enrique ortega |
Las aseguradoras han visto el negocio y llevan año y medio lanzadas a una guerra de ofertas y seguros low cost, desde 15 euros por persona si se contrata por Internet. El truco es ofertar pólizas muy básicas (microseguros), adaptadas a un cliente en crisis. Y para bajar precios, se rebajan coberturas, se aumentan los copagos y se multiplican las limitaciones. Todo con tal de ofrecer un precio atractivo que publicitar, como en los seguros de coches. Se trata de robar clientes en un mercado con mucha movilidad: si antes los asegurados estaban 15 años con la compañía, ahora no pasan de tres o cuatro.
El problema es que cuando el cliente ya está dentro, pagando unos 2.400 euros al año por familia, le llega al año siguiente una fuerte subida (en mi caso, +34%). Y después, a poco que se use el seguro, las subidas superan el 10% (en mi caso, este año, +11,2%). Y así seguirán, porque los costes sanitarios (tecnología, material, personal) están creciendo el doble que el PIB en todo el mundo. De hecho, los seguros médicos son de los que tienen menos retorno para las compañías: 7,3% sobre primas frente al 8,5% en automóviles o el 14,8% en multirriesgos.
Los seguros médicos son los segundos con más quejas y reclamaciones, duplicadas en 2010. Y no sólo por las fuertes subidas de precios. Los asegurados se quejan de las condiciones leoninas de los contratos (meses de espera para tener derecho a hospitalización o parto, obligación de estar un año, preaviso de 2 meses para cambiarse, restricciones de atención, copagos, limitaciones de las pólizas) y de que puedan echar a un asegurado por edad, porque usa mucho la póliza o tiene determinadas enfermedades, no cubriendo algunas (VIH, drogodependencias, crónicas).
Otros que se quejan son los 16.000 médicos y 255 hospitales a los que pagan sus servicios las aseguradoras, imponiendo precios y condiciones. De hecho, el 62% de los ingresos de la sanidad privada procede de los seguros médicos (otro 26% de los conciertos con la sanidad pública). Una sanidad privada cuyas cifras impresionan: 483 hospitales (el 51%), 54.000 camas (33%), 253.000 profesionales (56.000 médicos), 31 % de las operaciones y 20% de las urgencias, el 27,5 % del gasto sanitario total. Pero un sector con graves problemas financieros, que han llevado a muchas ventas (1.000 millones en 2011) y que está pendiente de vender grupos tan importantes como USP (13 hospitales y 19 clínicas), Quirón (7 hospitales), Ribera Salud (6 hospitales) o Clínica el Pilar, por los que pujan fondos de capital riesgo británicos, franceses y norteamericanos, que ya controlan gran parte de la sanidad privada española. Su objetivo es ganar tamaño para negociar mejor con las aseguradoras.
Cara al futuro, las aseguradoras han pedido al nuevo Gobierno que permita desgravar el 15% de las primas de los seguros privados a los que ganan menos de 30.000 euros, con lo que captarían otro millón más de clientes. Y si no, piden una ayuda de las autonomías (400 € por asegurado), por descargarles de gastos sanitarios (dicen que ahorran a la sanidad pública 1.448 € por asegurado al año). Lo consigan o no, parece claro que Rajoy y las autonomías van a reducir el actual catálogo de prestaciones de la sanidad pública, con lo que habrá más negocio para la privada. Será más necesario que ahora tener un seguro médico privado. Y será aún más caro. Con la salud si se juega.
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