El Gobierno sigue
haciendo propaganda de la recuperación y ahora Montoro dice que “la gente ya la nota...". Pero siguen cayendo empresas: las últimas Fagor, Panrico o Pocoyó, que se suman a nombres
emblemáticos como Pescanova, Sniace,
Roca, Orizonia, Caramelo o Victorio y Lucchino, en suspensión de pagos, con
despidos y cierres de factorías. Este año, los concursos de acreedores han
aumentado un 17,8 %. La causa es
triple: pocas ventas, mucha
morosidad y poco crédito. Pero el problema de fondo es que las empresas españolas son las más
endeudadas de Europa y un 41% facturan
sólo para pagar deudas. Y cuando los
bancos les aprietan, forzados por
la reforma financiera, tienen que cerrar. Eso les va a pasar a muchas empresas en los próximos meses, con la banca renegociando créditos. La salida es crecer, porque sin vender no se pueden pagar deudas. Pero
con los recortes no crecemos y caen más empresas. Es el círculo vicioso de Rajoy.
Enrique Ortega
Tras el verano, han vuelto las crisis
de empresas, algunas con nombres emblemáticos: Zinkia (dibujos infantiles Pocoyó) , Fagor
(símbolo industrial de Euskadi y líder nacional en electrodomésticos línea blanca) y Panrico
(fabricante de Donuts), ambas en pre-concurso
y con las factorías cerradas, que siguen a otras
que cayeron también este año, como Pescanova (el mayor concurso de acreedores de una
empresa no inmobiliaria en esta crisis), Sniace
(en concurso y con las fábricas cerradas),Clesa
(liquidada en septiembre tras entrar en concurso en 2011), Orizonia
(grupo turístico cerrado en febrero 2013), las empresas
de ropa Caramelo, Blanco O
Victorio y Luchino (en suspensión de pagos desde primavera) o Roca,
que ha cerrado varias factorías tras un siglo de vida. En todos los casos, son problemas
similares: caen las ventas, falta liquidez, no pueden pagar a
proveedores, no les renuevan créditos y suspenden pagos.
Son los nombres que saltan
a los medios, pero 26 empresas han
caído cada día en concurso de acreedores durante 2013: son 7.032 concursos hasta septiembre, un 17,8% más que el año pasado, según
los últimos datos del INE. Eso supone que sólo en nueve meses se han superado los concursos
de todo 2010 (5.962) y 2011(6.863) y que cerraremos
muy por encima de 2012 (9.071 concursos). El
problema es que el 94% de estas empresas
que solicitan concurso de acreedores, para
buscar un respiro, acaban
cerrando, según Axesor. Y además, sólo una de cada cuatro empresas van
a la suspensión de pagos: las otras tres directamente cierran. Con ello, este año cerrarán otras 40.000 empresas en
España, la media de estos años de crisis, donde han desaparecido
238.891 empresas (julio 2007-julio 2013), 106 empresas menos cada día, según datos de Empleo. Y lo peor: 20.300
son empresas
industriales (con más empleo) y el 73% pymes con menos de 50 empleados.
¿Por qué caen las
empresas? La primera razón es que la
crisis está resultando muy larga y tras 6 años, muchas empresas no pueden
aguantar la caída
de ventas, fruto del desplome del
consumo por el paro, la bajada de salarios, subida de impuestos y recortes.
A Fagor, por ejemplo, le han caído
las ventas un 32%. Segundo, no resulta
fácil cobrar lo que se factura: el porcentaje de impagados se mantiene en
el 7%, según la Plataforma
contra la morosidad, y se cobra con mucho retraso (el sector público paga a
141 días y el privado a 93, aunque las empresas
del IBEX pagan a sus proveedores a 178 días). Y tercero, las empresas
que se quedan sin liquidez tienen muy
difícil conseguir dinero. El crédito
es cada vez más
escaso (ha caído un 12,17% en el último año, a niveles de 2006) y más caro:
conseguir un préstamo de menos de 1 millón de euros le cuesta a una empresa
española un 4,97% (y a las pymes un
5,2%), frente al 2,80% que pagan en Alemania o el 2,13% en Francia. Y además, los bancos españoles admiten que han
endurecido los criterios para conceder créditos, por las exigencias de
saneamiento de la reforma financiera y porque se les han disparado
los morosos:
12,2% de los créditos, el nivel más
alto de nuestra historia reciente.
Pero hay otra razón
más, que está detrás de las últimas crisis de empresas: la refinanciación
de créditos.
A raíz de la reforma financiera, el FMI
alertó en 2012 de que la banca
española tenía una “morosidad enmascarada”
gracias a las refinanciaciones: empresas con mucha deuda a las que se les da otro crédito para que puedan
mantenerse y pagar lo que deben. Se calcula que un 16% de los préstamos a
empresas se refinancian, unos 230.000
millones en créditos refinanciados. Y el Banco de España, por
imposición de la troika, ha obligado
a bancos y Cajas a reclasificarlos y ver los
que pueden cobrar o no, antes del 30 de septiembre. Y eso ha llevado a las entidades a apretar
las tuercas a las empresas: o
les dan garantías de que van a poder pagarles o les cortan el grifo. Y esas
garantías son despidos (EREs), cierres, cambio de directivos y ventas de
activos. Unos, los que han podido (El
Corte Inglés o FCC,
la súper endeudada empresa que ha comprado de saldo Bill
Gates) han conseguido nueva financiación. Y los que no, como Fagor, Panrico o Service Point han tenido que ir a pre-concurso de acreedores. Y este proceso continuará en los próximos meses, cuando se van a producir muchas renegociaciones,
lo que provocará que más empresas, ya
sin el oxígeno bancario, tiren la toalla.
Precisamente, la gran
losa para las empresas (y para la economía española) es su deuda:
todavía deben 1,07 billones (con b) de euros, aunque han reducido en
una cuarta parte su endeudamiento estos años (desde los 1,47 billones que debían en 2008). Lo peor no es que sea una cifra
que marea, sino que las empresas
españolas son las
que más han aumentado su endeudamiento en Europa y las pymes españolas
triplican el endeudamiento de las pymes francesas o alemanas, según el último informe
del FMI. Y lo más escalofriante: un 41%
de las empresas españolas dedican el 100% de su beneficio bruto a pagar su
deuda. O sea, que abren y
trabajan cada día para pagar a los bancos. Y claro, en cuanto les fallan las ventas o les suben los costes, no pueden
cumplir. Y tienen que reducir costes, cerrar fábricas, despedir, no pagar a
proveedores y cuando no pueden más, suspender pagos.
En definitiva, la
losa de la deuda hace que las empresas
españolas sean tremendamente
vulnerables, más que sus competidoras europeas. Y están muy
expuestas a la escasez de crédito o a la subida de tipos. Por eso, el riesgo ahora, advertido
por el FMI en octubre, es que la
reforma financiera para sanear bancos y Cajas fuerce un proceso rápido de reducción de deuda de las empresas (el
palabro que usan es desapalancamiento) que
las asfixie, provocando una cadena de suspensiones
de pagos, cierres y más paro. La solución es seguir recortando deuda, pero poco
a poco, sin que se coma los
incipientes beneficios, que han de ir a recuperar la inversión y el empleo.
La prioridad del
Gobierno debería ser ayudar a las
empresas a reducir su deuda (forzando quitas y renegociaciones razonables) y
garantizarles la liquidez y el crédito suficiente
(sobre todo, con la banca
nacionalizada) para poder seguir funcionando. No puede ser que la mitad de
las empresas trabajen para pagar deudas. Y sobre todo, hay que cambiar
de política económica, abandonar
los recortes para reanimar el consumo, la inversión y el empleo. El principal
reto es crecer,
para que las empresas puedan vender y pagar sus abultadas deudas. Porque creciendo menos del 1%, lo
que el FMI augura para España hasta 2018, no
pueden. Se asfixian y cierran.
Así no hay recuperación que valga.
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