre las
prioridades económicas, junto al crecimiento y al empleo. Porque no
basta con que la economía, el
enfermo, tenga menos fiebre y empiece a andar. Si crece la desigualdad, no irá muy lejos: es un cáncer.
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