Los carburantes, el
gasóleo y la gasolina, están en precios
máximos, tras un agosto de fuertes
subidas y el aumento del IVA en
septiembre. El Gobierno está preocupado porque los carburantes han desbaratado el IPC y ha lanzado una cruzada contra las petroleras,
acusándolas de tener altos márgenes.
Pero es una ofensiva demagógica, ya
que el margen es de céntimo y medio por
litro, mientras los impuestos
suponen casi la mitad del precio de
los carburantes y volverán a subir en enero. Eso sí, a las petroleras hay que culparlas de poca competencia y de que retrasan
las bajadas de precios. Pero el problema
de fondo es que España consume e importa
el doble de gasóleo que Europa y somos muy
dependientes de un carburante que va a seguir subiendo. Hay que hacer otra política energética.
enrique ortega |
Con las vacaciones
subieron los carburantes, entre un 12% y un 16% este verano. Y la subida del IVA en septiembre, del 18 al
21%, fue la puntilla: +3,50 céntimos cada litro de gasóleo y +3,60 céntimos las
gasolinas. Con ello, septiembre empezó con máximos históricos en los
carburantes: más de 1,522 € litro la gasolina y 1,444 el gasóleo, que siguen altos esta semana (1,518 la gasolina y 1,441 el gasóleo). Precios que
suponen pagar 10 euros más por llenar el depósito que hace un año.
Las alarmas han
saltado en el Gobierno,
tras conocer que los carburantes fueron culpables de más de la mitad de la subida del IPC de agosto (0,33 del +0,6 %), que subió la inflación anual al 2,7% (lo que
obligará, si no se corrige, a gastar unos 4.000 millones en revisar pensiones).
Y se han lanzado a una cruzada
para bajar precios (unos días después de subir el IVA), echando la
culpa a los márgenes de las petroleras,
a las que han pedido que contengan precios y les amenazan con tomar medidas:
facilitar la apertura de más gasolineras
y ponerles más impuestos.
Lo de los márgenes
elevados suena popular, pero no es verdad: las petroleras ganan un céntimo y medio por litro, el chocolate del loro en estas subidas. Los
culpables hay que buscarlos en otros
sitios, tras analizar los tres
principales componentes (ver gráfico)
del coste
de los carburantes: los precios de
la energía, los impuestos y los costes y márgenes.
Casi la mitad del precio
de los carburantes (44,6% en
gasolinas y 48,5% en gasóleos) lo determina el precio
de la energía, pero no el petróleo, sino la cotización de los gasóleos y las gasolinas en dos mercados, el de
Marsella (70% del precio) y el de Rotterdam (30%). Este verano, el petróleo Brent subió de 90 a 114 dólares
(11 cts. por litro), pero subieron más los precios internacionales del gasóleo
(12 cts.) y la gasolina (13 cts.), por la mayor demanda ante las vacaciones, el
embargo a Irak y la crisis de Siria, la paralización de algunas refinerías en
Estados Unidos y Venezuela, las bajas existencias de carburantes en EEUU y la bajada del euro
(-7% de mayo a agosto), que encarece unos carburantes que se pagan en dólares.
Pero casi la mitad
del precio de los carburantes en España son impuestos (
47,7 % en gasolinas y 42,7% en gasóleo), que no han parado de subir : +2,9 céntimos de impuestos especiales en junio 2009, aumento del céntimo
sanitario que cobran 11 autonomías (+4,80 céntimos por litro y + 7,20
céntimos en Cataluña, Comunidad Valenciana, Cantabria y Castilla y León), más
dos subidas del IVA, una en julio
2010 (del 16 al 18%) y otra ahora (al 21%).
En total, 18 céntimos por litro en tres
años, una subida del 42% en gasóleos (y 34% gasolinas).
Y queda el tercer bloque, otros
costes y margen (7,6% del precio en gasolinas y 8,6% en gasóleos). Aquí,
las petroleras incluyen los costes de transporte, almacenamiento, reservas
estratégicas (92 días), comercialización, gastos financieros, incorporación
obligatoria de biocarburantes, margen de la gasolinera y margen de la petrolera, que estiman en un 1%, un céntimo y medio por
litro. O sea, que pagamos menos de
un euro (82,5 céntimos) de beneficio
bruto a la petrolera cada vez que
llenamos el depósito (55 litros, unos 80 euros), mientras pagamos 38 euros por el combustible, 35 euros de impuestos y 6 euros por otros
costes.
Aclarado el escandallo,
sí hay que achacar a las petroleras dos culpas.
Una, que tienen mucho poder (entre Repsol, Cepsa y BP tienen el 64% del mercado)
y hay poca competencia entre ellas:
incluso, en 2009, la Comisión
de la Competencia (CNC) les puso una
multa de 7,9 millones por acuerdos para fijar precios. Y la otra, que en
ocasiones retrasan el traslado a los
conductores de las bajadas de los precios internacionales (“los precios suben como cohetes y bajan como
plumas”), algo que niegan.
Ahora, el Gobierno ha encargado a la CNC
que haga un nuevo informe para ver
si hay competencia y transparencia.
Con todo, los
carburantes en España tienen un precio en la media europea. Antes de impuestos,
la gasolina es la 4ª más barata de la
zona euro (tras Francia, Irlanda y Austria) y el gasóleo el 7º más barato, siendo más caro en Alemania, Finlandia,
Italia, Grecia y Portugal, por ejemplo. Y si
contamos los impuestos, menores que en la mayoría de Europa, la gasolina es
la 2ª más barata de la zona euro (tras Luxemburgo) y el
gasóleo, el 3º más barato en los paises euro (tras Luxemburgo y Francia).
El problema es
que, aunque los carburantes estén “a
precio europeo”, consumimos e
importamos más, con lo que España
es muy dependiente: importamos el 38% del gasóleo, frente al 10% en
Europa. Y eso porque tenemos un mayor consumo de gasóleo (80% de
los carburantes frente al 55% en Europa), por nuestro mayor parque de diesel
(52% frente al 37% UE), por el mayor
peso del transporte de mercancías por camión
(83% en España frente al 45% en UE-27). O sea, somos más vulnerables a las subidas de precios, que van a continuar este otoño (por la mayor
demanda del gasóleo de calefacción) y a las subidas de impuestos: en enero, los carburantes subirán
entre 3,5 céntimos por litro (gasolina) y 4,5 (gasóleo), al desaparecer las
exenciones fiscales a los biocombustibles.
Frente a cruzadas
mediáticas contra las petroleras, el Gobierno debía cambiar
la política energética: reducir
el consumo y la importación de
gasóleo (acelerando la reconversión de nuestras refinerías),ayudar
a renovar el parque
de vehículos (el 40% tienen más de 10 años y consumen un 15% más que
los nuevos) y fomentar de verdad el coche
híbrido y eléctrico
(testimonial) y la utilización del transporte
público (que sube sin parar). Sólo así podremos reducir de verdad nuestra carburodependencia,
que se lleva cada mes más parte del sueldo. Es urgente.
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